Segunda parte
POR OTRO LADO...
- Laird, matalo, es un peligro... - Protestó HoSeok, el consejero real, cerca del trono de su Laird quien tenía la mirada fija al frente en un punto, mientras escuchaba la opinión de sus consejeros y hermanos.
-¿Qué peligro podría representar un humano? - Se mofó el Laird ante él, sin siquiera mirarle. El pelirrojo guardó silencio.
- SeokJin, no es bueno para nosotros. Tan solo pon un arma en su palma, y verás cuán letal puede llegar a ser - Le dijo esta vez, cerca de su oído, NamJoon; el mayor de sus hermanos.
- Eso me agrada, entre más se resista la... Comida, más delicioso es el festín, NamJoon - Contestó sereno su Laird, NamJoon suspiró frustrado, cuando una idea se postraba en la mente de Jin, no había poder que lo sacase de ello.
-Yo digo que le dejemos y veamos de lo que es capaz, se dice que es muy bello, si no te gusta hermano, tal vez pueda tenerlo como mi mascota - Masculló con deje seductor el pelirosa, el hermano menor del Laird, Jimin.
- ¡Basta, callense de una vez! ¡Yo decidiré que es lo que hago con ese cazador! - Les gritó con el colmo asomándose entre sus labios, solo les había pedido una opinión no que le dijesen qué hacer-Por lo pronto, traer al muchacho, quiero verlo yo mismo con mis propios ojos - Pidió el Laird e inmediatamente dos vampiros a servicio desaparecieron para volver y traer con ellos al chico que dejaron caer de rodillas y atado al pie de las escalerillas, donde estaban postrados los tronos. SeokJin frunció el ceño, mirando al chico encogido; de cuerpo fibroso y vestido completamente a negro; con pantalones trincados a sus piernas, unas piernas que prometían ser fuertes y carnosas pues a simple vista y aunque estuviese hincado; los cuádriceps eran evidentes. Espalda ancha y cintura delgada, enfundadas en una camisa ajustada acompañada de un arnés que rodeaba sus brazos y atravesaba su pecho para ajustarse en su cintura; donde deberían ir dos armas y dagas sinfín, pero no tenía nada con él. Cabello azabache y un tanto largo, moteado de borgoña en las puntas, tintes que llamaban la atención y colores de un auténtico rebelde. Piel blanca, cremosa y tersa a simple vista.
Ese muchacho era una exquisitez, aunque estuviese ahí hincado y no erguido para apreciarlo verdaderamente bien. No solo su físico hablaba bien, sino, que Jin percibía su aroma, un aroma tan exquisito y seductor, propio de un cazador nato. Rosas y vainilla, con un ápice de roce de pieles calientes y seductoras, bañado con un leve toque de pinabete. A SeokJin se le hizo agua la boca de tan solo echar a volar la mente, imaginando miles de escenarios probando la sangre de ese muchacho que muy bien sabía corría con fuego por sus venas, mientras se deleitaba olfateando sin descanso el cuello y las zonas más sensibles de él. Y cuando aquel muchacho alzó la mirada lentamente y SeokJin encontró tan profundos y brillantes ojos negros, llenos de vida, su corazón dio un pálpito que casi le quita la respiración-La mordaza... - Escupió fieramente aun con los ojos puestos sobre los del cazador, tan solo con el fin de poder apreciar con mayor nitidez aquel bello rostro.
Y en cuanto le hubieron retirado la mordaza, la furia invadió a JK al ver a aquel ser frente a él que lo hizo escupir como burla a sus pies. Los hermanos y sus consejeros saltaron preocupados y admirados por la acción tan irrespetuosa del joven Cazador, SeokJin no pudo más que esbozar una sonrisa de medio lado. Se notaba la bravura en ese crio, sería difícil domarle, pero... No imposible.
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JK levantó la mirada lentamente, topándose con lo que sería su peor pesadilla. Hubiese preferido mil escenarios peores que aquello y era difícil concebirlo. Pero estaba más en su realidad que nunca y no podía descartar en donde estaba. El Palacio de Sangre, hogar del Laird que lideraba a toda la comunidad vampírica y Nosferatu. Solo hubo que mirar los tronos y sus dueños, las altas y empedradas columnas, el piso de mármol negro y veteado de dorado, y el sinfín manto de rosas que cubría aquel lugar, así como las enredaderas que corrían libres por las paredes; para darse cuenta de donde estaba.
Más, sin embargo, la dicha era poca al ni siquiera poder ver el rostro del rey. Vaya que era cierto eso que decían; que solo pocos le habían visto el rostro realmente y muy pocos de sus allegados también. El Laird mantenía su rostro cubierto siempre por una máscara, que no dejaba ni un espacio libre y todo estaba cubierto por finos y preciosos diamantes; todo para mantener en secreto su identidad y él poder moverse tranquilamente entre los humanos incluso sin la mascara y nadie entonces sabría quién era. "Menudo cobarde" se mofó JK en sus adentros mientras le miraba.
Aquellos hombres vampiros al lado del trono principal, susurraron cosas echándole un ojo a su persona, al oído del hombre, quien no parecía inmutarse por nada; con los brazos descansando en los reposabrazos esculpidos en piedra del trono, sentado con la espalda bien erguida y en posición desafiante. Entallado en un traje borgoña que se componía de un kilt y un saco elegantemente hechos a mano con las mejores decoraciones en oro, botas largas por el mismo material que llegaban arriba de sus rodillas y dejaban un espacio entre el kilt donde se mostraba parte de sus piernas, con exquisita piel bronceada y cuádriceps marcados que harían babear a cualquiera, incluso a JungKook. Sus manos llevaban anillos variados con rubíes y hermosamente lustrados, una capa que caía de costado por uno de sus hombros y descansaba sobre una de sus piernas, sacada de un exquisito animal y cuidada tan bien para servir a él.
Aquel ser emanaba presencia aun estando tan lejos, demandaba atención, imponía destreza y miedo, hacía que el vello del cuerpo se erizara de tan solo mirarle. JK tragó, pero no se dejó doblegar por esa seductora e imponente imagen del Laird de la Sangre. Los lacayos a sus lados volvieron a susurrar para él, y JK casi se ahoga de enojo, como no pudiera desgarrarle la garganta a cada uno por pasar su presencia por alto, como si no fuese nada.
Entonces volvieron a posar sus miradas sobre él, quedándose más callados como si hubiesen alegado su presencia ante el Laird, allí.
Uno de los con consejeros, HoSeok, se paró de su silla y anduvo con bravura hasta donde JK, descendiendo como nada las escalerillas y sondeándolo como verdadero predador; alrededor de él. JK estaba increíblemente enojado, se sentía como el bocadillo principal en el centro de mesa de una buena secta vampira. Y bueno, no estaba lejos de ello.
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