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➤ Capítulo 5


Crucé la puerta de la pista y removí un poco más el termo para que así se mezclaran sus componentes mejor antes de beber un trago más. Caminé por la orilla contraria al acceso al hielo mientras echaba un ojo a quienes estaban patinando ahora.

Sí, efectivamente son los chicos de Zhao. Vi a Liselotte, Isabelle, Byron y a otros de sus alumnos que llegué a conocer. Miré al otro extremo de la pista y ahí estaba el entrenador, mirándolos desde fuera de la barda.

Rodeé la pista y me acerqué a él. Estaba recargado en la barrera mientras que Kim se encontraba a su lado. Pero a quien me sorprendió ver, fue a Neil quien estaba sentado en moño en el primero escalón de las gradas, estaba mirando su teléfono antes de devolvérselo a Powell quien estaba grabando o sacando fotos a los chicos.

— ¡Niño! —lo llamé mientras me quitaba el bolso del hombro. Volteó a verme y ambos nos coordinamos para sonreír ampliamente.

— ¡Doña Vivi! —abrió los brazos hacia mí y yo me apuré para abrazarlo y ambos empezar a reír— ¿Qué te trae por aquí, señora? —bromeó una vez nos separamos.

Sólo señalé a los chicos con la cabeza manteniendo mi sonrisa y mirándolo de nuevo.

— ¿Tú también? Maldita sea, el entrenador ya me había dicho que tendría dos compañeros más, pero omitió los nombres de manera profesional, no conseguí que me dijera quiénes eran.

— Claro, no te podemos estar contando todo, ¿qué te crees? —vacilé fingiendo indignación— Debemos cuidar tu inocencia.

— ¿¡Inocencia!? —rio y luego yo lo hice también.

— Eres el bebé aquí, tú eres inocente porque lo digo yo —me arodillé en la grada y lo abracé ocultando su cabeza en mí, pero cuando iba a hablar más, yo lo interrumpí—. Shh, no hables, bebé, no digas más.

Nos reímos y entonces finalmente me dirigí al entrenador quien nos miraba de reojo, después de saludar rápidamente a Kiburn. No somos cercanas realmente, apenas nos hablamos.

Aunque muchas personas ya nos estaban mirando por el pequeño alboroto que hicimos Neil y yo.

— Perfecto, Vigga, a partir de la siguiente clase son todos tuyos, ahora aprovecha para mirarlos un poco —el entrenador me invitó a recargarme a su lado para mirar a los chicos.

— ¿Osea que ya se van a librar de mí? —Neil nos hizo voltear para verlo.

— No, no, han mejorado mucho desde que iniciaste en las clases, te toca aguantarlos un rato más... y a ellos les toca aguantarse un rato más —dijo el entrenador antes de reír un poco.

— ¿Cómo le está yendo? ¿Es muy exigente? —pregunté al entrenador en voz baja y con una sonrisa emocionada.

Rio por lo bajo y miró al frente.

— Lo quieren mucho, a todos les gustan sus clases y sienten que están mejorando mucho. Además, el viernes se los llevó a cenar a todos como premio por su esfuerzo, está compenetrando bien con todos —su voz que aún tenía orgullo ajeno al igual que mi mirada, volvió a reír discretamente—. Pero lo primero que hace en sus clases es ponerlos a calentar si es que no vienen ya estirados, y se ponen a hablar sobre distintas cosas por media hora, pero haciendo spagat. Sí les pone ejercicios... fuertes, pero se los ganó desde el inicio.

Sonreí sintiendo esa chispa de orgullo, me siento orgullosa de él. Siempre nos hemos llevado muy bien, hemos tenido una relación muy estrecha desde hace muchos años, es prácticamente mi hermano menor.

Cuando pasó su accidente y al fin se encontraba estable pero con el diagnóstico definitivo de la paraplegia, fui yo quien realmente empezó a sufrir por pensar en qué pasará con él, con su vida, con su carrera. Ya no iba a volver a patinar, no va a poder bailar ni competir... ¿qué iba a pasar con él? Los primeros días yo me agobiaba pensando en eso en el camino hacia el hospital, pero nada más llegar y ver cómo no se le pasaba nada de eso por la cabeza debido a lo sedado que estaba casi a todas horas, sólo podía sentirme mal conmigo misma, con el mundo... y agradecer que al menos no lo había perdido a él.

