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04| La sombra de un extraño.


Capítulo 4: La sombra de un extraño.




¡Dios mío! ¿Qué hago? Estoy sola, perdida en medio del bosque, empapada de pies a cabeza y desprotegida del frío.

Definitivamente este no es mi día de suerte.

La tormenta es tan fuerte que no veo nada, no puedo distinguir las cosas, solamente veo bultos enfrente de mí. Estiro mi mano para tocar lo que sea que tengo en frente y siento la dura textura de la corteza de un árbol, me apoyo en ella y me pongo en cuclillas metiendo mi cabeza entre las rodillas pensando:

Esto no puede estar pasándome.

Me descuelgo la mochila de los hombros y veo aliviada que mis libros están intactos. Fue buena idea meterlos en una bolsa hermética; rebusco en la mochila en busca de mi celular hasta que lo encuentro, desesperada lo enciendo y posteriormente lo desbloqueo para luego irme hacia la lista de contactos y buscar el número que puede salvarme:

Mi Mamá.

Marco su número y espero a que coja la llamada. Al cuarto pitido ella responde.

— ¡Mami! —exclamo aliviada.

—Kiara, gracias a Dios que has llamado, cariño —explica—. Quería decirte que hoy no podré llegar a casa.

»Hoy-no-podré-llegar-a-casa.

Seis palabras que resuenan en mi mente una y otra vez.

— ¿¡Qué!? —exclamo aturdida.

—Sí, amor. Resulta que ha ocurrido un accidente y bueno tengo mucho trabajo y con esta lluvia me será imposible regresar a casa.

Me quedo en silencio por un momento.

—Cuídate, Kiara —dice—. Cierra todo y abrígate bien. Nos vemos mañana nena. Te quiero.

Y diciendo esto, cuelga.

Bueno,  ¿Y ahora como regresaré a casa?

Meto el celular de nuevo a la mochila y abrazo mis rodillas queriendo llorar.

No sé qué hacer. No se ve absolutamente nada con este torrencial de lluvia y no sé en donde me encuentro. Me levanto con cuidado, aseguro bien mi mochila y empiezo a caminar.  Pues ¿De qué me sirve correr? Si no veo nada.

Camino durante un buen rato hasta que mis piernas ya no soportan más y me desplomo en el suelo, como una hoja en otoño desprendiéndose de las ramas del árbol.

Sin darme cuenta, empiezo a llorar. Y me quedo ahí tirada en el suelo, a la deriva, clamando para que la lluvia termine pronto. El sueño empieza a hacerse presente y comienzo a cabecear. A medida que empiezo a dormitar veo un par de luces detrás de un arbusto que me miran fijamente. No le presto mucha atención, pues de seguro, han de ser luciérnagas.

Pero las luciérnagas no se mueven coordinadamente ¿Cierto? Ni tampoco son tan redondas.

Intrigada gateo hacia el arbusto donde están las dos lucecitas, no me he movido ni un metro cuando alcanzo a ver una especie de soga tirada. Tanteo un poco en el suelo hasta dar con la soga y para mi sorpresa, la encuentro de una suave textura, es peludita y pachoncita como la cola de un gato.

Un ronroneo encima de mi cabeza me hace mirar hacia arriba y veo que las luciérnagas, son un par de ojos y que la soga en realidad es una cola. Y en este momento, los relámpagos se hacen presentes y puedo ver que estoy en presencia de un felino.

Asustada retrocedo y el felino avanza hacia mí.

¡Maldición! tengo miedo, y como para confirmar lo que ya sé,  me estremezco y un sollozo escapa de mi boca.

El animal se relame los labios  y se acuclilla en señal de caza.

No espero a que me ataque, me levanto de un salto y salgo disparada corriendo. Creo que el animal va detrás de mí, lo presiento y además escucho los crujidos de las ramas que provocan sus pisadas.

La tormenta ya no es muy fuerte, pero el lodazal, las ramas caídas, las raíces y piedras me impiden correr como Dios manda, causando que de leves tropezones.

Miro hacia atrás y no sé, si es el felino que corre más rápido o soy yo la que ha disminuido la velocidad. Cuando vuelvo mi cabeza hacia el frente, tropiezo y choco directamente contra el tronco de un árbol. Rápidamente retrocedo por el impacto y sé que este es mi fin.

Moriré siendo devorada por un estúpido felino y todo por mi maldita torpeza.

Caigo al suelo provocando un sonido sordo, el aire abandona mis pulmones debido al impacto. Estoy mirando el cielo, el negro y oscuro cielo. Puedo ver como el animal se acuclilla para abalanzarse hacía mi.

