
CAPÍTULO 15.
—¡Hermana!—escuché que una vocecita, a lo lejos, decía mi nombre.—Alex.—sentí que palmeaba mi cabeza.
—Que.—respondí adormilada, sin abrir los ojos.
—Hay un hombre en la casa.—susurró en mi oído.
—Mmja.—gemí sin importancia.—Es papá.
En esta ocasión se quedó callado y al instante sentí como una de sus manos se posaba en mi nariz, cubriendo mis fosas nasales.
Me levanté de golpe, quitando la palma de Thomas de mi nariz, cuando ya no pude aguantar mas la falta de oxigeno.
—¡Que te pasa!—grite, molesta, despertando por completo.
Odiaba cuando hacia aquello, a pero no se lo hagas a él porque el niño llora.
—Shh—dijo tapando mi boca.—Te va a oír.
Fruncí el ceño.
¿Quién me oiría? ¿Los fantasmas? ¿Su amigo imaginario?
Lo miré confusa sin saber la razón de su actuar. Thomas aún andaba en pijama, descalzo y pequeñas gotas de sudor bajaban poco a poco de su frente. Mi expresión cambió por completo al ver sus pequeños ojos azules, los cuales estaban un poco desorbitados, supuse que por el miedo y nerviosismo que estaba experimentando.
¡Oh no! Esto no me gustaba para nada.
Aparté suavemente la pequeña y sudorosa mano de Thomas de mi boca, dejándola libre sobre mi cama y limpie la humedad en la blusa que traía. ¡Que asco!
—¿En serio hay alguien...?—pregunte, aún incrédula.
Mi hermano asintió, abrazándome con tanta brusquedad que hizo que cayera de espaldas en mi cama y quedando encima de mi, correspondí fuertemente el abrazo.
—¿Papá dónde está?—susurré.
—Se fue a trabajar, mamá vino a dejarme temprano y...
Se quedó callado, sollozando cuando escuchamos ruido en la planta baja de la casa.
Me puse nerviosa y mi corazón comenzó a agitarse y repentinamente me vinieron a la mente las dos siluetas que vi ayer.
¿Será que esas personas estaban observando la casa porque querían entrar a robar? Pues al parecer lo consiguieron.
Aunque no podía ser cierto, eso era producto de mi imaginación, de mi ensoñación, dos personas no pueden desaparecer así porque si. Deben de ser personas diferentes las que están en este momento en la casa.
Una parte de mi sintió alivio por pensar en aquella teoría, pero la otra mitad, aun estaba en alerta por lo que estaba pasando.
Rodee por mi cama, aun con mi hermano sobre mi, me hice a un lado y me levante con cuidado.
—Necesito que te quedes aquí y llames a papá o a la policía yo iré a ver quién es el intruso.—ordene al niño, dándole mi celular, el cual tomó de inmediato.
—No quiero que me dejes solo Alex.—susurró mi hermano, temeroso.
—Yo tampoco quiero, pero tengo que hacer algo al respecto.—le acaricie el cabello con cariño.
Tal vez no se notaba, pero daría la vida por mi hermano o mis seres queridos en general, si eso significase que dejaran de estar en peligro.
Me alejé de mi cama y me puse a buscar algún objeto con que defenderme. Abrí mi armario, deslizando las prendas del perchero de un lado a otro para que me permitieran observar y dentro de este, encontré un bate de béisbol. Lo tomé con fuerza.
Observe una vez mas Thomas que estaba inmerso en mi celular y por la pantalla vislumbre que estaba en busca del número de papá.
—Pase lo que pase, no hagas ruido, pon seguro a la puerta en cuanto salga y escóndete.—establecí, nerviosa y este acató sin rechistar.
Me gire, dándole la espalda y caminando hacia la entrada de la habitación, suspiré varias veces para calmar mis nervios, antes de abrir entreabrir la puerta para ver hacia fuera por una pequeña rendija.
Que curioso, no veía a nadie.
Salí de la habitación, sigilosa, sosteniendo el bate con tanta fuerza, que ya mis palmas empezaban a doler.
Caminé de puntitas por todo el pasillo del primer piso, abriendo y cerrando las puertas de las habitaciones y baños. No había rastro del intruso, pareciera que todo estaba en orden, pero ni aun así bajé la guardia.
Bajé con cuidado las escaleras, yendo rápido a la oficina de papá, revisándola completamente y di un brinco, sobresaltada, cuando escuché otro ruido, pero no provenía de donde yo estaba. Se escuchaba en la... ¿cocina?
¿Qué se supone que hacía un ladrón en la cocina?
Con el corazón casi en la boca, salí de la oficina para dirigirme a donde estaba la persona. Me detuve en la puerta con el pulso acelerado.
Dios, ayúdame. Rogué.
Y sin pensarlo dos veces, abrí la puerta de par en par, adentrándome a la cocina.
—Ah, hola Alex.—saludó el chico, moviendo de un lado a otro la espátula que traía en sus manos.—¿Juegas béisbol? ¡vaya! no lo sabía.—dijo asombrado.
Quería preguntarle tantas cosas, pero de mi boca no salio nada, mi mente estaba en blanco, yo estaba estática y sorprendida mirando a Damián. Traía el delantal que papá utilizaba para cocinar.
—¿Qué haces aquí? —repliqué, pudiendo formular pregunta alguna.
—Preparando el desayuno, eso es obvio.—respondió, moviendo algo en la sartén que estaba en la estufa.
—Quiero decir, ¿Cómo entraste? ¿Quién te dio permiso?—mi voz iba en aumento con cada pegunta que hacia.
—Tu padre.
Me sobresalte al escuchar su respuesta. Eso no es cierto, papá no dejaría que un extraño se adentrara a su hogar, lo conocía muy bien y en cuanto lo supiese, se volvería loco.
A menos que este chico me estuviese engañando.
—JA JA, eso nunca pasaría.—dije incrédula.—Conozco a mi padre, no te dejaría entrar, ni aunque le lavaras el cerebro.—me cruce de brazos, esperando su respuesta.
El chico dejó lo que estaba haciendo y se giró para mirarme.
—Lastima que eso es exactamente lo que pasó.—escuché que dijo con voz neutra.—Y tal vez no conoces muy bien a tu padre, Alex.—respondió, enfatizando de mas mi nombre, mientras sacaba algo de su bolsillo del pantalón.
Observe atenta el objeto, el cual tintineaba con el movimiento que hacia, percatándome que se trataban de las llaves de papá.
Sorprendida, me acerqué a él para quitarle las llaves de inmediato y cuando las tuve en mis manos, dejé el bate a un lado.
—¿Qué le hiciste?—pregunte, con voz feroz.
Si le había hecho daño a papá, juraba que lo descuartizaría yo misma, con mis manos.
Damián poso las manos en la cintura y echó la cabeza hacia atrás, aparentemente aburrido con esta situación.
—Nada, no le hice nada, puedes llamarle para verificar que todo está en orden.—sacó el celular de sus bolsillos traseros y me lo tendió.
Eché una leve mirada de desconfianza al chico para después arrebatarle el artefacto. Me giré, dándole la espalda, busque entre sus contactos hasta que di con el número de papá y marque.
—¿Damián? ¿pasa algo con mis hijos?—respondió papá enseguida el señor.
Si claro, si hubiese sido yo la que le hablara, apuesto que no respondería así de rápido, pero si es un total desconocido, sí.
—Papá soy yo, Alex.—aclaré.—Y si, pasa algo, ¿Cómo le puedes dar la llave de la casa a un total desconocido?
Miré de reojo a Damián, este estaba de espaldas a mí, sirviendo lo que sea que haya cocinado, en tres platos. Me giré para ir a la cocina e ir a la habitación.
—Hija, si te explico detalladamente no lo vas a entender.
Subí las escaleras lentamente, hasta llegar a la puerta blanca manchada con crayones de colores y toque varias veces.
—Claro que lo entenderé, así que dime, con confianza.—alenté.
Al otro lado de la linea escuche que papá resoplaba, exasperado.
Si si, ya se que yo lo ponía de malas, pero si fuese directo al grano, esta conversación ya estaría llegando a su fin.
—Solo diré que él está en su nuevo trabajo.—respondió de golpe y yo me quede echa una piedra, sintiendo un leve escalofrío recorrer mi espada.
¿Que? ¿En su nuevo trabajo? ¿Habia escuchado bien?
—¿Te has vuelto loco?—alce la voz, sorprendida por aquello, al instante en que mi hermano habría la puerta.—No lo conoces.
No lo quería cerca de mi y ahora papá me sale con esto. No podía empeorar más las cosas.
—Lo conozco y confío lo suficiente en él como para darle trabajo.—aseguró.
Frunci el ceño, desconcertada ¿Pero que mosca le había picado a este señor?
—Supongo que no podre razonar contigo, así que lo único que te diré es que estas demente.—quería que mi voz sonara a frustración, pero me salio mas a molestia.—Tengo que irme.
—Bien, solo te pido que te mantengas comunicada conmigo.—ordenó y yo solté un suspiro.
—Si si si.—respondí indiferente y después terminé la llamada.
¿Como conoce tan bien a Damián? ¿Supo de su existencia apenas ayer y la le tiene confianza? ¿Una confianza a tal punto que dejar a sus hijos encargados con él?
Lleve un dedo a mis labios, dando golpecitos con este, pensando en alguna explicación para todo esto.
—¿Quién es el intruso?—preguntó Thomas, alejando mi pensamientos. Estaba de pie frente a mi.
Lo miré, brindándole una falsa sonrisa de calma al niño, pues aun se le veía preocupado y no quería alterarlo mas.
—No es nadie importante, es solo un amigo.—respondí con amargura.
—¿Porque un amigo tuyo entra a la casa cuando estamos dormidos?—fruncio el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho, aparentemente enojado.
Estaba a punto de responderle, cuando a lo lejos escuché que sonaba el timbre de la casa.
—¿Y qué hace aquí? ¿Cómo entró?—prosiguió mi hermano, bombardeandome con sus preguntas.
—Eso mismo averiguaré.—respondí en un suspiro.
Y entre mas rápido consiga las respuestas, mejor para mi.
Los dos salimos en silencio de la habitación, para atender a la persona que llamaba a la puerta principal, pero nos quedamos a medio bajar las escaleras cuando vi que Damián ya se había hecho cargo de la situación.
Evan estaba en la entrada, echándole una mirada de desconfianza a Damián, quien se veía aburrido por la presencia de este, en cambio mi amigo, se le veía un poco incomodo e incluso nervioso.
¡Genial! lo que faltaba. Ahora tenia que dar una explicación mas a Evan por esta situación. Ya bastante trabajo tenia por darle una a Thomas.
—Alex, este chico te busca.—avisó Damián mientras me miraba.
Rezaba porque Sonya no se encontrara por allí cerca, porque a esa chica no me la quitaría de encima.
—Bien.—bajé los cuatro escalones que me faltaban, para legar a donde los chicos.—Supongo que ya se presentaron.—hablé nerviosa, en un intento por calmar las aguas.
—¡Si!—dijeron serios los dos chicos al mismo tiempo.—A nuestra manera, pero si.—aclaro Damián, cruzándose de brazos, sin despegar la mirada de Evan.
Los mire confusa. ¿Que significaba aquello?
—Necesito hablar contigo.—me habló el castaño.—A solas.
Damián se encogió de hombros indiferente al tema que pudiese hablar Evan conmigo y lo vi regresar la cocina, en silencio.
—Claro.—asentí.—Vamos a la oficina de mi padre, si gustas.
—De hecho, quería hablar contigo en el coche.—dijo sin despegar la mirada de Damián.—Es mas seguro.
¿Seguro? ¿Pues que tema quería hablar conmigo?
Trague saliva y asenti.
—Thomas, quiero que te encierres en tu habitación y pongas el seguro.—ordene.
—¿Porque? yo quiero ver la televisión.—demandó.
—Haz caso por favor.—le dije con voz autoritaria.
Mi hermano gruñó enojado, pero hizo caso.
Una vez solos, hice un ademan con mi mano para que Evan avanzara y lo seguí hasta detenernos en su coche, el cual entramos en silencio.
—Primero que nada, ¿Qué diablos traes puesto?—pegunto, divertido. Su semblante había cambiado drásticamente al estar a solas conmigo.
Me cruce de brazos, ofendida ¿Es en serio su pregunta?
—Si viniste hasta aquí para burlarte de mi atuendo, mejor vete.—amenace.
—Es que mírate, ¿Quién usa chamarra, short y calcetas hasta las rodillas?
Obviamente yo, inepto.
—¿Quieres dejar mi atuendo de dormir en paz?—dije en cambio.
—Bien, bien, ya.—soltó unas cuantas risitas y después se puso serio.—¿Me quieres explicar que hace ese chico en tu casa?
Su pregunta ni siquiera me sorprendió, mas bien, lo que no sabia era que responderle.
—¿Por qué? ¿celoso?—bromee, alargando los minutos, en un intento por buscar alguna respuesta a su anterior cuestionamiento.
—Por supuesto que no, pero debes de tener mucho cuidado con él, no me gusta para nada.—Evan tenia sus manos en el volante, dándole suaves golpecitos a este de manera constante. Parecía nervioso.
¿De qué estaba hablando? ¿Sabia algo que yo no?
—¿Lo conoces de algo?—mi voz sonaba mas curiosa de lo normal.
—Claro que lo conozco, todo el mundo lo conoce, en los bares a los que he ido dicen que es muy famoso por acosar a las chicas.—guardó silencio un rato, concentrado en lo que diría a continuación.—Hace un par de días conocí a una chica y entre platica y platica, me confeso que se sentía acosada, como si alguien la estuviese siguiendo y vigilando siempre.
—¿Y eso que tiene que ver con Damián?—pregunté confundida.—Pudo haber sido cualquiera.
Mi amigo negó para después mirarme.
—Me dio una descripción de su acosador y se ve exactamente como ese chico, eso no es coincidencia.—dijo preocupado.—Y no se si hayas visto las noticias, pero hoy en la mañana unos chicos encontraron su cadáver enterrado a las afueras de Castville.
Mi respiración fallo. ¿Una chica asesinada? Eso no es algo que se escucha a menudo por el condado. De repente sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.
—Espera espera espera.—negué, aclarándome las ideas.—¿Estás diciéndome que Damián es un posible acosador y asesino?—mi amigo asintió y yo me eche a reír.—Oye, yo tampoco confío en él, pero eso no quiere decir que sea un asesino, si lo fuera, ya me hubiese matado.—mi voz estaba llena de incredulidad.—He cierto que no se nada de él, es mas.—de repente se me ocurrió una idea.— Te puedo ayudar a investigarlo, así veremos que clase de tipo es.
Evan me miro como si me hubiese vuelto loca y tal vez tenia razón, pero quería repuestas, si estará trabajando para mi padre, necesito saber todo de él.
—Quiero que te alejes de él Alex.—advirtió.—¿Que no me escuchaste?
Puse los ojos en blanco al escucharlo. Evan y su costumbre de darme ordenes.
—Si, te escuché, fuerte y claro.—respondí.—Y sabes perfectamente que nunca hago caso a tus mandatos, así que quieras o no, te ayudare a desenmascararlo.—sentencie. Mis palabras sonaron duras y firmes.
|...|
Ese mismo día, más tarde, me encontraba alistándome para mis clases, ya me había duchado y me disponía a cepillar mi cabello.
Después que Evan se marchara, encontré a Thomas enfrascado en una conversación con Damián sobre coches sus cochecitos "Hot Weels", a pesar de mis protestas de que se alejara de él y se mantuviera encerrado en su habitación mientras charlaba con Evan, mi hermano no se despegaba del chico, señal de que le caía bien.
Cuando vi a los dos chicos conversando, no me cabía en la caza que el mayor de ellos fuese un supuesto asesino, simplemente no podía creerlo. Había observado atenta a Damián, cada uno de sus movimientos y expresiones estando con mi hermano y me pareció alguien aparentemente normal, nada de un psicótico criminal. Pese a eso, no había bajado la guardia ni un solo segundo.
Regresando a la realidad, me levanté de la cama para abrir la puerta, cuando recordé que olvidaba mi mochila. Regresé, encontrándola en el escritorio. La tomé para después salir y al hacerlo, vi por la pequeña rendija de la puerta entre abierta de mi habitación, a Damián que iba pasando y rápido lo agarré de la manga de su camisa para arrastrarlo dentro de esta, cerrando la puerta con gran estruendo detrás de él.
—Oye, normalmente no me meto con las hijas de mis jefes, pero si eso es lo que quieres, adelante, quien soy yo para negarme.—dijo divertido, acomodándose la camisa.
Al escucharlo, sentí calor en mis mejillas, señal que me había sonrojado. Arrugue el entrecejo y lo mire enojada, mas por la pequeña reacción que causo en mi, que de lo que dijo.
¿Meterse con las hijas de sus jefes? Vaya, al parecer este chico de criminal no tenia nada y de prostituto tenia mucho.
Hice una mueca por su comentario.
—¿Siempre te comportas como un imbécil?—pregunté molesta.
—No, los fines de semana descanso.—se encongio de hombros de manera indiferente.
Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos con cierto fastidio. ¿Porque tiene que ser siempre así?
—¿Qué haces aquí?—pregunté en un intento por encontrar respuestas.
El chico me miro raro, pero después se dispuso a responder.
—¿Trabajando?—respondió con otra pregunta, mientras paseaba por mí habitación, observando atento a todos los detalles de esta.
—Especificame en qué, porque yo solo te veo haciendo nada.—protesté, sentándome en la cama, sin quitarle la mirada de encima.—Además, ¿para qué quieres un trabajo si ya tienes uno?
—Cuido a tu hermano mientras tu padre no está y si, ya tengo un trabajo, ¿Qué tiene de malo tener dos?—tomó su gorra de la mesita de noche y se la puso. Había olvidado por completo que la tenía.
¿Cuidar de mi hermano? Eso era algo que ni yo misma me lo esperaba.
Damián se giro y nuestras miradas se cruzaron por un leve instante, lo que bastó para que me perdiera en sus no tan comunes ojos. Esos ojos color esmeralda que en estos momentos me estaban poniendo demasiado nerviosa, me miraban de manera firme, sin ningún atisbo de emoción o sentimiento, como si tratase de averiguar algo sin siquiera preguntar.
Quería apartar la vista, pero no pude, era como si estuviese hipnotizada por él, como si de medusa, la diosa griega, se tratase. Obvio, sin preocuparme que me convirtiera en piedra. De repente una sensación extraña invadió mi cuerpo, mis manos estaban sudorosas, mi respiración falló y mi pulso se acelero.
¿Que estaba pasándome?
—... atención Alex.—escuché que Damián decía.
Moví la cabeza varias veces, despejando mi mente.
—¿Sí?—mi voz sonaba bastante confundida.
Vislumbre que el chico estaba afuera en el pasillo. Oh vaya, estaba tan absorta en mis pensamientos y en él, que no me di cuenta cuando salio de la habitación.
—Dije que se nos hace tarde para llegar a tus clases.—repitió, aburrido.
—Oh sí, claro.—respondí, aun con los efectos de mi ensoñación.
Tomé mis cosas para luego salir, no sin antes cerrar bien mi recamara.
Una vez fuera, me dirigí hacia el coche de Damián y abrí la puerta del copiloto para entrar, percatándome que mi hermano estaba muy cómodo en el asiento.
—¡Hola!—dijo Thomas alegre.
—¿Qué hace este niño en el asiento delantero?—Pregunté con molestia.
—Lo llevaré con tu padre.—hablo Damián, mientras cerraba la puerta.
—Baja de ahí.—ordené a mi hermano.—Esta prohibido llevar a niños menores en estos asientos.
No se si era cierto a o no, pero no lo quería cerca de aquel chico.
Mi hermano negó repetidas veces.
—Eso no es cierto, papá a veces me da permiso de ir aquí y ademas, yo gané el asiento.—sonrió de manera inocente.—Te toca atrás.
Miré a Damián en busca de ayuda, pero este solo se encogió de hombros sin decir nada. Al no tener su apoyo, gruñí, fastidiada y de mala gana fui a meterme en los asientos traseros.
En los primeros minutos del trayecto, nadie dijo nada, hasta que Thomas le subió el volumen a la radio, aparentemente aburrido.
—Noticias, no me gustan.—hizo una mueca, para después cambiarle.
—No.—dije, tomando su brazo para que se detuviera.
Sentí la mirada de Damián en mí, pero no le tomé importancia.
—¡Oye!—se quejó mi hermano.
—Shh.—lo callé.
En la radio estaban pasando una nota de una chica llamada Edith Jones, su cuerpo lo había encontrado un grupo de chicos a las afueras del condado y sufría de varias lesiones. Era la chica de la que me contó Evan.
—Vaya, que desafortunado evento.—hablo de repente Damián, haciendo que me sobresaltara por su repentino interés en el tema.
No había tristeza ni pena en lo que dijo.
—Si.—dije un poco nerviosa.— ¿La conocías?—pregunte,en busca de respuestas.
Estaba siendo un poco directa, lo se, pero tampoco me gusta andar con rodeos sobre temas serios como este.
—Si, eso creo, conozco mucha gente.—dijo sin despegar la mirada de enfrente ni porque el semáforo estuviese en rojo.
Alce una ceja. Eso no me decía nada.
—Igual yo.—mentí.—Bueno, era amiga de una amiga.—miré a Thomas en un intento por calmar mis nervios, dándome cuenta que estaba atento a la conversación.—Ella le contó a mi amiga que sentía mucho miedo porque alguien la estaba acosando.—hable, afligida.
—Qué mal por ella.—fue lo único que dijo, antes de entrar a la calle que daba a mi escuela.
Su expresión no transmitía absolutamente nada, era como una piedra y eso no me ayudaba mucho que digamos.
Esto será más difícil de lo que pensé.
Damián se estacionó en la calle, frente a la escuela, bajé, para después abrir la puerta del copiloto.
—Vamos Thomas, te llevaré con papá.—le tomé la mano y lo obligué a bajar.
Este protestaba, pero lo ignoré.
—¿Qué haces?—preguntó Damián.—Dije que lo llevaría con tu padre, es mi responsabilidad.
—Es mi hermano, es responsabilidad mía.—protesté.
Era lo último que quería, que Thomas se quedara solo con él. No lo dejaría solo hasta que averiguara quién es realmente y cuales son sus intenciones.
El chico me miró molesto y de repente sentí miedo, miedo por si llegara a hacerme algo.
—Se te hará tarde para tus clases.
—Eso es lo de menos.
—¡Alex!—grito mi hermano molesto, interrumpiendonos.—Déjame, no quiero ir contigo, quiero ir con Damián.—se zafó de mi agarre bruscamente.
Miré a Thomas, herida por lo que había dicho.
—Bien.—dije molesta.—Y en cuanto a ti.—señale con el dedo a Damián.—Ni se te ocurra hacerle algo porque te buscaré y te llevaré con la policía, no sin antes haberte dado unos buenos golpes.—amenace. No se ni de donde me había salido esos aires de valentía.
Sin esperar respuesta, me di vuelta y caminé decidida a la escuela.
No podía creer que Thomas prefirió ir con un total desconocido y no con su hermana.
En cuanto llegué al salón, me sorprendí porque no había nadie. Entré y me senté en el mismo asiento de ayer, abrí la mochila para sacar mi libreta y la lapicera, esperando que comenzara la clase.
Estaba tan sumida en mis pensamientos, que pegué un brinco cuando mi celular sonó, ocasionando que se cayera la lapicera al suelo, dispersando todo lo que tenía dentro.
—Oh, que bien, parece que el mundo se pone en mi contra cuando estoy enojada.—tomé mi celular y contesté la llamada.—¡Que!—respondí molesta, sin fijarme quien era.
—Hola...Alexia, ¿cierto?—respondió una voz masculina, completamente desconocida para mí.
—¿Quién habla?—dije confundida. Pensé que era Damián, pero al escuchar aquella voz fría y extraña, me dejó en claro que no.
Me dispuse a recoger mis lápices y lapiceros del suelo, sin colgar la llamada.
—Eso es lo de menos.—respondió el hombre, sin importancia.—Sólo hablo para decirte que te tenemos vigilada, espero que en esta ocasión tu amiguito no nos interrumpa.
—¿Qué? oye, no tengo ni idea de lo que hablas.—frunci el ceño, desconcertada.—Si esto es una broma, pues que mala es.
—Vives en la calle Wilshire con tu padre, que es dueño de un restaurante y tu hermano pequeño de 7 años.—empezó a decir el extraño.—Cursas el segundo año de preparatoria en el Brinston High, tus amigos son Sonya y Evan Smith y en estos momentos estás en la preparatoria, específicamente en el salón de física porque estás volviendo a cursar materias. Aparte de eso, hablas conmigo mientras recoges algo de suelo.—guardó silencio un momento.—¿Esto te parece una mala broma?
Me quedé helada por lo que dijo. Mi pulso se aceleró y estaba muy nerviosa y asustada.
—¿Cómo sabes...todo eso?—dije con miedo.
El salón en el que estaba no había ventanas y mucho menos cámaras. Era imposible que supiera eso.
—Eso no importa.—fue lo único que dijo, antes de terminar la llamada.
Mi respiración se tornó rápida. Dejé el celular a un lado con manos temblorosas, para secar el sudor de mis palmas en los pantalones.
¿Qué había sido todo eso? ¿Quién me tenía vigilada y por qué? ¿Qué quieren de mí? y ¿quiénes?
Muchas preguntas, pero ninguna respuesta.
—Bien Alex, calma, pudo a ver sido un compañero de escuela.—comencé a decir para tranquilizarme.
Luego recordé lo que había pasado en la madrugada, las dos personas que vi frente a casa y que desaparecieron en un segundo.
Arrugue el ceño, negando.
Eso era imposible, tal vez estaba soñando.
Sueño o no, de igual forma guardé las cosas que se me habían caído, pues tenía pensado largarme de allí.
Miré el suelo para ver si había recogido todo, dándome cuenta que frente a mí, a lo lejos, estaba mi goma. Estiré mi pierna para alcanzarlo, pero no pude. En esta ocasión estire mi brazo faltando unos pocos centímetros.
Me estiré hacia delante todo lo que pude, pero aun así no lo alcanzaba.
Lo último que quería era levantarme.
—Estúpida goma, ven a mi.—ordené, enojada, aún con el brazo extendido.
Y como si me hubiese hecho caso, esta vibró unos instantes para después ir directa a mi mano, ocasionando que pegara un grito, asustada y cayera al suelo junto con mi banca, quedando atrapada debajo de esta.
—¿Pero qué rayos acaba de pasar?—escuché una voz, en la entrada del aula.
Lo mismo me preguntaba.
Como se habrán dado cuenta, Evan y Damián ya tuvieron su primer encuentro y no fue para nada satisfactorio. 🤭❤️
Quiero saber que es lo que piensan hacerca de este capítulo.
¿Será Damián responsable de la muerte de Edith Jones?
¿Quién será la persona que mantiene vigilada a Alex y que querrá de ella? 👀
No olviden comentar y darle a la estrellita su fue de su agrado. 🤭❤️✨
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro