Cáp. 28- Flecha
Chris
Asentí con convicción hacia mi madre a pesar de que ni siquiera sabía de qué me estaba hablando, mi atención estaba puesta en Jack, el cual llevaba un buen rato observando hacia el exterior desde uno de los ventanales, parecía estar sumido en sus pensamientos.
—... ellos también son príncipes... está de más decirte que debes causar una buena impresión... —miré a mi madre con extrañeza, ella estaba observándome con el ceño fruncido, asentí sonriendo un poco nervioso. ¿Qué había dicho? —Ya puedes ir a cambiarte —dijo negando con la cabeza.
—Gracias —respondí aliviado, le di un beso en la mejilla y caminé rápidamente hacia mi habitación mientras ella me miraba, estaba loco por quitarme esta ropa.
Observé de reojo que Jack ahora me estaba mirando fijamente, lo miré mordiéndome el labio y reprimí una sonrisa coqueta mientras salía del salón, él pareció sorprenderse. Me desvié del camino hacia mi habitación y caminé distraídamente por los pasillos, sonreí juguetonamente, sabía que él estaba siguiéndome, miré hacia atrás y aceleré el pasó al ver que efectivamente venía, él arqueó una ceja y con una sexy sonrisa me siguió.
Corrí levemente por un largo pasillo y doblé por varios más, tras unos segundos me detuve y me recosté de la pared a esperar que Jack apareciera. No está mal juguetear y relajarnos un poco...
Me estremecí cuando las ventanas del balcón que había a unos pasos de mí se abrieron a causa del fuerte viento, observé las cortinas blancas moverse suavemente, arqueé las cejas al distinguir una sombra moverse en el balcón. O mis ojos me engañan o había alguien ahí...
Con curiosidad caminé lentamente hacia allá, no sentía ningún aura provenir de ese lugar, me quedé estupefacto cuando me paré frente a las puertas abiertas, sí había alguien.
Allí estaba un hombre de unos veinticinco años recostado de la barandilla del balcón, lo que me asombró fue su físico, su cabello era rojizo y largo, este le llegaba hasta los hombros, sus ojos eran azul cielo y su rostro parecía el de un ángel, su piel era blanca y parecía de porcelana, sus labios eran levemente gruesos y rosados, el hombre estaba mirándome a los ojos con sorpresa, vi que estaba vestido de negro.
—¿Quién eres? —pregunté saliendo de mi embobamiento, el hombre se paró en la barandilla del balcón sin mucho esfuerzo y me miró sin expresión.
—Príncipe Christoper —murmuró con satisfacción, arqueé las cejas. Sabe quién soy... —Eres más atractivo de lo que imaginé —soltó con una sonrisa ladeada, me sorprendí, su voz me hizo sentir un nudo en el estómago. Era fría y vacía.
—D-Dime q-quien eres —demandé saber cruzándome de brazos, mi voz sonó un poco asustada sin quererlo, tragué duro. ¿Por qué sentía tanto miedo de repente? El hombre me miró con curiosidad y sonrió de tal forma que logré ver sus afilados colmillos.
—Me llamo Allistair —respondió extendiendo su mano hacia mí, me quedé estático mirando desde su mano hasta su rostro, su mirada no me inspiraba confianza, sus ojos cambiaron a un azul más oscuro al ver que no tomaba su mano, él se la metió en uno de sus bolsillos y chasqueó la lengua.
—¡Chris! —escuché a Jack llamarme así que miré hacia donde provenía su voz.
—Nos veremos luego, Christoper —se despidió Allistair, miré al frente, él ya no estaba, un poco confundido miré alrededor esperando verlo, pero no habían rastros de él. Allistair...
Cerré las puertas del balcón cuando el viento se volvió muy fuerte, miré a la izquierda al escuchar los pasos de Jack.
—Eres un vampiro muy travieso —dijo mi novio con una sonrisa mientras se acercaba y me aprisionaba contra la pared, me relamí los labios, seguía nervioso por ese extraño encuentro.
—H-Había un h-hombre en e-el balcón —susurré, Jack frunció el ceño, suspiré. Seguro pensará que sigo paranoico por lo del baño.
