Lisa

Desperté temprano en la mañana, casi media hora antes de que sonara mi alarma, por lo que tomé mi celular y comencé a revisar las notificaciones que tenía en él.

En eso, me topé con algo interesante. A Shaun Davies le había gustado una de mis fotos de casi tres años de antigüedad.

Eso me provocó una sonrisa. ¿Shaun me había estado investigando? Y lo más extraño era que justo había elegido la única foto en la que mostraba más piel para darle "me gusta".

Ya que, él me había estado espiando, decidí que yo también debía hacerlo.

Me metí al perfil de Instagram de Shaun y comencé a revisar sus fotos. Debía admitir que, si solo hablábamos de apariencia, era un tanto atractivo.

Shaun tenía unos brazos y piernas fuertes y sus ojos color casi miel eran muy bonitos.

Había una foto en la que estaba mirando directamente a la cámara, con su rostro bastante cerca, lo que dejaba apreciar sus ojos aún más.

Más abajo, me encontré con una foto en la que no tenía camiseta y eso me dejó apreciar más su físico. Ya lo había visto así en persona, pero nunca me había quedado mirándolo, en cambio, teniendo una foto, era mucho más fácil poder analizarlo.

Cuando mis mejillas comenzaron a calentarse, bloqueé la pantalla del celular y bajé de la cama silenciosamente para no despertar a Elsa.

Luego de darme un baño y vestirme, volví a mi cuarto para tomar mi celular y subir a los otros pisos.

Fui hacia la habitación de Shaun y comencé a tocar con fuerza, repetidas veces.

Luego de varios segundos, la puerta se abrió y Shaun apareció con los ojos cansados y rojos.

—¿Estuviste toda la noche viendo mis fotos? —pregunté con una sonrisa divertida—. ¿Qué hiciste con ellas?

—Te encanta pensar que yo me toco pensado en ti, ¿no? —preguntó, también con una sonrisa picarona.

—¿Estás admitiendo que lo haces?

—¿Tú admites que te tocas pensando en mí tocándome, pensando en ti?

—No, jamás haría eso.

—Que bien porque yo tampoco.

—¿Por qué? ¿Mis piernas insípidas no le servirían de inspiración a nadie? —pregunté, con una ceja enarcada.

Por alguna razón, Shaun soltó una risa con algo de nerviosismo.

—No solo tus piernas son las del problema. Tú lo eres en general —terminó por decir—. Con tu cabello rubio y tus pecas...

Y cualquier ápice de felicidad se borró de mi rostro.

—Ah... —dije con poco ánimo, pues eso me había traído un recuerdo poco grato—. Bueno, no eres el único que lo piensa —fingí una risa—, mi segundo novio me dijo alguna vez que detestaba mis pecas... al parecer creía que se veía como si tuviera mugre en la cara.

Todo había sucedido durante una discusión y él, al haberse quedado sin cosas que decirme, pues tomó lo que pudo para lastimarme. Luego se retractó, claramente, diciendo que mis pecas no eran como otras que realmente eran feas... obviamente, era mentira.

—¿Qué? Pero si tus pecas son... —se detuvo de golpe.

—¿Son...?

—Simples pecas, no tienen nada de especial —respondió algo nervioso—, pero tampoco son espantosas.

—Ah, sí... Lo sé —me encogí de hombros, restándole importancia—. Bueno, voy a trabajar, nos vemos por ahí.

Me despedí con una sonrisa y un movimiento de mano, pero Shaun no dijo nada más.

Cuando ya estuve fuera de su vista, me di un golpe en la frente con la palma de mi mano. Acababa de revelar una de mis inseguridades ante mi actual peor enemigo.

Podía suponer que desde ese momento Shaun comenzaría a molestarme constantemente por eso y sería mi culpa por darle material para hacerlo.

«Soy una tarada».

[...]

¿Era una cobarde? Sí, era una cobarde.

Había pasado los siguientes días intentando no toparme ni con Kyle, ni con Shaun. ¿Por qué con Kyle si no tenía ningún problema él? Bueno, donde estaba Kyle solía estar Shaun o aparecía después.

Por suerte, los dos habían estado bajo el barco durante un tiempo, pues nos habíamos detenido en Valparaíso por dos días. El problema era que también estaríamos en el barco durante dos días cuando volvieran a subir.

