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Cuarta parte

 Ese que bien conocía. Fuerte insistencia a hierro y... Rosas. La razón, un flash momentáneo y doloroso que golpeó su mente sin piedad, haciéndolo respingar de mero impulso y abrir los ojos de inmediato.

Rojo. Parpadeó muchas veces, con el corazón galopándole fervientemente en el pecho, casi queriéndole abrir de tajo el tórax. Nada, no pasaba nada, rojo, muy rojo. El rojo no desaparecía.

Parpadeó continuo, no desaparecía.

"La luz es roja, JungKook, calma... Calma"

"Respira, estás bien, estás bien..." Se repetía continuo en su cabeza, tratando de encontrarse en sus 7 de ser posible. "Calma" Una vez más y se llevó la mano al puente de la nariz, necesitando masaje en esa zona por el repentino dolor, pero apenas movió el cuello un pinchazo en este casi lo hace chillar, obligándolo a quedarse quieto, recto y con el corazón acelerado "Clap, Clap" nuevamente a su derecha y virando con miedo y un incesante malestar en su cuello; se encontró entonces con una fina manguerilla que bajaba de su cuello y se extendía por la hermosa sábana de satén borgoña, hasta colgar en un sostén metálico. Gotas borgoña, brillosas y ricas se destilaban por aquella manguera hasta caer en una copa de tamaño promedio. Oro puro, brillante y grabados de rosas. "Clap, Clap" de ahí el sonido.

A JungKook lo abandonó la respiración al ver su sangre ser drenada de tan espeluznante manera, llegando a sentir el terrible vértigo y náuseas rotundas removerle la bilis del estómago. Su temblorosa mano viajó apenas a su cuello y a tientas encontró, incrustada en su carne, en su yugular; una válvula que estaba fija a una aguja dentro de su arteria. Y una pequeña llave para abrir y cerrar a gusto el vial del flujo hacía la copa y por la manguerilla.

El coraje le invadió enseguida, sintiéndose como la fuerte de sodas de esos miserables y enderezándose sin el menor cuidado, en la cama, tiró de la aguja en su cuello, arrancándola de un tirón. Gritó de dolor mientras sacaba aquel objeto punzante y su sangre salía a pulsión por el repentino halón, manchado su cuello y llegando a salpicar la satinada cama. Y habiendo aventado la manguera a un lado, lejos de él, se encontró con aquellos ámbares ojos de fondo, iridiscentes, que prometían muerte y diversión. Aquellos ojos reflejaban miles de cosas, como si lo hubiesen visto todo. Y es que aquel vampiro era tan longevo que podría haber visto sin más civilizaciones enteras caer y levantarse, imperios nacer, ríos desaparecer y montañas formarse. Su mirada era sabia, aunque guardaba el salvajismo de cualquier predador y aunque sonreía, en ese momento, la sonrisa o el sentimiento de ello, no llegaba a tocar sus ojos; manteniéndolos fríos, opacos, pero letales.

JungKook no necesitó mirarlo dos veces para saber que era un vampiro; su belleza, su piel sus ojos, todo; Gritaba que así lo era. Estúpidas vacilaciones de la Saga Crepúsculo había visto, pero esto que veían sus ojos no tenía nombre... No lo tenía. O era satán en persona, o la octava maravilla del mundo.

Permaneció perplejo, perdido en la belleza de ese ser que le miraba divertido y atento desde su cómodo lugar en uno de los sofás apenas a unos cuantos metros de él. Gritando serenidad por todas partes. JungKook se sintió tenso, mucho más al persibirse sin un arma en el cuerpo y más teniendo a un vampiro de por medio. Y aunque sus posibilidades de escapar existían, sabía que no podría llegar muy lejos ni aunque moviera el culo de allí rápidamente. No alcanzaría ni a tocar el pomo de la puerta cuano ese ser ya lo hubiese degollado vivo.

Los vampiros son como los felinos, en cuestión de perspicacia, de diversión; entre más los tientas, más salvajes se portan. Hablando en el sentido más salvaje, claro que sí.