—Chris... —chasquee la lengua al escuchar su tono comprensivo, él se calló y me miró con duda.
—Jack, había un hombre en el balcón, era real, me dijo que se llamaba Allistair —dije cruzándome de brazos y mirándolo con seguridad, él se quedó en completo silencio, arqueé las cejas al ver que estaba perplejo. —¿Lo conoces? —pregunté con interés, él asintió lentamente mientras salía al balcón, me recosté de la pared y me quedé observándolo con curiosidad mientras él miraba alrededor.
—¿Qué más te dijo? —preguntó sin mirarme. Se veía muy tenso y en alerta. Allistair debe ser alguien muy peligroso para que Jack se ponga así.
Pensé seriamente en si decirle o no exactamente lo que el extraño hombre me había dicho.
—... que yo era más atractivo de lo que pensó —susurré en un hilo de voz, Jack se quedó quieto y tras unos segundos se giró lentamente hacia mí, tragué duro al ver su fría expresión.
—¿Algo más? —preguntó, sentí que su voz me helaba los huesos, negué lentamente, él miró alrededor otra vez.
—Se ha ido —le dije entrando mis frías manos en mis bolsillos, Jack salió del balcón y cerró las puertas de este con seguro.
Cuando se giró hacia mí vi su dura expresión, él cerró los ojos por un momento, me alarmé al sentir que su aura se desvanecía.
—¿J-Jack? —pregunté tocando su hombro con un dedo, él no abrió los ojos. Pareciera que abandonó su cuerpo...
¿Eso es posible?
Suspiré y me recosté nuevamente de la pared hasta que Jack decidiera volver en sí. Debí quedarme callado hace un rato.
Fruncí el ceño cuando me pareció escuchar risas infantiles al otro lado del palacio, sacudí la cabeza y miré a Jack, me acerqué rápidamente cuando abrió los ojos.
—El maldito sabe ocultarse —murmuró con pesar, me relamí los labios y lo miré expectante.
—¿Qué fue eso? ¿Dónde estabas? —pregunté preocupado, él arqueó las cejas y sonrió un poco.
—Creo que tendré que darte clases —dijo con diversión, en cambio a mí no me hizo gracia, me sentí avergonzado.
Él debe pensar que soy un estúpido. No sé mucho sobre los vampiros, ni siquiera sé mucho sobre los humanos. Suspiré, no quiero regresar al instituto vampiro, si lo hago estaré lejos de Jack.
—¿No te avergüenza tener un novio tan estúpido? —pregunté con la cabeza agachada, mis mejillas ardían de la vergüenza.
—No eres estúpido —cuando dijo eso me encogí del hombros, sé que lo dice para no hacerme sentir mal.
—No mien... —me callé al levantar la mirada y ver como estaba observándome, estaba serio. Suspiré cuando él acarició una de mis mejillas con sus frías manos.
—No te miento, Chris... en comparación con los demás y conmigo, tú no llevas mucho tiempo siendo vampiro, es normal que no sepas ciertas cosas... eso no te hace estúpido —él no apartó la mirada de mí en ningún momento, eso me hizo sonreír levemente.
—Me pondré a estudiar —dije con decisión, ahora quien sonrió fue él, no dije nada cuando me tomó de la cintura y me abrazó, las mariposas en mi estómago no se hicieron esperar.
Me pareció un poco extraña la forma en la que me estaba abrazando, él pegó su mejilla de mi cuello y la sobo levemente contra mí, como si quisiera calentarse...
—¿Tienes... frío? —pregunté confundido, él asintió dejándome muy sorprendido y sin saber qué decir. Un vampiro con frío...
Eso sí lo sé. En realidad no es algo poco común. Un vampiro puede sentir frío cuando pensamientos negativos muy fuertes están invadiendo su mente, cuando se siente vacío o por otras razones más que no son para nada buenas.
—Vamos —dije tomándolo de la mano y caminando por el pasillo, Jack me siguió con confusión. ¿En qué estaba pensando que lo hacía sentirse así?
