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Primera parte

Era demasiado, había corrido demasiado y aun así sabía que le alcanzarían en determinado punto. No podría contra ellos y la última arma que portaba encima, era una fina daga con el sello de los Cazadores, el pequeño grupo al que era perteneciente.

Esas criaturas eran más fuertes, más veloces y audaces, sencillamente letales. Y con aquella orden emitida que iba sobre su cabeza, no descansarían hasta echarle las garras al cuello... En el mejor de los casos, claro.

Los vampiros eran como una plaga que asolaba las ciudades y por ello, pequeños grupos de Cazadores se comenzaron a formar y JungKook formó parte de ellos desde temprana edad, siendo hijo de un Cazador nato y adquiriendo por sangre todos los dones de su padre y las habilidades potenciadas de este; como su desarrollado olfato y habilidades dentro de la caza.

Jeon JungKook había sido instruido siendo apenas un crío de doce años, aprendiendo teórica y prácticamente como dar caza a los chupasangre. No solo había sido el mejor todo el tiempo en la academia, sino que era cabecilla siempre en las cazas masivas. JK era especial, portador de unos ojos tan negros como la noche, tan letales y calculadores; cabello azabache moteado en borgoña; labios de prominente tentación; piel acerada y cremosamente blanca; alto y fibroso, lleno de firmes músculos y dotado de exquisitos cuádriceps que le permitían dar grandes saltos, mantener movimientos ágiles y carreras extensas. Como la que ya mismo mantenía.

A cualquier vampiro amante le hubiese encantado probar la femoral de sus piernas, tan voluptuosas y llenas. Y es que, hablando de ello, los humanos en la mayoría de ocasiones, eran los que ocasionaban los problemas; buscando la sed de los vampiros que habitaban en la ciudad y provocando también que el pequeño Gremio se moviera en contra de ellos.

Los humanos iban en el último eslabón de la cadena alimenticia, por ser débiles, cero fuertes y por supuesto, estúpidos en toda la extensión de la palabra. Porque cuando el deseo sexual les dominaba, abundaba más la estupidez que la lógica misma, y es que, los vampiros proveían de una exótica droga a estos. Los vampiros poseían en la saliva altos niveles de estimulantes placenteros, aunque esto variaba según su edad y madurez. Entonces los humanos buscaban el peligro sin medir, pedían de aquel extraño pero maravilloso elixir y así saciaban sus deseos más mundanos, los vampiros ganaban el derecho a un mordisco y al exquisito líquido de vida de la persona. Más, sin embargo, no todos los vampiros sabían controlarse a la hora de tomar su debida ración y esto creaba una sobrecarga de sangre en su organismo que los hacía enloquecer, perder el poco raciocinio que poseían y atacar sin escrúpulos. Es ahí donde entraba la labor del cazador asignado; perseguir al o los vampiros renegados y darles muerte antes que el embrollo se hiciese más grande. Ya que un vampiro sobrecargado y cien por ciento estimulado, era hasta cuatro veces más fuerte que uno normal y caía en una conciencia cero siendo ya colmo el hecho de que no pensaran con claridad. La sobredosis de sangre los volvía en su instinto más inhumano y primitivo.

Pero en esta especial ocasión, no había habido lío de sangre, simplemente que JungKook había sido emboscado. Los vampiros de alto rango, notando sus bajas; habían decidido tomar parte en el asunto y dar caza al Cazador que ponía en peligro su liderazgo en aquella zona de Seúl. Sabían que, si lograban matar al Cazador más fuerte , el pequeño gremio quedaría un tanto indefenso y podrían ir contra él y reducirlo a nada. Pero Jeon no era un simple cazador, aquel joven alto estaba dotado de buen olfato y no había malgastado parte de su vida en su formación como Cazador, para dejarse atrapar así de fácil por esos chupasangres. Primero se llevaba unos cuantos entre los pies antes que ello.

Maldita la hora en que había elegido correr en dirección opuesta a donde estaba su coche, aunque tampoco fue algo a elegir. Simplemente ya le estaban esperando dispuestos a pincharle un mordisco. JungKook se sintió acabado entonces, no iba a llegar muy lejos ni aunque sus extenuantes horas de entrenamiento le dijesen que sí; su cuerpo se estaba rindiendo y no podría mantener un combate cuerpo a cuerpo con ellos, eran demasiados.

Pero no, no se iba a dejar vencer tan fácilmente, antes se llevaba a unos cuantos entre las patas. JungKook detuvo su carrera, desarmándose la daga que sostuvo entre sus dedos, su única arma. Si tan solo hubiese cogido su teléfono consigo en vez de dejarlo en el auto, ya hubiese conseguido, por lo menos, activar la alarma para dar alerta al Gremio de su situación. Pronto estarían ahí y todo tendría fin, pero ¿Cuál es la ironía? ¡Claro! Su teléfono estaba bien guardado bajo la seguridad de su auto a varias manzanas de ahí.

No fue sorpresa que se le echaran encima en cuanto detuvo el paso, aquellas criaturas sedientas de sangre le acabarían, pero no estaba dispuesto a darles tregua. Peleó contra ellos, demostrando que, aunque era humano, no se los dejaría fácil. Pero eran tantos que no sabía coordinar ya de donde le venían los golpes, tratando de cubrirse a sí mismo de los arañazos y posibles mordidas no deseadas, cayendo entonces un duro golpe en su nuca y dejándolo inconsciente en el suelo.

– ¡Qué tipo más mordaz! – Bufó uno mientras se limpiaba la sangre de la boca con sarna, producto del fuerte puñetazo que le había proporcionado JK.

– Ya, amárrenlo y vámonos, nos esperan...– Dictó otro jadeando y sudando por la previa corrida. Se recuperarían rápidamente por su inmortalidad, claro que sí, pero debían admitir que JungKook no era presa fácil y había sido mera coincidencia que fuera desarmado, si no la porra que les pone apenas los hubiese visto.

JungKook tenía mala fama entre los vampiros, un cazador nato no pasaba desapercibido, mucho menos con la belleza tan letal que poseía. Y es por ello que lo necesitaban fuera de la jugada, JK era uno de los cazadores mas fuertes del Gremio, por lo que necesitaban deshacerse de él lo antes posible.

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El olor a sangre le inundaba las fosas nasales, lo conocía tan bien, más cuando era reciente y la sangre aun manaba vapor. Ese intenso olor salado y metálico lo engulló en un agujero mordaz y nauseabundo que le hizo abrir los ojos de golpe, solo para dejarlo más desconcertado, desubicado y aturdido de lo que ya estaba y se sentía.

Una habitación en plena penumbra, ni una luz, nada que lo iluminase y mostrase donde estaba. Solo se dio cuenta que estaba de rodillas, sentado sobre sus pantorras, atado de manos a la espalda, amordazado. Y quien sabe si solo en aquel recoveco, pero, escuchaba voces al parecer en el exterior que murmuraban y hablaban rápidamente, como disgustadas. La mente de JK daba mil vueltas en el "¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Con quién estaba? Y ¿Por qué?" la respiración le corría a mil; estaba desprotegido y si aún se encontraba en manos de esos chupasangres, no la contaría si era así.
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Lindas estrellitas aquí les traigo una nueva historia, aún no está decidido si va hacer un tres shot o un fic corto.

Espero les guste.

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