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Me atraes


Cap. 35 (Me atraes)



— ¿Quién te hizo eso?

Él simplemente guarda silencio y se mantiene observándome.

— ¡Ian! No soy ninguna vampiresa. Creo que te lo demostré el día del baile. — Susurro con escalofríos recorriendo mi cuerpo.

— No es fácil creerte — Murmura. — Tienes el característico olor dulzón de los vampiros impregnado en tu cuerpo. Puedo olerlo desde aquí.

Sonríe mientras ve mi cara de confusión.

— ¿Has estado con alguno de ellos verdad?

Me mantengo en silencio.

Se encoje de hombros. — Aunque no digas nada tu olor te delata. O eres una de ellos o has estado con algunos.

— No tengo por qué darte detalles de mi vida.

— Puedo decir lo mismo entonces.

El silencio se hace presente y al cabo de unos minutos, convencida de que Ian no me dará explicaciones doy media vuelta dispuesta a salir.

— Vampiros y licántropos, ellos son la causa de que me encuentre aquí.

— ¿Licántropos?

— Hombres lobos — Responde mirándome receloso. — Vivimos en un mundo donde todos los mitos son verdad Kiara.

— Puedo hacerme una idea. — Me encojo de hombros. — ¿Me dirás realmente, que fue lo que te pasó?

— Tuve una lucha, con un clan de vampiros en las afueras de la ciudad. Tuve heridas leves ya que los vampiros se enfocaron más en tratar de huir y no en atacarme. De seguro los apestosos chupasangres corrieron la voz de que se encontraba un cazador en los alrededores pues a la noche siguiente me interceptó una manada de licántropos amenazándome que ellos tenían todo controlado y que no era necesaria mi presencia en su territorio.

— ¿Y eso que tiene que ver con tu estado actual? — Le señalo.

Ian emite una risa seca.

— Simplemente me alteré y ellos me atacaron.

— Creí que tu cuerpo sanaba las heridas un poco más rápido que la de un humano normal.

— Sí, así es. Pero no había comido durante días y el entrenamiento que tenía no era el suficiente para enfrentarme a una situación como esta.

Nuevamente se hace presente el incómodo silencio.

— Yo... será mejor que me vaya. — Digo mordiendo mi labio.

Espero alguna reacción de Ian pero solo se limita a mantener sus ojos cerrados. Tomo el pomo de la puerta y abro.

— Kiara. — Su voz me detiene.

— ¿Sí?

Sonríe. — Perdón por confundirte. Sé que no eres vampiresa — Se encoge de hombros — Aunque huelas a ellos.

Parpadeo atónita aún dándole la espalda. — ¿Gracias?

El ríe secamente.

Salgo de su habitación y lo último que escucho de su parte es: — Nos veremos en clase, Kiara. Como en los viejos tiempos, muñeca.

— Sí, humm me parece que no, Ian. — Susurro hacia la nada.

********

— No puedo creer que las vacaciones realmente estén terminando. — Gimoteo.

— Bueno, nada es para siempre. — Contesta al otro lado de la línea.

— Excepto los vampiros.

— Excepto los vampiros. — Repite en tono melancólico.

— ¿Cuándo volverás? — Cambio de tema pues no me gusta cuando se pone en plan odio mi vida, ¿Sabes qué? Pongámonos sad.

La respuesta está en tu corazón.

— ¡Terry! — Río. — Ya dime, ¿Cuándo vienes?

Te extraño, pienso decirle pero muerdo mi lengua para no dejar escapar las palabras.

— Humm, la respuesta está en...

— ¡Terrence Nathaniel! — Interrumpo desesperada.

Se carcajea. — ¿Sabes? Amo cuando te pones así de gruñona.

— Voy a colgarte. — Siseo.

— Oh no, no lo harás. Es más, mira lo que hay en el alféizar de tu ventana.

— ¿En cuál ventana Terrence? — Me pongo en pie y empiezo a dar vueltas— Estoy en la sala y en mi casa hay muchas ventanas.

— Entonces busca porque si te digo, el juego no será tan divertido.

Blanqueo mis ojos frustrada.

— No desistas, ya sabes que el que busca encuentra.

— Ya cállate. ¡Te odio maldito!

— También te odio, bebé. — Es su respuesta.

Voy hacia la cocina aún con el celular en mi oído y miro por la ventana: no hay nada. Me dirijo hacia el patio trasero y luego voy a la planta de arriba donde la única ventana es la de mi habitación y la que se encuentra al final del pasillo. Luego está la del vestíbulo pero no pienso bajar de nuevo.

— Ya revisé todas las ventanas, Terrence. — Digo abriendo la puerta de mi cuarto. — Incluso he revisado hasta la de mi habitación y no hay nada.

— No seas mentirosa que ni siquiera te has dignado en abrirla.

— ¿Cómo rayos sabes...?

No termino la frase, camino hacia la ventana intrigada y cuando lo veo empiezo a reír.

Una rosa roja se encuentra pegada con cinta adhesiva en el vidrio. Retiro con cuidado la rosa y la llevo a mi nariz.

Huele deliciosamente.

Llevo el celular de nuevo a mi oído y paseo por mi habitación mientras la llamada sigue en curso.

— ¿Dónde estás? — Río—, Acabo de encontrar la rosa. — Aspiro el aroma de la flor nuevamente. — Enserio Terrence, sigo sin entender tu obsesión con ellas.

— Me parece ya habértelo explicado. — Contesta una voz. Rápidamente miro hacia la ventana y no puedo evitar soltar un grito cuando lo veo colgado cabeza abajo como un autentico murciélago.

— ¡Serás estúpido! — Grito con una mano en mi pecho pues me ha logrado dar un buen susto.

El ríe y en un movimiento rápido  entra a mi habitación.

Me mira fijamente y no paso por desapercibido el brillo que ahora poseen sus ojos. — Te extrañé.

Doy tres pasos hacia adelante antes de que sienta sus brazos apretujándome en un abrazo. — Yo también. —Susurro contra su pecho.

— ¡Que! ¿Dijiste algo? — Pone una mano en su oído. — No escuché muy bien.

Revoleo los ojos fastidiada separándome de él.

— Sí que sabes arruinar momentos, Sullivan.

— Pero también sé cómo arreglarlos.

Y antes de que haga algo, sus labios capturan los míos y empiezan a moverse al ritmo de los suyos.

— Dilo de nuevo. — Susurra contra mis labios.

— También te extrañé. — Alzo mi mirada. — Mucho.

Emite un sonoro suspiro y coloca su frente en la mía, nuestras narices juntándose y nuestros labios separados por pocos centímetros.

— Me atraes Kiara, me atraes de una manera que me asusta.

— Supongo que el sentimiento es mutuo. — Susurro.

— Tengo miedo. — Cierra sus ojos.

Beso su nariz.

— ¿A qué?

— Miedo a perderte, miedo a que mis sombras del pasado te atormenten, miedo a volver a enamorarme... miedo a tener nuevamente un corazón roto.

¿Corazón roto? Vaya, supongo que yo debería ser también la que tenga esos miedos pero ahora veo que los papeles se han intercambiado.

— Terrence — Digo sosteniendo su rostro, — A menos que verdaderamente hagas algo estúpido que merezca de verdad la pena, alejarme de ti... entonces quizás lo haría pero de lo contrario, en estos momentos siento que no puedo dejarte ir. — Sus ojos se enfocan en los míos. — No voy a dejar que me pierdas.

Sus ojos se cristalizan.

— Ese es el punto, Kiara. Siempre hago cosas estúpidas, la última relación que tuve... le fallé miserablemente a ella. No puedo volver a tener un corazón roto que nadie puede arreglar, no puedo. — Su voz se quiebra. — No sé cómo manejar una relación, durante más de cinco décadas me encerré dentro de mí mismo, siendo una especie de robot que solamente respondía con monosílabos y su única defensa contra el mundo era el sarcasmo.

›› Me volví frío, indiferente, no me importaba lo que podría pasarle al mundo. Me encerré en mi mundo de depresión. A veces era cortante, otras veces cuando el buen humor venía a mí y olvidaba lo que había pasado con ella, volvía a ser el mismo Terrence de antes: El divertido, tierno y travieso. Después de tantos años con esa depresión, William pensó que sería bueno volver a Inglaterra más lo que no sabía era que me estaba llevando al lugar donde toda mi depresión y dolor se había originado.

Un nudo se forma en mi garganta, no me gusta ver a Terrence así. No sé verdaderamente que fue lo que paso con ella ni que fue lo que hizo para que Terry considere haberle fallado. Pero lo que sí sé es que me voy a volver una maldita llorona como siga escuchando a Terry hablar, pues solo veo el rostro de un chico roto.

— Basta, no sigas. — Suplico. — Estás en el presente Sullivan, si quieres avanzar a un mejor futuro no debemos mirar atrás. ¿Lo recuerdas, verdad?

Alcanza a esbozar un intento de sonrisa pues sé que recuerda sus propias palabras.

— No me voy a alejar de ti, te ayudaré a enfrentar tus miedos, ayudaré a recoger y unir nuevamente los pedazos de tu corazón. Solo si me lo permites y estás dispuesto a que lo hagas.

›› Sé que solo soy una humana Terrence, créeme he leído muchos libros en donde se dice que una humana no puede enamorarse ni quedarse con el tipo que es un ser sobrenatural y que todo termina mal para ambos. Pero, nunca pensé que esto era real, que los vampiros y todos los seres mitológicos que cuentan en las leyendas existieran. Quiero vivir mi propia historia y — Me pongo en puntillas— estoy dispuesta a intentarlo. — Corto la distancia que separa sus labios de los míos.

›› — Y ya sé que soy una idiota por decir que te odiaba y porque sí, antes me desagradabas pero...

— Shhh — Me interrumpe. — Ya entendí tu punto.

Vuelve a besarme y me deja ir hasta que observa que necesito aire.

— Gracias. — Susurra.

Sonrío.

— Te odio Sullivan.

— También te odio Collins.


N/A:

¡Hey! ¿Cómo están?

¿Yo? Bueno, me he doblado un dedo del pie y duele como los mil demonios T-T

¿Qué opinan de este capítulo?

En lo personal, me resquebrajó un poco el corazón ver a nuestro Terrence así, tan... indefenso. T-T

#LauraSad

Buehhh, espero que les haya gustado el capítulo. Ya saben lo de siempre: ¡voten, comenten y recomienden la historia para que sigamos creciendo!

¡Las amo!

¡Nos leemos luego!


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