Ignoré las miradas curiosas de mi madre cuando nos vio, le sonreí con inocencia haciéndola arquear una ceja, miré alrededor con disimulo. Mi padre no estaba a la vista...
—¿A dónde vamos? —preguntó Jack con curiosidad.
—Ya verás —dije caminando hacia la puerta con prisa. En cuanto salimos al patio eché a correr sin soltarlo, él me miró sorprendido y me siguió el paso.
Respiré hondo el frío y fresco aire que había, Jack me miró y sonrió, caminé rápidamente hacia uno de los jardines del palacio. Desde mi habitación había visto uno que me llamó la atención más que los otros. Además ese era el que estaba más alejado.
Miré con fascinación la entrada, Jack y yo pasamos por unos cinco arcos de rosas para adentrarnos en el inmenso jardín, En esta ciudad la mayoría de las rosas son negras, pero en este jardín hay de todos los colores, lo cual lo hacía un lugar muy especial. Observé a una poca distancia un pequeño lago, agarré la mano de Jack y caminé hacia allá con emoción, tragué duro al sentir su mano como un bloque de hielo. Tal vez no fue buena idea salir...
Observé los tablones de madera negra que sobresalian del lago, solté la mano de Jack y me quité los zapatos, lo miré, él estaba observándome con una ceja arqueada.
—Quítate los zapatos —dije como si fuese obvio, él se rió por lo bajo y se quitó los zapatos, tras subirnos los pantalones un poco los dos caminamos hacia los tablones, nos sentamos en uno y metimos los pies en el agua, abrí mucho los ojos al sentir el agua tibia, miré a Jack, él miraba con atención el agua.
—Ese Allistair... ¿quién es? —pregunté acercándome más a él, Jack alzó la vista al cielo e imitó un suspiro.
—Allistair... era uno más de nosotros, desapareció hace un tiempo sin razón aparente, él lastimó mucho a Cairus... no sé qué le hizo pero Cairus cambió completamente, intentó ir tras Allistair, decía que lo mataría, todos estábamos sorprendidos por eso, ellos eran como hermanos, Nate le prohibió ir tras él, pero Cairus ignoró la orden e intentó matar a Charls, a mi hermano y a mí cuando quisimos detenerlo... no he visto a Allistair desde hace años... pero sé que ya no es el mismo Allistair que conocí... quizás ni siquiera lo conocí de verdad...
Escuché con atención todo lo que dijo, en su tono había un poco de amargura, lo miré, él estaba observando fijamente las hojas que habían caído en el lago.
Aunque Jack quiera parecer indiferente pude notar el dolor en su voz cuando mencionó que Cairus intentó matarlos.
—Entonces Allistair puede ser peligroso... —dije meciendo suavemente mis pies, Jack me miró e hizo una mueca.
—Allistair es muy peligroso... si vuelves a encontrarte con él... grita y corre —dijo con el ceño fruncido mientras me miraba fijamente, asentí lentamente.
Los seres más hermosos pueden llegar a ser de los más peligrosos.
Pensé mirando a mi novio, recordé lo frío que era conmigo cuando estábamos en el instituto.
Tomé su mano y mi corazón se aceleró al notar que ya no estaba tan fría, entrelacé nuestros dedos, sabía que los ojos rojos de Jack estaban puestos en mí, al levantar la vista sonreí levemente, sus ojos se veían cálidos.
—¿Qué me has hecho? —susurró él acercando sus labios a mi boca, sonreí aún más y tras poner mis manos en su cuello lo besé, sus labios se movían con suavidad y delicadeza, cosa que me dejó sorprendido y encantado, mis mejillas estaban muy calientes.
—¿Soy solo yo o hace calor aquí? —fruncí el ceño al escuchar la voz de Alec justo al lado de nosotros, cuando me separé de Jack en menos de un pestañeo Alec nos empujó hacia el lago, miré sorprendido a Jack bajo el agua, tragué duro, su cabello blanco se movía de una manera hermosa.
Me quedé embobado mirándolo, él tenía una expresión de pocos amigos mientras miraba hacia arriba, me mordí el labio cuando se quedó mirándome, me llevé una mano a la boca y subí rápidamente a la superficie por falta de oxígeno.
