Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

➤ Capítulo 4


Tomé el sándwich que había traído y me quedé sentado en las gradas. La verdad es que hoy tengo el ánimo por los suelos, se podría decir que mi mal del perro termina siendo expresado en una "novitis" incurable.

No pude hacer nada mejor que tomar el teléfono después de echar una mirada breve a los de artístico que ahora están aprovechando su hora de pista.

— ¿Qué pasó? ¿Sigues triste? —Acker subió los escalones hasta llegar a donde yo estaba, me tomó de la barbilla y me besó en la mejilla.

Apagué el teléfono y suspiré pasando mi brazo por detrás de sus hombros para así abrazarlo dándole la respuesta a su pregunta de una forma indirecta.

— Ay, mi niño —rio con compasión y ahora fue él el que me abrazó de lado mientras que sacaba su propia comida con la mano libre—. ¿Quieres que hagamos algo especial en la tarde? No tengo clases hasta el lunes así que podemos hacer lo que quieras, a ver si te animas un poco, ¿no?

— ¿Algo que tú quieras? —recargué mi cabeza en su hombro sintiendo cómo juntaba más su propia cabeza y me acariciaba el pelo.

— No lo sé, no he planeado nada, déjame pensar en algo —dijo intentando animarme antes de pasar unos segundos en silencio—. Ya estamos bien servidos de Plaza Roja, así que lo del turismo cultural lo olvidamos —bromeó, pero al ver que yo no me reí de vuelta, sólo me acarició la cabeza metiendo sus dedos entre mi pelo—. ¿Y si vamos a perdernos y ya? Vemos qué encontramos, damos un paseo...

— Sí —sólo asentí aún sin el ánimo como para expresar que me entusiasmaba el plan. Y es que realmente esta emoción era neutralizada por ese sentimiento de tristeza que me cuesta quitarme.

Pero entonces Xavier subió en dirección nuestra sujetando su botella de agua.

— ¿Qué le pasa? —preguntó parándose un escalón más abajo y hacia el lado de Acker.

Sólo vi cómo le negaba con la cabeza dando a entender que no se preocupara, Xavier entendió lo que quería decir y asintió antes de irse junto a los demás.

— Acker.

— Dime —enredó su dedo en un mechón mío haciendo una especie de rizo que no perduró.

— En Navidad... ¿qué vas a hacer? ¿Te vas a quedar? ¿Vuelves a Polonia...?

— Bueno... La verdad es que yo te iba a proponer algo —tomó aire profundamente y siguió abrazándome de esa forma—. Te quería proponer que nos fuéramos a Jamaica. Polonia está, quieras o no, a unas horitas de aquí y ya. Además mis papás viven en San Petersburgo, puedo ir a verlos cualquier tarde, Navidad sería ir a Cracovia para ver a mis abuelos y a la familia.

Se acomodó mejor pegándose aún más a mí.

— Pero tú te fuiste de Jamaica a los diecisiete y sólo has ido una vez de visita. Eso fue hace un año o más... No has visto a tus padres ni al resto de tu familia desde hace un buen tiempo, yo creo que aprovechar las vacaciones para ir allá y pasar la Navidad con ellos será bueno. Aunque sea menos de un mes, pero la verdad es que te hace falta —suspiró profundamente—. Y por lo que me has enseñado, entiendo que te deprimas. No es sólo que esto sea muy distinto a Jamaica, es que es deprimente verlo todo gris. Nunca he salido de Europa, pero aún así todo esto de Rusia, Polonia, Alemania... me deprime, me deprime y eso que es lo único que he conocido. Date cuenta de las ganas que tengo de salir. Claro que hay cosas buenas y son países bonitos pero... no son para mí.

Asentí y me sequé una pequeña lágrima que se resbaló por mi mejilla.

— Lo entiendo —reí por el drástico cambio de papeles—. Entonces... ¿tú quieres irte? Digo, para la Navidad. Irnos a vivir ya tendríamos que verlo.

Él rio también y me apretó un poco en el abrazo.

— Sí, yo la verdad sí quiero. La ARDI te paga el viaje y yo tengo ahorrado algo por ahí, ¿por qué no irnos? —sonrió aún mirando al frente— Y lo de irnos a vivir ya lo hablaremos cuando llegue el momento, pero por ahora yo también quisiera irme.

Me contagió la sonrisa y sólo pude apretar un poco más el abrazo antes de mirarlo.

— Entonces ya decidimos, ¿no? —me incorporé quedando sentado a su altura viendo cómo asentía aún con esa sonrisa brillante y tan bonita que incluso lucía delicada a la vista— Y yo creo que entre los dos podemos completarte el viaje, ¿no?

— Espero que sí —amplió su sonrisa sólo para deshacerla casi de inmediato para corresponder al beso que inicié.

Ayer en la noche estuvimos bastante cariñosos a decir verdad. Nos fuimos a la habitación justo después de cenar y nos quedamos viendo películas un buen rato. En la noche tuve uno de esos sueños extraños que apenas tienen sentido relacionado con mi familia y desde que me desperté he estado sin ánimo, hoy fue uno de esos días en los que a uno le da por echar mucho de menos su casa.

Por eso al despertarme lo primero que hice fue abrazarme a Acker volviendo a dormirme, cuando nos despertamos definitivamente, estábamos abrazados. Tenía mi mejilla cerca de su clavícula, podía oler perfectamente el suave aroma de su piel y sentirla directamente gracias a la ausencia de su camisa.

Ninguno de los dos teníamos camisa y apenas teníamos ropa, esto siendo consecuencia del calentón de anoche, justo después de la segunda película.

Nos quedamos sentados terminando el almuerzo y preparándonos para volver a la pista después de este descanso para comer. Finalmente nos volvimos a juntar con los demás chicos y les aseguramos que no había pasado nada, que no se tenían que preocupar. Es realmente común que alguien en el equipo no tenga un buen día por echar de menos a su familia o su país. 

Y nada más escuchar cómo la siguiente canción que se reprodujo en los altavoces de la pista era una con la que vacilábamos todos en la Polestar. Adelina y yo solíamos cantarla simplemente para pasar el rato, pero con el tiempo y las anécdotas que habíamos vivido teniendo esta canción, terminó por ser casi nuestro himno.

Y cuando se acercaba el momento preciso, vi a Adelina aún en la pista, frenar de lado para luego pegarse a la barda estando casi enfrente mío. Y entonces, estiró la mano para que justo en el momento, ambos alzáramos la voz al mismo tiempo que el brazo.

— Fuck you, Eddie!

Nos miramos antes de reírnos sin perder un contacto visual increíble. Pero ella volvió con sus compañeros y yo volteé a ver cómo Acker se carcajeaba intentando cubrirse y los demás nos miraban.

— Pobre Eddie, en serio —negó con la cabeza aún riéndose.

La letra original dice "Fuck you, Debbie", pero un día estábamos vacilando con la canción después de entrenar y Eddie se cruzó por delante en el peor momento posible: cuando Adelina cantó en alto cambiando el nombre y dejando así nuestra versión nueva.

— ¡Se puso rojo! —lo señaló Sonny riendo a pesar de no entender del todo el motivo. La verdad es que todos los que se estaban riendo era por las carcajadas de Acker.

— Denme aire, por Dios —dijo abanicándose a sí mismo finalmente calmándose después del ataque de risa.

Les explicamos por qué nos habíamos reído y, principalmente, por qué Adelina y yo nos habíamos coordinado así sólo para... insultar a Eddie aunque no esté aquí.

Terminó la hora de almorzar y tuvimos que ir bajando para la siguiente clase. Pasamos por delante de la pista y vimos cómo aún había algunos chicos de artístico preparándose para salir también. Ahora van a pasar la máquina para dejar el hielo listo y luego nos va a tocar a nosotros el entrenamiento.

— Liam —lo saludé poniendo un mano en su cabeza ya que él estaba agachado poniéndole las protecciones a sus patines.

— Ah, hola —me miró algo sorprendido.

— ¿Qué tal?

— Como siempre: toca comer y luego acondicionamiento —respondió limpiando con el guante la nieve acumulada en el filo para luego ponerle la protección.

— ¿Y qué tal estuvo el entrenamiento? —pregunté mientras caminábamos al mismo tiempo hacia los bancos para que él se quitara los patines y yo me los pusiera.

— Ah, bien, la verdad.

Asentí y entonces nos sentamos. Renée se levantó y caminó junto a Katrine hacia la salida de la pista teniendo que rodearla todavía.

— Te vemos en la explanada —le dijo ella apenas deteniéndose.

— Sí —él asintió y terminó de ponerse los zapatos.

Nos quedamos en silencio un rato y finalmente yo me acabé de poner los patines. Me esperó y se levantó al mismo tiempo que yo.

— Bueno, nos vemos para comer —se despidió con la mano y yo sólo sonreí con algo de maldad.

— Oye —lo tomé del brazo impidiendo que se fuera—. Hoy a las tres y media vamos a hacer un partido y Schiller va a ser centro en mi equipo. Sólo te digo por si te quieres pasar a vernos... o a verlo, lo que prefieras.

Disfruté con ganas el momento en que se enrojeció y apenas sabía a dónde mirar.

— O-okay, ya nos pasaremos al rato —asintió mirando a la pista vacía intentando disimular su sonrojo.

— Perfecto. Ah, e Ichihoshi va a estar en el otro equipo, por si Damian quiere venir también.

— ¿Damian? 

