14
Heedo alzó la mirada hacia el cielo, mirando momentáneamente las pocas estrellas en este, sentía como Yurim caminaba a la par suya, mirando los alrededores.
El silencio las acompaño hasta que entraron al parque.
—Yo, este... Heedo. —La mencionada paró su andar, confundida miró a la baja, notando las manos dentro de sus bolsillos y como miraba hacia todos lados menos a sus ojos. Era bastante nuevo el verla tan nerviosa. —¿Te importaría si nos quedamos aquí un rato? -Sus orbes se posaron en las suyas y le sonrió suavemente, encogiendose de hombros. No hemos tenido una platica digna y me gustaría saber más de ti.
Heedo se sonrojo al escuchar eso, sus comisuras alzándose en una lenta sonrisa traicionera, tenía tiempo y no era tan tarde, una ola de felicidad inundó su anatomía
-A mi también me gustaría. —La sonrisa que le dedico Yurim no tenía precio, menos al ver como sus ojos se entrecerraban, haciéndola lucir tan tierna que quiso apachurrar sus mejillas.
Tomaron asientos en unos de los columpios del parque, meciéndose de vez
en cuando mientras su charla proseguía.
Heedo confirmo unas cosas.
Yurim realmente era divertida, le resultaba tan interesante como está se expresaba de algo para terminar diciendo una frase que hacía ver su anécdota aún más divertida, era tan ocurrente que le encantaba que le sacara una risa en cualquier momento.
También es bastante inteligente, ya pudo darse cuenta porque doña Lora le decía que era como un Google andante. Si fuera otra persona la que le explicara cosas que no sabia o algunos datos, de seguro le caería mal, la gente tendia a explicarle las cosas como si ella fuera una retrasada, pero Yurim no sonaba ni egocéntrica ni se creía superior a los demás, mucho menos superior a ella, el simple hecho de ser unos meses mayor que la baja hacia que está la tratara con sumo respeto.
Pudo ver otra faceta de la menor, la mayoría de sus encuentros se resumían a Yurim coqueteandole y ella sonrojandose cada que podía, pero en estos momentos que esta platicando con ella se da cuenta de no solo en eso se basa su personalidad.
Si, tal vez es algo juguetona y picara, pero también es simpática y muy educada, no han habido coqueteos y Yurim la escucha atentamente, haciéndole saber de que si le interesa lo que dice, no la interrumpe y tampoco hace que el foco de atención se centre en ella.
Para Heedo era perfecta, obvio que debía tener uno que otro defecto -al fin y al cabo nadie es perfecto-, pero eso no hacia que le gustará menos.
Si, le gusta, eso le pasa a todas las personas antes de enamorarse, en un principio le atrajo, pero no duda que si sigue compartiendo tiempo con ella puede llegarle a gustar.
Y quien sabe, a lo mejor termine enamorada.
Se froto las manos, en el día había un sol de mierda que no la hacía dejar de sudar, pero en las noches aparecía aquel fresco que, para alguien friolenta como ella, hacía que le diera un poco frío.
Yurim lo notó, por lo que salió del columpio y se poso en frente de Heedo. -Creo que deberíamos irnos, se está haciendo tarde. —Le tendió la mano y la sujeto bien antes de ayudarla a pararse con suavidad.
Quedaron bastantes cerca, tanto que sus cuerpos se rozaban. Se miraron por unos segundos y a Heedo realmente no le hacía falta nada para lanzarse a los labios de la menor.
Esta tampoco estaba reacia a la idea, pero hasta para ella creía que era un poco apresurado, por lo que solo le sonrió como si nada y retrocedió un paso, aun manteniendo sus manos juntas.
Se sonrojo al pensar que fue muy obvia (¿como no? Literalmente le estaba comiendo los labios con la mirada) por lo que muy avergonzada se soltó de la mano de Yurim y dió media vuelta, esperando a que esta se posara a su lado y comenzarán a caminar.
Heedo se sentía tan avergonzada que quería ser tragada por la tierra sin saber que Yurim la encontraba extremadamente linda al estar así.
-Me agrado mucho hablar contigo. —Yurim rompió el silencio entre las dos, acompañando el sonido de sus pisadas. -Me gustaría seguir conociéndote. La miro de forma lateral, sonriendole amigablemente.
Heedo retomo un poco de su confianza al ver que no se burlaba de ella o algo por estilo.
—A mi también me gusto hablar contigo, y si, también quisiera seguir conociéndote.
La sonrisa de Yurim creció y con ello llegaron a la casa de la alta, quien se concentraba en buscar sus llaves.
—Gracias por traerme. —Se poso frente a Yurim, mirándola de forma agradecida.
La de Incheon se encogió de hombros. —No iba a dejar que vinieras solas.
Heedo sintió su pecho sentirse cálido, ese fue el pequeño empujón que necesitaba, por lo que sin pensarlo mucho, avanzo y se agachó un poco para alcanzar la mejilla izquierda de Yurim y plantar un pequeño beso.
-Cuídate de regreso a casa. —Avanzó
hasta la puerta de su hogar, dejando a una estupefacta Yurim atrás. —Nos veremos luego.
-Sí... adiós.
Heedo se mordió el labio inferior para ocultar vagamente su sonrisa y abrió la puerta, estando adentro miró hacia la calle, mirando como Yurim pareció recomponerse, con sus comisuras suavemente alzadas y una mano agitandose ligeramente para despedirse.
Le correspondió el gesto sin dejar de sonreír y cerró la puerta con algo de lentitud, no queria dejar de verla. Pego la espalda al material, concentrándose un momento para sentir como sus latidos eran más rápido de lo normal.
Se cubrió la cara con ambas manos y se agachó en cuclillas hasta casi tocar el suelo, soltando un chillido que fue amortiguado por sus propias extremidades.
Por otro lado Yurim paro a mitad del parque, una pequeña risa salió de sus labios seguida de otra más fuerte, tocando sus mejillas para sentir el calor que su piel irradia. Con una felicidad no habitual continuo su camino, con una sonrisa permanente en sus labios hasta que se fue a dormir.
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