Respiré con fuerza cuando subí, asesiné a Alec con la mirada, él tenía una sonrisa burlona, a su lado estaba Luke con una sonrisa igual, Jack resopló cuando subió.
Suspiré de relajación al sentir el agua tibia del lago, miré a Jack y noté que él no se veía muy disgustado, parecía que le gustaba el agua así. Tragué duro al sentir que el agua se iba volviendo cada vez más caliente...
—No se ven enojados Luke —murmuró Alec llevándose una mano a la barbilla, Luke lucía tan confundido como él.
—Idiotas —dijo Jack negando y acercándose a mí, cerré los ojos un momento cuando mi cabeza comenzó a dar vueltas, los abrí cuando Jack me tomó de la mano y como si yo fuese un niño pequeño me llevó hasta la orilla, mis mejillas estaban cálidas y me sentía más que mareado. El agua tan caliente no es buena para mi parte humana.
Me tiré en el verde césped, Jack me quitó la parte superior del traje y sentí que volvía a respirar con calma cuando el frío viento chocó contra mi pecho.
—A veces olvido lo humano que eres —soltó Alec acercándose y rascándose la nuca, Jack lo fulminó con la mirada y apartó el cabello mojado de mi frente.
—¿Quieres ir adentro? —preguntó mirándome con preocupación, asentí lentamente, no me sentía para nada bien.
Jack me tomó en sus brazos y caminó de regreso al interior, Alec y Luke se quedaron hablando en el lago, miré a Jack, su expresión era dura, él me agarraba con mucho cuidado, cerré los ojos y me sostuve de su cuello.
Cuando volví a abrir los ojos ya nos encontrábamos en el baño de mi habitación, Jack me dejó recostado de la pared, allí comencé a quitarme el resto de la ropa en silencio mientras él abría la ducha.
—Volveré a Infernus... —dijo tras aclararse la garganta, él me miraba directamente a los ojos, negué y me mordí el labio inferior. —¿Necesitas ayuda para bañarte? —preguntó con calma, suspiré avergonzado. Quería pedirle que se bañara conmigo...
—N-No... v-vete, estaré b-bien —respondí caminando con lentitud hacia la ducha en bóxers, me giré antes de entrar bajo el agua fría, Jack me miraba con duda.
—Quizás es mejor que no te deje solo, no sabemos qué quiere Allistair o si volverá... —dijo pensativo, asentí tras unos segundos, oculté mi alivio al saber que no se iría, él me miró fijamente y se relamió los labios. —Solo iré a secarme y a cambiarme... serán unos minutos —añadió con cautela. Creo que ya sabe que no quiero quedarme solo...
Esta vez no dije nada, él se acercó y acarició una de mis mejillas, me eché lentamente hacia atrás para entrar bajo el agua y que no se notara lo sonrojado que estaba.
—No tardes —dije dándole la espalda, escuche un murmuro de afirmación de su parte, al no escuchar otra respuesta me bajé los bóxers mojados, cerré los ojos y me relajé con el agua fría, al sentirme tan relajado comencé a tararear mientras enjabonaba mi cuerpo.
Pegué mi frente de la pared y miré el piso blanco, fruncí el ceño al escuchar nuevamente risas de niños.
Me di la vuelta para salir de la ducha, casi resbalo por la impresión de ver a Jack parado en el marco de la puerta observándome.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté con curiosidad y vergüenza mientras tomaba mi toalla, él se encogió de hombros, me fijé en que su ropa seguía mojada.
—Grababa tu cuerpo desnudo en mi mente —en cuanto dijo eso sentí como todo el calor de mi cuerpo se alojaba en mi rostro, lo miré con bochorno mientras me anudaba la toalla en las caderas, él tenía esa seductora mirada que aceleraba mi corazón.
—Eso sonó muy cursi viniendo de ti —dije tratando de parecer relajado, él sonrió.
—Ya ves las cosas que me haces decir —soltó cruzándose de brazos, no pude evitar sonreír, caminé hacia mi habitación y me senté en la orilla de la cama, me relamí los labios cuando él se paró en la puerta, sus ojos rojos se veían hambrientos.
—¿No que ibas a secarte y a cambiarte de ropa? —pregunté arqueando una ceja, él caminó hacia mí mientras negaba.
—¿Quieres que me vaya? —preguntó en un susurro, su voz sonó ronca, tragué duro y negué lentamente, él sonrió mostrando sus colmillos, me llevé una mano al nudo de la toalla.
Contuve la respiración cuando se acercó y me recostó de la cama, besó mi cuello lentamente, escuché claramente como se aceleraba todavía más mi corazón, giré un poco la cabeza y ahogué un grito con mi mano cuando Jack clavó sus colmillos en mi cuello, lo abracé al sentirlo chupar mi sangre, gemí en voz baja mientras él bebía de mí, él bajó sus manos por mi cintura y mis caderas sin alejarse de mi cuello, escuché su frío corazón latiendo un poco debido a mi sangre. Eso me dejó paralizado por un momento, hasta que gemí nuevamente.
Cuando comencé a ver borroso sentí a Jack sacar sus colmillos y besar suavemente la herida. Él me miró desde arriba y sonrió un poco. Había algo diferente en la forma en que me miraba, el brillo en sus ojos era como el que tenía cuando era apenas un niño, se veía puro... Su mirada era pura.
Abrí mucho los ojos al sentir algo quemar mi muñeca derecha, la miré y me sentí extrañado, entrecerré los ojos con fuerza, todo estaba borroso, pero logré distinguir la pequeña marca dorada que se estaba formando en mi muñeca, era una flecha.
—¿Q-Qué me e-está pasando Jack? —le pregunté muy asustado, él se acercó y tomó mi rostro entre sus manos.
—Tranquilo... es algo que tenía que pasar... —dijo con voz calmante, lo abracé con fuerza al sentirme demasiado asustado, él acarició mi espalda suavemente, tomó la sábana y me cubrió con ella sin dejar de acariciarme. —Finalmente nos aceptamos por completo...
Me alejé un poco y lo miré con confusión, sus ojos rojos cobraron un color más intenso, miré hacia la puerta al escuchar que se abría, antes de caer inconsciente logré ver la seca expresión de mi padre parado en la puerta.
Cairus
Miré como Lawriett caminaba de un extremo a otro en la sala, parecía un león enjaulado, llevaba varios minutos así desde que Nate dijo que Allistair estaba cerca. Esa noticia me sorprendió mucho, pero no lo dudé ni por un segundo, si hay alguien de quien Allistair no puede esconderse es de Nate.
Negué rápidamente cuando me quedé mirando el cabello rubio de Lawriett cuando se lo echó hacia atrás, tenía ganas de acariciarlo. Me crucé de brazos y me controlé. Él no merece que lo acaricie.
—¿Esperas que Allistair entre por la puerta como si nada? —pregunté arqueando una ceja, él me miró fijamente y tras soltar un suspiro se sentó en el sillón que había en la esquina de la estancia.
—Bueno, no estaría de más... —dijo encogiéndose de hombros, negué, los dos miramos con expectación a Nate cuando entró en la sala, él caminó hacia un sillón y se sentó mientras se llevaba a la boca la copa de sangre que había traído consigo. Creo que esta es la tercera copa que se toma en el día, cosa que me resultaba extraña.
—¿Y...? —pregunté, él me miró con la cara en blanco y bebió lentamente, gruñí y me levanté.
Si pudiera salir de aquí hubiera ido tras Allistair sin pensarlo dos veces.
—-Mandé a cinco hombres a que lo buscaran —dijo con calma, rodé los ojos.
—¿Cinco hombres? ¿Es en serio? —pregunté rechinando los dientes, él asintió y me miró mal.
—No importa a cuantos mande, nunca lo encontrarán si él no quiere ser encontrado —gruñí al escucharlo, sabía que esa era la verdad pero me sentiría mejor si él se hubiera esforzado un poco más.
—Déjame ir a buscarlo —le pedí con un claro tono de súplica, sentí la aura de Lawriett oscurecerse más de lo que ya estaba.
—NO.
Fruncí el ceño cuando ambos dijeron eso a la vez, miré a Lawriett con escepticismo, él me estaba mirando con negación.
—Si voy o no ese no es asunto tuyo —dije con fastidio caminando hacia él, me detuve cuando se paró, su mirada era desafiante. —Ve a darle ordenes a tu zorra, no a mí —solté ácidamente, escuché como apretaba los dientes de la rabia pero no me importó.
—No irás a ningún lado —quise echarme a reír al escuchar tal cosa, él se veía todo serio, le sostuve la mirada, nos quedamos así casi un minuto hasta que me di la vuelta y caminé hacia la puerta con decisión. ¿Quién se cree que es para prohibirme salir?
Me dio un tic en una ceja cuando las puertas se cerraron estrepitosamente.
—Lawriett... abre la puerta —dije sin girarme, al no escuchar respuesta lo miré, él se había vuelto a sentar en el sillón, estaba vez en una posición relajada mientras me observaba, miré a Nate, el cual estaba leyendo tranquilamente un libro.
Sentí mi sangre hervir, ellos no comprenden lo que siento, no entienden que necesito matar a Allistair. Nadie me entiende.
—No te hagas ideas locas, no estamos contra ti o algo así, es solo no puedes ir por ahí sin ningún plan solo con ganas de matar a alguien que es más fuerte que tú...
Miré a Lawriett con indignación. "Alguien más fuerte que tú"
—Ahora soy más fuerte —dije confiado de mis habilidades, me molestó la forma en la que él me miró, con un poco de burla.
—Comprobemos eso... —dijo levantándose y arremangándose la camisa, resoplé y vacilé un poco. No creo que sea justo comprobar mi fuerza con él, aunque no me guste admitirlo se podría decir que él es superior a mí.
A pesar de que mis hermanos y yo seamos "príncipes" no descendemos de la línea real vampírica, nosotros éramos humanos. En cambio Lawriett posee sangre real, en otras palabras, él es parte de la verdadera realeza, no soy como un vampiro común y corriente pero tampoco llego al nivel del rubio desgraciado frente a mí. Pero Allistair es igual que yo.
—No es igual —dije caminando hacia el ventanal, escuché un bufido de su parte.
Mientras él y Nate hablaban me quedé observando el bosque, Allistair ya podría estar muy lejos...
Me sobresalté un poco cuando Lawriett se paró detrás de mí, no me giré pero sentí mi corazón moverse un poco más rápido cuando él se pegó más de mi cuerpo. Observé por el rabillo del ojo como Nate se marchaba.
—Lo haré pagar por lo que te hizo, lo prometo —dijo en mi oído, hice una mueca. No me gustaban las promesas.
—¿Así como prometiste que siempre me cuidarías? —susurré mirando como comenzaba a llover, Lawriett se quedó en silencio.
Mientras observaba las gotas de agua caer del cielo las sentí como si fuesen mis lágrimas.
Cerré los ojos con fuerza para evitar llorar, odiaba estos sentimientos tan humanos que él provocaba en mí.
Me giré mientras abría los ojos, Lawriett se veía vacío mientras me miraba, sus ojos estaban apagados, sin poder controlarlas, las lágrimas salieron de mis ojos haciendo que los suyos cobraran un brillo de dolor.
—No sé si pueda perdonarte —dije mientras me alejaba de él y caminaba hacia la puerta, esta vez la abrí sin ningún problema. —Así que no pierdas tu tiem...
—No me rendiré fácilmente.
Me detuve a la vez que mi corazón lo hizo por un segundo, miré atrás, Lawriett estaba mirándome a los ojos, cuando me sonrió levemente lo miré mal y salí del salón.
Iba a dirigirme a mi habitación pero recordé algo que me hizo detener. Jackson no estaba aquí, Charls tampoco.
Caminé rápidamente hacia la puerta principal, saldría de aquí a como de lugar. Los guardias que me vieron ni se molestaron en detenerme, salí al jardín delantero sin importarme la lluvia, miré hacia uno de los ventanales, Lawriett estaba mirándome desde allí, aparté la mirada y corrí hacia el bosque, en menos de dos segundos lo atravesé, caminé tranquilamente hacia el puente que dividía Infernus de la ciudad vampiro, miré meticulosamente a mi alrededor. No había ni un guardia cerca.
