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Capítulo ocho: ¿te amo?

Tokyo - 18 de septiembre de 2020.

Ya se había hecho costumbre que las dos estuvieran disfrutando de la vida juntas, ahora hemos encontrado en la piscina nadando a cada lado en una especie de competición a ver quién gana y era más rápida, reían y de vez en cuando chapoteaban haciendo que la otra se quejara.

Sana miró a Momo por unos instantes comprendiendo que se había vuelto la mujer más importante de toda su vida y es que no podía parar de sonreír cada vez que la veía, se había aprendido y estudiado cada una de las tantas expresiones que hacía la mayor y como su cabello se ondulaba con cada movimiento del viento, pero lo que realmente no podía dejar de ver eran esos hermosos ojos color café que brillaban como dos pares de focos que siempre la miraban a ella.

La pelinegra había hecho que se sintiera especial de alguna forma y que sus días que se habían vuelto grises se convirtieran en un mar lleno de colores los cuales habían dado vida a algo que al parecer ya no la tenía, se lo agradece más que nada en el mundo porque ha logrado comprender que la sonrisas y risas que se pueden llegar a compartir con otra persona son lo más valioso que uno puede llegar a tener, porque trascienden más allá del dinero y se cuelan en tu pecho llegando directo a tu corazón, convirtiéndose así en la gran felicidad buscada por muchos.

Se sentía como un paraíso lleno de felicidad y de amor, uno donde comprendió que la compañía ayuda más que la triste soledad y que puede llegar a apoyarse del hombro de cualquiera para poder recibir su gran apoyo, y que no sea solo ella la que le da apoyo a los demás porque por más que eso le hace feliz de vez en cuando necesita que alguien sea el hombro donde ella pueda dormir y llorar.

Nunca se había sentido así con nadie como lo ha hecho con la mayor y eso le aprecia como si se tratara del diamante más bello, puro y único que existe en el mundo.

Se siente como si fuera un animal que había estado mucho tiempo en cautiverio y que por fin fue feliz en la libertad del lugar donde pertenece, nunca creyó que era una persona que necesitaba estar con alguien más pero ahora se da cuenta de que sí y que lo disfrute más que nada en el mundo porque al parecer la compañía la llena más que nada y le proporciona una felicidad y libertad que nunca antes había llegado a experimentar.

— ¿Por qué eres tan rápido nadando? —. Le preguntó la contraria mientras se reía e intentaba alcanzarla.

— Creía que eras mi más grande fan —. Hablo refiriéndose a que debías saberlo todo de ella. — Cuando era pequeña entré a clases de natación y estuve ahí por un largo tiempo hasta que decidí que lo mejor que podía hacer era dejarlo de lado porque a pesar de que era un gran hobby me imposibilitaba el hacer lo que realmente amaba que era actuar —. Luego de decir eso se dio cuenta de que había dejado de nadar y que Momo estaba frente a ella tomando la de la cintura, acercándola a ella y convirtiendo el agua fría de la piscina en un cálido lugar.

— Soy tu más grande fan pero tengo que admitir que no tenía ni la menor idea de que habías practicado natación —. Sonrieron un poco y al cabo de algunos minutos se unieron en un gran beso, desde que descubrieron que podrían hacerlo sin la necesidad de pedírselo a la otra, se ha convertido en uno de los más grandes pasatiempo que tienen.

Y es que los besos que se dan van muchísimo más allá de lo que puede llegar a significar un simple beso, es como si se estuvieran diciendo todo lo que no pueden decir por miedo, angustia o vergüenza y se dejan llevar por los sentimientos, movimientos y emociones que tiene la otra convirtiéndose en una danza de lenguas y labios complacidos por el roce que tienen con el otro.

Desde que han pasado más tiempo juntas, Sana ha experimentado diversos sentimientos y emociones que han ido incrementando al pasar del tiempo debido a esto ha querido tener la oportunidad de poder expresarse de mejor forma sin que el miedo y la poca valentía que tiene sea más fuerte que ella, pero no he encontrado el momento adecuado para poder expresarse de la mejor forma que ella puede llegar a tener y en cambio ha decidido pasar grandes momentos junto a Hirai que no implican palabras solo sonrisas, risas y momentos que va a atesorar por el resto de su vida.

Sin embargo, tiene ganas de poder decirle todo lo que siente porque cree que si no lo hace puede que se convierta en un gran pensamiento que por el momento en las circunstancias va disminuyendo poco a poco hasta que no pueda llegar a decirlo y eso puede traer problemas.

Así que muy a su pesar corta el momento que tienen, ese gran beso y las largas caricias que se estaban teniendo, cuando se separa Momo la mira sin entender muy bien qué es lo que está haciendo porque no he pasado anteriormente.

Se notaba nerviosa como si pensara que no le gustó y Sana al darse cuenta de ello, envolvió sus brazos alrededor del cuerpo de la mayor para posteriormente darle un pequeño beso y regalarle uno de sus más grandes sonrisas.

— Hay momentos donde quiero decirte lo que siento y este es uno de ellos —. Murmuró cerca de los labios ajenos. — He deseo encontrar una persona casi toda mi vida y ahora que te tengo quiero tener la capacidad de poder decirte todo lo que siento por ti de la mejor forma posible, porque las palabras también ayudan mucho para poder hacerle entender a alguien más lo que sientes en cada momento que pasa —. Hirai asintió estando muy de acuerdo con ella, ya que también tenía cosas que decir. — Comenzaré por lo primero y que es demasiado evidente, me gustas demasiado y espero poder pasar un buen tiempo contigo.

— También me gustas mucho —. Le contestó bajando un poco la voz para que solo ella lo escuchara como si es posible que lo escucharan más cuando solo eran ellas dos solas en la casa.

— Te has vuelto una de las personas más importantes que tengo en mi vida y me has convertido en alguien nuevo, una persona a la que puedo decir que me siento orgullosa de ser y todo es gracias a ti —. Tus ojos se llenaron de lágrimas por la abrumada que se sentía de los sentimientos que ahora mismo estaban saliendo a flor de piel y es que no era tan buena diciendo lo que sentía pero quería esforzarse por hacerlo, Momo se lo merecía. — Gracias a ti y solo gracias a ti, comprendí lo que sigara sentir algo por alguien y lo importante que puede llegar a ser esa persona en tu vida, te he enseñado y dado una parte de mí que a nadie más le he dado, quiero que sepas que me siento muy feliz contigo y quiero que nuestros días sean eternos.

Momo le sonrió y sus labios volvieron a juntarse en un beso que iba más allá de todo porque ahí se demostraron lo mucho que se gustaban ya sabiendo todo lo que sentían.

— Esto va a sonar extraño —. Se separó jadeante por el beso que acababan de tener. — Quitando de lado al poco tiempo que tenemos conociéndonos en persona ya siento que lo que estoy sintiendo por ti va más allá que un simple gusto —. Se sinceró como nunca antes lo había hecho. — Puedo llegar a decir con plena seguridad que estoy desarrollando un amor hacia ti que es el más grande que he llegado a tener y sentir hacia una persona —. Eso había sido mucho para Sana, se escondió en el cuello de la mayor ocultando las lágrimas que estaban comenzando a salir de la gran felicidad que estaba teniendo por lo que decían. — Bebé... —. La llamó por el apodo que se está volviendo más común que hasta sus propios nombres.

— Dime —. Contestó con un puchero instalado en sus labios.

— Eres la chica más linda y adorable que hay en el mundo —. Le acarició la espalda baja intentando que dejara de llorar pero al parecer esto intensificaba el llanto a lo que se separó un poco para llenar todo su rostro de pequeños besos que tomaron un camino hacia el cuello de la menor que al recibirlos tembló porque era muy sensible. — ¿Cómo puedo decir que te ves hermosa hasta llorando? —. Preguntó en un tono gracioso para que se riera y dejara de llorar. — Estás bellísima.

— Tú estás más bella —. Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y conectaron miradas, muchas veces gracias a esta se habían logrado comunicarse de mejor manera que verbalmente. — Y respondiendo lo que dijiste anteriormente, yo también estoy comenzando a desarrollar amor hacía ti —. Unieron sus frentes Y cerraron los ojos dejándose llevar por el sonido del agua chocando contra las paredes de la piscina, además de sus propios latidos los cuales estaban desenfrenados por el gran y hermoso momento que estaban pasando juntas.

Sana estaba que reventaba de felicidad al igual Momo, porque era la primera vez que sentían eso por una persona y consideraban que era la indicada.

— Te quiero —. Admitió la de cabellos plateados sintiendo una explosión de sensaciones al decirlo, se sentía liberada de aquello que tanto quería decir a los cuatro vientos y agradece lo que sea que le haya dado la valentía para decirlo. — De verdad lo hago y no tengo miedo de decírtelo porque confío mucho en ti —. Ahora la que yo era ver a Momo porque nunca creyó que eso iba a pasar, es que ni en sus más hermosos sueños pudo llegar a pensar que eso llegaría a suceder.

— También te quiero —. Le correspondió con mucha seguridad. — Tú eres el mayor regalo que la vida me ha dado y voy a hacer todo lo que está en mis manos para protegerte, quiero hacerte la mujer más feliz del mundo y ser la mujer más feliz a tu lado aunque eso sí está fácil porque ahora ya estoy feliz —. Ambas rieron por eso y caminaron hacia las escaleras de la piscina, al salir Momo tomó la toalla con rapidez y cubrió a Sana porque sabía que estás enfermaba con mucha facilidad.

— Hace más frío del que creí que habría —. Salió casi disparada hacia la sala. — ¡Carajo! —. Aquel grito asustó a la peli negra que salió corriendo hacia dentro de la casa y lo primero que vio fue a Sana en el suelo.

— ¿Qué sucedió? —. Esta no hablaba más bien solo se quejaba, con cuidado la tomó como si se tratara de una recién casada y así caminaron hacia la habitación.

— Me duele mucho —. Volvió a quejarse y se escondió nuevamente en el cuello de Momo. — Creo que tengo que ir al hospital para ver qué me pasó —. Se intentó ver el tobillo pero este no parecía tener muy buena pinta.

— Por esa razón siempre se tiene que llevar calzado cuando uno tiene los pies mojados —. Ese pequeño reproche hizo que se ganara un golpe en el hombro, no estaba para regaños sino más bien para ayuda. — Lo siento bebé pero es la verdad.

Gruñó por lo bajo y con cuidado la costo en la cama sin importar que estuviera mojada, las dos estaban tan cerca que sentían sus respiraciones.

— Todavía es muy pronto —. Lo único que dijo antes de alejarse porque no quería llegar a sobrepasarse. — Iré a por el botiquín porque quiero curarte antes de que llames a alguna de tus mejores amigas para que se quede contigo —. Tampoco habían tomado la libertad de dormir juntas y es que para Hirai era una de las cosas más importantes que se podría compartir con una persona así que necesitaban tiempo.

Sana al final lo aceptó porque no tenía de otra y sonrió porque sabía que se había ganado una excelente persona.

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