Llevó su palma a su cuello, tratando de parar el flujo de sangre ante la vista de ese ser. Los vampiros no podían controlarse demasiado, a menos que fueran mayores de edad, hablando así de entre 100 o 150 años luego de su conversión.

Su sangre manchaba la cama, su sangre brotaba por sus dedos, el olor a esta era inminente y aún así aquel vampiro se mostraba tan tranquilo, como si nada incluso. Cosa que tomó por sorpresa a JungKook, era longevo, un chupasangre longevo y luego, deparó en la máscara encima de la mesilla de café. Esa máscara de hermosos cristales y telar negro.

Era él...

El más temido por todos, del que se hablaba por todas partes. Mullet negro y rizado, ámbares y penetrantes ojos. Alto y, como todos los seres inmortales, musculoso esculpido y fibroso. Mandíbula definida. Piel bronceada y acerada. Lunares adornando el rostro como constelaciones al cielo. Piernas largas, pestañas espezas y labios llenos, rosas y pecaminosos. Entallado en un pantalón negro de vestir y lustrados zapatos, camisa roja y bien fajada, holgada agregando estilo a su vestir, elegancia y sutileza. Una sutileza letal. Nada en él era suave, parecía una suave y hermosa flor, pero llena de espinas punzocortantes.

JungKook no mostró reacción, pero la sola desviación de su mirada al objeto fue claramente captada por el mas desarrollado al fondo. Una rápida olfateada al enemigo. Rosas, madera, pino y brisa fresca del bosque, un aroma particular. Aquel ser comenzó a aplaudir lentamente, atrayendo más la atención del Cazador.

–Buen show te has montado, Cazador del Gremio – Dijo enderezándose del sofá y sonriendo abiertamente. Divertido—Veo que tienes agallas – Alza la barbilla orgulloso el cazador "¿Por haberme desgarrado el cuello?, sí, muchas gracias" Pensó JungKook– ¿No hablas? ¿Te han comido la lengua los ratones? – Se burló comenzando a merodearlo.

–¿Qué mierda es esta? – pregunta bruscamente JungKook, buscando distraer al otro mientras se las ingeniaba en su mente para salir de allí, para buscar una salida. El otro sonríe al escucharlo.

– Hueles bien, Cazador, un probadita de ti es lo que todos quieren... Incluyéndome – Vaya cosa, realmente JungKook no podía esperar menos. Y a medida que el otro daba firmes pero lentos pasos hacía la cama de dos plazas donde estaba él, él mismo retrocedía en esta, hasta que su espalda hubo tocado el cabezal de la cama. No le tenía miedo, claro que no, un cazador nato no teme, no duda, no se doblega ante el peligro, ante la situación, ante nadie...

Pero en esta ocasión estaba, por desgracia, desarmado y un combate cuerpo a cuerpo no estaba juego. Un solo puñetazo de ese ser y lo dejaría sin sesos, en el mejor de los casos.

–¿Qué mierda hago aquí? – Cuestionó el azabache de moteadas puntas borgoña, el vampiro torció una sonrisa, divertido al verlo huirle de esa manera.

–¿Cuál es tu nombre, Cazador? – Y JungKook comenzaba a sentir la palabra "Cazador" como burla hacía él, como ofensa. Se mofó de él.

–Cómo si no lo supieras... – Contestó, si por algo estaba ahí era por su ya bien conocida reputación, todo mundo sabía su nombre. El vampiro borró su sonrisa notando como aquellos ámbares se volvían de a poco cobrizos yendo al negro. Y en un rápido movimiento, le alcanzó el tobillo sobre la cama y tiró de él hasta dejarlo al medio de esta. Fue tan rápido que JungKook se sobresaltó.

–Tu nombre... – Exigió. Entonces JungKook comprendió; era un juego, y uno muy malo. Si contestaba mal o no contestaba un hueso, por lo menos, sería roto. Un clásico juego de vampiros. Pero JungKook permaneció en silencio, aquello era una humillación para él, más cuando en aquellos cobrizos ojos brillaba la perversidad y diversión.

–Vete a la mierda...¿Qué te parece?–Espetó el Cazador alzando una ceja y entre dientes. El vampiro torció otra media sonrisa.

–No hablas, pero cuando lo haces solo para decir groserías. Habrá que moldear esos modales...–Y sin más tiró de su tobillo dolorosamente hacía él terminándolo de arrastrar hasta la orilla de la cama. El cazador sorprendido retiró la mano de su cuello y trató de afirmarse de la satinada sábana, pero no pudo a tiempo y justo cuando hubo llegado a la orilla por aquel repentino tirón, fue tomado por la garganta y alzado como si fuera una pluma por este.

Su cuello dolió a mares por lo de antes y ahora más con la presión de la mano del otro sujeto. Lo miró desde arriba. Esos ojos divertidos era lo que más chocaba con su orgullo. Mil veces maldito. JungKook pudo apreciar por un momento, aún entre su coraje, aquel perfecto rostro. Era una mentira sobre los rostros pálidos, aunque era cierto que la inmortalidad en esos vacíos seres era evidente; más bellos, más musculosos, más sobrenaturales. Perfectos; no había otra palabra, por ello la naturaleza los odiaba y los había castigado con una sed infinita y la posibilidad de comer y sobrevivir de su misma especie inclusive. Porque si la inmortalidad para muchos era un don, para muchos otros constaba nada más que de una maldición eterna.

Aquella presión hizo manar su sangre de nuevo, sintiéndola caliente y espesa bajar por su cuello y sin esperarlo más, aquel vampiro lo bajo apenas poco y acercando su rostro al blanquecino cuello, lamió aquellas gruesas gotas de sangre que caían del orificio en su piel. JungKook dejó de respirar al pensar que lo mordería, pero eso no ocurrió.

Aquella fría, mojada y seductora lengua lamió su piel con tanta vehemencia que lo hizo ver estrellas de colores e hizo electrocutar su cuerpo descontroladamente, llegando hasta atrás de su oreja, donde la piel era más sensible aún. Besos furtivos fueron repartidos, así como fieros arañazos productos de los peligrosos colmillos y aquella sabia peligrosa viajó por su torrente invadiendo cada parte de él, aquella sabia venenosa que no provocaba más que placer y lujuria descontrolada, lo que los humanos buscaban y los vampiros proveían. JungKook suspiró de gusto, aquello era el infierno para él y el mismo cielo. Infierno por estarse doblegando ante las caricias pecaminosas de ese monstruo y el cielo porque vaya, lo hacía desear más, muchísimo más.

Aunque la respiración le faltaba y poco le faltaba para la inconsciencia, suspiró en agobio, en placer ante las caricias del otro. Y cuando pensó que al fin lo mordería porque... Lo deseaba, deseaba que lo hiciera. Nada pasó, nuevamente, en cambio lo dejó caer en la cama, sentado. JungKook suspiró agitado, excitado y muy enojado, clavando sus negruzcos orbes en aquel malvado ser que lo estaba seduciendo con el mayor descaro.

–¿Porqué no me matas de una vez y te dejas de estupideces? –Renegó JungKook harto. Porque lo peor que le podía pasar a un Cazador, era su misma situación; se capturado y torturado hasta su muerte por chupasangres descontrolados.

–No es el propósito de mi objetivo, Cazador... –JungKook se mofó de él, hundiendo la lengua en su mejilla como gesto de disgusto, cosa que no pasó desapercibida para el mayor.

–Y ¿Cuál es sino? – El vampiro se relamió los labios, aun con restos de su sangre, frente a sus ojos, causando que JungKook tragara duro.

–Me servirás... Serás mi consorte y proveedor personal –¡Gran estupidez! Si JungKook pensaba que se estaba mofando de él, ahora realmente estaba convencido. ¿Consorte y proveedor? O traducido en pocas palabras como; su- puta-de- sangre- personal. No había más. ¿Acaso pensaba que caería tan bajo?. 


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