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Capítulo 32: Cita

Lisa

Durante cuatro días no habíamos visto mucho a Shaun y Kyle, ya que, el crucero había hecho una parada por día durante cuatro días. Por fin en ese momento volvería a navegar sin parar hasta dos días más.

En cuanto a los dos garzones que estaban intentado entrar al cuarto de Shaun, lo único que Amanda había podido descubrir fue que se llamaban Robert y Andrew, pero eso no aportaba mucho a la investigación.

Elsa había ido a revisar las cámaras de nuevo un día y, la que apuntaba al pasillo de la habitación de Shaun, había vuelto a funcionar después de que el servicio técnico la arreglara, pero nada había podido captar en ese tiempo.

Debido a que Amanda los había visto alguna vez en una acción sospechosa y ellos la habían visto, habíamos quedado en que ella no podría acercárseles, por eso, ese día, el cual lo tenía libre, yo me intentaría acercar.

Nuestro plan era descubrir en qué parada ellos se bajaban, pues muchas personas de la tripulación iban rotando. Algunos viejos integrantes bajaban y estos eran reemplazados por unos nuevos.

Había notado que uno de ellos estaba trabajando en la cubierta, por lo que caminé cerca de él y fingí tropezarme, chocando con él.

—Lo siento mucho —me disculpé, recogiendo la bandeja que había caído al suelo.

—No, no te preocu... —se detuvo por un momento—. No te preocupes —terminó por decir, con un tono un tanto pesado.

—Soy Lisa —me presenté, estrechando mi mano.

Él apretó mi mano, pero no pareció muy agradado.

—Yo soy Robert y si me disculpas, tengo trabajo que hacer —tomó su bandeja y se alejó de mí.

Por alguna razón, me pareció que algo sospechaba de mí, pero ¿cómo podía hacerlo si no me había visto jamás?

Eso me dejó un tanto desconcertada.

Me di cuenta de que no podría sacarle ninguna clase de información si parecía desconfiar de mí, por lo que fui desanimada en dirección a mi cuarto.

Cuando iba pasando por un pasillo, me topé con Shaun.

—Lisa —me llamó al verme—. T-te estaba buscando.

—¿A mí?

Me reprendí mentalmente después de hacer esa pregunta. Claro que me estaba buscando a mí, lo acaba de decir, ¿a acaso se me pudrían las neuronas cerca de él?

No sabía que me pasaba en ese último tiempo, pero supuse que después de que Shaun me revelara que yo era su inspiración, mi forma de verlo se había distorsionado un poco y había empeorado después de que me diera uno de sus dibujos. Ya no lo veía como un idiota egocéntrico y amargado, lo veía como un gran artista que además era un tanto atractivo.

—Sí a ti... —confirmó—. Quería saber si tú... si tú más tarde querías hacer algo...

—¿Algo como qué?

—No sé... ¿recuerdas el parque?

—Claro.

No podría olvidarlo, era bastante grande y estaba en medio del barco.

—Quizás podíamos pasear un rato, más tarde.

—¿Nosotros?

Ahí estaba, otra pregunta tonta, pero en mi defensa, estaba nerviosa.

—Sí, nosotros.

—Claro, me encantaría...

—Bueno, ¿nos vemos en la entrada a las nueve?

—Sí, no hay problema.

—Nos vemos entonces.

Shaun me dio una sonrisa y se alejó en la dirección contraria. Cuando ya no estuvo a la vista, solté el aire que tenía contenido y agarré mi cara con horror.

¿Qué pasaba conmigo? Solo era un hombre atractivo que había sido mil veces más romántico que todos mis novios juntos en menos tres meses aun cuando al principio nos atacábamos como dos niños de cinco años y que ahora me invitaba a dar un paseo... ¿por qué actuaba como una colegiala nuevamente?

«Tengo treinta años, ¡treinta!».

Seguí caminando por los pasillos en dirección a mi cuarto, reprendiéndome por ser tan tonta.

Tenía treinta años, tenía que comportarme como tal.

Cuando entré a mi cuarto, lo primero que vi, fue el dibujo de Shaun, puesto sobre el único mueble que había.

Lo tomé en mis manos y lo analicé.

Era muy bonito, mucho más que la misma foto en la que estaba basado.

Cuando lo iba a volver a dejar a un lado, me percate de que tenía algo escrito en una de las esquinas posteriores.

No le había dado vuelta hasta ese momento, pues me había dedicado a ver los detalles del dibujo nada más.

Lo acerqué a mi rostro y lo leí: "te veías realmente hermosa ese día, más de lo que te ves habitualmente".

Mi corazón había comenzado a latir rápido y no sabía si era por la emoción o estaba teniendo un ataque cardíaco.

Apreté con cuidado el dibujo contra mi pecho.

No podía ser, me estaba gustando el señor sopa de pantalones... ¿Cómo era eso posible?

[...]

Cuando llegué a la entrada del parque Shaun ya estaba ahí.

—Hola —lo saludé, con una sonrisa nerviosa.

—¿Quieres caminar un poco? No es muy grande, pero dar vueltas por un lugar bonito no es tan malo —dijo, también actuando algo nervioso.

—Claro, me encantaría.

Ambos entramos y comenzamos a caminar uno al lado del otro. Shaun tenía las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de tela y tenía la vista puesta en el piso. Yo no era psicóloga, pero si mal no entendía, estaba igual de nervioso que yo.

Yo miraba en la dirección contraria a la que estaba Shaun y tenía mis manos agarradas adelante, como si fuera una tierna niña de diez años.

—Nunca he tenido una cita —soltó Shaun, de pronto—. No una de verdad.

Giré mi rostro para mirarlo, topándome directamente con su mirada.

—Yo tuve varias —comenté—. Aunque algunas desearía poder olvidarlas.

Ambos dimos una risita.

—¿Esto cuenta como una cita? —preguntó Shaun, unos segundos después.

—Bueno, creo que falta algo...

Él me miró sin entender, pero yo solo solté mis manos y tomé una de las suyas, sacándola de su bolsillo y entrelazando nuestros dedos.

—Ahora está mejor.

Shaun me sonrió y el silencio volvió a instalarse por un momento.

—Al principio pensé que sólo serías una inspiración, aun cuando jamás había tenido una en particular —comentó repentinamente—. Ahora creo que fui un poco iluso...

—¿Soy más que una inspiración? —pregunté confundida y con un poco de ilusión creciente en mi pecho.

—Bueno, creo que me gustaría que lo fueras en un tiempo...

No pude evitar sonreír.

—Yo creo que me gustaría serlo.

Seguimos dando vueltas por el parque, por el que pasaban algunos turistas cada cierto tiempo, pero mayormente permanecía vacío.

El ambiente se fue relajando de apoco y ambos comenzamos a actuar un poco más natural.

Hablamos de distintos temas, principalmente de los gustos que todavía no conocíamos el uno del otro. Shaun me contó la historia de cómo se habían conocido él y Kyle en el preescolar, cuando se pelearon por un juguete y terminaron revolcándose en el suelo, hasta que los obligaron a hacer las paces y se dieron cuenta de que jugar entre ellos es divertido; y, obviamente, yo le conté como había conocido a Elsa en un baño de la escuela.

Me di cuenta de que no teníamos muchas cosas en común, pero yo sabía que eso no era del todo importante.

Cuando las parejas tenían muchos gustos en común, la situación se podía volver tediosa y aburrida; pero las personas con gustos distintos siempre podían compartir sus actividades con el otro y enseñarle nuevas cosas. Él podría enseñarme sobre arte y yo podría llenarlo de postres hasta empalagarlo... no sonaba nada mal.

Si era sincera, estaba muy ansiosa por aprender las cosas que Shaun disfrutaba hacer y enseñarle de lo que yo disfrutaba.

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