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〖 34 〗

Namjoon no era estúpido.

Desde una edad temprana, se vio enfrentado a valerse por si mismo en medio de un bosque deshabitado kilómetros a la redonda. Había tenido que cazar, estudiar y sobrevivir por cuenta propia, bajo las difíciles circunstancias emocionales que conllevaba la pérdida de sus padres.

Los cientos de libros que yacían en los estantes atestados en su biblioteca no estaban de adorno, mucho menos para ocupar un espacio vacío. Los había leído, para analizar y comprender el comportamiento humano. Para conocerlos a fondo, a ellos y a los móviles que los incentivaban a cometer muchas de sus acciones.

Y a pesar de que Namjoon reconocía que a grandes rasgos, los humanos eran seres empáticos y desinteresados que buscaban el bienestar general, no era tan ingenuo como para creer que aquella definición aplicaba para cada uno de ellos.

A veces, lo que les motivaba era destructivo, para sí mismos y para quienes los rodeaban, incluso si pertenecían a la misma especie. Desde una emoción primaria tan simple como la envidia, hasta el profundo anhelo que corrompía cualquier corazón cegado con avaricia.

Namjoon quizás no estaba al tanto de las razones que impulsaron a esta persona desconocida, a hacer lo que había hecho. Mas debía admitir que amenazar con arrebatarle la vida a Taehyung, había sido un movimiento ciertamente efectivo para captar su atención.

Su cabeza daba vueltas en torno a las posibilidades, las teorías, y lo que definitivamente era un presentimiento válido. Pues las amenazas solían originarse, porque las personas querían recibir algo a cambio, y dudaba que escogiera a un ermitaño desaparecido en la mitad del bosque, para exigir una recompensa monetaria.

No... Ni que se tratara de Taehyung, ni que estuviesen enterados de dónde vivía, era una coincidencia. Esto era mucho más grande de lo que aparentaba ser y Namjoon estaba medianamente aterrado de averiguar lo que eventualmente desencadenaría el responder a su mensaje.

Namjoon usualmente habría esperado, habría calculado la situación y las desventajas que ésta representaba. Habría sabido qué hacer, si tuviera la mente fría.

Sin embargo, por ahora, su principal objetivo era mantener a cierto chico castaño a salvo.

Su olfato le permitió localizar la casa con facilidad. El aroma de Taehyung se volvió insoportable para cuando atravesó la cerca que dividía el área privada de la calle. Sus pasos lo condujeron hasta una ventana lo suficientemente grande como para poder atravesarla e ingresar a la vivienda.

Había anochecido temprano. A primera vista, no había nadie merodeando por los alrededores, aunque podía estar equivocado. Por lo menos, podía confiarse en que gracias a su atuendo oscuro, no llamaría la atención fácilmente.

Alzó un puño en el aire, disponiéndose a romper el vidrio en cuestión para irrumpir en la vivienda. Más un sonido, uno similar al de un cristal rompiéndose, se deslizó por sus tímpanos, causando que su golpe se detuviera abruptamente a medio camino.

Namjoon reaccionó rápido. Rehuyó cualquier posible luz que lo delatara, escondiéndose tras unas plantas que decoraban un pequeño jardín en la parte trasera. Sus ojos barrieron el perímetro, en búsqueda de una figura, un animal o cualquier objeto, que hubiese provocado el fuerte estruendo anterior.

No tardó en descubrir, desparramados a lo largo del pasto sintético, una cuantiosa cantidad de pedazos irregulares de vidrio yaciendo en la superficie, mientras que otros se incrustaban en ésta. Por el sector en el que se encontraban y el ángulo de éstos, fue sencillo deducir que habían caído desde el piso superior.

Consideró que se tratase de una trampa, más era poco probable que lo fuese. De lo contrario, habrían intentado atacarle directamente, y con algo más peligroso, que un corte de cristal roto.

Se retiró de su escondite, acercándose nuevamente a la casa. Alzó la mirada en dirección al tejado y atisbó un hueco, de lo que probablemente había sido una ventana, posicionado en la parte más alta del muro.

Era una tercera planta. Probablemente funcionaba como el ático de la casa. Y si la ventana había sido rota, significaba que alguien estaba encerrado ahí dentro. El corazón de Namjoon se contrajo ante la posibilidad de que fuese Taehyung, más esa sospecha fue rápidamente descartada, al percatarse de que un color rojizo se asomaba por el borde.

El rostro de Kaiser no tardó en hacerse visible.

