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Primera Hora

Julia Rossi

Arranco el vehículo luego de que mis roomates hayan colocado todas mis maletas en el baúl. Ambos me despiden con grandes sonrisas y yo solo atino a sacarles el dedo del medio, algo que pueden ver por el espejo retrovisor.

Chris y Félix se ríen, alzan las manos para seguir despidiéndose, con el primero teniendo la cara más roja de lo normal.

Seguramente se estaba ahogando por la extraña risa que tiene Félix. Al recordarla quiero reírme también, pero sigo molesta con ellos así que solo termino de salir del estacionamiento y conduzco a la avenida cercana a nuestro apartamento.

Pasan varios minutos cuando escucho la notificación de mi teléfono, al tomarlo veo que es un audio de Félix.

Ruedo lo ojos sabiendo lo que me iba decir, aún así presiono el botón de play y escucho lo que tiene que decir idiota uno mientras dejo el teléfono en la guantera nuevamente.

—¡Juli, no te enojes!— De fondo se escuchan las risas de Christian.—¡Estúpido deja de reírte! ¡Se va a enojar más!

Perdonperdonperdo-

Se corta el audio.

Al instante llega otro.

Doblo una esquina y vuelvo a darle play.

¡AJÁ! Ahora que Christian se calló.-Se escuchan risas otra vez.—¡Mardita sea Christian sé serio vale!

Perdonperdonperdo-

Se corta el audio.

Al instante llega otro. Y para este punto no puedo seguir molesta con ellos.

Finalmente llego a la calle Nueva Costa, una de las rutas principales para salir de la ciudad.

Le doy play al que espero sea el último audio.

Uff, ok ya me calmé.—El que habla ahora es Chris.—Tu sabes que Félix tiene una risa muy graciosa.

¡Muérete cagando!—Se escuchó a Félix de fondo.

Lo que quería decir el amargado, es que no queremos que te vayas molesta con nosotros. De verdad queríamos acompañarte, pero debemos entregar el proyecto mañana y solo tenemos la mitad listo.

¡Menos que eso!—Grita Félix otra vez.

Mierda. Bueno, nuestras necesidades no son problema tuyo, así que viaja tranquila.

¡Escribenos cuando hayas salido del estado!

Y tómate un descanso de vez en cuando. ¡Te quiero!

¡Yo también!

Terminó el audio y la sonrisa en mi rostro no podía ser más grande.

Tomé el teléfono con mi mano derecha mientras que con la otra seguía conduciendo.

—Descuiden, ya no estoy molesta con ustedes... Solo decepcionada.—Dije con una voz dramática para luego reír.—Yo también los quiero, y por favor no quemen o inunden el apartamento.— Esta vez utilice una voz mas seria, ya que conociéndolos cuando vuelva no tendré lugar donde vivir. 

Envié el audio y salí de WhatsApp para buscar los contactos y llamar a mi hermano.

Toqué el ícono de su cara con un filtro de perro y esperé a que contestara.

Seguí conduciendo mientras tanteaba con una mano buscando mi CD, ayer estuve hasta tarde descargando todas las canciones de mi computadora.

Parece algo anticuado usar un CD cuando tengo Spotify en mi celular, pero necesito hacer llamadas y sobre todo ubicarme con Google Maps.

Cuando encontré mi CD ya habían contestado.

¿Hola? ¿Quién eres?—Se escuchó una voz molesta. Solté un suspiro de fastidio al reconocer la voz de Karina, la prometida sicópata de mi hermano.

—Hola Karina, soy yo, Julia, la hermana de Frank.

¡Oh! Hola Julia ¿Qué tal todo?—Al instante la voz grave y amenazante cambió a una chillona.

—Bien, necesito hablar con mi hermano.—Dije rápido, no quiero conversar con ella ni por llamada. Giré por una curva y a lo lejos visualice el letrero que indica la salida de Puerto Alvanza, la zona en donde vivo.

Ya te lo comunico, ¡Espero que vengas pronto!

—Ajá, yo también.—Solté vagamente, esa mujer no quiere verme ni en pintura, pero necesita darle una buena impresión a mis padres, así que es necesario que yo vaya a su boda para que nadie sospeche que quiere matarme.

Se escucharon pasos en la llamada y un lejano "La estúpida de tu hermana quiere hablar contigo" cuando Francisco finalmente contestó.

Hola Juli, ¿Ya vienes en camino?—Preguntó la voz cansada de mi hermano.

—Si, hace unos ¿Veinte minutos? Creo... Salí de mi apartamento, pronto voy a salir de Puerto Alvanza.—Expliqué y justamente pasé por el letrero de "¡Visítenos pronto!" que indicaba la salida.

Está bien ¿Y quién te acompaña?

—Nadie.

¿Qué? ¿Estás demente? Son veinte horas de viaje, necesitas a alguien que maneje por ti cuando te canses.—Me regañó. Escuché a Karina gritándole que cortara la llamada, pero como siempre, Frank ignoró las red flags y siguió hablando.—¿Qué pasó con Félix y Christian?

—No pudieron acompañarme, tienen que terminar un proyecto de la universidad.-Abogué por ellos.

Bueno, tendrás que hacer paradas por el camino.

—Ni lo creas, tu boda es mañana, no puedo llegar tarde.

Pero no quiero ver tus ojos de mapache cansado en las fotos de mi boda. Por cierto ¿Ya tienes vestido?

—Sí, la prima de Félix me prestó uno.—Mentira, apenas llegue allá debo conseguir un vestido lo más rápido posible. Dios, voy a salir horrible en las fotos.

Se escucharon más gritos y cosas cayendo.—Bueno hermanita, confío en tí, cualquier cosa me llamas ¿Está bien?

