v. mientras el mundo se cae

H

onestamente, le hubiera gustado nunca haber recibido las cartas de su hermano. Cyrelle sabía que Missandei solo buscaba lo mejor para él y aunque las mentiras de su madre llegaban a ser incluso pequeñas, no dejaban de tener cierta relevancia y una negativa repercusión en la vida del chico.

── Me muero por saber los resultados de los participantes para el torneo ── Fleur estaba entusiasma con todo el asunto del cáliz y el torneo, pero Cyrelle no le veía ningún atractivo a todo eso.

── Ese chico pelirrojo que le dijo a Cyrelle que conocía a su madre no ha parado de mirar hacía acá. De seguro está embelesado por mi hermana ── soltó de pronto Gabrielle. La mesa de Ravenclaw que había acogido a un par de franceses, incluyéndolos, tenía una vista perfecta a la de Gryffindor.

Y sí, al otro lado había un chico de unos catorce años, pero no estaba mirándolos a ellos como Gabrielle decía. Fleur escupió un poco del zumo de calabaza al oír las ocurrencias de su hermana pequeña.

── Quizá estaba mirando a Cyrelle.

── ¿Qué? Estás demente ── Relle se acomodó en su sitio ── ¿Por qué me estaría viendo a mí? Quiero decir ¿Por qué alguien pensaría siquiera en verme a mí?

── Qué sé yo, puede que le parezcas atractivo de alguna forma, aunque si fuera él, no te lo diría porque tienes un malhumor y una cara...

── Ahora soy insoportable ¿No? ── el muchacho rodó los ojos y engulló la comida y miró a la mesa de Gryffindor por si acaso, por si lo que decían las Delacour era verdad.

Lo era. Ese idiota pecoso estaba mirándolo, pero rápidamente apartó sus ojos de él, avergonzado y eso solo provocó que el francés sonriera. No entendía de forma exacta el por qué aquello le hizo tanta gracia, pero algo agradable debía de pasarle después de tanta amargura que Missandei le había hecho sentir con sus estúpidas cartas.

Pero la incógnita que surgió en la cabeza de Cyrelle comenzaba a ser una molestia ¿Por qué lo estaría mirando a él? ¿Cuál era la razón?

Claro, lo había olvidado. Seguía siendo una veela, aún atraía a las personas de forma inconsciente, por lo que esa debía de ser la razón por la cual ese muchacho lo miraba.

── Uy ¿y esa sonrisita? ── se burló Gabrielle ──. Apuesto a que te gusta ese chico, deberías preguntarle su nombre.

── Pero sí ya me lo ha dicho ── replicó él, enfadado ──. Se llama Ron Weasley.

── ¡No lo negaste! ── exclamó eufórica la menor.

── ¿El qué?

Gabrielle se golpeó la frente con la palma de su mano derecha como si la pregunta de su amigo fuera la cosa más estúpida del mundo. Y era posible que lo sea.

── Que te gusta ese chico.

── ¿Es que no tienes un tema más interesante del que hablar que del romance? Mi padre falleció hace dos años y recién me vengo enterando, además de que las únicas dos personas que quedan de mi familia son unos mentirosos que me abandonaron al igual que el muerto.

── Relle, me parece que estás estresado.

── ¡Lo estoy! ── espetó el muchacho, pero sobre la misma lanzó unas disculpas ──. Lo siento, no debí gritarles. Ustedes no tienen nada que ver con eso.

── No, claro que tenemos que ver. Somos tus amigas, deberíamos preocuparnos por ti de la misma forma en la que tú lo haces por nosotras ── Fleur miró a su hermana antes de continuar y en un tono de reproche, dijo lo siguiente ──. El romance puede esperar, no es indispensable en una situación como esta y creo que la poca empatía en ciertos comentarios puede ser perjudicial.

── Qué poco directa ── ironizó la menor ──. Tiene razón, perdón por darle importancia a cosas tontas, lo que estás atravesando es más relevante que el romance.

── Gracias por entenderlo ── Cyrelle sonrió ──. Y también gracias por no dejarme justo cuando mi mundo parece caerse a pedazos.

Aunque ese era solo el principio, su mundo solamente se estaba agrietando, todavía faltaba mucho para que se le cayera encima.