Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

06| Aléjate de mí.

Maratón 2/3

Capítulo 6: Aléjate de .


— ¡Oh Dios! —susurra— ¿Qué he hecho?

Asustada presiono la herida de mi brazo y salgo corriendo. Terrence no me llama, volteo hacia atrás y lo veo arrodillado sobre el césped, con sus manos hechas puño y sus ojos cerrados.

Me obligo a dirigir la mirada hacia otro lado y corro hasta llegar a mi casa.

Cuando entro, todo está en total silencio. No hago ruido y me dirijo hacia la habitación de mamá y la encuentro ahí, sumida en un profundo sueño y hecha un ovillo.

Me dirijo hacia el baño y saco el botiquín de primeros auxilios. Desecho el pañuelo de mi brazo y hago todo el procedimiento, otra vez, para desinfectar la herida. La vendo de nuevo y me voy directo a la cama. Busco mi celular en la mesita de noche y no lo encuentro, lo cual, me obliga a bajar a la sala para buscarlo. Busco en la sala, en el baño e incluso en la habitación de mamá y es ahí cuando caigo en la cuenta que lo dejé en el parque... con Terry.

Regreso de nuevo a mi habitación, cansada y frustrada y es hasta que siento demasiado húmedas mis mejillas, que me doy cuenta de que estoy
llorando.

Lloro aún más fuerte, tratando de sacar todo ese miedo que sentí hoy en el parque, lloro por todo lo que me ha pasado. El ataque del puma, las heridas en mi brazo, la pelea con Jazz, ese momento extraño con Sullivan... lloro por todo. Continúo llorando hasta que las lágrimas se acaban y caigo dormida.

🌸🌸🌸

Me despierto por los gritos de mi madre provenientes del baño.

Grita como yo cuando veo una cucaracha voladora, por lo que salto de mi cama y corro pues ha de ser algo grave.  Cuando llego al baño y me ve, algo cae de sus manos y corre a abrazarme.

— ¡Alex, nena! ¡Estás bien! —exclama aliviada.

Sí, mi segundo nombre es Alexandra. Mi madre acostumbraba a llamarme Alex cuando era pequeña. Pero a medida crecí, le pedí que me llamara Kiara, pues ese nombre no es muy común; en cambio Alex si lo es.

—Mamá —digo casi sin aire debido a su abrazo.

— ¡Explícame! ¡¿Qué es esto?! —grita recogiendo el paño de seda del suelo.

Ah, eso explica los gritos.

— ¿Un pañuelo?

Mi madre me mira, y es esa misma mirada que me da antes de lanzarme la chancla.

Me estremezco.

— ¿Por qué tiene sangre? —Pregunta muy seria a la vez que recorre mi cuerpo con su mirada y se posa en mi brazo vendado—. ¿Qué te pasó, nena?

Bien Kiara, es momento de poner a prueba tus dotes de actriz.

Tratando de sonar lo más convincente posible, le explico que me caí de las escaleras, que llevaba un vaso de vidrio y que al caer, las esquirlas se adentraron en mi piel. Prácticamente le he contado lo mismo que a Jazmín pero esta vez lo he narrado con más énfasis y sentimiento.

Mi madre me mira con sus grandes ojos grises cristalizados. Agarra mi brazo y quita la venda que con tanto esfuerzo me puse y grita al ver los rasguños hechos por el felino, que hasta hoy no sé si fue alguna especie de gato salvaje o un puma —ya que ambos abundan por estos lados—.

Me lleva hasta la oficina donde hace algunos de sus trabajos escritos y saca un maletín con una infinidad de instrumentos que se utilizan para hacer operaciones.

Esperen ¿Qué?

—Mamá, ¿Qué vas a hacer? —pregunto al ver que coloca hilo sobre una aguja.

—Esa herida necesita ser cosida —puntualiza muy seria. Y veo que ya no es mi dulce madre, la dulce Shailene. Ahora es la doctora Collins en acción.

— ¡Qué!

Ella no dice nada, se acerca hacia mí, me limpia la zona afectada y luego de colocarse unos guantes de látex comienza a meter la aguja. No puedo evitar torcer el gesto, trato de mirar hacia otro lado e imaginar cosas para no pensar en el dolor que esta aguja me provoca.

Al cabo de unos diez minutos mi madre termina, y me venda la herida nuevamente.

—Ten cuidado. No hagas mucha fuerza con ese brazo pues puedes abrirte la herida y será peor —Guarda sus cosas y va al lavabo a lavarse las manos. Cuando regresa, me besa la sien y exclama: —Ten mucho cuidado hija, no sé lo que haría si llegara a perderte.

Casi me pierdes.

—Nunca me perderás, mamá —digo envolviéndola en un abrazo.

🌸🌸🌸

Han pasado 84 años...