Ven.— moduló el pelirrojo con los labios, indicándole que subiera hasta allá. Namjoon parpadeó, inevitablemente engullido por el desconcierto. Para ser honesto, no había esperado que hubieran mantenido a Kaiser con vida, aunque si era un alivio saber que estaba a salvo.

Namjoon analizó la propuesta de ir hacia el ático. La distancia que separaba el suelo de éste era particularmente... larga. Y si bien Namjoon era ágil, no poseía la capacidad de flotar.

No. Lo mejor sería adentrarse al lugar recurriendo a la fuerza bruta. Su prioridad era rescatar a Taehyung antes de que fuese demasiado tarde. Podría ser peligroso, más necesitaba actuar pronto, si no quería continuar extendiendo el tiempo que su castaño transcurría en peligro.

A pesar de sus principales intenciones, Kaiser era usualmente alguien bastante difícil de ignorar. Muy testarudo para el gusto de Namjoon. No se sorprendió cuando el chico volvió a interrumpir sus planes, asomándose nuevamente por el borde del marco y haciéndole señas con la mano.

—¿Qué haces Nam?— susurró Kaiser impaciente. De no ser por el oído agudizado del híbrido, no le habría escuchado. A veces detestaba sus propios sobresalientes sentidos. —Conviértete en murciélago y sube de una vez.— le ordenó.

Namjoon frunció el ceño. —¿Murcié-? Tú sabes que no puedo hacer eso.— susurró en respuesta. Sin embargo, de la misma forma en que Namjoon no poseía el poder de convertirse en un animal volador, Kaiser no poseía un oído biónico.

El pelinegro resopló frustrado. Al crío se le daba bien eso de ser asombrosamente irritante hasta que la otra parte cediera. Namjoon no fue una excepción.

Escaló por el costado de la casa. Afirmándose de los bordes sobresalientes de las ventanas y tuberías, trazó su camino en dirección al ático. Su mano finalmente se asió en torno al marco del ático y Namjoon se deslizó hacia dentro.

Kaiser silbo. —Muy atlético, Nam.

El pelinegro pasó por alto su comentario, enfocado primeramente en inspeccionar el nuevo entorno. La madera crujió bajo su peso cuando él cayó al interior.

El ático tenía un aspecto descuidado, más estaba despejado en su mayoría. Un par de cajas desordenadas decoraban los rincones y una lámpara de luz tenue descansaba en medio de la habitación.

—La encontré en las cajas.— clarificó Kaiser, un instante antes de señalar un objeto que descansaba cerca de los pies de Namjoon. —Eso también. Me sirvió para romper el vidrio.

Namjoon dio un leve asentimiento, finalmente fijando sus ojos en el rostro de Kaiser. Desde que se habían marchado del bosque, había transcurrido aproximadamente un día. El hallarse encerrado por esa cantidad de tiempo, si bien podía ser aterrador, no era fatal. Por lo que su estadía no justificaba su apariencia demacrada, su palidez enfermiza, o las manchas rojas que contorneaban sus ojos.

Se cuestionó internamente que demonios le habían hecho a ese chico.

—¿Qué? ¿No te gusta mi nuevo look?— jadeó Kaiser, en un intento burdo de aparentar hallarse bien. El cansancio, sin embargo, era palpable aunque tratara de ocultarlo.

—¿Qué fue lo que ocurrió?— se atrevió a preguntar. El pelirrojo suspiró hondo.

—Ha sido... un verdadero lío. Pero más importante que eso, necesitas irte, Namjoon. No puedes estar aquí. Es peligroso.

—Taehyung está en peligro.— contestó tajante. Si la idea de Kaiser era huir y abandonar a Taehyung a su suerte, claramente se había equivocado al confiar en este idiota. —No me iré sin él.

—No, Namjoon, si intentas salvarlo, no te irás nunca.— dijo el pelirrojo apesadumbrado. Namjoon arqueó una ceja, sin comprender a qué se refería. Kaiser le miró dubitativo y suspiró. —Yongsun es parte de la organización que funde hace un tiempo. Ella... Ella es la dueña de esta casa. Tiene a Taehyung en el sótano y a mi me ha encerrado aquí, no sin antes inyectarme... algo de lo que no quiero pensar.

El pecho de Namjoon se hundió al imaginar lo que esa mujer les había hecho a ambos. Los cuerpos de los humanos eran frágiles. Debían ser tratados con cuidado. Un mínimo error era capaz de...

—Ella... no está interesada en nosotros.— continuó Kaiser. —Te quiere a ti.

—¿Por qué?— Repentinamente se sentía furioso. Su intuición no se había equivocado. Ella -Yongsun- solamente le había amenazado para obtener algo a cambio y fuese lo que aquello fuese, había decidido usar a Taehyung para conseguirlo.

