〖 14 〗
El silencio del bosque, en el que usualmente se hallaba sumido, se halló roto bajo los ruidos diarios de la ciudad frente a él. Las voces eran altas, los diferentes sonidos no familiares empezaban a herir sus tímpanos, acostumbrado a vivir en un mundo tranquilo, vacío, donde lo único que importaba eran ellos mismos.
Esperaré por ti bebé.
¿Pero lo harás?
Hasta el fin de los días.
¿Hasta el fin del mundo?
Adiós, Taehyung.
Despertó con el corazón desembocado y la imagen nítida del pelinegro grabada en su memoria.
¿Qué hora era? Rodó en la cama, extendiendo su brazo para alcanzar el teléfono que descansaba sobre el velador. Las cuatro de la madrugada. De nuevo. Volvió a hundirse en el colchón, tapándose con las sábanas, mientras intentaba reconciliar el sueño y olvidar los recuerdos insoportables de quien fue una vez su primer amor.
Habían transcurrido cerca de dos años desde su separación. Desde el día en el que Taehyung se marchó a la ciudad, para convivir con los de su propia especie, dejando atrás al vampiro y, con él, a los sentimientos dolorosos que destruyeron no solamente su corazón, sino que también el refugio que significaba para Taehyung aquella casa en el bosque.
Pensó que la costumbre tiraría fuerte de sus propias desiciones, obligándole a regresar a los brazos del vampiro al cabo de un par de semanas, quizás días. Sin embargo, la libertad que la lejanía del pelinegro le proporcionó, lo incitó a quedarse.
Sin él presente, su cuerpo no hallaba motivos para evocar aquel amor que profesó en el pasado, ni las lágrimas que el desinterés del vampiro causaba en su alma. Poder olvidar, poder arrebatarse esa horrible opresión en su pecho; eran cosas impagables que lo mantenían adherido a aquel sitio, donde el dolor era borrado y desplazado para que temas más importantes tomasen su lugar.
En aquel momento, el objeto de preocupación y discusión desde las comunas hasta los distritos, eran las disputas políticas generadas entre humanos y vampiros, por la existencia de un moderador.
Si bien las especies se hallaban divididas en dos zonas geográficamente separadas, se requería de un moderador que pudiese velar por el bien de ambas especies dentro de la ciudad respectiva. Alguien que pudiese estudiar los dos puntos de vista, que pudiera solucionar problemas entre los líderes de cada zona; alguien que protegiera el tratado de paz.
Cuando el tratado se firmó, se decidió que el moderador sería siempre un humano, al ser la especie más débil y vulnerable entre las mencionadas. Sin embargo, junto con la evolución, vino el progreso y la ambición por la igualdad. La creación de supresores para vampiros, cuyo fin era mitigar el hambre por sangre humana, provocó que dicha especie se transformara en un potencial candidato para el puesto de moderador, al ser capaz de racionalizar sin ser manejado por sus instintos naturales y empatizar correctamente, al igual que los humanos.
Lamentablemente, aquello trajo consigo descontento a lo largo de toda la zona humana. Organizaciones secretas que se hallaban en contra de la idea de un vampiro hallándose al poder, imprimiendo panfletos que insinuaban la agresividad de la especie contraria, llamándoles bestias chupasangre y haciéndole a la gente recordar la guerra que una vez barrió con las vidas de cientos de seres queridos.
La ciudad era un caos, más las autoridades confiaban en que podían controlarla. Mientras los problemas, las luchas, las normas incumplidas, no cruzaron los límites del sector, era un tema terrible. Mientras no se transformará en un desastre internacional, no había mucho de que preocuparse.
Para las demás regiones, solamente era un desacuerdo político que pronto terminaría, que podía o no ser un cambio trascendental para la sociedad entera. Sin embargo, para Taehyung, para los locales, para los que estaban dentro del círculo, era un conflicto que parecía no tener fin.
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A las diez de la mañana, Kaiser golpeó en su puerta.
—¿Qué quieres?— mascullo malhumorado, con los ojos entrecerrados por lo poco que había dormido y caminando descalzo hacía la entrada. Destrabo los cerrojos antes de abrir. —¿Qué haces aquí tan temprano?
—Asumo que olvidaste la reunión.— respondió el pelirrojo, haciéndose camino hacia el interior del departamento. Taehyung parpadeó descolocado, apenas siendo capaz de recordar que habían decidido reunirse aquel día. Maldición. Ni si quiera podía mantenerse despierto y ahora esto. —Te prepararé un café. Anda a vestirte.
—Gracias.— dijo de un modo casi ininteligible debido al cansancio. Avanzó hacia la habitación, retrocediendo en cuestión de segundos. —¿Con crema?
—Y malvaviscos.— añadió Kaiser, haciendo a un somnoliento Taehyung sonreír antes de retirarse hacia su dormitorio.
Preparó el café con cuidado de no arruinar las proporciones; Taehyung era bastante fastidioso cuando su mañana no partía bien. Vertió el líquido en un termo, cerrándolo al mismo tiempo que el castaño se aparecía en la cocina y sacaba un paquete de cereales de un gabinete.
—¿Estás listo?— preguntó Kaiser, recibiendo un asentimiento del castaño, quien se echó a la boca una considerable porción de cereales para partir.