—Esta bien.—Repetí segura, con las latas de café que pienso comprar en la primera estación de servicio que me cruce, podré aguantar bastante por el camino.

¡Adiós!... ¡Por una mierda, solo estoy hablando con mi hermana!—Se escucharon más gritos de Karina hasta que la llamada se cortó.

Esa boda era muy mala idea, pero ya me había opuesto bastante en el pasado, si digo algo ahora solo me tomaran por celosa porque mi hermano ya se casó y yo no.

No quería recordar las miradas de burla otra vez, así que introduje mi mix de música en el portadiscos y esperé a que se reprodujera la primera canción.

Esta era People I don't like de UPSAHL.

Seguí conduciendo con las canciones reproduciéndose, de vez en cuando chocaba con pequeños baches, pero nada que rezar tres Aves Marías no arregle.

Cuando ya había pasado una media hora encendí mi teléfono nuevamente para usar Google Maps.

Mi ciudad se llama Velanova y se encuentra dividida en dos grandes sectores, que incluso se consideran dos mini ciudades separadas; Puerto Alvanza, dónde yo vivo, y Vela Mar, la zona en la que pronto voy a entrar.

Ya que nunca voy por esa zona debo ubicarme por Maps.

Y hablando del peor lugar del mundo, justo al frente hay un letrero de bienvenida, por lo que ya entré a Vela Mar. Sigo conduciendo, ahora con las indicaciones de la chica de Google Maps, hasta el otro lado de la ciudad, no quiero quedarme por aquí más de lo necesario.

Finalmente estoy llegando a la salida, por lo que estaciono en la estación de servicio que se encuentra justo al frente, todavía el auto tiene bastante combustible (y un poco en el baúl) así que solo voy a comprar algunos comestibles y treinta latas de café líquido.

De alguna forma el cajero supo que soy de Puerto Alvanza, por lo que se la pasó haciéndome mala cara los cinco minutos que duró registrando los productos.

—Serían 20.50$—Dijo con malicia.

—¡¿Qué?! En Puerto Alvanza un paquete de cincuenta latas cuesta 15$.—Repliqué molesta.

—Entonces debiste haber comprado allá ¿No?

Decidí no perder más el tiempo y solo le entregué (con mucho dolor) mi tarjeta.

Salí del establecimiento con el paquete de latas y los dulces en mis manos, ya que según el cajero del infierno, se acabaron las bolsas.

Cómo pude saqué las llaves del bolsillo trasero de mi pantalón y abrí una de las puertas traseras del carro y dejé mis compras en los asientos. Cerré la puerta con molestia, aunque a los segundos me arrepentí ya que me costó mucho conseguir mi querido auto.

Es un Mitsubishi Lancer 2006 usado de color rojo, aunque por los años pasó a ser un anaranjado oxidado.

No es el carro más bonito del mundo, pero fue una de mis primeras compras importantes que hice sin ayuda de mis padres, así que le tengo mucho cariño.

Ya un poco más calmada, entré al carro y lo encendí, para por fin salir de Vela Marrano.

Lamentablemente cuando vuelva de la boda de mi hermano tendré que pasar por aquí nuevamente, pero me aseguraré de no bajarme bajo ninguna circunstancia.

Ya pasando el letrero de salida se hicieron las 4: 05 pm, por lo que ya llevaba una hora conduciendo.

Por el camino casi no habían casas, eran solo montañas y bosque.

Empezaba a dudar un poco del plan de mantenerme despierta por mi misma, no soy la persona más divertida del mundo e incluso me irrita quedarme sola conmigo misma por mucho tiempo.

Estaba considerando devolverme y traer a Chris conmigo a la fuerza, hasta que en unos metros ví a una chica de cabello verde haciendo autostop debajo de un árbol de mango.

Sentada me puse a pensar, que tenía dos opciones, subir a una completa desconocida a mi auto y tener la esperanza de que no me robara o matara en mi momento más vulnerable (cuando tengo sueño) o seguir adelante y muy probablemente tener un accidente automovilístico.

Suspire en resignación y me acerqué a la chica.

Su mirada pasó de asustada a aliviada cuando bajé el vidrio del auto y pudo ver mi rostro.

—Gracias al cielo, eres una chica.—Soltó en un suspiro. Claro que perfectamente puedo ser una asesina serial, pero igual entiendo su alivio.

—Disculpa por asustarte ¿Quieres que te lleve?—Pregunté precavida, tenía mi pie preparado en caso de que sacara un arma de su chaqueta de colores, pudiera arrancar a máxima velocidad.

—Pues sí.—Soltó con una risa algo nerviosa.—Pero no creo que puedas llevarme exactamente al lugar que necesito.

—¿A dónde vas? Tal vez pueda dejarte bastante cerca.

—Al estado Toriba.

¿Es enserio?

Al parecer Dios tiene a sus favoritos, y soy una de ellos.

—Que coincidencia, también voy para allá.—Dije sonriendo, finalmente quitando los seguros del carro y alejando el pie del acelerador.

La sonrisa de la chica se hizo más grande, y pude notar un lindo hoyuelo en una de sus mejillas.

Tomó un bolso de lona gris que estaba a un lado suyo en el suelo y subió al auto.

Solo tenía ese bolso y una mochila rosa en su espalda.

Cerró la puerta y luego volteo en mi dirección con la mano alzada, esperando que la tomara.

—Soy Marla Silva, Mar pa' los amigos. ¿Y tú?

Tomé su mano y la estreché.

—Julia Rossi, mucho gusto.—Respondí. Solté su mano para quitar el freno de mano y seguir avanzando por la carretera.—¿De dónde eres?

—De Vela Mar.

Carajo.

Creo que no soy la favorita de Dios.

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