Evidentemente le costó aceptarlo, le costó superarlo y seguir adelante. Pero estoy muy orgullosa de él por haber seguido su vida tan luminosa y alegre a pesar de todo. Aunque también tuvo sus momentos difíciles, como todo el mundo. A día de hoy recuerdo bien lo que dijo en una entrevista, la segunda o tercera desde que sucedió el accidente: "No todo fue malo, ahora he aprendido muchas cosas. Siempre me gustó interiorizar mucho mis programas, me gustaba... actuar lo que me hacía sentir, lo que quería expresar con el patinaje y esa canción. Y ahora, aunque no llegué a la final ni mucho menos; entiendo, siento y puedo expresar mucho mejor la frase que hace unos meses me moría por demostrar patinando: Alguien hágame sentirme vivo y destróceme."

— Y Turner hace milagros —el entrenador se juntó un poco más a mí y señaló a una chica rubia que apenas se levantaba del hielo tras caerse haciendo un molinete en un pie—. Gracias a sus charlas sobre la vida mientras estiran, Kovacs ayer hizo su primer split.

La miré y me resultó tierno cómo Hao la ayudaba a levantarse y ambos reían sacudiendo sus manos.

— ¿Ella es Kovacs? —él asintió y yo seguí mirándola, con aquella tenue sonrisa— Veo que ya dejó de lado lo de que los de hockey se levantan solos.

— Está aprendiendo. Quiere levantarse sola, pero ya aprendió que necesita ayuda y que ellos se la están dando —asintió mirando a la pista con una sonrisa de satisfacción—. Es un buen grupo, hay buena armonía entre ellos.

Asentí y entonces, al mirar al frente, vi cómo Liselotte se frenaba tras una pirueta eterna tomando su patín por encima de su cabeza. Y nada más verme, sonrió de forma amplia con emoción y yo sólo pude imitarla y agitar ambas manos como un saludo al que ella correspondió desde la distancia. Casi como una niña de preescolar cuando ve a su madre entre el público de un evento.

Adelina Kovacs, fue una de las principales explicaciones que me dieron cuando acepté el trabajo como instructora. Era de hockey, fue seleccionada para la ARDI, de hecho, pero no llegó a presentarse. Tuvo cáncer y sigue con secuelas, sus huesos son algo frágiles, y quebrarse uno puede hacer que vuelva el cáncer. Ahora entró a artístico y el entrenador junto a Neil han trabajado en que consiga un nivel aceptable para la Academia a pesar de sus limitaciones. Y ahora es mi turno de trabajar en ella también.

Estuve pensando mucho en ella, en qué programa va a tener, en la forma en que tendré que pulir sus movimientos bruscos que arrastra desde hockey. Y realmente, Kovacs se convirtió en todo un reto.

— ¿Y sus otros niños? —volví a preguntar al entrenador y él sólo los señaló con la cabeza.

— Isabelle sigue como siempre: perfeccionando esa belleza, sacando tiempo de donde no lo hay para los estudios... —miró a Kiburn quien ya estaba lejos por grabar otro ángulo— Ya está prometida con aquí mis ojos.

— ¿¡En serio!?

— Sí, no fue hace mucho, pero la ha animado bastante, se le nota mucho —suspiró aún con su presencia serena y confiada. El entrenador sigue igual, desde luego—. Bae Kwan... igual, va bien. Este año no ha sido bueno para él, ya estuvo en el hospital dos veces, eso lo dejó muy frustrado y... realmente quiere ir por esta temporada como si fuera la última, y eso me preocupa. Si se sobre-esfuerza demasiado puede que realmente sea la última.

Mi sonrisa desapareció con eso último.

— ¿No le funcionó la válvula? —hablé en voz baja extrañada.

— Al final no lo operaron. Mejoró como para salir de riesgo, y ahora está lo suficientemente bien como para no necesitar un trasplante o vigilancia las 24 horas del día, pero no está en condiciones para una vida bajo tanta presión, no puede seguir compitiendo ni entrenando de forma tan estricta.

— ¿Y la ARDI no hace nada?