Sólo reí. En serio que Liam es bastante despistado por no decir inocente en las cuestiones amorosas. No quiero llevarme créditos pero aceptó que le gusta Xavier después de que yo lo convenciera de que no es simple admiración. Así que no me sorprende para nada que no se haya dado cuenta de que Damian babea por Hikaru.

— ¿Apenas te das cuenta? —me crucé de brazos.

— Espera... ¿le gusta? —dio un paso atrás cubriéndose un poco la boca.

Sólo rodé los ojos al ver cómo estaba asombrado por algo que es muy evidente.

— Liam, te falta agilizar ese gaydar —le puse un dedo en la frente y empecé a caminar hacia donde estaba el resto del equipo. Pero al verlo irse aún algo sorprendido y sin superar el sonrojo por mi comentario sobre Xavier, no me contuve y me giré llamando su atención—. Acker me ayudó a activar el mío, si quieres le digo Schiller que te ayude con el tuyo.

Como ya nos separaban unos metros tuve que alzar un poco la voz, cosa que sólo hizo que él se pusiera aún más rojo, me mirar conteniendo una risa nerviosa y nos despidiéramos con media sonrisa.

Nos estábamos reuniendo cerca de los casilleros para esperar a que pasara la máquina y el entrenador nos diera las primeras instrucciones.

Y así hizo, llegó y aprovechó que aún estábamos esperando a que pusieran a punto el hielo para ponernos a calentar fuera de él. El entrenador es Percival Travis, el entrenador de la Polestar en San Petersburgo. Desde el año pasado aceptó la invitación para entrenar en la ARDI y ahora han puesto a un nuevo entrenador en San Petersburgo.

Acker y yo ya sabemos cómo es él así que no nos llegó tan de sorpresa cuando empezamos a entrenar con él. Es exigente, a veces demasiado, pero es un gran entrenador.

— Por cada uno que se queje, habrá cinco minutos más —dijo mientras se paseaba frente a nosotros.

Estábamos agachados, imitando la posición de estar sentados en una silla, sólo que realmente no estábamos sentados: nos manteníamos apretando la espalda contra la barda de la pista y haciendo fuerza en las piernas que más de una vez se llegaban a resbalar gracias a los patines.

A simple vista parece sencillo, incluso los primeros segundos, pero después de un rato se vuelve uno de esos ejercicios que deseamos no volver a repetir.

Al cabo de unos minutos nos dejó descansar. Fue un minuto de descanso para luego volver a hacer flexiones un rato más.

— Cambio —dijo aún parado entre nosotros.

Me levanté de la espalda de Aiden y entonces me tocó a mí ponerme en posición mientras que él se sentaba en mi espalda y lo tenía que levantar. El entrenador dio la orden y entonces empezamos.

Nos ponemos en parejas de tal forma en que tengamos una complexión lo más similar posible para que así podamos trabajar bien estos ejercicios. Casi todos tenemos una pareja cuya estatura y peso son similares, pero hay algunos que deben emparejarse con alguien que no tiene una estructura tan parecida.

Al inicio no me llevaba demasiado bien con varios del equipo, es decir, no es que nos odiáramos, pero apenas teníamos relación. Y Sandra era una de ellos, pero con el tiempo que llevo conociéndola realmente he empatizado mucho con ella.

El idioma natal de ambos es el inglés así que pude ayudarla un poco con el asunto de mejorar en el ruso, su país tampoco es demasiado famoso por su equipo de hockey -es bastante más conocido que el de Jamaica, pero aún así no se comparan con Canadá o Rusia- y la verdad es que me veo reflejado en ella cuando recién inicié.

Se esfuerza demasiado, y la verdad es que es un entrenamiento muy intenso, por eso intentamos ayudarla en lo posible. Y creo que todos empatizamos demasiado con ella al ver lo mucho que se esfuerza, al punto de llegar a llorar por la presión pero no rendirse aún así. Sandra es bastante sentimental y le es fácil llorar, pero eso no la hace débil, de hecho llorar es su forma de lidiar con lo que le cuesta trabajo o le hace sentir mal y poder seguir adelante con ello.

Sandra suele trabajar con Valentín, y ahora era el turno de que él se sentara sobre ella. Apenas podía levantarse en cada movimiento, pero se veía cómo se esforzaba a pesar de no poder completar el ejercicio. Él incluso la ayudaba, se impulsaba hacia arriba para que ella no cargara todo su peso.

Y al inicio podría cuestionarse que la eligieran: es buena en el hockey, pero en cuestiones de habilidad hay jugadores mejores, ya sean hombres o mujeres. Pero después de entrenar unos meses con ella nos quedó claro que no fue elegida precisamente por su habilidad como jugadora, fue por su increíble forma de trabajar en equipo, por el compañerismo que muestra en todo momento, y también por su perseverancia insaciable. Para ella nunca es suficiente. Aunque domine algún ejercicio después de un tiempo, nada más conseguirlo ya se está preocupando por lo siguiente. Y por más que falle, la critiquen, pierda o se desmotive, ella sigue. 