Nah, ha pasado cerca de una semana y estamos finalizando ya casi el mes de marzo. Cada día mi mamá se asegura de revisarme la herida para ver si no está infectada. Creo que el día de mañana me quitará los puntos, lo cual es un alivio pues empieza a picarme.

Camino hasta mi casillero y ya puesta ahí, guardo mis libros y por sacar mi lapicera, una bolsa cae al suelo. Maldigo en mi interior y me agacho para recogerla, cuando veo su interior me doy cuenta que es la sudadera azul de Sullivan.

Sullivan.

No lo he visto desde el incidente del otro día. Pero lo que sí pasó fue que mi celular apareció debajo de mi cama al día siguiente. Pienso que quizás a lo mejor se cayó cuando levanté las sábanas buscándolo. Me encojo de hombros y cierro el casillero.

Me encamino hacia la clase de español, —que es la última— Y cuando entro al aula, encuentro el mismo desorden de siempre. Steve empieza a murmurarme chorradas y yo paso como si él no estuviera ahí.

Llego hasta el último asiento de la esquina y empiezo a garabatear incoherencias en mi cuaderno, mientras espero a que la señorita Britter llegue. Al cabo de unos minutos, el pupitre de mi par es ocupado por un chico de cabellera castaña y una camisa negra. Cuando el viento sopla, ese característico olor llega a mis fosas nasales y sin mirarlo puedo decir que el que está a mi par es Terrence.

Cierro el cuaderno y me doy la vuelta para saludarlo. Este se encuentra con el ceño fruncido y mirando su Iphone.

Maldita pobreza. Justo en mi corazoncito.

Carraspeo para llamar su atención,  deja su celular y su mirada se enfoca en mí.

—Hola —saludo.

—Hola —responde indagando en mi rostro con su mirada.

Saco la sudadera y se la entrego.

—Creo que esto es tuyo —Me encojo de hombros—, gracias.

Terrence la toma perplejo y asiente.

Como no dice nada, me doy la vuelta y apoyo mi cabeza sobre el pupitre.

— ¿Por qué estás aquí? —pregunta distante.

— ¿Te molesta mi presencia?

—No hagas eso —dice con seriedad.

Levanto el rostro y observo que está luchando por suprimir una sonrisa.

— ¿El qué?—cuestiono mordiendo el interior de mi mejilla para no reír.

—Eso —replica—. Responder a mi pregunta con otra pregunta.

Rompo a reír.

—Vale, lo he pillado.

— ¿Y bien? —insiste.

Me encojo de hombros.

—El rubio teñido que ves allá a la par de mi mejor amiga, me ha quitado de mi asiento.

— ¿Y ella no le ha dicho nada? —pregunta confuso.

Niego con la cabeza.

—Estoy enfadada con ella.

En este momento, la señorita Britter entra al salón y sin perder el tiempo, comienza a impartir su clase.

Ya no intercambiamos palabras con Sullivan, excepto algunos comentarios sobre algunos ejercicios y eso fue todo. La campana se escucha por todo el edificio anunciando que las clases han finalizado. Terrence sale antes que mí, mientras que yo, con demasiada paciencia agarro mis cosas y salgo del aula caminando en dirección a casa; cuando voy saliendo del aparcamiento, un auto se estaciona a la par mía provocándome un susto.

— ¿Y si vamos al parque? —inquiere Terrence con una sonrisita.

Frunzo los labios, mientras pienso en qué hacer. En realidad, no quiero que lo de la ultima vez vuelva a repetirse pero bueno.

—Claro —Finjo una sonrisa. Abre la puerta del copiloto y subo. Se asegura de que me ponga el cinturón y cuando estoy lista, sale del instituto a toda velocidad y por el espejo retrovisor puedo ver a una Jazmín con la boca abierta por la sorpresa.

Llegamos al parque y él se baja del auto. No espero caballerosidad por su parte, por lo cual me apresuro a quitarme el cinturón y bajar del auto por mi propia cuenta. Cuando ya estoy junto a él, empezamos a caminar y un silencio incómodo se siente entre nosotros.

— ¿Y bien? ¿Cómo sigues de tu brazo?

Pateo una piedrecilla y respondo: —Mucho mejor. Mi madre ha cosido la herida.

Asiente y ya no dice nada. Caminamos por un largo rato, hasta llegar al estanque que se encuentra en lo más recóndito del parque. Usualmente aquí vienen parejas a demostrar "mucho amor" y también algunos padres con sus hijos a hacer picnics. Pero curiosamente, el día de hoy esto se encuentra sin una sola alma.

Ambos nos sentamos en el césped y yo empiezo a tirar algunas piedrecillas al estanque, causando pequeñas ondas cuando estas chocan contra el agua. El día amaneció nublado pero allá a lo lejos se vislumbran algunos rayos del sol queriendo salir.

—Kiara —llama Terrence.

