Agradecimientos, notas finales y otros secretos
Muchas gracias a todas las personas que han leído y apoyado la historia desde un principio. La verdad no esperábamos que tuviera tal impacto en ustedes. Tanto mi Beta como yo disfrutamos mucho del tiempo que invertimos en cada capítulo. Y créanme, fue mucho tiempo, si vieron el vídeo anterior sabrán que las discusiones no fueron pocas, especialmente para ponernos de acuerdo sobre tal o cual personaje; y ni hablar de los OC (Personajes Originales).
Quiero agradecer también las teorías que surgieron, fueron gratas, entretenidas e imaginativas. No es una broma, no creí que Vcfk Od Wmm terminaría como la serie en sí con gente planteando sus teorías y tratando de buscar resolver los ''misterios''. Fue muy lindo y entretenido.
Y sin más, y con el permiso previamente otorgado por mi Beta, les dejo algunas notas y secretos que no fueron revelados en el vídeo y que espero sea de ayuda para esclarecer los misterios.
Ah antes de ello, si alguien tiene alguna otra duda o pregunta puede hacérmela por privado, tranquilos que no muerdo y contestaré con la mayor sinceridad, sin arruinar la magia de lo que hemos creado claro está, posible.
Ahora sí, las notas. ¡Un beso!
Moon Erebos
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Heroes always get remembered
But you know legends never die
Welcome to my world of fun
Panic! At The Disco–Emperor's New Clothes
Unos pasos resuenan por el largo pasillo avisándole que tiene compañía, pero sus ojos no se separan del objeto que roba parte de su atención; cinco pequeñas y perfectas burbujas, como pompas de jabón flotan a su alrededor, en cada una de ellas puede ver una situación diferente. Una enguantada mano se posa en su hombro y un brazo fuerte rodea su cintura de una manera ligeramente cariñosa.
—No me digas que te arrepientes, Pino —dice su acompañante en su oído con tono burlón.
Él sonríe con ironía, alza su mano cubierta por un guante blanco, que contrasta con la manga negra de su traje y toma con cuidado una de las burbujas que se solidifica ante su toque. Ambos observan dentro como una niña castaña arriba a una hermosa casa de dos pisos y es recibida por sus padres.
—Obviamente no, Bill —dice con mofa soltando el objeto que regresa a su lugar y forma —, solo admiraba la perfección de mi trabajo.
Sus ojos pasan a otra de las burbujas donde ve a un hombre mayor bien vestido darle la bienvenida a un grupo de personas a una cabaña llena de objetos extraños y obviamente falsos, pero que bien embobaban a los tontos que iban al lugar, en la tienda de regalos de la cabaña ve a otro hombre idéntico al primero; en otra burbuja ve a los mismos hombres discutiendo mientras arrastran un baúl por un muelle hacia un pequeño bote. Las últimas dos burbujas no le interesan lo suficiente para mirarlas mucho.
Se apoya contra el pecho a su espalda, cierra sus ojos y su mente regresa al momento en que esas burbujas fueron creadas; entreabre sus ojos para mirarlas de nuevo, piensa por un segundo que fue demasiado benevolente pero realmente no tenía, ni tiene, la voluntad para lastimarlos tanto como ellos a él. Pudo dejar a Bill matarlos, y el demonio estuvo a punto de hacerlo cuando el humo y la luz que la explosión provocó se desvanecieron.
La ira del demonio en ese momento fue tal de no ser por su intercesión no quedaría nada de lo que alguna vez consideró su familia; mira de reojo a Bill, aún en ese momento no sabe si tal arrebato fue por él o por la osadía de los humanos, tal vez ambas cosas, tal vez eso y la molestia residual por la traición de sus amigos. Pensar en los otros demonios le hace separarse de Bill y girarse para mirarlo.
—Entonces, ¿qué hiciste con los traidores? —una pequeña sonrisa se cuela en sus labios sin poder evitarlo, él pudo haberse encargado de ellos, pero sus acciones fueron una falta hacia el demonio frente a él y con mucho gusto lo dejo encargarse.
—Oh eso es divertido —sosteniendo su cintura lo guía fuera de la habitación hacia la sala principal, la luz anaranjada del eterno atardecer baña el pasillo lleno de triangulares ventanales.