Cerca de las seis de la tarde del segundo día que estábamos detenidos, los turistas comenzaron a volver al barco y yo rezaba porque no me topara con mi enemigo en las siguientes horas.

Luego del horario de cena para la tripulación, comencé a caminar rápidamente por los pasillos en dirección a mi cuarto. Elsa se había ido antes que yo del comedor, con Amanda, y yo me había quedado con la excusa de que quería tomar un poco de aire, pero la verdad era que solo quería asegurarme de que todos estuvieran durmiendo cuando pasara por los pasillos.

Quizás estaba siendo un tanto exagerada, pues ¿qué era lo peor que me podía decir Shaun? En realidad, creía que el problema era que sentía vergüenza de que me viera vulnerable. No importaba si me decía algo o ignoraba el tema, yo ya sabía que había dado pena frente a él y no había cosa que me avergonzara más que eso.

La única que me había visto vulnerable era Elsa y era la única que no me molestaba que me viera así, pues era mi mejor amiga, alguien de confianza y que sabía cómo tratar conmigo.

Suspiré, sabiendo que algún día tendría que ver a Shaun a los ojos otra vez durante los siguientes meses, y me levanté del asiento en que estaba para salir del comedor de la tripulación.

Mientras bajaba por las escaleras para llegar a las habitaciones, sentí unos pasos detrás de mí, lo que me hizo voltear asustada.

—Lo siento, no quería asustarte —me dijo.

Me tarde menos en fallar con mi plan de lo que pensé que tardaría.

—¿Qué haces aquí?

—Vengo a disculparme...

—¿Por qué? —pregunté extrañada.

—Por decir que tus piernas eran insípidas y que tú eras un problema —dijo con seriedad.

Yo resoplé fingiendo una sonrisa y restándole importancia.

—Nah, me da igual.

—No te da igual —aseguró él—. Si te diera igual no recordarías algo como eso. No sé quién habrá sido tu exnovio que te dijo eso, pero sé que es un idiota y debe tener alguna clase de problema visual... porque tus pecas solo hacen que tu rostro se aún más hermoso de lo que es...

Eso me había tomado por sorpresa. De todas las cosas que esperaba que Shaun me dijera, esa no era siquiera una opción. ¿Había dicho que era hermosa o estaba alucinando?

—Además, no me toco con tus fotos, hago algo aún peor —agregó.

Yo lo miré extrañada.

—¿Qué puede ser peor que eso? —pregunté con una risa cargada de nerviosismo.

—Acompáñame —me dijo, comenzando a subir la escalera.

Lo seguí insegura hasta que llegamos a su habitación y a cuando abrió la puerta, se volteó a verme.

—No puedes decirle a nadie lo que te voy a mostrar o te prometo que lo negaré y destruiré todas las pruebas, aunque me duela el alma —aseguró.

—Sí, tranquilo...

Su actitud me hacía tener aún más curiosidad, pues no podía imaginar que cosa tan mala se podía hacer con unas fotos. ¿Estaba suplantando mi identidad? ¿Las había editado para que pareciera que estaba desnuda y las había publicado en Internet?

Cuando entré al cuarto, cerré la puerta detrás de mí y me senté en la cama junto a Shaun, quien tenía su libreta de dibujos en sus manos y, al abrirla, lo primero que vi fue mi rostro.

Shaun me entregó la libreta con el dibujo, un tanto avergonzado, y me dijo:

—Hay más en las siguientes hojas.

Yo lo miré sin saber que decir, así que solo comencé a revisar las siguientes hojas.

Había diez dibujos de mí, algunos basados en fotos que tenía en Instagram y otros que simplemente Shaun debió diseñar.

Todos eran muy hermosos, aun cuando algunos parecían estar incompletos. Nunca nadie había hecho algo así de mí y jamás pensé que pasaría, por lo que no tenía idea de qué comentar al respecto. Ni siquiera podía describir lo que sentía en mi interior, creía que era una mezcla entre vergüenza y felicidad, lo que hacía que mi estomago cosquilleara.

¿Debía agradecer? ¿Elogiar su talento? ¿Huir?

Cuando giré mi rostro para verlo, pude notar que estaba completamente avergonzado. Yo solo sonreí y decidí cual debía ser mi respuesta.

Tomé su rostro para que me mirara y sin decir nada, lo besé dulcemente, esta vez en los labios.