Tercera parte
-Consorte, ¿Habéis dicho, señor? -Se mofó el sujeto mirando a JungKook -No es más que alimento ante mis ojos... -
-Por supuesto, tú lo has dicho Jung, "ante tus ojos" no a los míos... Aparta de él, dejadle hablar - Tan solo porque llevaba aquella mascara, sino HoSeok se hubiese visto arder en los dorados ojos de su Laird, por cuestionar su autoridad de esa manera.
-¡COMO NO ME SUELTEN, LOS DESTROZARE VIVOS! -Gritó JungKook con inmensa furia contenida. El pelirosa al fondo se río.
-Vaya, se ha enojado -Le dijo al Laird.
-Oh y creo en vuestra palabra, Cazador del Gremio. Yo, más que los que estamos aquí reunidos, deseo ver de lo que eres capaz... -Le dijo el Laird, con burla y no a la vez.
-Entonces dame armas y a uno de tus mejores hombres, que lo destrozaré apenas me sueltes -Bufó JungKook. El Laird se inclinó hacía el consejero metiche, según JK, y le susurró algo.
-¡BAEKHO! -Ladró entonces el pelirrojo, haciendo llamado a un vampiro medianamente alto, cabello rubio y dotado de fuerte musculatura. Imponente y letal eran las dos palabras para describirlo. Con una mirada ponzoñosa y un porte que erizaba el vello con tan solo verle caminar.
-BaekHo, Líder de mi guardia de seguridad, uno de mis hombres más confiables desde tiempos inmemorables, es digno de ti -JungKook ni siquiera necesitaba responder, ya le estaba dentando con su mirada -¡Vamos! ¿Qué esperáis? Dadle armas al Cazador y soltadle de una buena vez -JK casi brinca de la emoción de su instinto nato, de la furia que lo consumía- Pero eso sí... -Intervino una vez más el enmascarado- Atadle una venda a los ojos, veamos de lo que eres capaz, muchacho... -Y aunque JK no podía ver a través de la máscara, no necesitó mucho saber que se estaba mofando de él. Más eso no le hizo perder la calma y en cambio se sonrió en su cara mientras sentía como era liberado. Enseguida le proporcionaron armas, dos finas dagas, suficiente para un Cazador tan bueno como prometía ser. Y vaya que el Laird le tenía bastante fe.
Los dos combatientes se hicieron al centro del gran salón, los curiosos ojos de los demás se postraron sobre los dos, esperando el encuentro armado. Y no esperaron mucho, cuando el fino chillido de los cuchillos tajó el aire y llegó hasta sus oídos. El Laird se perdió en los movimientos tan gráciles del muchacho; difícil de percibir, difícil de ver venir. Extremidades, sangre y vísceras comenzaron a volar por los aires manchando el mármol negro del suelo y impregnando el aire. El Laird entonces se quedó fascinado, cuando su fiel hombre cayó muerto al suelo y aquel muchacho quedó postrado en una pose de combate. Apoyado con una rodilla al suelo y alzado en la otra, con una daga en alto misma con la cual había terminado de desgarrar la garganta del vampiro y la otra en su espalda a la espera de ser manchada de nuevo con otro movimiento ágil, terriblemente quieto y a la espera. Entonces el Laird dio cuenta a su dote. Aquel no era simplemente un Cazador, era un cazador nato y por sobre todo que se guiaba por su olfato y buen oído.
-Vaya, vaya.... Vaya -Aplaudió fascinado el Laird, JK enardeció y por mero impulso se abalanzó y lanzó con toda su fuerza una de las dagas, que si no hubiese sido porque aquel ser poseía reflejos sobrenaturales, no la libra pues esta fue a parar apenas a unos centímetros de su cabeza, incrustándose en el respaldo del trono, trincado a piedra. Los consejeros y hermanos chillaron ante aquello, JungKook se sonrió con lascivia pues casi da en el blanco, pero aquella sonrisa no le duró mucho cuando el Laird al darse cuenta de su acción, avanzó tan rápido hasta él que apenas su ojo humano pudo captarlo, haciendo revolotear por los aires su elegante capa. Y lo sostuvo por el cuello en los aires, clavando en la cremosa y banca piel sus filosas y puntiagudas garras, haciendo chillar al joven Cazador- ¿Qué crees que haces? -Lo cuestionó lento y pausado, con la furia resaltando en su barítono tan bien formado y escalofriante, que hizo a JungKook temblar de tan solo escucharlo. JK se aferró a la mano que lo sostenía en alto, con una fuerza abrupta de la que sabía no podría librarse- ¿Te atreves a atentar contra mí, Cazador del Gremio? - Y entonces enterró lento, como sus palabras, su pulgar en la garganta del joven haciendo manar sin mucho esfuerzo ese líquido caliente y borgoña hasta escurrir y marcar trecho por medio pecho del Cazador.
Fue entonces que, con un solo movimiento de su mano tras su nuca, desató los cordeles de su mascara y la levantó de su rostro apenas liberando sus labios y barbilla a la vista del pelinegro aun en sus garras, revelando unos perfectos labios rosas y carnosos, con un lunar en el inferior, bronceada piel en la barbilla marcada por la barba que aguardaba en salir. JungKook tragó duro y se reprimió el grito cuando aquellos sensuales y pecaminosos labios, se posaron en su garganta y lamieron sin descaro la sangre que escurría y manaba de la herida, sorbiendo y degustando de ella. Lamiendo y chupando con ahínco, rasguñando la piel cremosa con sus colmillos y marcando la pauta para el infierno hecho carne en su persona, de aquel joven Cazador del Gremio, que sin más seria suyo, por los siglos de los siglos, en más.
"Mío" Había dicho como último, antes de dejarlo caer al suelo y lamerse los dedos que aun pintaban de sangre del joven. Había tajado su promesa y su elección ante sus hermanos y su consejo. No había poder entonces que lo arrancara de sus manos.
Ni voz, ni poder, ni voto.
Despertó, sintiendo gorgotear su conciencia en blanco y azul, luego nada. Así sucesivamente, como si no tuviese las fuerzas necesarias para abrir los ojos, así que los volvió a cerrar. Pero escuchaba o comenzaba a hacerlo y también a sentir.
"Clap, Clap"
Un goteó incesante atormentaba su cabeza, como de las veces cuando dejas sin cerrar bien el grifo de agua del lavatrastos o la regadera. "Clap, Clap" con diferencia de segundos. Tormentoso, insistente; así lo sentía. Y a medida que recuperaba la movilidad de todo su cuerpo, a medida que sentía cada extremidad; se dio cuenta que estaba tendido sobre una posible cama. Suave, sedosa; satén.
Y ese aroma, el aroma...
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