— No lo saben —confesó seriamente antes de mirarme—. Yo lo he estado cubriendo, me pidió que le dejara al menos esta temporada, luego ya se reportaría y aceptará el tratamiento que tenga que llevar: si debe abandonar por completo el patinaje, si debe tomarse unos meses... Por ahora tenemos ese secreto, por eso nos echan una mano los chicos de medicina. Pero mi condición del trato es que si ellos consideran que es algo grave o podría empeorar, va a tener que ir al hospital y reportar a la ARDI lo que sea que le hayan dicho... Y aunque él no se los diga, el seguro se lo da la Academia, el hospital se lo reportará.

— ¿Y por ahora?

— Por ahora todo se ha mejorado con descansar, comer algo, alguna pastilla o que le dé un poco el aire.

Hice una mueca y tan sólo pude mirar al hielo sin dejar de sentirme consternada...

Byron tiene insuficiencia cardíaca desde que nació. Cuando era pequeño la estuvieron tratando y no resultó ser nada muy severo, debía tomar medicina a diario, ir a revisiones frecuentes, no hacer demasiados esfuerzos... Pero conforme fue creciendo tenía episodios intermitentes: a veces estaba perfectamente y había otras temporadas en las que tenía que estar en tratamientos fuertes.

Desde hace un año empeoró bastante, después de la temporada se fue a Corea unos meses y volvió muchísimo peor. Sólo vino para terminar los estudios y luego regresar para que le hicieran una operación en las válvulas, una que si salía bien haría que pudiera volver a la normalidad por bastante tiempo. Pero al parecer nunca la tuvo.

Yo sabía que había vuelto a Rusia a finales del año pasado, por eso llegó a participar en la temporada de este año, pero no fue muy destacable. Acabó el curso en la Academia y en verano se fue a su país como suelen hacer muchos. Regresó para el inicio del nuevo curso, casi a inicios de octubre.

Fijé mi mirada en él, estaba con Hao practicando los Euler. Hao hizo uno muy bueno y luego vino el turno de Byron, también lo hizo bien, pero después puso las manos en su cadera y negó con la cabeza hablando con Hao antes de cruzar la pista evitando a sus compañeros para no distraerlos y finalmente llegó justo donde nosotros estábamos.

— Entrenador... —fue lo único que dijo antes de que él tomara un bolso de tela negro y sacara un pequeño aparato.

— No te sientes, si te sientas estando así de agitado se te va a subir la presión —le indicó tomando con seguridad el aparato y colocándoselo en el dedo. La pequeña pantalla se iluminó y empezó a mostrar unos números que después de unos segundos quedaron estables e indicaban su ritmo cardíaco y la saturación de oxígeno en la sangre.

Yo miré atenta aquella pantalla concentrada en ver lo que nos mostraba, pero no evité mirar por unos segundos cómo él recargaba sus antebrazos, uno encima de otro haciendo una cruz sobre la barra agachando la cabeza. Tenía el medidor en el dedo índice de la mano izquierda la cual colgaba hacia nosotros.

— ¿Está bien? —preguntó una chica que se detuvo a su lado. Tenía el cabello naranja brillante y un par de moños en la parte superior de su cabeza.

— Solaria, trae a alguno de los chicos de medicina, por favor —fue lo único que dijo el entrenador y ella obedeció rápidamente, salió, se puso las protecciones para las cuchillas y entonces iba a correr hacia la salida, pero se detuvo algo indecisa.

— ¡Solaria, ven! —la llamó Neil quien seguía en las gradas. Ella se dio la vuelta y fue con él aún apurada—. Te vas a caer, quítate los patines.

Ella se sentó y casi que desesperada, se empezó a quitar los patines.

— Pero mis zapatos... —se detuvo mientras desataba el patín izquierdo.

— Ponte estos —él jaló su pierna y empezó a desatar su zapato para luego dárselo.

Me di la vuelta y los ayudé a ponérselos. Solaria salió corriendo ahora con más seguridad y pasó al lado de Kim haciendo que la siguiera.

Volví a la barra y me impresioné al ver lo rápidos que eran los latidos de Byron. Igualmente, tenía sólo un 89% de saturación de oxígeno.

El entrenador seguía mirando concentrado el aparato, así fue hasta que le tomó la mano derecha y le empezó a acariciar la espalda.

— Ven, sal del hielo —le dijo de una forma algo suave y él sólo se incorporó poco a poco para ir a la puerta sujetándose de la barda en todo momento. Sólo eran dos metros a lo mucho, pero aún así yo entré al hielo y lo tomé del brazo para que luego ambos saliéramos—. Espera un poco más y ahora te sientas.

Me quedé con él, le tomaba el brazo sin acercarme mucho para darle su espacio, pero después un minuto o poco más, se sentó poco a poco al lado de Neil.

— ¿Te mareas? —pregunté colocando una rodilla en la grada para estar cerca de él.

Se quedó en silencio unos segundos y luego habló sin alzar mucho la voz.

— Un poco.

El entrenador sostuvo el brazo débil de Byron estirándolo hacia adelante sin fuerza, para mirar lo que mostraba el medidor.

— Ya se está calmando la arritmia, estás en 114 y 88% —le informó el entrenador antes de dejarle el brazo sobre la grada.

Al cabo de un par de minutos, llegó aquella chica... Solaria, junto a Kim y un chico. Kim le entregó un botiquín, más bien, un pequeño maletín con varios utensilios dentro.

— ¿Cuántas pulsaciones tiene por minuto? —preguntó al entrenador una vez se quitó el estetoscopio, sólo fue un pequeño vistazo lo que necesitó.

— Ahora está en 110, cuando recién se detuvo tenía unas 124.

Él asintió y después de escuchar una segunda ve el corazón de Byron, se movió hacia atrás.

— Ahora viene Reese. Lo mejor será ir a la enfermería o al menos a su cuarto, supongo que tendrá algún medicamento para la taquicardia, pero aún así necesita descansar un poco y ver que todo se mantenga estable, sino...

— Sí —asintió Byron con frustración.

Los ojos serios del entrenador se cruzaron con los ojos grises y carentes de brillo de aquel chico. Y tras unos segundos, se puso de pie y tomó a Byron de los brazos.

— Vamos de una vez a su habitación, le diré a Acker que nos vemos ahí, aunque tampoco creo que tarde.

Le ayudé a quitarle los patines a Byron mientras Solaria iba por sus zapatos y se fueron encontrándose con Reese en las escaleras del lado opuesto, las que llevan a la pista de atletismo y gimnasio.

Solaria le devolvió los tenis a Neil y se volvió a colocar los patines para volver al hielo tras la indicación del entrenador. 

— Iré con ellos, Vigga, todos tuyos —me dijo el entrenador manteniendo la firmeza a pesar del asunto que requería seriedad.

— De acuerdo.

— Todo va a estar bien, le pasa muy seguido, en unas horas estará mejor —me puso una mano en el hombro y se fue siguiendo el camino hacia arriba y por la pasarela de cristal.

Miré a Neil quien me asintió tratando de tranquilizarme y entonces suspiré para calmar mi mente. Realmente estoy preocupada por Bae Kwan, es mi amigo desde hace mucho, pero confío en que estará bien, él no es débil ni mucho menos... podrá con esto.

Me senté al lado de Neil y saqué mis patines del bolso negro y grueso que traía.

Me los coloqué y me tomé unos segundos para calmarme por completo.

— ¿Quieres volver a competir? —capturó mi atención teniendo media sonrisa en el rostro.

— ¿Qué?

— Sí, como hacíamos antes, los de los molinetes y eso —estaba a punto de hablar cuando él siguió—. Te mido el tiempo.

Su sonrisa me lastimó, pero creo que aún así no justificó mi forma de responder.

— Pero no es lo mismo.

— No, supongo que no... —suspiró notándose la tristeza que quería ocultar.

Ya me había levantado, pero volteé para verlo a él con una cara de culpa inmensa.

— Neil, lo siento, no quise...

— No, no pasa nada —rio con falsedad tratando de disimular que en el fondo le había dolido—. Ya estoy acostumbrado.

Miró hacia abajo, como queriendo buscar alguna forma de evitar seguir hablando.

En ese momento él se habría levantado y se habría ido fingiendo que simplemente tenía algo más que hacer, o que iba a mirarlos desde el otro lado. Pero no puede, simplemente se quedó allí, esperando a que yo dejara de verlo y cumpliera mi parte de la interacción siendo yo quien me fuera.

Aparté la mirada y di unos pasos al frente, quedé al borde de la entrada, pero de reojo pude ver cómo se estiró y dejó su silla de ruedas al lado para pasarse a esta e irse.

Esa maldita espina de culpabilidad me hacía sentir mal, no quise decir eso, no quiero hacerlo sentir mal, no quise responder en ese sentido... Pero en ese momento seguía tan dispersa por el asunto de Byron que no pude pararme a responder de alguna otra forma. 

Antes los dos competíamos a para ver quién aguantaba más piruetas antes de perder el equilibrio, lo hacíamos por picarnos y pasar el rato. Es cierto que ahora no puede, no podemos competir juntos, tampoco va a ser lo mismo si él me mide el tiempo. Mis palabras no estaban equivocadas... pero mi forma de expresarlo y las circunstancias sí.

— Neil —él se detuvo y me miró girando un poco la cabeza. Suspiré apenada por lo que acababa de pasar e intenté sonreír a modo de disculpa—. ¿No prefieres el trineo?

Su mirada seria y afilada se ablandó y rio un poco casi como diciéndome que no tengo remedio. Entonces se dio la vuelta y volvió aquí.

— Siempre es mejor el trineo.

Fui con Aurelia y le pedí el trineo, cosa que la sorprendió al estar todos en mitad de la práctica libre, pero me lo dio sin problemas después de saludarme ya llevando un buen tiempo sin vernos.

Iba cargando el trineo de metal azul marino hasta que lo dejé en la justa entrada del hielo y ayudé a Neil a sentarse en él. Lo empujé un poco hacia atrás y entré para tomarlo por los tubos de atrás quedando como si fuera un carrito, y patiné empujándolo delante mío mientras dábamos una vuelta a la pista evitando completamente a los alumnos ya que se habían detenido para hablar entre ellos hace unos segundos... y ahora nos miraban con extrañeza.

El chillido de Neil cuando giré muy cerrado en una esquina causó que me riera y finalmente frené en el centro de la pista.

Alcé la cabeza mirando a los chicos aún con la sonrisa marcada jadeando un poco a causa de la "carrera".

— Siento haber tardado —reí acomodando un poco mi cabello—. Una disculpa por esta... entrada artística. Chicos, me llamo Vigga Siegfrids, y a partir de ahora también seré su profesora. Es un placer.


— Bien, eso es —me dijo la profesora una vez conseguí hacer el salto de tres.

Sonreí e hice una pequeña reverencia.

Antes de que acabara la clase, me dijo que me quitara los patines y repasara el salto fuera del hielo, lo mismo con los carritos y algunos otros movimientos simples.

Ellos salieron unos diez minutos después y yo aún seguía practicando así que llegaron todos en grupo para mirarme mientras la profesora miraba lo que había estado practicando.

— Estuviste muy bien, ahora falta llevar todo esto al hielo —dijo ella cuando nos acercamos a los asientos para que ellos se cambiaran los zapatos y finalmente nos fuéramos.

Yo me quedé de pie esperando mientras los miraba y jugueteaba pasando mi peso a una pierna y luego a la otra.

— Solaria sigue preocupada —dijo Yelena haciendo una cara entristecida y mirándome al estar prácticamente delante suyo.

— Sí... —miré con discreción a Solaria quien estaba sentada junto a Tammy y Renée— Le gusta mucho Byron, ¿no?

Yelena rio un poco y luego asintió.

— Desde hace unos meses ya —me dio la razón levantándose para dejar sus patines en el casillero y luego sacar la llave para ir conmigo.

— ¿Y crees que pase algo?

Escuché una risa sarcástica detrás mío, justo cuando Yelena y yo comenzábamos a caminar hacia la salida.

— Claro que va a pasar —me volteé y vi a Damien unirse a nosotras bebiendo de su termo—. El problema es que están tardando —dijo un poco ahogado debido al último trago que había tomado.

— Entonces sí que hay química, ¿no? —reí con un poco de emoción cubriendo mi boca por instantes mirando a Yelena.

— Así es —asintió confiada mirando al frente.

— ¿Y tú? —nada más mirarla, abrió los ojos de golpe casi como si la hubiera asustado, me miró unos momentos y siguió adelante.

— ¿Yo qué? —fingió normalidad de una forma muy mala.

— ¿Hay alguien que te guste? Ya es muy obvio que a Damien le gusta Hikaru, pero tú nunca has dicho nada.

Damien rio ya sin siquiera esforzarse por ocultarlo. El otro día me lo contó cuando fuimos a ver el partido de los chicos, fue la semana pasada.

— Puede ser... —rio con seguridad falsa desviando la mirada.

— Uh, así que sí hay alguien... —le di un codazo aún vacilando.

— Le gusta Valentín —dijo Damien sin más para luego beber.

— ¡Damien! —ella se volteó de golpe algo molesta para golpearlo en el brazo teniendo que moverlo por delante mío haciendo que él riera un poco más.

— ¿¡En serio!? —me cubrí la boca prácticamente acosándola con la mirada.

— ¡N-no!

— Sólo le gusta comer en la pista para verlos entrenar —siguió diciendo Damien.

Ella hizo un gruñido exagerado alzándole la mano como si le fuera a pegar pero conteniéndose dejándolo en una amenaza exagerada.

— Así que te gusta el chiquillo austriaco —dije como si lo analizara—. Pues te toca aprender alemán o meterlo a clases intensivas de ruso, porque Acker dice que no habla prácticamente nada de ruso. Ya entiende lo básico para saludar y el hockey. Ya sabes: las posiciones, "tiempo", "equipo", "pase", "¡Los de hockey nos levantamos solos!", "¿¡Estás ciego o te haces el idiota!?"... y un repertorio amplio de insultos.

Ambos rieron y seguimos caminando hasta la salida.

— Aunque ahora que lo pienso, tal vez hable inglés, ¿no? Seguro que su inglés es mejor que su ruso. Prueba a hablarle en inglés, así también le das un descanso a su cuidador, mentor y protector; Nathan se la pasa todo el tiempo con él para traducirle y explicarle cosas.

— Lo intentaré —asintió con una sonrisa algo sonrojada y la mirada brillante.

— Sí, no tengas vergüenza, ve y háblale —la animó Damien.

— Mira, ahora conócelo y te le declaras en su santo, así no tiene escapatoria. Que no se queje, ya es cosa suya que se llame Valentín y le caigas un 14 de febrero con una declaración —vacilé sacándole unas carcajadas a Damien.

— Su cumpleaños también es el 14 —comentó Yelena.

— ¡Pues mejor todavía! Regalo de cumpleaños, de santo y de día del amor y la amistad. ¿Lo ves? Como rechace este regalo tan precioso, el flechazo se lo meto yo entre las cejas.

Ambos volvieron a reírse.

— Sí, anímate y hablen un rato, seguro que le caerás bien. Siempre caes bien desde el inicio —dijo Damien sonriéndole.

— ¿Y cuándo seguirás tu consejo, joven? ¡Debes hablarle! Si quieres yo te ayudo, pero no puedes pasarte la vida babeando en las gradas —le insistí a Damien regañándolo como si fuera una madre.

— ¿Ah sí? ¿Y qué hay de ti? ¿Ya le hablaste a tu crush? —Damien puso sus brazos en jarra y me miró.

— ¿Tienes crush? —insistió Yelena pero yo sólo me adelanté con la barbilla alta exagerando.

— Ay mis niños, ustedes son inocentes y pequeños, si supieran lo que les falta por aprender... Yo no me limito a mirar lo perfecto que es mi crush... ¡Yo ya me comí a mi crush, y vean eso en el sentido que quieran!

Entonces me detuve y ellos también, me miraban casi sin creer lo que decía.

— Mi crush se llama Shashlik y es irremplazable, ¡y ni se les ocurra tocarlo porque les corto las manos! —después de reír, me junté con ellos otra vez y suspiré— No es cierto, soy de todo menos experta en el amor. Ya quisiera yo declararme...

— ¿Entonces ya has hablado con tu crush? —Yelena y yo cambiamos de papeles, ahora ella me miraba ilusionada.

— Sí, ya hemos hablado varias veces y todo. Otra cosa es que yo le guste o el estúpido note que me gusta —me encogí de hombros con resignación.

— O... que lo sepa, pero se hace estúpido porque lo intimida este pedazo de chica —dijo Damien poniéndose delante mío y señalándome de arriba a abajo.

Reí un poco sonrojada.

— Yo creo que es eso —asintió Yelena con seguriad.

— También puede ser —sonreí ladeando la cabeza y cerrando los ojos—. Muchas gracias.

Antes de continuar, la maestra nos llamó a todos desde detrás, apenas estaba cruzando la salida.

— Chicos, vamos a ir un momento al salón de danza, vamos a hablar de algo importante, luego vamos a comer, ¿de acuerdo?

Todos asentimos y fuimos a la sala de danza. Allí nos quedamos de pie en mitad del salón, reunidos en un medio círculo alrededor de la profesora.

Ella tomó una libreta y pasó un par de páginas hasta dar con la que quería. Entonces nos miró y procedió a hablar y quitarnos la duda de la reunión.

— Bien, chicos. Como ya saben, esta es la primera semana de noviembre, y a mediados de diciembre se hará la competencia interna de la Academia. Además de que en enero, casi seguro que a mediados o finales de mes iniciará la temporada que concluirá por finales de febrero. Es decir, la época de competencias se acerca y debemos irnos preparando. Este año hemos iniciado con un poco de retraso, no es algo muy drástico, llevamos una o dos semanas atrasados, pero aún así debemos ponernos las pilas ya. No han perdido el tiempo, el entrenador Zhao los ha estado entrenando, tienen sus movimientos, sus saltos más pulidos que el año pasado... Ahora falta iniciar la coreografía, empezar a practicar las secuencias. Pero si ya tienen sus saltos, sus conexiones, sus movimientos y pasos practicados; armar la secuencia será mucho más fácil, ¿no creen? —sonrió y varios de nosotros asentimos.

Bueno, me imagino que para ellos será fácil... pero yo apenas llevo algunas cadenas hechas. Es decir, Kim me pone a hacer secuencias pequeñas de: bunny hop, mariposa, desplante y salto de tres. Es lo máximo que he hecho y es a mi ritmo, sin conexiones ni mucho menos... Para mí será complicado sí o sí.

— Claro que sí, no se preocupen. Ustedes son geniales —dijo con tranquilidad antes de mirar la libreta unos segundos antes de retomar el tema—. Debemos comenzar con su programa libre desde ya, mañana empezaremos, de hecho. Así para enero podremos empezar con los programas cortos y tan sólo ir repasando el libre para mantener y mejorar la rutina. El punto de todo esto es... —nos miró bajando la libreta y manteniéndola sólo en la mano derecha— Necesito sus programas libres para ya. Han tenido tiempo para practicar, algunos ya tienen la rutina hecha, otros ya eligieron la música... Pero hay quienes no, así que ahora vamos a hablar sobre esto.

No puedo negar que me sentí muy nerviosa por esto. Siento que es muy pronto para iniciar una coreografía, pero evidentemente, ella sabe mucho más que yo, así que no tengo nada que hacer ni decir, sólo callarme y hacer caso.

— El entrenador Zhao ya les preguntó ayer sus canciones, los que ya escogieron, tengo aquí anotadas sus canciones, y quienes no tienen, yo les he escogido una en base a lo que sé de ustedes y lo que he visto en sus presentaciones. Los nombraré, confirmarán su canción o dirán si están de acuerdo con la que yo les escogí. Si están de acuerdo, así se quedará, pero si no, tienen hasta mañana a primera hora para escoger. Ahora cuando salgamos, les doy mi número de teléfono por si quieren avisarme antes.

Froté mis manos contra mi pantalón sintiendo cómo sudaban, pero al ver cómo Renée también trataba de tranquilizarse, me sentí... ¿mejor? Demonios, la verdad ya no sé si esto es bueno o es malo.

— Empezaré por los que ya habían escogido —alzó la libreta de nuevo y la miró aclarándose la garganta—. Damien Levine: Danza del Hada de Azúcar. ¿Es correcto? 

Miró a Damien por encima de la libreta y él asintió.

— Sí, es correcto.

— Bien —asintió y anotó algo en la hoja—. Katrine Smirnov: El Lago de los Cisnes. ¿Bien?

— Bien.

— Yelena Brown: Old Me. ¿Todo bien?

— Sí, está bien.

— Hao Li: Umm... sinceramente no sé cómo se pronuncia así que Chica, ¿por qué estás de puntillas? —dijo conuna pequña risa por aquello. Supongo que será un título en otro idioma.

— Sí, sí —asintió Hao riendo y frotando su talón con su pie contrario—. Es Nǚhái nǐ wèihé diǎn jiǎojiān... Pero sí, es esa.

Ella rio pidiendo una disculpa y luego prosiguió.

—Aria White: Requiem der Morgenröte.

— Sí.

— Isabelle Trick: Nocturne Número 20.

— Así es.

— Por último, Liselotte Wisten: Shatter Me. ¿Está bien?

Ella tardó en responder, se mordió el labio unos instantes y luego asintió.

— Sí, está bien.

— Perfecto —siguió anotando para luego hablar sin mirarla—. Lotte, tú vas a practicar con Neil, no conmigo.

Demonios... suerte, Lotte, suerte.

Neil es muy exigente a la vez que muy buen maestro y amigos. Creo que la mejor forma de describirlo es decir que podría tenernos en un aparato de tortura medieval y seguirá cayéndonos bien.

Creo que todos la miramos pensando en lo mismo. Pero ella es muy buena, es... prácticamente la patinadora perfecta: no pierde el tiempo, es muy centrada, siempre entrena, no protesta, ni siquiera se mete en nuestras conversaciones... Tendrá que hacer algo muy mal como para que Neil la regañe a decir verdad.

A mí me "regaña" al menos veinte veces por clase, a ella apenas le hace observaciones. No es que se enfade en serio, seguimos bromeando aún cuando nos equivocamos en algo.

Como cuando me pusieron una liga atada a cada pie y esta iba por detrás mío abriendo así mis piernas. Entonces Katrine se puso detrás mío empujando mi cadera con los pies, mientras que Neil se sentaba delante mío con las piernas igualmente abiertas y usando sus pies como tope obligando que así me abriera aún más. Al principio me jalaba de las manos pero conforme fui avanzando, llegó el momento en que me abrazaba para estirar más. Y debo admitir que sí era muy exagerada. Evidentemente me dolía como el demonio, pero perfectamente podía ahorrarme las protestas y los quejidos en algunas ocasiones, pero lo hacía sólo por el ambiente de broma que teníamos. Incluso Neil luego me da una palmada sin fuerza en la espalda diciéndome un gracioso "No se queje, señora".

— Bien, ahora quienes no lo han elegido todavía —volvió a aclararse la garganta tras pasar un rato más escribiendo—. Renée Alöis Jussieu: Black Swan... ¿te parece bien?

Ella pareció tomar un tiempo hasta ubicar la canción, pero entonces asintió varias veces.

— Perfecto. Liam Willow: Unstoppable —Liam la miró unos segundos— de Sia.

Tras eso, él asintió y poco después sus ojos brillaron un poco.

— Perfecto, sí, sí —asintió varias veces y sonrió un poco. Contagió la sonrisa a Vigga quien escribió de nuevo.

— Bae Kwan Kim... No está ahora, pero su programa es Skyfall —saltó directamente al siguiente—. Abigail Coffee Sword: Dream It Possible de Delacey.

— De acuerdo.

— Tammy di Calafiori: Speechless.

— Perfecto —asintió con una sonrisa.

— Solaria Olivares: One Room Sugar Life.

— Umm... No la conozco pero confío en usted, la escucharé —afirmó de nuevo con su radiante sonrisa.

— Claro, escúchala y luego me confirmas lo que quieras —dijo Vigga para luego volver a mirar su cuaderno—. 

Creo que... sólo quedo yo. Me tensé, apreté mi pantalón secando mis manos una última vez y miré al frente, miré su libreta con hojas rosadas esperando porque me nombrara.

— Adelina Kovacs.


https://youtu.be/_p0ofyUIQRw



















*** *** ***

¡Este fue el capítulo cinco! ¿Qué tal? ¿Les gustó? ;w;

Hubo una nueva profesora, la poderosísima Vigga, le tocamos la fibra sensible a Neil (Vigga se disculpa por eso de todo corazón ;_;), a Byron de dio un chusco, conocimos al crush de Yelena, Adelina confesó que le gusta el shashlik y que su crush es estúpido... ¡¡¡Y conocimos los programas de nuestros babys!!!

¿Se quedaron con la intriga? ¿Quieren escuchar las canciones de nuestros shiquillos? El vídeo que les puse es un pequeño montaje que hice con los programas de cada uno... sin excepción. Es decir, ahí va también el programa de Adelina, por si se quedaron con la duda 7u7r

¿Lo vieron? Espero que les haya gustado. No es de gran calidad ni mucho menos, pero al menos ahí está el detallito ^^

Muchas gracias por leer el capítulo de hoy y nos vemos pronto~

Atsushi~

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