Al inicio nos parecía extraño... Se desmotiva con facilidad, es sensible y sentimental, pero nunca se rinde. Pero con el tiempo entendimos que ella supera esa desmotivación intentando una y otra vez hasta conseguirlo.

No todos fuimos elegidos por nuestra habilidad física, contemplaron mucho más allá. Y a decir verdad, creo que consiguieron una muy buena combinación en el equipo sumando las cualidades de todos.

— Vayan a equiparse —dijo el entrenador caminando hacia las gradas donde tenía su libreta y empezó a revisar sus apuntes—. Heath, ve a picar el hielo.

— Sí —él se levantó de la banca y fue con Aurelia para pedirle unos patines.

Nos pusimos las equipaciones lo más rápido que pudimos mientras que Heath estaba dando vueltas en la pista para ir preparando un poco el hielo.

Solemos practicar con cualquier tipo de hielo, pero siempre es más cómodo entrenar en uno que está un poco lijado ya. La máquina lo deja increíblemente liso y perfecto siendo más fácil resbalarse en él, por eso lo primero que hacemos es entrar y "picarlo" patinando un poco por encima. Ahora que Heath no entrena con nosotros, suele ser el encargado de entrar y preparar un poco el hielo para que no tengamos que perder tiempo nosotros.

— ¿Listo? —Acker me pasó un stick usándolo para levantarme tirando de él y nos fuimos hacia la pista.

— Creo que ya está —Heath frenó antes de llegar a la barra y pasar las piernas encima de ella para así salir.

— El que se lleve el primer resbalón del día que culpe a Heath —dijo Aiden pasando por encima de la barra para acceder al hielo.

— Asumiré la responsabilidad —rio recargándose en la barra.

Lo primero que hicimos fue calentar, como siempre, pero al poco tiempo sacaron los pucks y, de nuevo Heath fue el encargado de ir colocando los conos.

— Zig zag, diez minutos —el entrenador no tuvo que decir nada más, todos sabíamos qué hacer.

Así como Sandra fue elegida por su perseverancia y compañerismo, Hikaru tampoco es excepcional en cuanto a habilidades prácticas, a él lo eligieron por su capacidad analítica impresionante. Es bueno para crear tácticas de juego y en pleno partido es muy bueno como winger, pero también es bueno en la defensa ya que controla muy bien el terreno de juego. Esto hace también que sea bueno fuera del campo ya que así tiene una vista aún mejor de toda la pista.

Y ellos no son los únicos, todos fuimos elegidos por algo más que por el desempeño.

El entrenador nos avisó cuando acabó el tiempo y ahora nos tocaba practicar tiros.

Tomamos los puck y nos formamos atrás del medio campo, así vamos saliendo de uno en unto tirando a portería hasta que el tiempo acabe.

Le pasé un puck a Froy y nos formamos esperando porque el entrenador avisara del inicio del ejercicio.

Inició Xavier, luego venía Nathan, Valentín, Shawn...

Y finalmente llegó mi turno. Clavé las cuchillas en el hielo y arranqué controlando el puck hasta la línea límite donde disparé escuchando el placentero sonido del disco chocar con el hierro de la portería.


Me sequé una pequeña lágrima que se me había resbalado por la mejilla y seguí riéndome al grado que me llegué a golpear la frente contra el suelo haciendo que me riera más y me pusiera la mano en la frente.

— Ay madre... —suspiré intentando relajarme y dejar de reír— Es que en el momento no fue muy gracioso, osea, lo normal, pero es que ahora me da mucha risa...

— Neil, nos metimos un supermercado quince minutos antes de que cerrara y rusheamos comprando la despensa... mientras ibas en un carrito de supermercado. Es raro, rarísimo que no te dé risa —obvió Thomas sentado de lado en la silla del escritorio.

— Y no me arrepiento de nada, eso es lo mejor de la anécdota. Compramos la comida del mes, dimos un espectáculo gratis y encima fue divertido.

Suspiré estirándome en el suelo dejando mi torso recargado por completo en él, así tan sólo giraba mi cabeza hacia él para hablar.

— Ahora que lo pienso, siempre me he entrenado corriendo en los supermercados a última hora. Casi cuando recién llegamos a la Academia, Vigga y yo nos escapábamos en los descansos para almorzar sólo para ir al supermercado y correr para comprar sus queridos cafés. Encima eran los tiempos en los que el 90% de mis zapatos tenían la suela desgastada así que hacíamos más patinaje artístico en el suelo del supermercado que en la propia pista. Ya es costumbre el rushear supermercados, Thomas, está en mi ADN.