Caminar en la ciudad era distinto a caminar en el bosque. Para empezar, en la ciudad no tenía un vampiro sobreprotector que lo protegiese de todo mal posible a su alrededor, no había alguien que lo cargara si sus pies dolían por la caminata. Por lo que, agradecía que Kaiser tuviese una moto para transportarlos a donde debiesen ir.
Aferrado a su cintura, Taehyung se sentía a salvo. No tanto como con el vampiro, no de la misma manera ni de la misma magnitud, pero... lo más a salvo y acompañado que se había sentido desde aquel día.
La motocicleta se detuvo a un lado de la acera y Taehyung levantó la mirada, solamente para encontrarse con un edificio abandonado que no había visto antes. Kaiser se bajo del vehículo, aumentando la curiosidad y confusión que empezaba a burbujear dentro del castaño.
—¿Qué hacemos aquí?— dijo extrañado, más siguiendo obedientemente a Kaiser hacia la puerta de la construcción. —Las reuniones siempre se hacen en el sótano de Yongsun.
—Lo sé, pero... descubrí algo el otro día. Algo que he ocultado de los demás porque no sé qué significa, no sé si es correcto.— La voz de Kaiser fue suavizándose conforme avanzaban, volviéndose en un susurro cuando dijo. —Pero confió en ti. Así que quiero mostrártelo.
—¿De qué hablas?— cuestionó, siendo acallado por Kaiser adentrándose a un cuarto en específico. Cruzó las cortinas que separaban el resto del edificio con lo que se ocultaba dentro de aquella sala y Taehyung siguió sus pasos, sin dudarlo siquiera por un breve segundo.
Cuando Kaiser encendió las luces, un escalofrío recorrió la espina dorsal del castaño.
Sus ojos se ampliaron, observando atónito las paredes atestadas de fotografías, papeles rayados, radiografías, hilos rojos y amarillos cruzando desde un punto a otro de la habitación. El suelo estaba repleto de libros, con polvo acumulándose en la superficie de estos y telarañas construidas entre los espacios vacíos que los libros dejaban.
—¿Qué es esto?— susurró. Kaiser sacudió la cabeza, como si ni si quiera él pudiera comprender de donde provenían tales objetos.
—Recibí una carta con la dirección de este edificio. Pensé que era una estafa o quizá alguien que deseaba unirse a la organización.— Cuando el pelirrojo volteó a verlo, Taehyung pudo reconocer ese destello de dolor en sus ojos, un dolor que ni si quiera la ciudad era capaz de borrar. —Mi abuelo usaba este lugar como... centro de reuniones.
—¿Tu abuelo formaba parte de una organización?
—Era el cabecilla. Lo descubrí al entrar aquí.— aclaró, estirando el brazo hacia un libro en específico. Le sonrió a la portada antes de entregárselo a Taehyung. —Ellos también estaban a favor de los vampiros, de la igualdad. Fue una organización que se formó poco antes de que la guerra estallara.
—Querían protegerlos.— pensó Taehyung en voz alta, pasando las páginas, leyendo las palabras que el abuelo de Kaiser había escrito en estas. —"Se puede formar un acuerdo entre ambas especies. Las autoridades no escuchan..."— citó, para proceder a cerrar el libro. —Kaiser, tu abuelo tiene cientos de estudios sobre los vampiros aquí. Podemos utilizar esto para hablar con el gobernador y-
—¿Cómo?
Taehyung parpadeó. —¿A qué te refieres con cómo? Iremos a la alcaldía, ellos son los que más escuchan. Les diremos lo que descubriste, le entregaremos el libro-
—No me refería a eso.— lo interrumpió Kaiser, Taehyung frunció el ceño sin comprender. —¿Cómo sabía tanto de los vampiros? ¿Cómo los estudiaba si no se tuvo contacto directo con ellos hasta la guerra? Dime, Tae. ¿Por qué mi abuelo tiene información sobre una especie que no conocía?
Taehyung guardó silencio, notando como la expresión de Kaiser se volvía cada vez más preocupada, más turbada de lo que debía ser. Eran buenas noticias. Supuestamente lo eran. Desenterrar lo que su abuelo hizo con tanta avidez, descubrir que su familia fue una organización importante que apoyó el tratado de paz. ¿Por qué, no obstante, el descubrimiento de ello no parecía ser más que un conflicto para Kaiser?
¿Qué era lo que aquella sala ocultaba para Taehyung, pero para Kaiser era tan claro como el agua?
—¿Qué estás implicando?— se atrevió a cuestionar. Kaiser suspiró hondo y el castaño se percató de su rostro empalidecido.
El pelirrojo camino hacia Taehyung, deteniéndose a pocos centímetros de distancia. Encarándolo ahora de una manera correcta, Kaiser se relamió los labios con nerviosismo, dispuesto a confesar lo que que creía, lo que había estado carcomiendo desde el día en el que supo lo que su abuelo había escondido de él durante todo este tiempo.
—Estoy diciendo que hubo un vampiro en esta organización, un vampiro que traicionó a los suyos y... vino a reunirse con los humanos antes de la guerra.— explicó, haciendo que los latidos de Taehyung se dispararan ante la idea. Un vampiro diferente a los demás, un vampiro que buscó el bien de todos por sobre el de su especie. —¿O crees que me he vuelto loco?
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