La chica de la capa roja.
Cap.49 (La chica de la capa roja.)
Tomo asiento a la par de Jazmín justo antes de que la señora poff entre y cierre la puerta. Suelto un suspiro de alivio, pues perder esta clase, significa reprobar la materia este período y en mi último año eso no es muy conveniente.
— Muy bien jóvenes —Habla— Abran su libro en la página 89 porque haremos los experimentos que están ahí.
Pasea su mirada por todo el salón hasta detenerse en un chico de nuevo ingreso.— Tú —Lo señala— Ve al armario del fondo y saca todo lo que tus compañeros necesitarán.
El chico obedece y todos empezamos a leer.
— ¿Por qué no me dijiste que hay algo entre Terry y tu? —Cuestiona en un leve susurro Jazmín.
— ¿A que te refieres?—Finjo leer con atención.
— A esto.—Pellizca mi brazo en un intento de "distraerme" de la lectura.
Por debajo de la mesa, sostiene su celular donde se ve una clara imagen de Terrence y yo besándonos en la zona verde del instituto.
Sabía que ese beso traería consecuencias.
— ¿Son novios?
Muerdo el interior de mi mejilla, indecisa sobre contarle la verdad o no. Pero, al final... Ella es mi mejor amiga y creo que tiene que saber la verdad.
Después de todo, mi romance con Terrence no iba a durar mucho tiempo oculto y no puedo mandarlo a la friendzone por enésima vez.
— Pues si, creo que si.
Okay. Terrence me va a matar. ¡Joder, prácticamente lo estoy negando! De nuevo.
— ¡Si o no! —Susurra exasperada.
— ¡Sí! ¿Okay? Él es mi novio. —Siento mis mejillas calentarse.
— ¿Porqué no me lo habías dicho?—Exclama un poco herida.
— Jazz —Susurro.— Lo siento, pero fue decisión de ambos mantenernos en silencio.
— Entiendo...
Jazz guarda su celular y con un asentimiento da por finalizada la conversación. El chico nos da a cada una nuestras batas de laboratorio y todo el equipo respectivo para realizar nuestros experimentos.
El aula se sumerge en un total silencio, escuchándose sólo pequeños murmullos acerca del procedimiento a realizar. Con mucho cuidado, Jazz coloca algunos líquidos en una probeta y lo desliza hasta que la última gota del líquido está en un biker. Continúa mezclando sustancias y yo le ayudo dándole indicaciones; cuando estamos a punto de finalizar el experimento, un grito estremecedor suena por toda el aula, inmediatamente miramos a la dueña del grito y observamos el motivo del porque dicha acción.
Al parecer Bethany ha combinado muy mal las sustancias, pues empieza a salir humo y a levantarse poco a poco el líquido, dando la impresión de que es un volcán a punto de hacer erupción.
— ¡Todos, bajo las mesas! —Grita la señora poff, sin perder tiempo obedecemos y minutos después una enorme explosión hace estremecer nuestros oídos.
La alarma de incendios dentro del aula se activa y es cuando vemos, que inexplicablemente el mueble ha empezado a agarrar fuego y este se va extendiendo.
Todos los estudiantes, cogen sus cosas y salen despavoridos del salón. Estoy quieta mirando a Bethany sacudirse del cabello una especie de slime azul. Su bata está ennegrecida y su rostro ahumado, tose con fuerza y al percatarse del incendio sale del aula corriendo.
— ¡Kiara muévete o moriremos calcinadas! —Me apremia Jazz.
Salgo del trance en el que estaba y solo tengo tiempo de tomar mi mochila para luego salir corriendo tomada de la mano de Jazmín.
Todos los que cursamos esta materia estamos apiñados en el pasillo, la señora Poff nos hace gestos para que nos retiremos y entra con un extintor, sin embargo, ya es demasiado tarde pues el fuego ya se ha extendido.
La alarma de incendios del instituto se activa y todos los estudiantes son obligados a abandonar los salones, pensando que es un simulacro, pero cuando ven las llamas consumiendo el interior del laboratorio, el caos empieza a reinar en el lugar.