Todo está de cabeza, o quizás solo soy yo.

Siento el peso del felino en mi cuerpo y puedo sentir como sus garras atraviesan mi piel, a lo lejos me escucho gritar. Cierro los ojos, esperando que esto termine pronto. Las garras del animal buscan mi rostro y yo no hago nada por esquivarlo.

Estoy en shock y necesito aire.

De pronto siento que algo embiste al animal encima de mí. Abro los ojos pero lo único que veo es la sombra de algo luchando contra el felino.

Los cierro nuevamente y me sumerjo en la oscuridad.

🌹🌹🌹

Un dolor agudo en mi brazo provoca que despierte sumamente incómoda.

Asustada miro hacia todos lados, recordando que antes de caer desmayada estaba a punto de ser devorada por un felino. Pero me sorprendo al ver que ya no estoy en el bosque. No, estoy en mi cama, en mi habitación, en mi casa.

Desorientada, me siento en la cama mientras me devano los sesos pensando ¿Qué diablos fue lo que pasó?

Miro mis brazos, ambos están vendados desde el hombro hasta mi codo. No quiero abrir la venda pues sé que lo que encontraré serán los rasguños que me hizo el animal y creo que no estoy preparada mentalmente para ver el daño. Y al ver las vendas también me hace cuestionar ¿Quién me vendó?

Ya no visto la ropa que andaba, no, ha sido reemplazada por mi suave pijama rosa con conejitos. Sé que no fue un sueño, pues los rasguños y el dolor de estos son la prueba de que todo fue real. No recuerdo mucho, solo sé que el animal estaba a punto de devorarme y no recuerdo arrastrarme hasta la casa pues:

1. Estaba lloviendo muy fuerte.

2. Estaba demasiado moribunda.

3. Me encontraba sin sentido de orientación.

Lo que me hace pensar que alguien me encontró y me trajo hasta aquí pero la pregunta es: ¿Quién me trajo?

Quizás fue mamá, ¡Sí! A lo mejor ella pudo venir a casa y al ver que no me encontraba salió en mi búsqueda. Salgo de mi habitación y bajo hacia la cocina esperando encontrarla pero solo me encuentro con la soledad. Suspiro y me dirijo hacia la sala, quizás esta dormida en el sofá. Voy hacia ahí y no la encuentro.

La busco en toda la casa y no hay ningún rastro de ella. Miro el reloj cucú que yace sobre lo alto de una repisa y veo que marca las tres de la madrugada.

¡Diablos! Ya es muy tarde y mamá no está aquí, lo que significa que no fue ella la que me rescató. Camino hacia mi habitación con paso de tortuga y es ahí cuando un fuerte dolor ataca mi cabeza. Me recuesto en la cama y sin saber cómo logro dormirme.

🌹🌹🌹

Los ojos del felino  recorren mi cuerpo, relame sus labios mientras se pone en posición de ataque y saca sus garras. No puedo moverme, estoy paralizada. Lo miro directamente a los ojos, esperando que esto acabe pronto. El felino se abalanza sobre mí, clavándome sus afiladas garras en mi cuerpo, grito porque el dolor es insoportable; pero cuando el felino va a morderme algo lo embiste y me lo quita de encima.

Grito.

Despierto agitada y con el sudor recorriendo mi frente. Miro el reloj y veo que son las ocho de la mañana, justo a esta hora debería estar camino al instituto.

Como un rayo me levanto de la cama y me dirijo hacia el baño, cuando ya estoy aseada y vestida bajo a la cocina con la esperanza de que mi madre se encuentre ahí pero cuando llego no hay ningún rastro de ella. Miro el reloj y veo que son pasadas las ocho, asustada cojo mi bolsón, cierro la puerta y me encamino hacia el instituto.

El viento sopla con intensidad y agarro con fuerza mi suéter, esperando que este me abrigue. Me acaricio los brazos y sin querer suelto un grito pues me he lastimado las heridas.

¡Cielos santos, las heridas! Me detengo y veo que por estar apresurada olvidé cambiarme las vendas. Me doy un zape por estúpida mientras me quedo parada pensando si regresar a casa o ir a la enfermería a cambiármelas.

Aunque sería mala idea pues la enfermera me preguntará que me sucedió y en realidad ni yo misma lo sé.

Suspiro y empiezo a caminar nuevamente, resignándome a cambiarlas en el instituto pues si regreso a casa me retrasaré más.

Cuando llego al instituto ya están en el primer receso, entro a la cafetería en busca de Jazmín pero no la encuentro. Todos me miran como si fuera una especie de zombie y yo los ignoro dirigiéndome a mi casillero para sacar los libros que me corresponden para la siguiente clase.

— ¿Kiara? —pregunta una voz ronca detrás de mí.

Volteo para encontrarme con Sullivan, quien tiene en su rostro una cara de preocupación extrema.

— ¡Ah! Hola Terrence —saludo cortante pues a mi mente viene la discusión que tuvimos ayer.

— ¿Estás bien?

Asiento un poco extrañada por su repentina pregunta.

Él no parece muy convencido con mi respuesta y me examina con la mirada durante un largo rato. A lo que yo me remuevo un tanto incómoda, pues no soporto que me mire. Transmite en su mirada cierto temor y odio a la vez, que me da desconfianza.

— ¿Ya terminaste con la inspección? —Le espeto, cerrando con fuerza la puerta del casillero. Él se sorprende y se aleja de mí sin decir palabra alguna—. ¡Eres un raro lo sabías! —Le grito, sin importarme que los demás me vean escépticos.

Sí, y él es el raro. Me reprocha mi subconsciente.

—Un raro que te salvó la vida —dice dándose la vuelta y mirándome fijamente.

— ¿De qué hablas? —inquiero curiosa.

Su mirada se posa en mi brazo y luego en mi rostro.

—Tú ya sabrás.

Y se aleja dejándome con la intriga.

¡Agh Maldición! Odio a este chico.

Me alejo de ahí y camino hacia el aula de español echando humo.  Ya ahí me encuentro a mi mejor amiga con el chico cabeza hueca en mi pupitre.

¿Leyeron bien?

¡EN MI PUPITRE!

No es que me importara pero como estoy enfadada y quiero descargar mi ira con alguien me dirijo hacia ellos y empiezo a gritarle.

— ¡Oye tú, quítate de mi asiento semejante imbécil!

Hardin levanta su mirada y me mira con un gran signo de interrogación en su cabeza.  Pongo los ojos en blanco y lo agarro del cuello de su camiseta.

— ¿No entendiste, cabeza hueca? ¡Quítate de mi asiento!

Jazmín me mira asustada y enfadada a la vez mientras sale en la defensa de Hardin.

— ¡Kiara, cálmate! Sólo está charlando conmigo.

¿Vieron? No me defiende, no me pregunta donde estaba, ni porque aparezco  a estas horas. Solo me reclama porque le grito a su amiguito. ¡Y se supone que es mi mejor amiga!

La miro consternada y ella me desafía con la mirada. Se siente la tensión entre nosotras y Hardin quita suavemente mi mano de su cuello. Y sin querer, presiona su mano en mi brazo con fuerza, justamente el brazo que tengo herido y no puedo evitar soltar un chillido.

— ¿Qué te pasa?

No puedo reprimir las ganas de gritarle:

—Estúpido, mi brazo herido, idiota.

Sé que no ayuda en nada a apaciguar el dolor en mi brazo pero, pensándolo bien, si ayuda a calmar un poco mi ira.

—Lo siento —masculla soltándome.

Jazmín me mira escéptica y yo solo miro mi brazo, el cual empieza a sangrar, manchando mi suéter.

—Maldición —murmuro por lo bajo. Agarro mi bolso y salgo corriendo del aula en dirección al baño, ignorando los gritos de Jazmín.

Cuando llego al baño, me quito el suéter y miro la venda. Está llena de sangre, ese estúpido me abrió la herida.  Abro el grifo de un lavamanos, me quito la venda y coloco el brazo sobre el agua cayendo para que lave la sangre. Cuando estoy segura de que ya no está saliendo sangre, procedo a secarme con un pañuelo de seda, teniendo cuidado de no lastimarme. Lo tiro a la basura y saco otro que utilizo para vendarme el brazo.

—Este día no pudo haber sido más basura —murmullo para mí misma saliendo del baño.

Decido pasar a la enfermería y veo que está cerrado. Agh de seguro la enfermera no ha venido. Pongo los ojos en blanco y me dirijo hacia las canchas, donde los chicos están entrenando soccer y las porristas están practicando sus piruetas. Me siento en el suave césped viendo como la entrenadora obliga a los chicos a correr con más ánimo.

Escucho unas suaves pisadas que se acercan hacia mí y por reflejo volteo hacia atrás. No puedo evitar entrecerrar los ojos muy molesta.

— ¿Qué quieres? —espeto bruscamente.

—Hablar contigo.

Cierro los ojos y hago ademán para que tome asiento a mi par.










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