— ¿Sí?

— ¿Quieres hablar sobre lo que sucedió el otro día? —Se toca el cabello, como una manera para disimular su ¿Nerviosismo?

Asiento para que continúe hablando. La verdad es que me da miedo lo que pueda decirme, ya que, en este poco tiempo nunca había visto a Sullivan perder el control de esa manera. Parecía un loco, un salvaje, un depredador saboreando a su presa.

Me estremezco de solo volver a recordarlo.

—Yo... —dice ansioso— es que, no sé ni cómo tratar de explicártelo —Se encoge de hombros.

Volteo para mirarlo alzando una ceja.

—Eso no es ninguna explicación, Sullivan —digo furiosa—. Quiero saber por qué actuaste de esa manera. Desde ese día suelo tener pesadillas por tu culpa —Le acuso con el dedo.

—Lo siento —responde cabizbajo—. Pero por más que quisiera no puedo decírtelo Kiara.  Es que, me juzgarías y probablemente me taches de loco.

— ¿¡Por qué!? —Le pregunto exasperada— ¡Habla ya! ¿Qué clase de humano eres? —Inquiero— ¡Eres un chico impredecible! Siempre mantienes ese semblante serio que realmente logra ahuyentar a todo aquel que quiera acercarse a ti.

»No te entiendo, ¿Sabes? Quisiera ser tu amiga porque muy en el fondo me agradas, no te conozco quizás solo llevo uno o dos meses de conocerte o quizás menos. No tienes amigos, tú y tus hermanos se alejan de todos. ¡Me encantaría poder llegar a conocerte! Me has salvado de morir de hipotermia. Quiero acercarme más a ti pero tú, tu seriedad y ese estúpido humor cambiante que te manejas no lo permiten.

»Pareces una mujer con su periodo, cada rato con distinto humor —Blanqueo los ojos y resoplo—, necesito una explicación Terrence —Le digo
exasperada—. Necesito una explicación. Explícame —exijo—, explícame por qué te enfadas cuando leo literatura mítica. Mi pregunta es ¿Por qué? O sea todo es ficción Terry. Sé que algo ocultas y créeme que no descansaré hasta averiguarlo.

Sullivan parece desconcertado ante mi largo discurso. La verdad es que hasta yo misma me admiro. No soy muy buena dando discursos.

—Kiara no puedes ser amiga mía —dice muy serio.

— ¿Por qué? —inquiero desconcertada.

—No quiero tener amigos —Se encoge de hombros—. Además no es nada bueno ser amigo mío.

Blanqueo los ojos.

— ¡Oh por Dios! ¡Qué cliché! —Le grito— ¿Quién te crees que eres? ¿Eres alguna especie de narcotraficante? ¿Sicario? ¿Gangster? ¿Violador? ¿Brujo? ¿Eres drogadicto? ¿O qué? ¿Dirás que eres una especie de monstruo que cambia durante las noches y asesinas a doncellas puras y vírgenes? Por favor Sullivan —resoplo—, no eres el protagonista de ninguna película ¿Okey?

Terrence esta pálido pero aún así esboza una sonrisa socarrona.

— ¿Sabes Kiara? Creo que no será necesario que te diga el porqué. Creo que tú misma lo descubrirás, y muy pronto.

—Déjate de chorradas Sullivan —hablo enfadada—. Eres como todos los demás. Nadie es malo para nadie. Somos humanos, cometemos errores. Eso nos hace imperfectos. No digas que no es bueno ser sigo tuyo. No es cierto, simplemente tienes tu autoestima muy baja y te consideras la peor plaga del mundo. Pero no lo es ¿Entiendes? —Terrence tiene la mirada perdida y la aflicción cruza por su rostro— ¡No lo eres Terrence! —grito. Su rostro está acongojado y algo me impulsa a tomarlo con ambas manos—. ¡No eres perfecto Terry! Pero tampoco eres malo.

Terrence me toma las manos con suavidad y las aparta de su rostro, lo que  causa que mis mejillas enrojezcan.

¡Pero qué diablos estoy haciendo!

—No sabes lo que dices —responde sin ninguna emoción—, no entiendes nada. Te has dejado llevar por las palabras de los libros. Si me conocieras en realidad, no dirías lo que dices. Solo… aléjate de mí.

— ¡Ni que anduviera detrás de ti! —chillo levantándome de un salto— ¡Tú fuiste el que me metió a su auto para venir a este maldito parque! Yo ni siquiera te lo pedí. ¡Tú eres el loco psicópata con distintos cambios de humor que me persigue!, No soy yo. Así que sí alguien debe alejarse del otro ¡Eres tú!, Así que aléjate de mí —siseo y empiezo a caminar para salir de este espantoso lugar.

—Eres imposible, Sullivan —murmuro caminando en dirección a casa—. De verdad que eres imposible.








Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro