Cap. 30- Poder
Luke
Suspiré aliviado cuando Chris se interpuso en el camino de Evan y comenzó a hablar con él salvándome de una incómoda conversación con el pelinegro, tomé rápidamente las bebidas que había pedido y caminé con prisa hacia mi novio intentado no mirar a Evan, aunque podía sentir su mirada sobre mí.
—Hola Luke —di un respingo y casi dejo caer las bebidas cuando Caleb se acercó a mí por la derecha sin que lo viera venir, lo miré y me forcé a sonreírle, el rubio tenía una sonrisa amable, aunque en sus ojos había una fría mirada. No me extraña que me mire así, nunca le agradé y creo que ahora hasta debe odiarme, sabía que a mis espaldas le decía a Evan que se alejara de mí, que yo lo lastimaría. Y vaya que tuvo razón...
—Caleb... me alegro de verte —mentí con calma sin mostrar mis nervios, él se rió un poco de una manera que me pareció sarcástica. Creo que es muy obvio que no estoy feliz de verlo.
—Lo mismo digo —contestó falsamente, me relamí los labios, sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al ver que su sonrisa ladeada no titubeó en ningún momento.
Caleb es un vampiro de temer, finge ser la persona más agradable del mundo pero eso es solo una fachada, él es muy malvado y frío...
—Oh, Alec y tú están juntos... —dijo haciéndose el sorprendido, lo miré con recelo y asentí. La marca que tenemos Alec y yo es muy fuerte, aunque quisiera no puedo ocultarla o disimularla, solo él puede.
—Si... él está esperándome, fue bueno verte, hablamos después... —dije rápidamente mirando de reojo hacia Alec, el cual había dejado de hablar con su padre.
—¿No crees que él se merece una explicación al menos? —miré a Caleb, él estaba observándome seriamente, agarré con fuerza las copas y bajé la cabeza sintiéndome miserable. Por supuesto que se la merece, pero soy tan cobarde que no puedo ni verlo a la cara. —Te fuiste por Alec, ¿verdad?
—Si me disculpas... —dije antes de comenzar a caminar hacia mi novio, ni siquiera me giré a ver la cara que tenía Caleb. Mi asunto es con su hermano, no con él.
Levanté la cabeza y le sonreí levemente a Alec, el pelirrojo me sonrió de vuelta y tomó la bebida que le pasé, lo observé mientras bebía, sentí mi boca secarse al ver la suya cuando alejó la copa de él, sus labios se veían rojos y mojados, me relamí los míos y subí la mirada a sus ojos, él estaba observándome con diversión, me sentí apenado.
—En cuanto termine esta cena... ¿qué dices si vamos arriba? —no dudé en asentir al escuchar su propuesta, él sonrió de lado, me agarró de la mano y caminó hacia la mesa cuando todos comenzaron a sentarse.
Miré sin mucho entusiasmo el banquete que habían servido, se me quitan las ganas de comer con solo pensar que estaré en una misma mesa con Evan.
Busqué a Chris con la mirada, él estaba sentado al lado de un pequeño vampiro que no reconocí, se veía de unos quince años, tenía el cabello azul oscuro con negro, los ojos rojos, era delgado y esbelto, me sorprendí al ver que él le hablaba a Chris con mucha naturalidad y confianza, como si se conocieran desde hace tiempo, fruncí el ceño y me senté al lado de Alec, me sorprendí aún más cuando Evan se sentó al lado del extraño de cabello azul, el desconocido le sonrió un poco, di un respingo cuando me miró de repente y su sonrisa se amplió notablemente. ¿Quién es ese? Desvié la mirada al hombre a su lado, Evan estaba bebiendo de su copa mientras miraba a Chris.
Alejé la mirada y la enfoqué en la copa que tenía en frente, cuando todos hicieron silencio miré al rey, él estaba sentado en la cabecera de la mesa, se levantó y comenzó a dar unas palabras de bienvenida, no le presté mucha atención.
Luke.
Comencé a maldecir en mi mente y a desear que me tragara la tierra al escuchar la voz de Evan en mi cabeza, lo ignoré completamente y agarré la mano de Alec por debajo de la mesa, me sentí relajado y mi mente protegida cuando él me acarició, lo miré y le sonreí agradecido. Sabía que era él quien estaba protegiendo mi mente de Evan.
Moví levemente su mano tratando de apartar su atención del pelinegro, él me miró y sin decir nada siguió acariciándome.
Suspiré cuando el rey se sentó y todos comenzaron a comer, mis ojos fueron al pastel de cerezas, me relamí los labios y extendí una mano para tomar el cuchillo, me quedé en el aire cuando alguien más lo agarró primero, levanté la mirada y junté las cejas al ver que era el chico desconocido.
—Te lo paso ahora —dijo mirándome con una sonrisa, me encogí de hombros y asentí, observé con un poco de celos como tomaba una gran tajada del pastel, en sus ojos había mucha emoción y hambre.
—¿No quieres algo salado primero? —miré a Alec con indignación cuando preguntó eso, él se rió y levantó ambas manos, miré su plato, tenía tiras de carne a la plancha con salsa de sangre y varias papas inyectadas con sangre.
—No tengo mucha hambre —respondí mirándolo, él asintió comprendiendo, le sonreí un poco.
—Toma —miré al desconocido, él me estaba pasando el cuchillo, cuando lo tomé sentí su mano rozar la mía, me sorprendí al ver como su mirada se volvía vacía y fría por un momento, dejé de verlo y tomé rápidamente una rebanada de pastel. Espero que él y Caleb no se queden mucho tiempo, he de decir que me asustan mucho...
Comí en silencio, hice una mueca, el pastel sabía algo diferente pero aun así estaba delicioso...
Hice un puchero cuando todos comenzaron a hablar, deseaba haberme quedado en mi habitación, escondiéndome de todos, en especial de Evan.
—Luke, ¿cómo están tus padres? —miré con asombro frente a mí, la madre de Evan y Caleb me había preguntado aquello, me sentí mal y avergonzado, ni siquiera había notado que ella y su esposo estaban ahí.
—Están bien... —respondí sin más, ella forzó una sonrisa y asintió al igual que su esposo, bajé la mirada al recordar todas las veces que nos encontraron a Evan y a mi besándonos en los pasillos de su casa.
Bloqueé esos pensamientos y agarré con fuerza el tenedor en mis manos. Durante toda la velada solo le presté atención a lo que estaba comiendo y a mi novio...
Sonreí tranquilo cuando casi dos hora después algunos comenzaron a levantarse y a caminar hacia los balcones y hacia la sala de estar, mi sonrisa se volvió tímida sin quererlo cuando Alec me limpió un poco la comisura de los labios.
—¡Alec! —ambos escuchamos como su madre lo llamaba desde el balcón.
—Ya vengo, recuerda... iremos arriba —me recordó en un susurro, asentí con timidez, él se levantó y tras guiñarme un ojo fue hacia su madre.
Agarré mi copa y miré a los que quedaban en la mesa, me levanté rápidamente dispuesto a irme al ver que solo éramos Evan y yo, casi chillo cuando en un pestañeo apareció frente a mí y me agarró de la muñeca cuando iba a escapar, miré sus ojos azules, en estos había advertencia.
—No te vayas, solo quiero hablar contigo —dijo con calma, tragué duro y entrecerré los ojos.
—¿Cómo me voy a ir si estás agarrándome así? —pregunté arqueado una ceja, él miró mi muñeca, ya estaba saliéndome una marca rojiza alrededor de esta. Aun siendo un vampiro mi piel era muy sensible.
—Lo siento —se disculpó sin soltarme, negué y lo miré expectante, me fijé en que se había cortado el cabello, antes le llegaba hasta los hombros, ahora no. Él estaba mirándome con el ceño fruncido, sin dejarme pensar bien comenzó a caminar conmigo hacia la puerta, no me opuse. Sabía que debía hablar con él pero no pensé que sería tan pronto. Lo miré con un poco de tristeza cuando caminamos por un pasillo.
Evan es sumamente atractivo, su mirada azulada era muy misteriosa y atrayente, al igual que su personalidad, él era un buen novio... Cariñoso y fiel... Sin embargo, faltaba algo. Él no es Alec... Él no logra acelerar mi lento corazón como Alec lo hace.
—Al parecer fallé —me sentí incómodo cuando dijo eso sin dejar de caminar, su voz era burlona pero sé que no le hace gracia.
—Evan yo... l-lo s-siento mucho... —me disculpé dejando de caminar, él se detuvo y se giró a verme, suspiré nervioso cuando me puso las manos en el rostro y me miró con una sonrisa, me alejé lentamente. Cada vez que me agarraba el rostro así y me sonreía como si yo fuese un niño pequeño era para decirme que todo estaría bien...
Pero esto no estaría bien.
—¿Crees que te odio o algo así? —preguntó saliendo al balcón y mirándome de reojo, me quedé en silencio. No estoy seguro de si me odia o no...
Me abracé a mí mismo y caminé desanimado hacia su lado. No quiero que me odie, a pesar de todo le tengo cariño.
—No lo hago —dijo girándose hacia mí, evitando su mirada observé hacia abajo mientras sentía el viendo golpearme, cerré los ojos por un momento al sentir un extraño martilleo en mi cabeza, abrí los ojos y miré a Evan, él estaba observando al cielo, mi cabeza dolía demasiado.
—E... Evan... —lo llamé, él me miró y se sorprendió, comencé a temblar y ver todo dar vueltas.
—Luke, ¿qué haces aquí? —me giré hacia la puerta del balcón, Alec estaba allí parado mirándonos con el ceño fruncido, sin esperar un segundo más caminé hacia él y lo abracé con fuerza. Es la primera vez que experimento un dolor de cabeza desde que soy vampiro, era mil veces más intenso que el de un humano.
—M-Me duele la c-cabeza —dije a punto de llorar mientras miraba a Alec, él se sorprendió y miró fríamente a Evan.
—¿Qué le hiciste? —comencé a negar cuando le preguntó eso, giré un poco la cabeza y miré a Evan, él nos miraba secamente en silencio.
—Él n-no me h-hizo n-nada —dije agarrando a Alec del brazo cuando se alejó de mí e iba hacia Evan, segundos después lo solté y me agarré la cabeza mientras lágrimas saladas y sangrientas salían de mis ojos.
En medio de todo el dolor que estaba sintiendo a mi mente llegó el sabor extraño que tenía el pastel, apreté los dientes con rabia y comencé a caminar hacia el salón mientras mi instinto asesino crecía. El "sabor extraño" del pastel me recordaba al sabor de las frutillas negras que hay en el bosque de Infernus, hace unos años mi padre llevó un par a mi casa, comí una y me dieron fuertes mareos, pero nunca un dolor de cabeza como este...
—¡Luke! —ignoré los llamados de Alec y Evan y seguí caminando mientras ellos me seguían.
—¿Quién e-es el t-tipo del c-cabello azul? —pregunté con molestia mientras miraba alrededor en el comedor, todos se habían dispersado, miré la mesa, las chicas del servicio estaban recogiendo los platos vacíos.
—¿Darrell? —preguntaron Alec y Evan al unísono, los miré, los dos estaban mirándome con confusion, asentí.
Me acerqué a la mesa y miré el plato de cristal donde había estado el pastel, los únicos en comer de él fuimos el peliazul y yo.
—Es mi primo, ¿por qué? —miré a Alec, Evan se había quedado callado, lo miré con sospecha al notar lo incómodo que se veía. ¿Acaso él sabe algo?
—... mátenme ahora mismo...
Los tres miramos hacia la puerta, "Darrell" venía casi arrastrándose, se veía igual que yo, sus mejillas estaban llenas de sangre, él me miró con sorpresa y compasión, no dije nada al verlo acercarse a mí mientras hacia un puchero.
—El pastel que prácticamente nos tragamos tenía...
—Frutillas de Infernus... —lo interrumpí aun sorprendido, él asintió y me miró con interés. Creí que él había armado todo esto contra mí... Me arrepiento de haber pensando así de él, ni siquiera lo conozco.
—¿Cómo pasó esto? —preguntó Evan pensativo, miré a Alec, él soltó un resoplido y negó varias veces, luego él y Darrell se miraron con pesar.
—Caleb —dijeron los dos con molestia, me llevé una mano a la cabeza y cerré los ojos por un momento. Había olvidado las bromas pesadas de Caleb.
Gruñí al escuchar su risa malvada en el segundo piso, abrí los ojos cuando escuché a Darrell bostezar, se veía extremadamente asueñado, resoplé, eso no tardará en pasarme...
—N-No me he presentado... soy... D-Darrell —dijo mientras se tambaleaba hacia mí y extendía la mano, se la estreché mientras sentía mis ojos ir cerrándose, aún así logré ver las marcas doradas que él tenía tatuadas en su brazo. Creo que he visto eso antes, pero no recuerdo donde...
—Yo... soy... Luke —dije con cansancio, él asintió repetidas veces, miré a Evan, él estaba mirándonos con una sonrisita de diversión, lo miré mal y su sonrisa desapareció, en cambio en su mirada había ternura.
Negué y caminé hacia Alec, el pelirrojo me sostuvo de la cintura cuando sin quererlo me recosté de su pecho. Tenía mucho sueño...
—Hora de dormir —dijo con duda mi novio, asentí embobado, él me cargó en sus brazos con mucha facilidad, avergonzado miré a los demás, Evan no dejaba de mirarme, cosa que me ponía muy incómodo.
—Cargame así, tonto —se quejó infantilmente Darrell cruzándose de brazos, Evan arqueó una ceja y agarrándolo de un brazo caminó hacia la puerta.
—Se te pasará en unos minutos, dramático... buenas noches —se despidió sin mirarnos una última vez, Darrell iba quejándose mientras Evan se lo llevaba, bostecé y miré a Alec. ¿En unos minutos? Eso sería imposible...
—¿Aun te duele la cabeza? —preguntó mi novio mientras caminaba fuera del salón, negué lentamente y cerré los ojos. El dolor se había ido, sin embargo, tenía una especie de sueño extremo. —Caleb ha ido muy lejos esta vez —asentí de acuerdo con él, abrí los ojos cuando abrió la puerta de nuestra habitación, él entró y cerró con su pie, me dejó en la cama y me quitó los zapatos.
—Quédate conmigo —le pedí quitándome el pantalón para estar más cómodo, él me miró y asintió mientras se acostaba a mi lado, lo abracé. —Te amo —él me dio un beso en la frente y me acercó más cuando dije eso.
—Yo también te amo —respondió suavemente, sonreí y dejé que el sueño me envolviera...
Chris
Podía sentir sobre mí las miradas de Evan, Caleb y el chico que conocí hace unas horas y que también es mi primo, Darrell. Los tres me observaban con disimulo mientras me comía un cupcake de chocolate, levanté la mirada de este y los observé a ellos con una ceja arqueada, los tres estábamos en la sala de estar. Caleb me sonrió dulcemente, Evan me miró con interés y Darrell miró con fascinación el cupcake mientras se restregaba los ojos. ¿Es idea mía o parece tener sueño?
—¿De qué están hechos estos misteriosos bocadillos? —preguntó tomando uno y examinándolo con la mirada, me llevé una mano a la boca y me reí.
—¿Harina, azúcar, huevos y chocolate? —dije con duda, no sabía como se hacían exactamente, y mi paladar no está muy desarrollado como para saberlo con solo una saboreada. Darrell asintió fascinado y se llevó uno de mis cupcakes a la boca.
—Cómetelo todo, querido... —Darrell se detuvo antes de morderlo cuando Caleb le dijo eso con malicia, Evan le quitó el cupcake a Darrell y negó.
—¿Quieres sentirte peor? Esto sabe como toda comida humana, a tierra y estiércol —dijo el pelinegro con un tono de desprecio que me fastidió, fruncí el ceño y decidí mantenerme en silencio para no soltar alguna estupidez.
—Para los humanos esto es delicioso —no pude contenerme de decir eso con un tono defensivo, Evan me observó con una ceja ligeramente arqueada.
Sin dejarme intimidar lamí el chocolate que tenía encima mi cupcake, él no apartó la mirada hasta segundos después que se puso a mirar a Darrell. Me puse en alerta cuando sentí una gran fuerza oscura cerca de mí, los demás lucían impasibles y ajenos a lo que yo sentía. Es tal y como había pasado cuando Cairus fingió ser mi padre. Miré a Evan con sospecha, él miraba pensativo sus manos, no sentí nada raro en él, pasé la mirada a Caleb, el rubio tenía una sonrisita malvada e infantil mientras comía bombones de sangre, junté las cejas. Se ve un poco sospechoso pero sentía que la oscuridad no provenía de él. Y por último, miré al peliazul.
Darrell estaba abrazándose a sí mismo mientras miraba seriamente a Caleb, fruncí el ceño. La oscuridad era él, lo miré con más concentración y me quedé atónito, su cuerpo desprendía mucha energía negativa en este momento. Miré su rostro con sospecha, él no es un vampiro común y corriente.
—¿Te pasa algo? —le pregunté cautelosamente, cuando me miró me dio un escalofrío, sus ojos rojos cambiaron a dorados por un segundo, pestañee varias veces con incredulidad y me quedé en el aire al ver que estaban rojos.
—Estoy bien... —dijo con una sonrisa tierna, asentí no muy convencido del todo, él miró a los demás sin expresión alguna. —Tú y Alec son casi iguales —mencionó con curiosidad, asentí pensando en mi hermano, la diferencia más grande que tenemos es que él es más alto y tiene el cabello más largo.
Miré hacia la ventana, tenía la esperanza de que Jack hubiese estado invitado a la cena, pero al parecer solo era una reunión familiar. Me sorprende que mis primos me hayan aceptado con tanta calidez, excepto Evan, creo que me odia...
En cuanto terminé de comer mis cupcakes me levanté, Darrell me miró y pestañeó varias veces como le costara tener los ojos abiertos.
—... yo... ya me voy a dormir —dije con duda, Darrell asintió y se acomodó mejor en el sofá.
—¡Chris! ¿No vamos a pasear por los jardines? —preguntó Caleb haciendo un puchero, le sonreí nervioso y negué.
—Está muy oscuro afuera... y tengo sueño —dije con pena, él se cruzó de brazos y me miró con ojos de cachorrito, negué mientras bostezaba. Necesitaba sangre... —Lo haremos mañana, adiós —me despedí rápidamente y corrí hacia la puerta antes de que insistiera.
Mientras caminaba por el pasillo sentí la mirada de alguien sobre mí, miré hacia atrás y no me sorprendió ver que estaba solo, no sentía ninguna aura cerca, sin embargo, una mirada sí.
Me apresuré en llegar a mi habitación. Lo último que quiero es que me aparezca Allistair otra vez...
En cuanto entré cerré la puerta y me quité los zapatos, mientras me desabrochaba el pantalón caminé hacia mi cama, casi me da un infarto al mirar hacia el balcón y ver a Jack allí parado observándome con satisfacción.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí? —le pregunté con curiosidad cuando entró en la habitación y cerró la puerta del balcón, él se encogió de hombros y caminó hacia mí con relajación.
—Unos minutos —respondió agarrando mi cintura, sus ojos rojos se posaron en los míos, me ardieron las mejillas al ver su sexy sonrisa ladeada.
Fruncí el ceño al ver que ocultaba su presencia, para él es muy obvio que mi familia no lo quiere por aquí.
—Todos dicen que eres muy fuerte ahora —mencioné vagamente soltando sus manos de mi cintura, él arqueó ligeramente una ceja y asintió con cautela. ¿Por qué no me dijo que la marca también servía para compartir poderes?
—Tienen razón —respondió sin problema, me sorprendí, me senté en la orilla de la cama y miré a mi novio.
—Creen que podrías hacer cosas malas con ese poder —solté esta vez con cautela muy pendiente de cuál sería su reacción, él se quedó pensativo y se rio un poco con una mirada sádica, fruncí los labios.
—También tienen razón en eso, si quisiera podría atacar yo solo este lugar y no creo que estén preparados para detenerme...
—¡Jack! —exclamé con regaño, él había sonado muy altanero diciendo aquello, me miró y sonrió.
—Dije "si quisiera"No he dicho que lo haré —dijo acercándose a la cama, suspiré pesadamente y lo miré cuando se acostó a mi lado.
—Si llegas a hacerlo no nos dejarán estar juntos —murmuré muy consciente de eso. Estoy seguro de que mi familia hará hasta lo imposible por alejarme de él, y yo no creo poder soportar tanto dolor otra vez. Jack se quedó mirando al techo y sonrió un poco.
—Con este poder nadie podrá alejarte de mí... —dijo con confianza girándose hacia mí, me acerqué a su cuerpo y bostecé.
—Aún así... no quiero que le hagas daño a mi familia —contesté seriamente, él se quedó callado y enterró sus dedos en mi cabello.
Sonreí extasiado y cerré los ojos, se sentía muy placentero la forma en que acariciaba mi cabello. Sentí que se me nublaba la mente...
—Yo debo ser tu única familia...
Abrí los ojos de golpe al escuchar eso, mi corazón se había acelerado y un sudor frío recorrió mi espalda, miré a Jack, él se veía sorprendido.
—¿D-Dijiste a-algo? —pregunté sintiéndome nervioso, él negó lentamente, tragué duro sin creerle. Esa había sido su voz, sonaba dulce pero también fría y extraña.
—¿Qué escuchaste? —preguntó extrañado, lo miré fijamente, él lucía realmente confundido, fruncí el ceño. ¿Aluciné esas palabras?
—Nada importante —dije sonriéndole con calma, él se quedó mirándome pensativo, me aclaré la garganta. —Jack... necesito algo de ti... —en cuanto dije eso me miró con picardía, sonreí y negué. —No hablo de eso...
—¿Entonces de qué? —preguntó con interés, me relamí los labios y miré fijamente sus ojos rojos.
—Necesito el libro de las marcas —solté rápidamente, él me miró sin expresión alguna, me preocupé cuando su mirada se volvió oscura y tenebrosa.
—¿Y para qué quieres ese libro? No... ¿para quién lo quieres? —me sorprendí al escuchar su última pregunta, él me miraba esperando una respuesta.
Sentí más curiosidad que antes por ese libro. Mi padre y Caleb habían regañado a Evan cuando lo mencionó, Caleb se veía algo preocupado cuando habló de el y ahora Jack había cambiado de actitud en cuanto dije que necesitaba el libro.
—¿Por qué piensas que es para alguien? Solo quiero saber más sobre nuestra marca —dije a la defensiva, él no apartó la mirada logrando que me pusiera nervioso.
—Alguien debió haberte hablado de el, ¿quién fue? Y si quieres saber algo yo puedo decírtelo... —respondió levantándose de la cama, entrecerré los ojos. ¿Por qué no quiere que yo tenga el libro?
—¿Así como me dijiste que podíamos compartir el poder? —pregunté sarcásticamente, él se pasó una mano por el cabello y me miró con cautela, me levanté de la cama y lo miré mientras me cruzaba de brazos.
—No puedo darte el libro —se negó, arqueé las cejas.
—¿Por qué? ¿No quieres que sea tan fuerte como tú? —pregunté con enojo, él ni se inmutó, soltó un suspiro y dejó de ocultar su presencia.
—No discutiré contigo Chris y no te daré el libro así que ya no insistas —dijo caminando hacia la puerta, lo seguí con fastidio.
¿Qué rayos pasa con él? Está siendo egoísta...
Resoplé, es Jack. Él es así.
—¿A dónde se supone que vas? —pregunté caminando a su lado, él me miró y sonrió sádicamente.
—A acabar con to... —le di un manotazo antes de que terminara de hablar, él me miró con ternura aunque pude notar preocupación en sus ojos. —Solo quiero hablar con tu padre. Chris... confía en mí, si no quiero darte el libro es porque sé el daño que podría causarte...
Me detuve al escucharlo, él también se detuvo y se giró, había honestidad en su mirada.
—Este poder... podría destruirte... —dijo mirándose las manos, me asusté cuando todas las venas de sus brazos se pusieron negras, bajé la mirada y asentí sintiéndome culpable por haber pensado que estaba siendo un egoísta.
Me acerqué a él y haciendo un puchero lo abracé.
—Perdóname —dije sin soltarlo, él posó una mano sobre mi cabeza, levanté la mirada, él acarició mis mejillas.
Sus manos se detuvieron justo cuando sentí una extraña aura cerca de nosotros, miré hacia la sala con confusión al escuchar una risita, miré a Jack, él estaba mirando fijamente hacia allá, noté como su mirada se enfriaba, lo seguí cuando comenzó a caminar.
—¿Creíste que unas cuantas frutillas me harían daño? —desde el pasillo pude escuchar la voz de Darrell y la risa de Caleb.
—Bastante mal que estabas hace un momento —se burló Caleb.
En cuanto nos paramos en el marco de la puerta mis ojos fueron a Darrell, el aura extraña era la suya, el peliazul estaba recostado de la pared mirándonos con curiosidad, miré a los demás, Caleb y Evan estaban sentados en sillones al igual que mi padre, el cual nos miraba sin expresión, vi a Lawriett sentado a su lado, el rubio tenía sus ojos en Jack.
—Jackson Blair... finalmente te conozco —miré a Darrell cuando dijo eso encantado, Jack soltó una baja y amarga risa mientras se adentraba en la sala, sentí una extraña tensión en el ambiente.
—¿Es en serio? ¿Tanto miedo me tienes como para traer aquí a un semidiós? —preguntó Jack mofándose mientras miraba a mi padre, boquiabierto miré a Darrell, él sonrió, vi que sus colmillos desaparecieron. No es un vampiro... Es... Es casi un Dios. Miré a Jack con preocupación, no es seguro para él estar aquí.
—¿Qué te hace pensar que está aquí por ti? No te creas tanto —respondió mi padre con una ceja arqueada, Jack bufó y se acercó a mí.
—¿Sabes por qué estoy yo aquí? Porque siento cada vez que alguien intenta hacer algo contra la marca... Si piensas que él podrá quitarla entonces estás muy equivocado —Jack dijo esto último mirando a Darrell. Caleb, Evan y yo lucíamos sorprendidos. Ni siquiera me había dado cuenta de que Darrell intentó algo contra la marca, aunque si noté que me miró mucho la muñeca durante la cena.
—No me subestimes Jackson, podría borrar esa marca, si te mato estoy seguro de que desaparecerá contigo —asesiné a Darrell con la mirada cuando dijo eso sádicamente, Jack arqueó una ceja. Darrell había dejado de ser el chico amable que conocí hace unas pocas horas.
—Y yo estoy seguro de que tú no tardarás en desaparecer también si haces eso —dije con frialdad, todos me miraron con asombro, Jack sonrió y Darrell me miró con tentación y se aclaró la garganta mientras se remangaba la camisa dejando a la vista sus brazos llenos de marcas doradas, tragué duro. Solo a mí se me ocurre amenazar a un semidiós.
—Bueno chicos, creo que debemos relajarnos un poco —dijo Caleb rápidamente mientras se levantaba, agarré a Jack de un brazo y miré a los demás con fastidio, Darrell nos miró y luego a mi padre, el cual negó, después infló las mejillas y se sentó en un sillón enfurruñado. Lawriett lanzó un resoplido y se levantó, lo seguí con la mirada cuando caminó hacia la puerta.
—¿Irás a ver a tu zorra?
Lawriett se detuvo cuando Evan preguntó eso fríamente, mis ojos se abrieron como platos, escuché los dientes de Jack apretarse. No creo que Evan esté hablando de Amy...
—Evan, ¿tú por qué te metes en eso? —le preguntó secamente Darrell a la vez que lo miraba con confusión, al parecer no soy el único perdido aquí.
Di un respingo cuando Lawriett en menos de un segundo tenía al pelinegro agarrado del cuello, sus ojos verdes estaban vacíos, parecían los de un asesino, Evan estaba mirándolo con odio. ¿Qué rayos está sucediendo aquí?
Caleb se acercó rápidamente cuando el brazo de Lawriett comenzó a llenarse de la sangre de Evan.
—¡Lawriett, suéltalo! —exclamó con preocupación, Evan seguía mirándolo con odio, Lawriett miró hacia mí, inconscientemente me acerqué más a Jack al sentirme asustado, Lawriett dejó de mirarme y soltó a Evan.
—No vales la pena —dijo antes de darle una última mirada y salir por la puerta. Sentí odio hacia Evan, no me gustó ni un poco que se refiriera de esa forma tan despectiva hacia Cairus.
Miré a mi padre, él se había quedado mirando hacia la puerta.
—Vámonos —le pedí a Jack al ver como observaba a Evan, como si quisiera descuartizarlo. —Jack —dije jalándolo levemente del brazo, él me miró y se dejó llevar por mi hacia la puerta.
Caminamos en silencio por el pasillo, dentro de mí me sentía afligido, sentía que no estábamos seguros... No mientras ellos estén aquí. Darrell es sumamente poderoso y peligroso...
—Llévame a Infernus —le pedí a mi novio con súplica, él se detuvo y me miró con el ceño fruncido, mis ojos se llenaron de lágrimas. Tenía miedo de lo que podría pasarle aquí. —Quiero estar allá, contigo...
Jack miró hacia uno de los ventanales con sorpresa y molestia.
—Ahora mismo hay problemas allá, no es seguro que vengas conmigo —dijo mirándome, supe que hablaba muy en serio al sentir su aura volverse aún más fría de lo que ya era.
—¿Problemas? ¿Cuáles problemas? ¡L-Lawriett fue hacia allá! —exclamé siguiéndolo cuando fue hasta la puerta principal, él se giró y negó lentamente.
—Estoy aquí —miré asombrado hacia atrás, Lawriett estaba mirándome con una ceja arqueada, cuando él miró a Jack su ceño se frunció, el rubio maldijo en voz baja, caminó rápidamente hacia la puerta y salió sin decir nada.
—Dime qué está pasando —dije mirando hacia los ojos rojos de Jack, él hizo una mueca.
—¿Recuerdas a Allistair? —asentí ante su pregunta. Allistair es el hombre de cabello rojo que encontré en el pasillo. Jack me había dicho que Allistair era muy peligroso y que si lo veía debía correr lejos de él... —Está allá.
Cuando dijo eso me quedé unos segundos mirándolo. Recordé sus palabras y comprendí por qué Lawriett salió de esa manera de aquí, Cairus y Allistair no se llevan nada bien...
Me quedé callado cuando él se acercó y tras alzar mi mentón me dio un beso en la boca.
—Cuídate —le pedí en voz baja, él sonrió y asintió. Sabía que aunque le pidiera que se quedara él no lo haría, Cairus es como su hermano. No lo dejaría solo.
Lo observé salir por la puerta, me mordí el labio con mucha fuerza y controlé mis ganas de ir tras él. Suspiré y me di la vuelta, casi me caigo al ver a Darrell parado al pie de la escalera, él sonrió y se acercó a mí...
—Ahora Chris, hablemos...
Cairus
Observé desde el balcón como Nathaniel y los demás niños jugaban en el patio lanzándose una pequeña pelota blanca. No lograba comprender por qué les gustaba jugar cuando oscurecía tanto, las únicas luces que los iluminaban eran las que salían de la mansión por los grandes ventanales, traté de no sonreír cuando el pequeño rubio me miró y se mordió el labio en un gesto nervioso.
—¡Cai! —agité suavemente una mano cuando los niños me llamaron, les sonreí.
Miré más allá, aun a través de la niebla y la oscuridad pude ver el palacio donde estaba Lawriett, rodé los ojos, llevó horas preguntándome si vendrá hoy...
Gruñí. ¿Para qué quiero yo que venga ese estúpido?
—¿Te digo lo que pienso?
—No, ahórratelo —respondí cuando Zack se paró a mi lado, de reojo lo vi sonreír.
—A ti te sigue volviendo loco Lawriett —canturreó con diversión, resoplé. ¿Cree que no lo sé?
—A ti te vuelve loco un niño con complejo de psicópa...
—¡Oye! —me callé y me reí cuando Rin me interrumpió, miré hacia atrás, el castaño estaba recostado en el sofá asesinándome con la mirada, Zack se acercó a él y la mirada del pequeño se volvió dulce. Negué varias veces y miré hacia afuera.
Fruncí el ceño al ver que Nathaniel se había quedado mirando hacia el bosque con alerta, supe que algo andaba mal cuando le ordenó a los demás que entraran, abrí las puertas del balcón y salí, aspiré el aire y entrecerré los ojos. Debo estar alucinando...
—¿Sientes eso? —no respondí a la pregunta sorprendida de Zack. Por supuesto que lo sentía. Mi cuerpo se sentía pesado y frío, y sentía... miedo...
—Nathaniel —lo llamé, él me miró y asintió con seriedad, luego caminó hacia el interior.
Sacudí la cabeza con rabia evitando recordar el pasado. No me giré al sentir la presencia de Nate.
—Tendremos un invitado especial esta noche...
Apreté con fuerza la barandilla del balcón, una sonrisa se formó en mis labios al sentirla romperse entre mis manos, imaginé que era el cuello de aquel hombre de cabello rojizo que salió de entre los arboles y me miró desde abajo sin expresión alguna.
Te estuve esperando...
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