Todos se hacen una bola, chocando unos contra otros en un intento desesperado por salir del edificio. Entre la masa de estudiantes pierdo a Jazmín y me quedo sola. Trato de correr y solo alcanzo a llegar a una de las gradas que llevan al segundo nivel, desde ahí puedo ver la avalancha humana dirigiéndose hacia la salida.
Entre tanto estudiante diviso la cabellera ahora azul de Bethany, ella es empujada por algunos chicos causando que pierda el equilibrio y caiga. Intenta levantarse pero aún hay estudiantes corriendo y varios la pisotean de modo que sus intentos son fallidos.
La mayoría de la población estudiantil ha salido ya, por lo que me dispongo a bajar las gradas. A medida me voy acercando a Bethany —con la intención de ayudarle— alguien más se me adelanta y la toma entre sus brazos, llevándola así hasta la salida donde todos están aglomerados viendo como parte del edificio arde en llamas.
Los bomberos accionan rápido, y con sus mangueras tratan de sofocar las llamas.
Busco a Terrence y lo encuentro al pie de un árbol depositando a Bethany sobre el césped. Ella articula algo y Terrence frunce el ceño, en respuesta ella le besa el rostro muy cerca de sus labios.
Aparto mi vista y miro las llamas, justo en estos momentos mi furia arde dentro de mi cuerpo y crece como lo hacen ellas.
🌹🌹🌹
Como consecuencia del incendio que se expandió a los otros laboratorios aledaños e incluso hasta el segundo nivel, las clases se suspendieron debido a la restauración de las aulas dañadas.
Salto el tronco de un árbol caído y aumento la velocidad a medida voy corriendo. El corazón martillea mi pecho casi como si quisiera salirse, ignoro la sensación y me enfoco en el camino mientras dejo que la furia y los celos salgan a través del ejercicio.
Sé que es un poco inmaduro y algo de esperarse teniendo en cuenta el físico de Terry, pero me fastidia tener que ver a hadas y humanas querer besarlo.
Continúo corriendo unos metros más hasta que siento mis piernas arder y me detengo. Me siento sobre una roca y tomo agua del squizz que cargo.
Un frío viento sacude las hojas de los árboles y me eriza la piel. Hay un poco de escarcha de nieve en el suelo y con esta ventisca helada lo único que puede predecirse es que empezará a nevar nuevamente.
Me levanto y empiezo a caminar, me he alejado bastante de casa por lo que apresuro el paso y re hago el camino por el que corrí en un intento de eliminar el enfado.
Hay más viento, subo la cremallera de mi sudadera y empiezo a trotar, mientras lo hago, escucho el quebrar de unas ramas; sin disminuir la velocidad giro mi cabeza hacia atrás pero no hay nada.
No sé porque me pongo en guardia, a lo mejor ha sido un animal.
A lo mejor.
Ya no troto si no que empiezo a correr, un copo de nieve se deshace en mi nariz. Miro hacia arriba y veo que ha empezado a nevar. Sonrío al ver la nieve caer y me detengo.
Algo me empuja por detrás y pierdo el equilibrio cayendo sobre la tierra. Jadeo y me pongo de rodillas, trato de ponerme en pie pero vuelvo a caer. Escupo parte de nieve mezclada con tierra, hago una mueca y ruedo hasta quedar de cara al cielo. Una sombra se eleva por encima de mí y cae justo al extremo de mi cabeza, viendo todo de cabeza alcanzo a divisar una pata peluda.
Mi piel se eriza y mi cerebro manda una señal a mi cuerpo, especialmente a mis piernas, diciéndoles que empiecen a correr.
Me incorporo y apenas me he puesto en pie cuando veo venir un gran lobo, con sus fauces feroces y mostrando sus grandes colmillos. Cierro mis ojos esperando el impacto del lobo pero cuando los abro, algo le impide al animal llegar hacia mi, es entonces cuando miro hacia mi cuello, y veo que el collar que me regalo la nona está brillando fuertemente y ha generado una especie de escudo que me protege del ataque del animal.
Sacándole provecho a la situación, empiezo a correr mientras mi mente repasa todas las tácticas de ataque y defensa que Terrence me ha enseñado. Bajo la cremallera de mi abrigo y guío mi vista hacia mi cintura dónde se agita la funda con una daga dentro.
Bendito sea Christopher por regalármela y Terry por obligarme a cargarla.
Miro hacia atrás y el lobo se ha detenido, inclina su cabeza y emite un fuerte aullido, uno tan fuerte y extraño que me hace dar cuenta que el lobo en realidad es un licántropo.
El corazón me late a agitadamente, sin perder el tiempo, trepo un árbol hasta llegar a una de las ramas más altas para tener una vista más amplia de que es lo que pasa ahí abajo.
Estoy sola, pero puedo hacerlo. Puedo luchar con esos licántropos. Lo he hecho con Terry...
Si, pero no es real.
Dios, cállate vocecita.
Tomo el dije de la cadena en mis manos, y me doy cuenta de que ha dejado de brillar. Doy un suspiro y hago una nota mental de ir a Teversham y preguntarle a Alisha sobre el collar.
Otros aullidos me distraen de mis pensamientos y miro desesperada hacia abajo. Junto al lobo que me seguía hay tres más con él, destacando un lobo de pelaje blanco que fácilmente se confunde con la nieve. Este lobo es más grande que los demás y parece gruñirle a uno de ellos. Hay una fuerte discusión de gruñidos entre ellos y el lobo blanco, aúlla tan fuerte que los demás se inclinan hasta el suelo y cubren sus orejas con sus patas delanteras.
Transcurren varios minutos llenos de un silencio espeluznante, agudizo mi oído tal y como me lo enseñó Ashley, escucho sus respiraciones agitadas, cierro mis ojos concentrándome aún más y puedo escuchar unas pequeñas pisadas dirigiéndose hacia ellos.
De un arbusto, veo salir a alguien con una capucha roja que cubre por completo su rostro. Ha empezado a nevar más fuerte y las ramas ya se están cubriendo de la blanca nieve. Me arriesgo un poco más y me inclino dejando ver una parte de mi rostro por sobre el tronco del árbol; en esta posición veo más claro que es lo que pasa aunque no pueda oír lo que hablan.
La persona con la capucha es súper pequeña, tan pequeña que da la impresión de que es una niña o niño. Le dirige unas cuantas palabras a la jauría y esa escena me recuerda a caperucita roja y el lobo feroz. El lobo blanco gruñe y la persona le señala hacia arriba.
Le señala justo donde yo estoy.
Los lobos alzan sus cabezas en la dirección que señala y sus ojos brillan, aullan y echan a correr. Me acuclillo y antes de saltar miro hacia atrás viendo como la capucha se le ha movido un poco por el viento dejando ver parte de su cabello rubio cenizo, la chica de capa roja esboza una sonrisa siniestra antes de acomodarse la caperuza y desaparecer por el bosque.
Ahogo un sonido de sorpresa y me lanzo hacia abajo, cayendo con mis rodillas flexionadas justo como en los entrenos. No me hago esperar más y saco la reluciente daga.
Sólo tengo una pero espero desenvolverme muy bien con ella.
Los lobos se acercan y se lanzan hacia mí, me pongo en posición y logro esquivar a uno de pelaje negro, a mi lado derecho se lanza con ferocidad el lobo que me perseguía antes; sin pensarlo alzo la daga y esta colisiona contra la garra del licántropo, la empujo más perforando la piel de su pata. El lobo aulla de dolor y sangre emana de su pata, cae al suelo y cuando se levanta cojea un poco.
Sin embargo, un licántropo aprovechándose del momento me ataca por detrás, logra derribarme y cuando saca sus garras para insertarla en mi espalda, doy media vuelta rodando por la fría nieve. El lobo me persigue y alza su pata derecha como si fuese un pequeño cachorro que quisiera jugar.
Con mi brazo izquierdo empujo su pata, presiono mi mano derecha dándome cuenta de que he perdido la daga. El lobo parece darse cuenta de mi error y mira hacia unos metros donde reposa el brillante objeto. Ambos nos miramos y rápidamente me incorporo corriendo para llegar antes que él. Pero por su complejidad de licántropo y velocidad sobrenatural me sobrepasa, desesperada cojo un poco de nieve, la hago bola y se la lanzo. El licántropo gruñe y yo aprovecho la oportunidad —en el que se encuentra sacudiendo su pelaje— para deslizarme sobre la nieve y conseguir la daga, no titubeo, el animal me mira con furia y respiro.
Sostén con firmeza la daga.
El lobo se acuclilla.
Concentráte en tu objetivo.
Fijo mi mirada en su pecho.
Endereza tu espalda.
El licántropo se lanza hacia mí y yo sostengo con fuerza la daga.
¡Ahora!
No espero lo suficiente, necesito acabar con esto cuanto antes. Sujeto la daga y la lanzo, sintiendo el peso de su cuerpo sobre el mío.
Los demás licántropos aullan tristemente, la nieve ahora tiene tinta roja al igual que mi sudadera. La sangre gotea de su garganta y su respiración es agitada, gruñe un poco antes de exhalar su último suspiro.
El licántropo ha muerto.
Lo he matado.
No es momento de sentir pánico, ni de tener miedo o tristeza, es momento de tener coraje y luchar por mi vida en lugar de que ellos me maten. Saco la daga del cuello del lobo y la lanzo hacia el lobo de pelaje blanco, esta se ensarta en su costado y con su hocico la toma del mango y la lanza lejos.
— Humana tonta. —Gruñe, su pelaje tiñéndose de rojo— Con un arma todos son valientes.
— Con o sin arma, sigo siendo valiente. —Siseo.
Los dos lobos que quedan lo protegen colocándose frente a él, y me amenazan mostrándome sus colmillos.
No soy idiota, sé que no tengo oportunidad contra ellos. Sólo soy una humana luchando con seres mitológicos y poderes.
— Sólo danos el collar. —Sisea uno.
Frunzo el ceño y analizo la situación, de aquí no saldré viva a menos que les de el collar o consiga la daga.
Doy media vuelta y corro con los lobos persiguiéndome. Trepo un árbol y me movilizo a través de las ramas.
— Esto es un entreno.—Me repito.— Esto es un entreno.
Miro hacia atrás y he recorrido un buen trecho, dejando un poco retrasados a los licántropos. Bajo del árbol en el que me encuentro arriesgándome mucho pero necesito encontrar la daga.
Miro minuciosamente el suelo cubierto de nieve, cada vez más pierdo las esperanzas de encontrar la cuchilla.
Desesperadamente tomo el dije del collar y acaricio la forma triangular de un pétalo de la flor. A lo lejos escucho los lamentos transmitidos en aullidos de lobos. Se escuchan igual al aullido que emitió el lobo cuando la daga atravesó su piel.
— Ya vienen. —Pienso.
Resignada, subo nuevamente al árbol trepando hasta la rama más alta que puede soportar mi peso. Miro hacia mi lado izquierdo, los lamentos ya no se escuchan; por el camino viene alguien, parece un chico y viene desnudo, se apoya contra un árbol y soy testigo de como sus huesos empiezan a alargarse, sus manos y pies convertirse en patas peludas, sus dedos en garras y su piel en un pelaje blanco con rojo debido a la cantidad de sangre que emana su cuerpo.
Sus ojos parecen captarme y gruñe: — Sólo dame el collar. ¡Dámelo!
Cojea hasta el pie del árbol en el que me encuentro. Cierro mis ojos y paso mis manos por mi cuello, quitándome el collar.
El lobo jadea de satisfacción, tomo el dije entre mis manos y acaricio por última vez la curvatura triangular de la flor.
Extiendo mi brazo.
El lobo sonríe.
Me acuclillo en la rama y con toda la fuerza que poseo lanzo el dije. El lobo salta sobre sus patas traseras con la intención de agarrar el collar con sus dientes, pero el collar pasa de largo y se incrusta sobre su yugular. El licántropo abre sus enorme ojos y más sangre gorgotea de su cuerpo, produciendo un sonido sordo sobre el suelo cuando su cuerpo inerte cae.
Me lanzo desde lo alto cayendo de rodillas, gateo hacia el lobo y halo el collar sacando el dije de su garganta.
Desde el momento en que la vi por primera vez, su mirada fue hacia mi garganta. No sé que sea o que signifique para ella el collar que mi abuela me regaló, pero si sé que ni ocultándose tras capuchas ni mandando jaurías de licántropos, Eira no obtendrá el collar.
N/A:
😱😱😱😱😱.
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