Ambos reímos ya mucho más calmados, y entonces sonó su teléfono. Lo sacó de su bolsillo mirando quién le llamaba.

— Mira, hablando de la señorita... —se levantó aún mirando la pantalla del teléfono— Voy a contestar fuera, por si nos extendemos y ya llegan tus alumnos.

— Sip —asentí mirando cómo se iba dejando la puerta entreabierta.

Yo seguía con ambas piernas abiertas hacia los lados, con las rodillas y los pies apuntando hacia arriba pero el torso estirado hacia adelante, al punto de tener todo el abdomen y el pecho sobre el suelo.

Crucé mis brazos y apoyé la cabeza encima de ellos para mirar hacia la ventana del lado derecho. Siempre me gustó ver cómo el sol ilumina esta zona de la Academia, el camino que lleva a las aulas de clase y, más allá, a la pista grande. Y se disfruta aún más ahora que el sol brilla con esa intensidad a pesar de ser invierno, no es nada usual que haya días así, llevamos varios meses de días nublados, uno tras otro.

Pero entonces alguien golpeó suavemente el cristal de la puerta captando mi atención. Era una chica de cabello corto y azul marino, se asomó algo confundida y de inmediato nos vimos a los ojos.

— Hola, ¿se puede? —preguntó aún sin entrar, sólo se quedaba asomada en la puerta.

— Sí, claro, pasen —asentí levantándome hasta quedar con el torso erguido.

Asintió y entonces se giró hacia afuera haciendo una señal a los demás.

— ¡Vengan! —avisó antes de entrar quedándose en calcetines y dejando los zapatos en un rincón de la entrada.

La siguieron un par de chicos más que entraron hablando entre ellos. Todos siguieron el ritual de quitarse los zapatos.

Pero entonces vi a alguien en especial entre ellos. Una chica alta y de cabello peculiarmente oscuro comparado a los demás. Pero nada más darse cuenta de que la miraba fijamente, se cubrió la boca soltando un suspiro y dando un paso en falso hacia atrás.

— Lotte —la saludé en voz bajita.

Ella se apresuró para quitarse los zapatos, pero antes de que terminara, otro chico al que conozco bien entró al aula.

— Lotte, ¿por qué tanta...? —la siguió con los ojos y entonces ella llegó hasta mí poniéndose de rodillas para abrazarnos, y él también se quitó los zapatos rápidamente.

Liselotte me sonrió emocionada antes de levantarse colocando un mechón de su cabello tras su oreja y caminar hacia el fondo de la sala con los demás.

Child of mine! —chillé estirando mis brazos para que entonces Byron me abrazara también riendo un poco.

— ¿Y este milagro? —preguntó una vez nos separamos y ambos reímos.

— Porque ahora me toca darles clase, ahora yo mando —vacilé de nuevo.

— ¿En serio? —Lotte le robó las palabras a Byron desde el fondo.

Asentí con una sonrisa y entonces vi cómo ya todos estaban en la sala. El entrenador Zhao fue el último en entrar dejando la puerta cerrada.

— Bien, chicos, como pueden ver hoy tendrán un nuevo profesor de danza —dijo poniéndose a mi lado hablando con su peculiar voz alegre.

Yo no evité sentirme extraño por todo ese título de "profesor de danza".

— Algunos ya lo conocen, pero estoy seguro que todos lo han visto u oído hablar de él alguna vez. Otra cosa es que no unan el nombre con el aspecto —me miró con un amago de risa—. La verdad es que ya perdí la cuenta de las veces que se ha cambiado el pelo.

Reí un poco avergonzado y entonces pase una mano por mi pelo, usando mis dedos como si fueran un peine.

— Sí... pero este mi pelo natural, no hay confusión —dije casi como un niño regañado y entonces el entrenador rio bajo antes de mirarlos de nuevo.

— Chicos, les presento a Neil Turner. Para quienes no lo conozcan, él fue campeón a nivel mundial en artístico, fue estudiante de excelencia en la ARDI —se puso en cuclillas a mi lado aunque un poco detrás mío y me acarició la espalda—, fue mi alumno durante varios años y ahora está aquí para ayudarlos a ustedes, será quien les dé la clase de danza de aquí en adelante.

Sonreí a modo de saludo y entonces el entrenador se levantó.

— Bueno, los dejo en sus manos. Pórtense bien y suerte con la clase —se despidió tan espontáneo como siempre y entonces salió dejándonos solos.

Los miré a todos y ellos se pusieron en línea a lo largo de toda la clase esperando porque iniciáramos.

— ¿De qué clase vienen? —pregunté.

— Acondicionamiento físico —respondió Katrine alzando un poco la mano.

— Perfecto, entonces ya vienen calientes. Antes de que se queden tiesos de nuevo, ocupen todo el espacio y hagan su mejor spagat. Esta clase la tomaremos con calma porque es la primera, ¿de acuerdo?

Ellos se miraron y al cabo de unos segundos estaban en el suelo con las piernas abiertas hacia los lados. Casi todos tenían un spagat bueno, había un par de excepciones, algunos aún no conseguían recargar todo su peso sobre sus piernas abiertas ya que estas no se habían abierto formando un ángulo de 180 grados.

— Bien, ahora... Vamos a hacer como en todos los primeros días de clase: nos vamos a presentar. Ya conozco a varios, pero también hay muchos a quienes no conozco o sólo nos hemos visto a lo lejos, así que vamos a empezar por presentarnos. Vamos a decir... Nuestro nombre, cómo nos gusta que nos llamen, la edad que tenemos, el país del que venimos y... nuestro movimiento favorito, ¿de acuerdo? —mencioné alzando un dedo por cada campo que mencionaba— Esas cinco cositas para empezar, luego si nos sobra tiempo y aún hay ganas de chisme, iremos ampliando el cuestionario. El punto es conocernos mejor y entrar en confianza. Desde ahora les digo que pueden ir perdiendo la vergüenza de una vez porque aquí todos vamos a pasar vergüenzas como no tienen idea, así que acostúmbrense, mis niños.

Varios de ellos rieron un poco y entonces yo mismo empecé el ejercicio.

— Me llamo Neil Turner, me gusta que me llamen Neil... o como quieran, en verdad todo el mundo me llama como quiere —rodé los ojos con una risa obvia—. Tengo 23 años, soy de Australia, de Melbourne pero ya he vivido aquí en Rusia algunos años. Y mi movimiento favorito es el triple Salchow —finalicé con una efímera sonrisa y luego señalé con la mano a Renée dándole la palabra.

— Me llamo Renée Alöis Jussieu, me gusta que me llamen Renée, tengo veinte años, soy de Francia, concretamente de Marsella; y mi movimiento favorito es el triple Axel más que nada —se presentó también mostrando su sonrisa divertida al final de la presentación.

Veo que va mejorando el asunto de su personalidad... Ella se vio obligada adoptar la personalidad de su difunta hermana por culpa de su familia. Es por eso que se muestra siempre altanera, competitiva y arrogante frente a las cámaras y entrevistas, lo mismo en sus actos. Pero realmente es bastante alegre e incluso alocada. El problema es que hace unos años le costaba controlar ambas facetas y a veces actuaba como Odette -su hermana- incluso entre compañeros, esto le ganó bastante mala fama, pero al parecer ahora va mejor. Yo sólo la conozco por haberla visto cuando recién ingresó a la Academia, en ese entonces yo tenía veinte y ella diecisiete, además justo cuando ella llegó yo estaba entrenando para la nueva temporada, fue la temporada en la que tuve el accidente así que ya no volví como para poder conocerla y ambos ser compañeros más allá del estrés cercano a las competencias.

Miró a su izquierda dándole la palabra a Isabelle. A ella sí que la conozco mejor. Entrenamos juntos por dos años antes de que yo dejara el patinaje, pero contando todo el tiempo que llevamos, la conozco desde hace cinco años. A Byron, Kim y Lotte los conozco muy bien también, entrenamos juntos alrededor de tres o cuatro años, algunos fuimos compañeros desde que ingresamos a la ARDI. Pero a otras como Katrine, Abigail o Renée las conozco simplemente por cruzar un par de palabras y verlas a lo lejos. Cuando ellas entraron nos tenían separados en quienes ya iban a competir a nivel mundial y quienes apenas se estaban adaptando en la ARDI así que no estábamos en el mismo grupo y simplemente compartíamos comidas y uno que otro entrenamiento.

— Me llamo Isabelle Trick, la gente me llama Bellatrix... a este punto no sé si me gusta o no eso —rio acomodando un mechón detrás de su oreja y sosteniéndose con una mano del suelo para mantener así sus piernas abiertas—, tengo 21 años, soy de Estonia pero llevo ya cinco años en Rusia, y mi movimiento favorito es la pirueta en mariposa.

La siguiente era Katrine. Pero antes de que empezara, yo me incliné hacia adelante apoyando mis antebrazos en el suelo.

— Por cierto, pónganse cómodos, vamos a estar toda la charla así, así que acomódense, el chiste es que estiren al menos un poco. Y los que aún no pueden abrirse por completo, vayan estirando poco a poco, hagan descansos y así, pero hay que esforzarse —repasé a todos con la mirada y entonces volví a Katrine—. Listo, perdona la interrupción.

— No pasa nada —negó con despreocupación—. Me llamo Katrine Smirnov, me gusta que me digan Katrine o Katy, tengo veinte años, soy de aquí, de Rusia, de Novosibirsk concretamente; y mi movimiento favorito es el Lutz.

Miré al siguiente, como llevaba haciendo cada vez que alguien terminaba su presentación.

— Me llamo Damien Levine, me llaman Damien sin más, tengo 17 años, soy de Francia y mis movimientos favoritos son el Toe Loop y el Loop —explicó un chico rubio bastante pálido mientras se acomodaba inconscientemente los lentes.

— Soy Solaria Olivares, me gusta que me llamen Sol, tengo 18 años, soy de Madrid, España y... mi favorito es el Lutz —asintió mostrando una sonrisa brillante y contagiosa. Su cabello era anaranjado y, a pesar de ser lacio, era esponjoso, la verdad es que me capturó su pelo.

— Me llamo Bae Kwan Kim, me llaman Byron, tengo 22 años, soy de Corea del Sur y mi movimiento favorito es molinete en un pie. Mucho gusto —fingió formalidad para bromear, como si no nos conociéramos demasiado bien a estas alturas.

— Soy Tammy di Calafiori, me gusta que me llamen Tammy, tengo 16 años, soy de España, de Barcelona; y mi movimiento favorito es el salto Lutz también —asintió con una sonrisita tierna antes de mirar a su compañero.

— Me llamo Liam Willow, no tengo apodos así que me llaman Liam sin más, tengo veinte años, soy de Bélgica, de la ciudad de Brujas y me gustan los molinetes, más concretamente el Cross Foot.

— Me llamo Yelena Brown, me llaman Yelena, soy de Estados Unidos, California; tengo 16 años y mis movimientos favoritos son los saltos en paralelo y los lanzados.

— Soy Abigail Coffee Sword, me llaman Abigail o Ruru, tengo 19 años, soy de Heidelberg, Alemania; y mi movimiento favorito son los saltos lanzados.

— Soy Aria White, no tengo ningún apodo en especial, tengo 15 años, soy de Londres, Inglaterra. Tengo varios movimientos favoritos, pero el que más me gusta es el Euler.

— Me llamo Hao Li, me dicen Hao o Xiao, tengo 16 años, soy de Shanghái, China y... la verdad es no tengo un movimiento favorito, todos me gustan o casi todos. Si tuviera que elegir uno como favorito, creo que elijo los carritos en un pie.

— Mi nombre es Liselotte Witsen, tengo 23 años, me gusta que me llamen Lotte, soy de Brujas, Bélgica. Y mi salto favorito es el Lutz.

— Me llamo Adelina Kovacs, mis amigos me llaman Campanita así que siéntanse libres de hacerlo también, tengo 19 años, soy de Budapest, Hungría, pero he vivido desde muy chiquita en San Patersburgo. Y aún no sé hacer muchos movimientos, pero mi favorito por ahora son los molinetes en carrito.

Y por último, era el turno de Kim.

— Me llamo Kim Powell, gracias a Xavier Schiller me llaman Kiburn, tengo 23 años, soy de Toulouse, Francia; y me encantan las espirales en general.

Sonreí al ver que ya todos habíamos dicho nuestra presentación.

— Perfecto, ya estamos todos presentados —aplaudí y entonces, me estiré para mirar la hora en mi teléfono—. Bueno, vamos a practicar un poco y, si al final aún hay tiempo, seguimos hablando un rato.

Ya estaba incorporado así que simplemente dejé mi teléfono en el suelo y me estiré hacia la derecha para tomarme el tobillo y traerlo hacia mí flexionando mi pierna.

— Ya pueden levantarse —dije mientras hacía lo mismo con mi otra pierna y quedé sentado en moño—. Me imagino que todos están trabajando en alguna coreografía personal actualmente, ya esté relacionada con su programa libre o no, así que ahora van a ir pasando de uno en uno para que yo pueda ver sus bailes porque... aunque sea triste, yo no los he visto bailar y así no podemos practicar —dramaticé para luego reír un poco viendo cómo se levantaban.

Mientras se quitaban las sudaderas y se terminaban de preparar, Hao y Tammy conectaban el altavoz para reproducir la música.

Al cabo de unos minutos ya todos estaban listos y se colocaron de mi lado del espejo para turnarse y mirar a quien saliera.

— Aria, ¿me puedes hacer un favor? —llamé su atención.

— Ah, sí, claro —asintió mirándome dando un paso al frente mientras los demás seguían hablando.

— ¿Puedes pasarme esa botella que está en el escritorio? —me incliné un poco para señalarla.

Ella fue y me la trajo.

— Aquí está.

— Gracias, Aria.

— No es nadaa.

Di un trago a la botella, y nada más terminarlo, la cerré dejándola delante mío para luego buscar la atención de los chicos.

— A ver, una cosa importante. Una pequeña explicación para evitar momentos incómodos y demás. Intento hacerlo lo menos posible, pero si en algún momento les pido que me pasen algo, que abran la puerta, la ventana o lo que sea, no es porque soy un flojo que no quiere hacerlo o porque me esté aprovechando de mi poder como "profesor", lo que pasa es que soy paralítico, no puedo caminar. Algunos ya lo sabían, otros no, pero ahora ya todos lo saben. Así que si por cada vez que deba abrir una ventana lo hiciera yo, se nos iría el tiempo, perderían su clase y realmente no es algo que nos venga bien. Umm... Espero que no les moleste todo el asunto y que lo puedan entender, y si no... lo siento mucho pero no es mi culpa, tuve un accidente, ¿okay? No fue mi deseo de cumpleaños —aclaré sin ponerme precisamente serio para contar esto, después de casi tres años ya dejó de ser para mí un tema serio y mucho menos deprimente.

Como era de esperar, lo tomaron bien, no parecían tener problema con lo de tener que abrir ellos las ventanas y pasarme uno que otro objeto. Además, la gran mayoría ya lo sabía.

— ¿Ya eligieron quién va primero?

— Sí. A petición suya y de nosotros, Lotte va a ir primero, es la que más emocionada está porque ahora nos des clase —dijo Byron parándose delante mío.

— Me parece perfecto —sonreí y entonces Lotte se fue con Yelena para poner la canción.

Mientras lo hacían, Damien se acercó a mí y se sentó a mi lado.

— Perdón, ¿puedo hacerle una pregunta? —yo asentí y él prosiguió con un poco de vergüenza— ¿Cómo puede hacer el spagat aún sin poder... caminar?

Me reí un poco por lo nervioso que se ponía al preguntar.

— No te preocupes, puedes hacerme todas las preguntas que quieras, y también puedes tutearme, no hay que ser tan formales. Y con respecto a tu pregunta... Antes yo podía hacer el split, spagat y todo eso. Aunque yo ahora no pueda mover mis piernas por algo relacionado con la médula, para mi cuerpo ya era algo rutinario y normal el hacer un spagat, era un movimiento común, como doblar una rodilla o agacharme. El punto es que alguien debe moverme las piernas o incluso yo mismo con mis brazos, para abrirme pero mi cuerpo no opone resistencia porque para mí, en un punto de mi vida, era algo rutinario —intenté explicarlo lo mejor que pude—. No sé si me explico...

— No, sí, sí entiendo —asintió formando poco a poco una sonrisa algo asombrada que deshizo por hablar—. ¿Entonces no sientes nada?

— Sólo tengo un poquito de sensibilidad aquí, en esta zona —señalé el interior de mi tobillo derecho riendo un poco—. Y de vez en cuando me viene la sensibilidad en la parte baja de la columna, pero siempre es para sentir dolor así que yo prefiero que se quede así como está —intenté bromear un poco sobre el tema.

No siento prácticamente nada desde poco más abajo del ombligo, a excepción de la zona en mi tobillo, pero debido a que esta insensibilidad fue causada por un accidente que me rompió varios huesos y dañó muchos ligamentos y músculos, parece ser que tengo un dolor constante en las últimas vértebras y parte de la cadera, pero no puedo sentirlo, sólo cuando vienen esos episodios en los que recupero la sensibilidad. Pero definitivamente prefiero seguir sin notar nada en toda esa zona ya que este año hemos ido al menos tres veces al hospital porque he llegado al punto de vomitar de dolor, haciendo que esto alerte a los médicos por si hay algo fuera de lo normal, pero por ahora no parece ser nada que no sepamos ya.

Lotte se paró en el centro del salón y se puso en posición para iniciar el baile. Pero no me tomó ni dos segundos identificar la canción.

— Oh, por Dios —murmuré cubriéndome la boca con una risa boba viendo cómo Byron e Isabelle esperban mi reacción.

Respiré con profundidad y me centré en ver a Liselotte bailar al ritmo de esa canción la cual conozco a la perfección: Shatter Me.












*** *** ***

¡Hola a todos!

¿Qué tal? ¡Este fue el capítulo 4! Espero que les haya gustado >w<

Siento el retraso, pero aquí lo tienen al fin <3

Conocimos un poco sobre los chicos y chica de hockey, nos metimos como viejas chismosas en el romance de Acker y Elliot, gozamos viendo el gay panic de Liam, vimos un repasito de las presentaciones de los OCs y... ¡ya apareció el primer mentor extra del fanfic! Advierto que se vienen dos más, son un total de tres patinadores profesionales que van a verter un poco de sabiduría en nuestros pobres niñitos inocentes >u< ¿Quiénes serán? ewe

Muchas gracias por leer y por toda la paciencia y apoyo que han dado <3<3

Nos vemos pronto. Con lob:

Atsushi~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro