Capitulo 2 - Mi salvadora
Miedo ese fue mi ultimo recuerdo, estaba luchando por mi vida, el agua me agitaba violentamente como si fuera una muñeca de trapo. Podía escuchar los rayos y truenos resonando con furia y a la distancia aquel gran crucero partido por la mitad hundiéndose lentamente. Poco a poco mi cuerpo se sentía cada vez más cansado, no había nada de lo que sujetarme, mis piernas y brazos se agitaban desesperadamente tratando de mantenerme a flote. Yo estaba seguro de que moriría ahogado de tanta agua de mar que tragaba cada vez que era arrastrado hacia abajo por la violenta marea. Pronto la vi, alzándose a metros de mí, una gigantesca ola se acercaba, ingenuamente trate de huir de ella, obviamente no funciono. Sentí el fuerte golpe del agua sobre mí y me hundí, sentía como el agua helada me cubría y poco a poco la imagen de la superficie se perdía, poniéndose negro. Intente luchar, no quería cerrar los ojos, porque tenia miedo de que si los cerraba...no los volvería a abrir.
—Ahh~ estas mas lastimado de lo que pensaba... necesitare más hierbas—
¿Una voz?, ¿acaso había sido salvado?, lentamente mis ojos se abrieron y rápidamente note un techo hecho de madera. Mi cuerpo se sentía adolorido, me sentía agotado, sentía dolores punzantes por todo mi ser, cuando el shock de estar vivo y del dolor corporal paso pude notar donde estaba. Me encontraba en una cama hecha de madera y lo que parecía ser lana, era bastante suave, era cubierto por una cobija del mismo material. Al mirar por debajo de la cobija note que estaba semidesnudo, aún conservaba mi pantalón y una parte de mi torso estaba envuelto en vendas. Sin mencionar otras partes de mi cuerpo que tenían unos parches de color verdoso que olían a hierbas curativas.
—¿Dónde...estoy? —
Me pregunte en ese momento, me sentía tan aturdido y mi cabeza dolía como nunca, miraba aquella habitación en a que me encontraba. Era simple, con solo la cama donde yo descansaba y una pequeña mesita donde se encontraba una especie de cristal de color azul turquesa y había una ventana cubiertas con unas cortinas hechas de hojas. Intente levantarme, pero al hacerlo sentí un dolor horrible en mi pierna, me quite la cobija de encima y pude ver lo que pasaba, mi pierna izquierda estaba lastimada o peor aún rota, no sabía a ciencia cierta, lo único que podía saber es que mi pierna tenia dos trozos de madera atada con vendas dejándola totalmente quieta.
—Gracias a Arceus despertaste—
Nuevamente la voz resonó por el cuarto, era un tono femenino, altamente preocupado. Rápidamente mis ojos fueron directamente al origen de la voz, pero no vi a ninguna mujer, solo se encontraba una Gardevoir, la cual sostenía una pequeña cubeta de lo que parecía ser madera y un pequeño trapo. La Gardevoir se acercó lentamente a mí, supuse que su entrenadora se había alejado cuando no veía. Por lo que simplemente la deje acercarse, ella puso aquella cubeta con lo que confirme era agua cálida y un trapo. La Gardevoir tomo el trapo y con cuidado lo sumergio en el agua, ella comenzó a limpiarme.
La Gardevoir recorría mi cuerpo con ese pequeño trapo teniendo cuidado de no tocar los parches y las vendas, quizás su entrenadora le había enseñado de estos cuidados.
Yo solo la miraba con curiosidad, era extraña y peculiar, esto era resaltado no solo por el hecho que evitaba mirarme por mucho tiempo, desviando la mirada como si estuviera nerviosa. Sino también porque en lugar de ese hermoso color verde que poseían las Gardevoir, ella tenia un hermoso color azul claro que remplazaba el verde. Aquel cuerno de pecho era de un color naranja y sus ojos brillaban como hermosos topacios. Después de mirarla un momento simplemente desvié la mirada sintiendo como ella me limpiaba con delicadeza, al terminar, la Gardevoir simplemente comenzó a secar el trapo con el que me limpio
—Eres buena en esto, recuérdame darle las gracias a tu entrenador —dije mas para mi que para la Gardevoir.
Los pokemon, aunque estaba comprobado que entendían nuestro idioma, no lo hacían como nosotros. Se creía que entienden los sentimientos de los entrenadores, los cuales reflejan sus sentimientos a través de sus palabras. O al menos eso se suponía porque esta Gardevoir me movió totalmente el suelo.
—¿Entrenador... que es eso? —
Por un momento al escuchar esa voz miré hacia la puerta, pensé que la entrenadora me estaba jugando una broma. Pero al no verla comencé a sentirme incomoda.
—¿Hola, hay alguien ahí? —cuestione preocupado—esto no es gracioso.
—¿Acaso, hice algo que te molesto? —cuestiono aquella voz femenina.
Era claro, lo había escuchar muy claramente, lentamente mi cabeza se giro hacia donde estaba parada esa Gardevoir. Sus ojos brillantes se cruzaron con los míos por un momento, mi corazón se aceleró nervioso, pero pregunte.
—¿Acaso...has hablado? —
—¿Eh?... supongo... ¿te sientes bien? —cuestiono la Gardevoir viéndose preocupada por mí.
Si, lo había escuchado claramente, aquella Gardevoir junto a mi había hablado. Esa voz femenina no era la de un humano, era la de un pokemon. No se ni como pude, quizás de la conmoción o del miedo me arrastré hacia el otro lado de la cama, casi cayendo en el proceso.
—¡Cuidado! —
La Gardevoir grito con preocupación, me detuve en seco en la caída, quedé a escasos centímetros del suelo. Mire a la Gardevoir, sus ojos brillaban con una energía azul brillante y mi cuerpo estaba envuelto en la misma energía, usando sus poderes psíquicos me regreso a la cama, manteniéndome "sujetado" con sus poderes.
—Okey... tranquilo... no voy a lastimarte —dijo la Gardevoir con un tono calmo y sereno— se que estas asustado... pero debes calmarte... yo... te soltare, no te muevas, te harás daño.
Trague nervioso la saliva y los poderes psíquicos de aquella misteriosa Gardevoir se desvanecieron, seguía tan confundido mi mano se acerco al rostro de la Gardevoir, tocándola por un momento, esta al sentir mi toque se apartó rápidamente.
—Oye —dijo la Gardevoir
—Ah...lo lamento.... Tenia que comprobar —dije aturdido, mirando mi mano, no lo había imaginado, la sentí.
—¿Comprobar qué? —cuestiono desviando la mirada.
—Que eras real... los pokemon no hablan —dije confuso.
—Claro que lo hacemos... estamos hablando justo ahora —refuto la Gardevoir mirándome de reojo, manteniendo la distancia.
—No... a lo que me refiero es—
Mire a la Gardevoir, no sabia bien como explicarlo, el hecho de hablar con un pokemon no me era extraño, la parte que me respondiera era la difícil. La Gardevoir se acercó a mí, mirándome fijamente, su mirada era profunda, estaba clavada en mi como si de un puñal se tratara. Aunque incomodo, no era doloroso, solo una sensación de ser observado.
—¿Estas asustad? —cuestiono con un tono de voz serena y tranquila.
—Un poco... ¿Qué sucedió? —cuestione con tono de voz aturdido.
—Te encontraron en la playa hace unos días —respondió la Gardevoir— estabas herido y te traje aquí para curar tus heridas, has estado dormido durante tres días. Me preocupaba que no volvieras a despertar.
—¿Desperté antes? —pregunté.
La Gardevoir me miro por un segundo, como tratando de encontrar las palabras para responder mi pregunta, pero después de un momento negó con la cabeza.
—No... ¿Cómo te sientes? —cuestiono.
—Adolorido —respondí.
—Lo entiendo.... Deberías descansar un poco y trata de relajarte, estas a salvo aquí —dijo la Gardevoir con tono cálido, haciéndome sentir seguro.
Solo asentí ligeramente, ella tomo el pequeño balde de madera y se dirigió a la salida, antes de que se fuera le mire y dije.
—Gracias por salvar mi vida—
Ella miro hacia atrás en ese momento, sus ojos se cruzaron con los míos, era una sensación extraña no sabia como describirlo, pero no era incomodidad, era algo más profundo. Ella solo sonrió y se fue de la habitación, me quede solo por un momento, mi mente estaba confusa. ¿Acaso los pokemon siempre pudieron hablar?, esa pregunta me comía desde adentro, si era posible, ¿Cómo es que nunca pude hablar con uno de los míos?, mis pokemon. Al acordarme de ellos me llene de preocupación y tristeza, ¿Qué pasara con ellos?, ¿si quiera alguien sabe que sigo con vida?, la preocupación por mis queridos amigos me llenaba y la impotencia de no poder hacer nada ahora mismo. Solo me quede ahí acostado, tratando de calmar mi corazón y mi mente, por suerte para mí, el agotamiento era demasiado y no tarde en quedarme profundamente dormido una vez más.
Aunque mi sueño no duro mucho, desperté por murmullos y susurros, con lentitud me senté en la cama, recargando mi espalda contra la pared. Mirando mis alrededores, ¿acaso había escuchado mal?, por un momento estaba por volver a dormir, pero de pronto note algo en la ventana. Ojos, había algo que me miraba, al tallar mis ojos para poder una visión mas clara ya no había nada, aunque me confundí un poco no lo pensé mucho, ya que mi atención fue llamada por aquella Gardevoir.
—Buenos días... ¿pudiste descansar? —
Al girar mi vista pude verla entrando a la habitación, traía una tabla en la que transportaba algunos cuencos con comida, ella se acerco a mi y coloco la tabla en la mesa. Había varias cosas, desde bayas y frutas, pasando a lo que parecía una especie de pan con mermelada, a una especie de caldo de ingredientes extraños.
—No se bien que comes... asi que traje un poco de todo —dijo la Gardevoir la cual me ofrecía el pequeño cuenco con el caldo y una cuchara de madera— el caldo es obligatorio que lo comas, te ayudara a sanar.
—¿Qué es exactamente? —cuestione tomando el cuenco de las manos de la Gardevoir.
—Es caldo de alga morada y "Mhon" —respondió la Gardevoir de manera tranquila
—Okey... gracias por la comida —respondí.
Los "Mhon" son seres similares a los pokemon, pero con cualidades muy distintas a ellos. No tienen lo que podríamos llamar una conciencia como la tienen los pokemon, tampoco pueden comunicarse como lo hacen los pokemon y mucho menos tienen las habilidades de un pokemon. Son solo, seres que existen y habitan el mundo, asi como los Pokemon, los Mhon viven en diferentes zonas y lugares, adaptándose a su entorno. Los humanos los usamos mayoritariamente como alimento para remplazar la carne de pokemon. Los Mhon son lo que ustedes llamarían animales.
—Esto es delicioso —respondí después de terminar la sopa— ¿Quién te enseño a cocinar?
—Mi madre me enseño —dijo la Gardevoir con una ligera sonrisa.
—Ya veo, pues lo haces muy bien —dije entregando el plato.
La Gardevoir sonrio ligeramente tomando el pequeño cuenco y lo coloco a un lado, después de eso tomo las bayas y me las ofreció.
—Come un poco mas, las bayas te ayudaran a recuperarte un poco —dijo de manera tranquila.
—Muchas gracias —respondí, acercando las manos para tomar el cuenco con las bayas, algo me sorprendió.
—¡Oigan, largo de aquí mirones! —
Ese grito repentino de la Gardevoir me tomo por sorpresa totalmente, al girar la mirada note a quien le gritaba. Por la ventana había varios pokemon de tipo volador y picho, curioseando por la ventana. La Gardevoir me dio el cuenco y se acerco a la ventana para abrirla y comenzar a espantar a los invitados no deseados. Después de asegurarse que se habían ido ella cerro las cortinas y se acercó nuevamente.
—Lamento eso... no estamos acostumbrados a tener humanos en la isla —dijo la Gardevoir.
—¿Estamos?, ¿acaso son una especie de comunidad o algo asi? —pregunte curioso.
—Si asi es, no solemos tener humanos en esta isla —respondió la Gardevoir de manera natural.
Esas palabras me hicieron recordar mi situación, el susto de la Gardevoir hablando me habían distraído. ¿Qué pasaría conmigo?, ¿acaso alguien sabia que estaba aquí?, ¿Cómo regresaría a casa?, esas preguntas rápidamente inundaron mi cabeza. La Gardevoir al mirar mi preocupación se acercó a mí. Sentándose en la orilla de la cama, mirándome preocupada, le mire un momento tratando de procesar por donde empezar a preguntar.
—¿Dónde estoy? —pregunte en tono confuso y alarmado.
—Pues... es difícil responder, esta isla no tiene nombre, solo la conocemos como nuestro hogar —respondió la Gardevoir.
—Lo suponía... —agache la mirada, quedándome aturdido por un momento tratando de procesar lo sucedido— ¿Acaso hay alguna forma de...?
—¿Salir...? —termino la Gardevoir.
—Si...quiero volver a casa —respondí.
La Gardevoir se quedó callada por un momento, su expresión me decía que trataba de encontrar una respuesta para mi pregunta. Después de un segundo ella simplemente me mira con un rostro de tranquilidad y dice.
—La hay... pero por ahora, deberías descansar —dijo la Gardevoir— no podrás ir a ningún lado si no te recuperas primero.
—Lo entiendo —respondí algo ansioso, pero de pronto sentí la suave mano de la Gardevoir sobre la mía.
—Tranquilo, volverás a casa cuando sea el momento... cuidare de ti hasta que el momento llegue, puedes confiar en mi —dijo la Gardevoir en un tono dulce y tranquilizador.
—De acuerdo... confiare en mi salvadora, cuídame lo mejor que puedas —respondí.
Con eso dicho, continúe comiendo en silencio, la Gardevoir salió de la habitación quedándome un momento pensando en la conversación que tuve con ella. Me había dejado una sensación extraña en el pecho, era difícil de explicar, era como si ella...no fuera un pokemon.
—Sabia que las Gardevoir podrían ser muy... humanas... pero no creí que tanto —pensé para mí mismo
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