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Vanilla Boy 🍭

Min Yoongi estaba en un enredo de los gordos. Los nervios y el miedo a defraudar a su madre lo habían llevado a tomar una decisión igual de desesperada.

—¿Estás seguro de esto Hoseok? Tengo la impresión que es una gran estafa.

El alfa resopló comprobando que la corbata de su traje estuviera en su sitio. A su lado el otro alfa puso los ojos en blanco.

—Son confiables. No te preocupes. Me salvaron el trasero aquella vez, con todo lo que Namjoon diga que se trata de un negocio bajo.

Yoongi encontró el reflejo del pelinegro del otro lado de su vestidor. Namjoon tenía sus razones para creer que aquella casa de citas era un sitio deplorable. Solo recordar las circunstancias en las que había conocido a su esposo le bastaba para querer meter tras las rejas a cualquiera que osara ponerle las garras a los omegas como si solo fueran objetos destinados al placer.

—Solo por esta vez espero que todo lo que prometen en la página web sea cierto.

El más pálido de ambos concluyó rectificando que su cabello azabache estuviera presentable. Eso era todo y si no se tratara de una situación de contingencia Yoongi se replantearía sentar cabeza y no venderle a su madre la idea de que estaba en una relación solo para que le dejara en paz.

Honestamente no se veía a sí mismo envejeciendo al lado de un omega o un beta y llevando a sus crías al colegio. Tenía treinta años y aún le sobraban los sueños en su compañía de entretenimiento. Prefería mil veces la seguridad de su estudio u oficinas a estar pendiente de las relaciones de un caprichoso ser que le llenaría de reclamos en cuanto la fase de luna de miel se acabara.

—Te acompañaré al restaurante. Dudo que puedas controlarte frente a la señora Hye.

Yoongi chasqueó la lengua. Aun cuando le parecía sobreprotectora la actitud de Hoseok, se lo agradecería en el alma. No sabía qué se podía encontrar del otro lado de la puerta de su Rover cuando lo único que conocía de su "acompañante" era su ficha de identificación con un número trece en amarillo, además del hecho de que era omega y olía a vainilla la mayoría de las veces.

El sistema de Vanilla Express contaba con una página web donde los clientes. A modo de juego de rol, escogían las características físicas y personológicas del empleado que le salvaría el pellejo en reuniones de sociedad o asuntos más turbios. Eran como diplomáticos disfrazados de los que se desconocía el nombre real, porque hasta eso seleccionaban los clientes.

—¿Entonces listo para conocer a Kang Ji-Hoon?

La sonrisa de Hoseok solo le revolvió el estómago. Yoongi se había explayado aquella vez presa de los nervios y el wisky corriendo en sus venas.

"Salgo con un diseñador de interiores que acaba de regresar de California, se llama Ji-Hoon y es la razón por la cual respiro actualmente."

Qué cursi le sonaba todo aquello. Había construido un personaje que ahora no se imaginaba en la escena real. Yoongi no creí mucho en los cuentos sobre el destino y los designios de la Madre Luna. Era un hombre práctico cuya única pasión era su trabajo y seres queridos.

No entendía esa obsesión de todos en querer encontrarle pareja y estas eran las consecuencias. Así que mascullando juramentos decidió fingir que dormía mientras las notas de Bach llenaban sus audífonos y Hoseok bromeaba sobre una posibilidad que le seguía sonando irreal.

—Estás hermoso, Jiminnie. Ya quiero ver a ese alfa que pagó una pequeña fortuna por la noche de hoy.

Las mejillas del omega de irreales rizos rubios y mechas similares al arcoíris se colorearon en repuesta. Taemin no dudaba en expresar su opinión mientras terminaba de alistarse. En esos momentos Jimin deseaba cambiar lugares con el castaño. Sería mil veces más fácil fingir ser un ex novio resentido que interpretar a un diseñador de interiores locamente enamorado de una persona que solo conocía mediante una foto.

Min Yoongi, era imposible que no supiera de quién se trataba cuando las propagandas de Genius Lab vestían cada valla publicitaria de la ciudad. Tampoco iba a negar que aquel pálido alfa con mirada serena y gesto grave le pareció atractivo. Para nada. En cierta medida se sentía honrado pero por otro lado lo que le pedían interpretar aquella noche era difícil de recrear sin al menos haberse visto antes.

Jimin inspiró profundo antes de colocar una última capa de humectante en sus labios. Resaltando una plenitud similar al de un cerezo maduro. Madame Choi había dispuesto un traje gris perla que le quedaba a la medida. Destacando su delgada y elegante complexión, algo que los alfas que formaban parte del staff no habían dudado en halagar.

Con los recursos físicos que poseía, una personalidad dulce y amable, Jimin se ganaba el corazón de los que le rodeaban muy rápido, pero solo unos pocos afortunados podían considerarse personas preciadas para Jimin. Para alguien acostumbrado a las despedidas, la norma era no involucrarse demasiado. Al menos no más de lo que la cortesía demandaba.

—No voy a pensar de más. Deséame suerte Taeminnie.

El alfa castaño sonrió antes de jalar ambas mejillas del menor.

—No tengo que hacerlo. Ve allí y enséñale a ese alfa de qué estás hecho.

Jimin convirtió la sonrisa en una carcajada solo para recordarse a sí mismo que en segundos sufriría una metamorfosis, una en la que cambiaba su acento por el de un coreano-americano amante del basketball y las bellas artes.

Cuando Madame Choi anunció la llegada del hombre que le había contratado para esa noche, del jovial estudiante de actuación no quedaba nada y sí la desenfadada personalidad de Kang Ji-Hoon.

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VANILLA EXPRESS

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