Lo que me resultaba extraño era que sentía una gran fuente de poder pero no sabía de dónde provenía, no era de una persona, eso estaba claro.
Me llevé una mano a la barbilla y caminé hacia el puente, cuando iba a entrar en él sentí como algo me lanzaba con fuerza hacia atrás, arqueé las cejas. De ahí venía el poder. Una barrera contra mí.
Intenté pasar la barrera unas cincuenta veces sin éxito alguno, intenté usar mi fuerza sólo una vez pero como era de esperarse, fue inútil. Ciertamente Infernus es la peor prisión que puedo tener.
La única forma de quitar esta barrera es asesinando al que la creó, tal poder para hacer una barrera de este tipo solo puede ser obra de una persona.
Nate.
Para salir de aquí tendría que matar a Nate.
. . .
—Bien jugado —dije simplemente cuando entré a la sala de estar y vi a Nate tomando una copa de sangre en una esquina, él sólo me sonrió dejando a la vista sus pequeños colmillos.
Ignoré por completo la presencia de Lawriett y me quedé recostado de la pared mientras miraba a mi pequeño rey relamerse los labios rojos.
Buscaré otra forma de salir de aquí. No podré quitar la barrera, no solo porque Nate es más fuerte que yo y es casi imposible matarlo, sino porque no quiero hacerle daño.
Él es uno de los pocos vampiros que realmente quiero. Además de que gracias a el y a Jackson dejé de sufrir los abusos sexuales de parte del que era rey y sus hombres. No lo mataré. Mis ojos se dirigieron a Lawriett, él miraba pensativo hacia el suelo.
—Ya tengo que ir...
—Cai.
Lawriett se calló y se sorprendió cuando Nathaniel entró en la sala buscándome, maldije en mi mente. El pequeño rubio se acercó a mí tras asesinar a Lawriett con la mirada, sus ojos estaban un poco hinchados. No quería que Lawriett viese a Nathaniel, podría malinterpretar las cosas y hacerle daño al pequeño rubio.
—¿Qué sucede? —le pregunté intentando no sonar muy preocupado, él hizo un puchero y agarró una de mis manos.
—Acompáñame, no puedo dormir —dijo tiernamente, fruncí un poco el ceño. Creí que él estaba molesto conmigo. En su mirada había mucha tristeza.
—Vaya, vaya... qué tenemos por aquí? —me tensé cuando Lawriett preguntó eso sarcásticamente mientras se acercaba, su mirada estaba clavada en Nathaniel, era una mirada amenazante y fría.
—Tócame y lo lamentarás —soltó Nathaniel seriamente cuando Lawriett iba a acariciar su cabello, el rubio mayor se sorprendió y sonrió mientras alejaba su mano.
—Ya te ibas, ¿no? —pregunté nervioso mirando a Lawriett, él observó mi mano y la de Nathaniel agarradas, luego asintió lentamente alzando la vista a mis ojos.
Todos nos quedamos callados cuando mi estómago hizo un sonido casi imperceptible, Lawriett sonrió divertido, Nate se rió y Nathaniel y yo nos avergonzamos. No he comido en un buen rato.
—V-Vamonos, t-te alimentaré —mis cejas se arquearon en cuanto Nathaniel dijo eso. Ahora sí que se complicarán las cosas.
Lawriett lo miró con frialdad y Nate casi se atraganta por reír y beber a la vez.
—Tranquilo, tomaré algo en la cocina y estaré bien —dije mirando al pequeño rubio, sus mejillas se sonrojaron mientras asentía.
Lawriett se acercó y me dio un beso en los labios sin que me lo esperara, mis ojos estaban muy abiertos y mi corazón se sentía muy vivo, el rubio mayor me sonrió y caminó hacia la puerta, mis ojos no se apartaban de él, sentí como Nathaniel apretaba con fuerza mi mano, Lawriett lo miró con desdén, una sádica sonrisa se extendió en sus labios.
—Los niños que juegan con fuego... terminan carbonizados...
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