Namjoon se había prometido no romper el tratado de paz. Pero él ya no era un vampiro. Él mataría a la bastarda tan pronto se diera la oportunidad.

Kaiser pareció adivinar sus pensamientos.

—No te atrevas a hacer alguna tontería.— le advirtió, para después explicarle. —Ella sabe que eres un híbrido. Conoce tus debilidades. Te ha estado estudiando... Por eso te quiere. Planea usarte para su experimento.

—¿Experimento?— repitió confundido. ¿Cómo demonios esa bastarda sabia sobre su especie? —¿Cómo sabes todo esto, Kaiser?

El pelirrojo tragó en seco. Por un momento, Namjoon pensó que el menor se desmayaría. Acabó sosteniéndose del muro, para mantenerse en pie.

Él se movió a través de la habitación hacia el otro extremo, seguido de Namjoon. Removió una caja que descansaba en el suelo y luego retiró una tabla de madera relativamente suelta.

Una luz blanca ingresó a la habitación. Namjoon le dedicó a Kaiser una mirada circunstancial, más todo lo que hizo el pelirrojo fue inclinarse y pegar un silbido. Por un momento, no hubo nada, solo el sonido pesado de su respiración, hasta que entre la rendija, dos ojos grises aparecieron.

Namjoon no pudo evitar sobresaltarse. Su olfato percibía a Kaiser perfectamente desde tan cerca. No obstante, sus sentidos parecían ignorar completamente el aroma de esta persona.

Cómo si no existiese.

—Él es Yoongi.— le presentó Kaiser. —Él es... el experimento.

Yoongi conectó sus ojos con los propios. Si Namjoon no supiese que Kaiser también podía verle, habría pensado que era un fantasma. Su piel blanquecina y sus irises incoloros, le daban la imagen de un cadáver. Namjoon se sintió abstraído de la realidad por un segundo, antes de que las palabras de Kaiser se procesaran adecuadamente en su cabeza.

El experimento.

—¿Estás diciendo que él está con Yongsun?— espetó. —No podemos confiar en él.

—Dale un poco de crédito, ¿si? Él fue quien me dijo todo lo que Yongsun planeaba... Nos está ayudando.— intervino Kaiser, saliendo en defensa del peliblanco. Namjoon inhaló hondo. Kaiser, al igual que Taehyung, tendía a ver bondad en las personas y a ser peligrosamente crédulo.

Namjoon no podía confiar en este chico. Le acababa de conocer y podía ser perfectamente alguna especie de retorcida trampa. Su instinto se hallaba demasiado alerta, como para creer que el peliblanco estuviese en realidad de su parte.

—Necesito rescatar a Taehyung.— le cortó Namjoon. Kaiser se desinfló. No tenía tiempo para esto, cuando Taehyung se hallaba en la casa y a las manos de una mujer de la cual no conocía ningún límite.

Estuvo a punto de salir en busca del castaño. Pero al igual que antes, un ruido repentino le obligó a mantenerse quieto. Pasos apresurados, moviéndose a lo largo de un pasillo.

Un aroma familiar danzó en sus narices.

Yongsun.

—Ella viene.— susurró el pelinegro en advertencia. Kaiser actuó con prisa. Regresó la tabla de madera a su sitio, a la vez que el chico de ojos grises se apartaba de la rendija.

No transcurrió ni siquiera un minuto cuando el sonido de una puerta abriéndose fue audible incluso a través de la madera.

¿Has escuchado algo?

La voz femenina alcanzó sus oídos y Namjoon contuvo el aliento.

Una voz suave respondió. —No... ¿Por qué?

—Oí un vidrio rompiéndose.

—Estaba viendo una película.— excusó Yoongi. —El volumen se subió sin querer... Lo siento, Yongsun.

El silencio se extendió. Finalmente, la mujer pareció comprarse la mentira que le otorgaba el contrario, aunque no sin sentirse disgustada. Ella había esperado que Namjoon se presentara pronto.

Bien... Estaré en el sótano. No salgas de aquí, ¿de acuerdo?

La puerta se cerró luego de que Yongsun se marchara. Kaiser tocó el hombro de Namjoon con su dedo índice. Cuando Namjoon se volteó hacia él, el pelirrojo moduló con los labios.

"¿Confías en él ahora?"

El pelinegro empujó su lengua contra el interior de su mejilla, intentando ordenar sus ideas y la información que recientemente había recolectado.

¿Acaso tenía otra opción?

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