Una enorme y terrorífica sonrisa se extiende por los labios de Bill mientras atraviesan el pasillo, curioso por esto Dipper mira por uno de los ventanales y casi al instante una sonrisa idéntica a la del demonio cruza sus labios. Entre los escombros puede ver a tres humanos, una mujer alta y delgada de flameante cabello rosa fucsia y dos hombres algo rechonchos y bajos; ninguno parece muy feliz y no son humanos que haya visto antes.
Una segunda mirada al pasar por otro ventanal le permite verlos mejor y casi deja escapar una carcajada al reconocer a Pyronica, Pacifier y Kryptos, trabajando en los escombros, posiblemente buscando alguno que otro sobreviviente si es que quedaba alguno.
—¿Los otros? —cuestiona girando su atención hacia el rubio.
Por toda respuesta un mazo de cartas es dejado en sus manos, la contra parte es color azul brillante que al moverlo simulaban sus llamas; al girarlas y extenderlas por sus manos Dipper se permite soltar una carcajada. Todos y cada uno de los demonios que le atacaron, salvo los tres forzados a ser humanos, atrapados en las cartas, con la libertad de moverse pero no de salir. Con curiosidad toma la carta de Bola 8 y la hace girar entre sus dedos, con cruel fascinación le ve chocar contra los bordes para terminar en el fondo mareado cuando termina.
—¿Sabes jugar? —Bill toma una de sus manos y cuelga su brazo alrededor del suyo propio al entrar al gran salón.
—Prefiero algo más... emocionante pero sí, sé jugar.
Los demonios en el salón se repliegan para permitir a sus líderes acceder al imponente y terrorífico trono de cráneos edificado en la pequeña tarima, les observan ascender con fascinación y recelo; les cuesta admitir que la mano derecha de su ''jefe'' sabía cómo hacer las cosas y había impartido órdenes a diestra y siniestra como si fuera Bill mismo. Les produce asco obedecer a alguien de piel y cuerpo humano, pero los demonios humanizados que se vieron forzados a permanecer fuera de la pirámide fueron ejemplo suficiente para que a nadie se le ocurriese atacarle nuevamente.
Sin ninguna sorpresa ven a Bill acomodarse en el trono y casi de inmediato jalar al pequeño a sus piernas, que no parece en lo absoluto perturbado por la muestra de afectuosa posesión; porque tal vez para el chico pasará desapercibido, pero para ellos es más que obvio el silencioso mensaje que transmite Bill cada vez que realiza un acto así frente a ellos: el humano es suyo, y quién lo toque está muerto.
Una de las manos de Bill se posa en la cadera del menor, acariciándola con suavidad mientras la otra viaja a su cabello para peinarlo juguetonamente; para Dipper estás acciones serían extrañas si no estuviera ya acostumbrado al hecho de que Bill no es en absoluto un demonio normal. Sin embargo, sus acciones de ese momento lo ponen mucho más nervioso que las veces anteriores en que ha hecho algo por el estilo, por lo que trata de distraerse jugando con las cartas en sus manos.
—¿Viste algo interesante en las burbujas, Pino? —pregunta inclinándose un poco haca él.
—En realidad —Dipper alza la vista y se sorprende ante la cercanía del rubio, pasa saliva y sus mejillas enrojecen levemente mientras su mente y cuerpo se hacen muy conscientes de las ligeras caricias proporcionadas por Bill—, y... yo... —balbucea, no logra concentrarse adecuadamente, distraído por los hipnóticos ojos del demonio que se acerca más y más hacia él.
Bill sonríe por el estremecimiento que recorre a su pino, y la forma inconsciente en que se alza hacia él; un suspiro se escapa de los labios del menor y sus parpados descienden un poco. Debe admitir que está un poco sorprendido por la recepción del castaño, pero eso solo provoca que su sonrisa aumente y que se incline un poco hacia atrás, de inmediato, casi con un jadeo de protesta, Dipper se alza un poco más, posa una mano en su hombro e inclina su rostro, sus labios rozándose ligeramente. Divertido, Bill le frena apretando con suavidad su agarre en la cadera de Dipper.
—Entonces Pino —dice alejándose lo suficiente como para que Dipper se concentre en sus palabras, pero que permaneciera lo suficientemente distraído como para no pensar realmente en ellas—, ¿Cuándo los moveremos a mis prisiones?
—No lo haremos Bill —Dipper parpadea enderezándose, sacude su cabeza y logra aclarar su mente, pero no se siente molesto por las acciones de Bill, ni siquiera por la respuesta de su propio cuerpo—, ellos se quedarán en las burbujas que creé, gracias a ti debo agregar.
—Espera, ¿qué? — Con cierta satisfacción Dipper observa el pasmo y la incredulidad construirse en el rostro de Bill, —¿Cómo que se quedarán ahí? ¡¿Pretendes que juguemos al gato y al ratón cada vez que se escapen?! —Detiene su diatriba y una expresión juguetona se sobrepone a la incrédula—. Aunque, eso no suena como una mala idea.
—No Bill, eso no pasará —Dipper se acomoda para mirarlo mejor, casi divertido por la explosión que ya ve venir—. Ellos nunca podrán escapar.
Lo primero en tornarse rojo es su cabello, que parece flamear alrededor de su rostro que poco a poco se tiñe de rojo y luego sus ojos se vuelven más afilados como señal de su ira.
—¡¿Qué?! —vocifera golpeando su puño contra el posa brazos del trono. —¡¿Estás insinuando que tú burbujas son mejores que mis prisiones?!
—No lo insinúo Bill, lo afirmo —declara con seguridad, sin apartar la mirada ni un segundo de la de Bill, en un claro desafío.
El demonio toma varias respiraciones, aprieta sus dientes y vuelve a la normalidad, le regresa la mirada al castaño con severidad cuando logra controlarse por completo.
—Oh, ¿sí?, ¿y cómo se supone que tus burbujas son mejores que las mías? —dice, las palabras cargadas de sarcasmo. —¡Les di el mundo de sus sueños! Stan recorriendo el mundo con Ford, Wendy y sus amigos viviendo su adolescencia, Soos se encontró con su padre.
—Precisamente por eso —responde con tranquilidad—. Ahí está la diferencia entre tus burbujas y las mías. Las tuyas eran sus sueños, sus fantasías, las mías en cambio es una ilusión.
Alza una mano antes de que Bill pueda protestar o decir algo.
—Los conozco mejor que tú y sé exactamente lo que querían, lo que realmente deseaban y se los di de una manera mucho más realista —mira a Bill con plena seguridad en sus palabras—. Ellos vivirán y crecerán, jamás lo notaran. Pero nunca van a despertar de esa ilusión.
La comprensión poco a poco se abre paso por la mente obstinada de Bill, mira a Dipper entre sorprendido y admirado, pero lo disfraza con un gesto pensativo.
—La eternidad te quedará corta, pequeño Pino —dice, dando por cerrado el tema.
—Oh, ¿es eso un halago? —pregunta Dipper divertido y por toda respuesta obtiene una sonrisa de Bill, que se pone en pie bajándolo de su regazo y toma su brazo.
—Tengo algo para ti.
Alzando una ceja Dipper se deja guiar por el rubio a donde quiera que fuesen, ciertamente le causa curiosidad lo que Bill tenga que mostrarle, tanta que incluso puede pasar por alto el cambio de tema. El mayor los lleva a una sala algo apartada y solitaria, cercana a la sala del tablero de ajedrez y llena de estatuas humanas como decoración.
—En realidad —murmura Bill—, tengo varias cosas para ti.
Toma las manos de Dipper y las junta con las palmas hacia arriba, este está a punto de preguntar cuando ve una burbuja de colores flotar desde una sala contigua hacia ellos, esta revolotea sobre sus cabezas y luego revienta por sí sola dejando caer algo en sus manos. Con curiosidad baja la vista y se sorprende al ver la cabeza de conejo que Bill le regaló el día en que todo comenzó.
—La dejaste olvidada, es descortés no conservar los regalos que tan amablemente te son ofrecidos, en especial si son los míos —dice con tono de regaño pero con una fiera sonrisa de orgullo y una mirada severa, como desafiándole a rechazarlo; pero Dipper simplemente sonríe, si no lo rechazó aquella vez menos lo hará en esta—. Pensándolo mejor, sólo conserva los míos, tienes mi permiso para olvidar los de los demás —agrega y Dipper ríe.
—Es mejor que la cabeza gritona —señala el castaño y acaricia el pelaje de la cabeza, para su sorpresa y el tiempo que tiene muerto, se siente muy suave bajo sus dedos y no desprende un mal olor, supone que Bill hizo algo para evitar eso.
Una idea brilla en su mente y con una amplia sonrisa se acerca a uno de los ventanales. Se asoma por éste y mira hacia el pueblo buscando a los tres idiotas humanizados, cuando los encuentra su sonrisa se amplia.
—¡Pyronica, Pacifier, Kryptos! —Dice en voz alta, amplificada un poco pero sabe que los demonios pueden escucharlo perfectamente—, tráiganme una caja de madera, ¡pero ya!, si no están aquí en cinco minutos chamuscaré sus patéticos traseros —completa y con diversión los observa hacer un gesto fastidiado para correr de inmediato a hacer su encargo.
Como se va a divertir viéndolos encontrar la forma de hacerles llegar la caja, pues no se les tenía permitido poner un solo pie dentro del castillo piramidal.
—Mientras llegan —dice girándose hacia Bill aún acariciando la cabeza del pobre animal—, ¿podrías?
Bill chasquea sus dedos y una colorida burbuja envuelve la cabeza del conejo y flota cerca de Dipper. El joven sonríe con suavidad y asiente.
—Dijiste que tenías varias cosas para mí, ¿Qué otra sorpresa me tienes? —luego de decir eso el joven se siente un poco avergonzado por su ansiedad, pero no puede evitarlo, Bill no es de dar regalos así que las acciones del mayor lo emocionan y lo ponen alerta a partes iguales.
El demonio solo le regala una sonrisa y chasquea sus dedos, de inmediato una puerta que Dipper no había visto antes se abre y de la habitación proviene un profundo gruñido acercándose hacia ellos. Dipper mira con curiosidad y una lenta sonrisa se desliza por sus labios cuando el gruñido se debilita mientras lo que sea que lo emite se acerca más hasta convertirse en un leve silbido cuando dicha cosa sale.
Abre los ojos sorprendidos y su sonrisa se congela a medio camino cuando un cachorro de perro corre hacia sus pies, saltando a su alrededor emitiendo silbidos que pretenden ser amenazadores con una expresión juguetona en su rostro.
—¿Es lo que yo creo...?
—Efectivamente.
—Bill, ¿cómo...? ¿Cómo rayos conseguiste un cachorro de perro Akk? —interpela mirándolo con incredulidad.
—¿No piensas ponerle un nombre? —responde a cambio el rubio, sonriendo de medio lado.
Dipper vuelve la vista a la criatura que lo observa con sus enormes y oscuros ojos sin parpados, ladeando la enorme cabeza alargada y algo chata que termina en una especie de corona que le recuerda mucho a un triceratop. Se agacha y acaricia el lomo de la criatura disfrutando de la sensación que las escamas causan en sus dedos, el perro silba encantado con las atenciones, agita su larga cola flexionando sus fuertes patas, abre las fauces y deja salir su lengua, negra, larga y cargada de baba para pasarla por el rostro de Dipper que cierra los ojos no muy sorprendido por la acción y poco asqueado por la costumbre de haber sido acosado por Pato; cuando el perro termina de demostrarle su alegría se permite examinar los pequeños y puntiagudos dientes que, cuando crezca, serán filosos y aterradores.
—Creo que —murmura Dipper sonriendo y carga al cachorro que vuelve a lamer toda su cara—, lo llamaré Lucifer.
Bill deja escapar una carcajada ganándose una ceja alzada por parte de Dipper.
—¿Esperabas otra cosa? —pregunta bajando al cachorro que corretea alrededor de sus piernas y luego alrededor de Bill ganándose un pequeño puntapié por parte del rubio, que solo consigue que Lucifer se emocione más y mordisquee el borde de su pantalón juguetonamente.
—Eh, que eso no es comida —le gruñe, dedicándole una mirada amenazadora.
El cachorro de Akk silba entre molesto y asustado, corre hacia la habitación de dónde provino, la puerta se cierra inmediatamente produciendo un sonido chirriante que hace eco en la habitación donde ambos están. Dipper mira a Bill algo contrariado pero no comenta nada, el demonio tiene sus formas y él tiene las suyas.
—Cuando Lucifer sea adulto —Bill sonríe un poco al pronunciar el nombre—, va a hacer lo que esos imbéciles no hicieron: destrozar a cualquiera que se atreva a desafiar mi soberanía.
Dipper suspira y cierra suave sus ojos, negando para sí mismo. Bill, en parte tiene razón, silenciosamente se felicita por haber alejado de las manos del demonio a su familia, porque a pesar de todo, los considera su familia aún, aunque fuese un poco. Aprieta sus manos y no puede evitar rememorar la cegadora luz que los envolvió y la última vez que vio físicamente a sus tíos y hermana.
Los humanos se mantienen juntos, los ojos cerrados a la espera de que la cegadora luz se desvanezca para ver el resultado, seguros de su victoria; Ford es el primero en abrir los ojos y casi suspira aliviado cuando el humo empieza a desvanecerse, pero el alivio se convierte en frío terror al ver a un totalmente enrojecido Bill humano, sin un solo rasguño en todo su cuerpo y con la mirada más aterradora que le había visto nunca, Dipper detrás de él los observa de manera indescifrable para Ford.
Bill deja escapar un gruñido gutural, alza su mano y esta parece empezar a brillar, al menos para los humanos; Dipper se tensa ante el gesto, conocedor de lo que sucederá coloca una mano en el brazo del rubio. Bill lo mira, todo su ser vuelve poco a poco a su color original, solo los ojos ennegrecidos como prueba de su enfado.
—No —susurra Dipper, tan bajo que de no ser un demonio Bill no lo habría escuchado.
Ambos parecen tener una conversación solo mirándose a los ojos, momento que Ford aprovecha para poner su mente en marcha. Su arma no había funcionado, por lo que disparar de nuevo sería total y absolutamente inútil, solo le quedaba una opción. Cierra los ojos y respira hondo rogando que funcionase y salvar, al menos, a su sobrina y su hermano; abre los ojos y mira a Dipper, él no quería ser salvado, es más que obvio que nunca estuvo en peligro real. Le parece difícil aceptarlo pero la evidencia era más que concluyente, Dipper había estado junto a Bill todo el tiempo, no quiere imaginar cuánto; sin embargo se dice, ese no es el momento para pensar en eso.
—Bill, te propongo un trato —dice con firmeza mirando hacia el demonio que le devuelve a la vista, los ojos volviendo poco a poco a ser de un dorado brillante.
—¡Tío Ford! ¿Has perdido la cabeza? —chilla Mabel mirándolo con sorpresa.
—Calla Mabel, sé lo que estoy haciendo —Ford la mira, luego a su hermano antes de volver su atención hacia Bill dando un paso al frente con decisión.
—¿Y qué podrías ofrecerme a cambio de perdonar sus patéticas existencias, Seis Dedos? —Cuestiona Bill cruzándose de brazos, Dipper tras él mira con desconfianza a su tío y a los demás.
—El algoritmo para derribar la barrera que te retiene —dice con firmeza Ford.
—¿Te has vuelto loco Stanford? ¡¿Le vas a dar la forma de salir de aquí y seguir con su locura?! —grita Stanley acercándose a él y jalándolo por la solapa de su camisa agitándolo con fuerza.
—Hmmm —el murmullo de Bill interrumpe cualquier cosa que Ford le fuese a decir a su hermano, ambos observan al demonio que parece estar pensando, sus ojos se iluminan un poco como si viera más allá de la situación que se desarrolla a su alrededor—. Bien Seis Dedos —una de sus manos es envuelta en sus características llamas azules y sus ojos vuelven a la normalidad—, tenemos un...
Dipper pone una mano en su hombro evitando que el demonio acorte los pasos que los separa de los humanos, el rubio alza una ceja inquisitiva obteniendo una sonrisa por parte del castaño.
—Eso no será necesario —comenta mirando a su tío adelantándose a Bill—, yo ya lo resolví —la mirada estupefacta en el rostro de su tío hace que su sonrisa se amplié y sus ojos brillen con orgullo y arrogancia, se gira un poco para mirar a Bill cuyos ojos brillan con sorpresa e interés, emociones que solo Dipper nota. —¿Qué?¿Creíste que me quedaría sentado a esperarte?.
—Pero... ¿Cómo...? ¿Cómo lo...?—balbucea Ford sin poder salir del estupor.
—Era muy sencillo —Dipper se encoge de hombros divertido, regresando su atención hacia su tío—, no un gran misterio cuando tienes tiempo libre y la información correcta —agrega caminando más hacia ellos.
Extiende sus brazos a sus lados y sus manos son envueltas por llamas azules, los ojos marrones-dorados brillan intensamente; el techo sobre sus cabezas parece desaparecer dejando a la vista la barrera multicolor que los mantiene apresados dentro de los límites del pueblo. Los humanos observan con sorpresa a Dipper, Bill a su espalda lo mira con atención, a la espera de que el castaño complete lo que ha iniciado.
Los labios de Dipper se mueven susurrando palabras que nadie entiendo, su voz se alza junto a sus manos que brillan más y más, sus ojos los miran pero a la vez no miran a ninguna parte, volviéndose dorados por completo.
—Ulhuude vlkw ndhue rw uhzrs hkw hp hylj —su voz ya no suena como suya, ronca y profunda como la de los demonios, sus manos se elevan señalando al cielo—, ¡Vhfuri gor hkw hnryql Owrorad!
El fuego en sus manos se expande alzándose y luego se disuelve, al mismo tiempo el domo que los cubre empieza a brillar, símbolos diversos que Bill reconoce aparecen en su superficie, primero de color azul brillante, luego rojos y luego de un negro profundo. Una brisa fría aparece de la nada, violenta como un tornado azota a los presentes cuando los símbolos negros brillan, el cuerpo de Dipper parece ser alzado por el viento; un ruido similar al de un cristal al romperse hace que todos miren al cielo una vez más, con un jadeo observan estupefactos como el domo se rompe y cae a pedazos que se desvanecen antes de entrar en el castillo piramidal.
La barrera había sido destruida, y con cada pequeño pedazo las esperanzas de los humanos de detener esa locura del Raroarmagedón se desvanecen. Ford baja la vista sintiéndose hundido, el corazón atenazado por el miedo a lo que vendrán. Todos morirán, a manos de Bill... o a manos de Dipper.
El último trozo de la barrera desaparece y el viento deja de soplar tan repentinamente como apareció. Los ojos de Dipper vuelven al marrón-dorado, los mira sonriendo ampliamente y la carcajada que deja escapar Bill a su espalda parece cerrar su sentencia de muerte. El castaño acorta más la distancia hacia ellos, la sonrisa tatuada en su rostro les da escalofríos.
—Tranquilos tíos —dice con suavidad, casi como si quisiera consolarlos—. No todo será tan malo como ustedes creen.
Ford y los demás retroceden por instinto pero Mabel se queda en su sitio, mirando a su hermano sin saber que sentir por toda la situación, ¿sería Dipper capaz de matarlos? ¿De lastimarla?
—Dipper... —susurra cuando su gemelo a está a solo unos pasos de distancia de ella, los ojos anegados en lágrimas y un nudo en la garganta.
—Hey Mabs —Dipper le sonríe y la castaña por un segundo puede ver en sus ojos un pequeño atisbo del Dipper que conoció, del chico dulce y socialmente torpe con el que paso grandes aventuras ese verano—, sin rencores ¿sí? —la abraza y palmea su espalda, bajo la atenta mirada de Bill y la sorprendida de los demás—. Si alguna vez llegas a despertar, me lo agradecerás.
—Dipper, ¿de qué...?
Las palabras de Mabel se pierden en el aire cuando Dipper se aleja de ella chasqueando los dedos y ocho burbujas toman el lugar de cada uno de ellos; el castaño las toma y las acuna contra su pecho caminando hacia otra habitación sin prestarle atención al demonio, concentrado en lo que cada uno vería dentro de la burbuja.
—¡Hey, Pino! Vuelve a la vida —la voz de Bill saca a Dipper de sus recuerdos, lo mira algo sobresaltado—. Piensas demasiado.
La sorpresa de Dipper aumenta cuando Bill limpia una solitaria lágrima de su mejilla que no se había percatado estaba ahí.
—Yo, em...
—Sé qué te conmueve mi belleza Pino, pero ¿porqué mejor no miras en tu bolsillo?—dice Bill cortando sus palabras.
Frunce el ceño confundido, mete sus manos en ambos bolsillos; del lado izquierdo sus dedos rozan con una superficie lisa y fría que no estaba ahí antes. Con cuidado sostiene lo que parece una caja, la saca para luego tomarla con ambas manos y observarla mejor. Abre la boca sorprendido y hace lo posible por no dejar caer la caja, de cristal con los bordes dorados, cuando sus manos empiezan a temblar. Dentro hay un corazón fresco, húmedo por la sangre y aun latiente. Mira a Bill en busca de una explicación, incapaz de articular una palabra.
—Este cuerpo biológico no necesita sus funciones naturales, por obvias razones —dice Bill observándolo con seriedad—, de todo lo otro me deshice pero esto es importante. Solo confío en ti para protegerlo.
El castaño percibe que hay algo más tras el corazón en sus manos que el demonio no le dice pero no dice nada, sus ojos se humedecen y su corazón martillea contra sus costillas con fuerza, abraza con suavidad la caja contra su pecho y mira a Bill con los ojos brillantes, cargados de diferentes emociones, todas demasiado juntas para que el rubio pueda interpretarlas a la vez.
Tomando un largo respiro Dipper guarda la caja nuevamente en su bolsillo, se acerca a Bill con una mirada decidida, las lágrimas evaporadas casi al instante.
—¿Pino? —Bill alza una ceja.
El castaño no responde nada, alza una mano envolviéndola con fuerza en la solapa del traje de Bill y lo jala hacia abajo juntando sus labios antes de que este pueda protestar por el trato que le ofrece Dipper a su traje. Mueve sus labios con torpeza y sus mejillas se tornan de un rojo carmín pero eso no le interesa.
Bill parpadea sorprendido por las acciones de su Pino, pero luego sonríe y envuelve sus brazos en la cintura del menor atrayéndolo más hacia él respondiendo al beso, de forma suave para darle confianza al castaño, cosa justa en vista de que él había iniciado el contacto. Cuando Dipper hace amago de separarse Bill cierra aún más sus brazos tomando el control de la situación.
Sus labios se mueven junto a los de Dipper con una maestría que hace que las neuronas del menor se disuelvan y su cabeza de vueltas, casi riendo Bill mordisquea despacio los tiernos labios del menor, encantado con el estremecimiento que lo recorre de pies a cabeza. Con la punta de su lengua acaricia las mordidas para aliviarlas, alejándose poco a poco de Dipper.
—Bill —susurra bajo el castaño, mirándolo sin realmente verlo y apenas siendo capaz de sostenerse.
Bill simplemente sonríe, sostiene con fuerza la cadera del castaño estrechándolo contra su cuerpo y lo guía hacia otra habitación.
—Vamos Pino, la primera fase de nuestro plan se ha cumplido con éxito, es hora de pasar a la segunda fase.
Dipper asiente, aún aturdido pero recuperándose poco a poco. Bill abre otra puerta y le hace un gesto para que vaya delante.
—Después de ti Pino —sonríe galante ganándose otro sonrojo del menor que rápidamente entra en la habitación. Deja escapar una carcajada y entra también en la habitación—. Sabía que contaría contigo Pino, ¿no lo creen? —Dice para sí mismo sonriendo de forma siniestra—. Esto se pondrá interesante —murmura entrando por completo y la puerta se cierra a su espalda.
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Nota final: Si llegaste hasta esta parte, sí, fuiste totalmente engañado. Y sí, quiero ver el mundo arder.
Quiero dedicar con mucho cariño estos agradecimientos a: mi Beta Scarlatta O'Haran, a la usuaria de Amor Yaoi Discord Di Vongola Arcobaleno y a la usuaria de AO3 Carotsup
ACLARACIONES:
-Este es el final definitivo de Vcfk Od Wmm
-Hay un segundo video
-Si alguien hace mención, por pura casualidad, de la palabra con L y emon, su comentario será inmediatamente borrado y me encargaré de que sea bloqueado en está historia y mi perfil. No sé como hacerlo, pero tengan por seguro que lo haré. Con mucho amor, Moon Erebos
-De parte de mi Beta: No hay continuación, a menos claro que impriman una imagen de Bill, le armen un altar y le entreguen a su primogénito. De no ser así entonces no.
Nota 12/8/2021: No sé si podían ver el vídeo anexado aquí, pero a mi me sale error. Voy a revisarlo y republicarlo.
Nota 18/8/2024: Igual que con la parte 1, por temas de copy-right no puedo linkearles el vídeo... Pueden encontrar el segundo como ''Secretos de Vcfk Od Wmm II'' en Youtube (pero voy a considerar seriamente re-hacer ambos vídeos. Primero porque tengo ya más experiencia haciendo multimedia, hay mejores apps para ello que en el 2016-17 -como CapCut- etc). Actualmente estoy en el proceso de traducir el fic al inglés (y con el brainrot de otro fandom), por lo que la idea de re-hacer los vídeos es un gran TAL VEZ (especialmente si no me olvido de nuevo de ello)
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