➤ Capítulo 14
Llevaba un buen tiempo recargado en la pared, me negaba a sentarme o me pondría aún más nervioso. El tiempo transcurría el triple de lento para quienes estábamos allí, ya habían pasado unas cuantas horas desde que acabó el partido, pero nos habían dado muy poca información de lo que realmente le había pasado a Xavier.
Yo vine inmediatamente, pero los chicos del equipo que vinieron tuvieron que hacerlo hasta que todo acabara. Al parecer ganaron por un gol, serán buenas noticias que contarle cuando lo podamos ver y así intentar animarlo, aunque espero que no sea muy necesario...
—¿Familiares de Xavier Schiller? —preguntó una enfermera entrando a la sala de espera donde estábamos.
El entrenador Travis se levantó y fue directamente hacia ella, y no evité ir justo detrás de él, creo que él ya sabe que él y yo somos cercanos así que no puso ninguna objeción. Le explicó a la enfermera que su familia no estaba aquí y ella no tuvo problema con dejarnos pasar.
Acker ya le había llamado a los padres de Xavier desde hace tiempo, y como es evidente, dijeron que vendrían cuanto antes. Deberán tomar un vuelo desde Bratislava hasta Moscú, no es que haya problema por el dinero, es decir, su padre es dueño de una aerolínea, pero por más dinero que tenga el tiempo de vuelo no va a reducirse drásticamente.
—Ya está estable y no ha habido problemas mayores, pueden pasar a verlo sin problema —nos guió la enfermera hasta la habitación, pero antes de entrar, otra mujer se acercó desde la izquierda—. Ah, doctora, aquí están los familiares de Xavier Schiller.
—Percival Travis, soy el entrenador de Schiller, me haré responsable en lo que vienen sus familiares —se presentó estrechando la mano a la doctora quien correspondió.
—Liam Willow, soy un compañero suyo —hice lo mismo.
—Mucho gusto, soy la doctora Volkova —correspondió a nuestros gestos—. Bien, ya realizamos algunos estudios y él está bien, ahora sólo está bajo observación y con un tratamiento suave, pero le hemos diagnosticado coartación en la aorta, es un defecto congénito en una de las arterias que van directamente al corazón, esta está algo deformada y causa algunos problemas. Su caso parece no ser muy severo pero si se descuida completamente podría llegar a causar más complicaciones, por ahora no podemos hacer mucho hasta que le realicen más pruebas físicas, entonces contemplaremos alguna cirugía o tratamiento más invasivo en caso de que le afecte en su día a día. Dejaremos que pase la noche aquí y mañana por la tarde ya podrá irse, sólo es para estar seguros.
—De acuerdo, le informaré a sus padres cuando vengan —asintió el entrenador una vez ella nos dijo que podíamos pasar a verlo de una vez por todas.
Pero yo no pude decir nada. Acababa de decirnos que Xavier tiene una enfermedad congénita y... simplemente se va. Claro que es su trabajo y no es que quiera que venga a darme un abrazo o algo por el estilo, simplemente... no puedo asumir lo que dijo. ¿Cómo diablos se digiere eso?
—Liam —cuando alcé la cabeza vi cómo el entrenador señalaba el interior del cuarto con la cabeza mientras abría la puerta y yo entré con paso torpe.
Era una habitación promedio, la cama estaba contra la pared del lado izquierdo y allí se encontraba él. Nada más escuchar la puerta abrirse se volteó hacia nosotros y vi cómo se le formaba una pequeña sonrisa en los labios.
Llevaba sólo una bata del hospital y estaba cubierto hasta la cintura por la manta, no es que estuviera sentado del todo, tenía el respaldo un tanto elevado.
Apenas supe qué hacer cuando me acerqué, sólo le sonreí por un instante y dejé que el entrenador hablara con él sobre todo lo que debían. Me costaba centrarme en algo en concreto, no dejaba de darle vueltas todo, Xavier Schiller, el Xavier que conozco y con quien hablo casi cada día realmente está enfermo, eso es que lo que me querían decir, eso es lo que no quería creer.
En serio no me di cuenta de cuándo ellos dos dejaron de hablar, me quedé mirando al vacío tanto tiempo que cuando reaccioné se estaban despidiendo, Travis le insistía en que sus padres ya vendrían y que hasta entonces él se quedaría por aquí por si acaso, pero que ahora iría a decirle lo que había sucedido al resto de chicos, si a Xavier le parecía bien, y que nos dejaría tranquilos para que habláramos.
Salió de la habitación y yo sentí los nervios comerme por completo, empecé a sentir un frío incontrolable que me hacía temblar levemente, incluso perdí la fuerza en segundos, la verdad es que en ese instante sólo quería tirarme al suelo. Con mi mano apreté cada vez más fuerte la sábana que lo cubría sin saber de dónde conseguía la fuerza hasta que sentí algo tibio posarse en mí rompiendo aquel frío que me inmovilizaba.
Tenía una vía puesta en la mano derecha y con esta misma me tocó la izquierda mirándome a los ojos con una expresión bastante cálida a pesar de todo, creo que podía notarse fácilmente la mezcla de sentimientos que tengo, por eso mismo quiso decirme algo para que me tranquilizara, pero no tuvo que planear nada, la conversación se dio espontánea cuando su rostro se sorprendió por instantes y luego rio un poco.
—Tienes las manos heladas —dijo aún con esa sonrisa impregnada en el rostro.
—Ah, lo... lo siento —contraje un poco mis dedos sin saber del todo qué hacer, la conversación estaba fuera de lugar, pero por alguna razón eso me tranquilizaba bastante.
—¿Por qué lo sientes? No pasa nada, si quieres ponlas aquí —levantó la orilla de la colcha dejando que pusiera mis manos sobre la cama para luego cubrirlas y poner la suya sobre las mantas—. Se siente bien, ¿no? —me dedicó una sonrisa después de mirar mis manos ya cubiertas y todo.
—Sí...
Realmente se empezaba a sentir el calor bajo las mantas, me quedé unos segundos más con las manos allí y sólo me concentré en eso, en lo tibias que se volvían con los segundos y en cómo esto no hacía más que calmarme también.
—Lo siento, ¿te asusté demasiado? —llevé mi mirada inmediatamente a él cuando habló.
—Bueno... la verdad es que a todos nos diste un susto de muerte —no evité reír un poco aún con aquel nerviosismo.
—Creo que tendré que disculparme con todos —rio con mucha más soltura que yo antes de suspirar—. Al menos no es tan grave como parece, dicen que considerarán una operación para que... pueda volver casi como si nada, no para salvarme la vida.
—Sí... —asentí con frustración pero justo me interrumpí al sentir su mano tomarme la mía.
—No me gusta que tenga que ser un problema en el corazón lo que haga que mi padre venga a verme a Moscú y no un partido de hockey pero... Creo que tengo que ver el lado bueno que es al menos voy a ver a mi familia, supongo —se encogió de hombros y por segundos pude ver una faceta más débil de él.
—Xavier...
—No, no pasa nada —negó con la cabeza varias veces para luego simplemente reír sin mostrar verdadera tranquilidad—. Lo que pasa es que las cosas nunca han estado muy bien en mi familia, creo que ya te lo había contado. Mi padre siempre estaba ocupado con su trabajo, y después de lo del accidente de mi hermana se pusieron peor, mi mamá quedó afectada por ello y la verdad es que siempre fue un desastre. Nunca estuvieron a favor de que yo entrara en hockey por lo de mi hermana... ¡y eso ni siquiera tuvo que ver, ella tuvo un accidente regresando de un partido, no en él directamente! Y ahora cuando se enteren de lo de mi corazón justo en un partido de hockey, no me la voy a acabar.
No supe qué decir, realmente ya me había contado esto pero no dejo de pensar en lo que debe ser que tus padres estén en contra de aquello que tanto te apasiona. Mis padres siempre me apoyaron cuando quise empezar en el patinaje, mi madre me llevaba a las prácticas, se quedaba a mirarme cuando podía y luego nos íbamos juntos a casa, pero Xavier iba solo y a escondidas, nunca pudo decirle a sus padres que tendría un partido la próxima semana para que lo fueran a ver.
Recuerdo mi primera competencia, fue una pequeña exhibición de la escuela que, aunque es de las mejores de Bélgica, aceptaba alumnos que empezaban de cero y hacía demostraciones según el nivel. Ese día hice una presentación muy sencilla, llevaba pocos meses, pero recuerdo ver la sonrisa de mi madre aplaudiendo desde las gradas, recuerdo cómo mi padre nos llevó a cenar a mi lugar favorito esa noche, es probablemente uno de mis mejores recuerdos, y realmente me pone triste pensar que Xavier nunca ha tenido algo así.
—Tranquilo, si no te molesta, yo puedo estar contigo cuando vengan. Si eso te sirve de algo, estaré feliz de ayudarte —asentí apretando un poco su mano, pero me tomó unos segundos reaccionar y darme cuenta de que realmente lo había hecho, sentí mi corazón empezar a golpearme el pecho con fuerza pero no solté su mano o quise retirar lo que había hecho.
Sentí cómo él no mostraba facilidad para que nuestras manos se soltaran, como si quisiera que siguieran juntas por más tiempo. No puedo negar que ver esa pequeña reacción suya me dibujó una sonrisa y simplemente me quedé quieto.
—Claro que no molestas, y la verdad es que me ayudarías mucho si estuvieras aquí cuando vengan —alzó la mirada y habló de una forma tan delicada que por un momento fue difícil reconocer su voz pero a la vez no dejaba de parecer él mismo.
—Entonces me quedaré con gusto.
Creo que muchos sólo se han quedado con la percepción de que Xavier siempre está a la defensiva o no se toma las cosas en serio, pero gracias a todas las veces que he hablado con él y en las distintas situaciones en las que lo hemos hecho, he podido conocer otros lados de él que no son muy comunes o al menos yo no había conocido.
—Liam, gracias por todo, en serio. Siempre has estado para mí, no importa qué tan malo sea el día, basta con que dé la hora en que cambiamos de pista para que te vea y realmente todo mejore, cuando hablamos, me saludas o simplemente me sonríes, dejo de sentir que tengo todo en mi contra o que hoy es un día horrible, sólo con verte siento que realmente no hay tantas cosas malas...
—Xavier, yo...
—Liam, me gustas, me gustas mucho.
Espera, él acaba de...
Antes de intentar procesarlo, sentí cómo me apretó un poco más la mano y su voz cogía algo más de fuerza sin dejar de ser suave y armoniosa como segundos atrás.
—Este fue mi primer año aquí, no es como que llevemos mucho tiempo conociéndonos, pero la verdad es que desde el primer momento me caíste muy bien, sentí como que podía contarte todo lo que no puedo decirle a otros con tan sólo unos días de conocernos. Bueno, creo que a estas alturas ya somos buenos amigos o eso espero y... —se llevó la mano izquierda a la nuca suspirando un poco incómodo y llevando la mirada al frente para luego simplemente volver a mirarme— Creo que ya me ha quedado claro que quieres que nos quedemos así, pero quería que supieras que realmente te quiero, te quiero mucho, y si lo que quieres es que seamos sólo amigos yo respeto tu decisión y... que sepas que estoy feliz de que al menos podamos seguir juntos —pero aquella última sonrisa suya no pudo ser correspondida, no sabía qué diablos hacer, ¿qué estaba pasando en primer lugar?
—No —alcé la voz aún confundido, miré al suelo tratando de unir piezas pero definitivamente no pude, por eso sólo lo miré una vez más—, yo no te dije que no quiero que seamos algo más.
Pero su cara que era prácticamente la misma que la mía sólo me confundió más, ¿a qué venía eso? Yo sólo le dije que no quiero que seamos sólo amigos... ¡maldita sea!
—¡No, no es que quiera insinuarme o algo así! Sólo que... —intenté disculparme pero él tampoco reaccionó a esto.
—Por todo lo que has dicho supuse que realmente no querías nada, no quiero parecer un acosador o alguien insistente, sólo quería decírtelo claramente.
—¿Lo que he dicho?
—Todas las indirectas en los entrenamientos, cuando hemos salido a comer... —soltó una pequeña risa vacía antes de que yo finalmente llegara a la verdadera respuesta.
—Le mandaste indirectas a la peor persona —no evité reír un poco mirando su rostro confundido—. Puedo llegar a ser bastante ingenuo en esto, podrías insinuarte por una hora seguida y yo no entendería nada.
Entonces él rio también y después de que sus ojos brillaran cada vez más, me sonrió.
—De hecho lo hice, pero me alegro de saber que no es que no quisieras sólo que no entendiste... —me apretó un poco la mano para que ahora sus ojos fueran directos a los míos— Nota mental: decirte las cosas directamente.
—Creo que es lo mejor para que no haya tanto malentendido —asentí con una pequeña risa agachando la cabeza ligeramente.
—Entonces lo haré lo más directo posible. ¿Quieres ser mi novio?
Sentí su mano colocarse lentamente sobre mi mejilla mientras me miraba directamente y mi corazón empezaba a acelerarse por cada segundo que pasaba. Pero sólo una cosa pasaba por mi mente en ese momento.
—S-sí.
Cuando abrí los ojos suspiré con un poco de fastidio por sentir cómo tenía el brazo completamente dormido así como el cuello torcido, me moví lentamente tratando de colocar mi cabeza en una posición normal y mover un poco mi brazo derecho con tal de que se pasara aquel desagradable cosquilleo.
Pero no evité dejar mis ojos posados sobre Liam unos eternos segundos. No tengo idea de qué hora es, sólo sé que después de hablar por horas los dos nos quedamos dormidos. Él estaba sentado en uno de los banquitos y recargaba la cabeza sobre sus brazos que a la vez estaban sobre la cama, puedo ver reflejado mi dolor de cuello en él y siento bastante lástima así como ganas de decirle que venga a acostarse aquí conmigo, pero no sé cómo qué tan... legal sea eso, no quiero que le llamen la atención.
Simplemente lo dejé tranquilo y le acomodé un poco más la manta extra que nos dejaron intentando no despertarlo, seguramente no pueda volver a dormirse si lo hago y no es como que haya descansado mucho así que lo mejor será dejarlo tranquilo.
Mentiría si digo que realmente yo sí descansé, no sólo afectó el haberme dormido de lado y sobre mi brazo, sino que la idea de estar en el hospital me hizo estar alerta y abrir los ojos por el mínimo ruido que escuchaba. Alguna vez vi a una enfermera entrar para cambiarme el suero y revisar algunas cosas pero yo sólo volvía a cerrar los ojos, creo que tenía el cuerpo tan cansado que ni siquiera me movía para evitar que el brazo se me quedara como ahora.
Me puse bocarriba y cerré los ojos girando la cabeza al lado opuesto a Liam sintiendo cómo realmente me torcí el cuello, pero tampoco le di mucha importancia. La sensación de que me ardan los ojos y me duela la cabeza sumado al dolor del cuerpo y cansancio general me recordó a mi estado natural al viajar en avión, no es sólo que no me guste el hecho de subirme a los aviones, sino que hacer viajes suele suponer desvelarse, no dormir bien en el avión y estar de aquí para allá con estrés y presión. Gran ironía que mi padre sea dueño de una aerolínea. ¿Qué pensará Liam? ¿A él si le gusta viajar en avión? ¿Qué opina de la aerolínea de sus padres?
Gracias a estas preguntas espontáneas ayer se nos fueron las horas hablando y hablando. Nos hacíamos preguntas el uno al otro y estirábamos las conversaciones como nunca había hecho con nadie. Algunos temas nos mantenían serios o eran delicados, como cuando él me contó mejor lo que recordaba al haber perdido a sus padres biológicos, vivir en un orfanato y luego ser adoptado, mientras que otros nos hacían reír como las anécdotas que tiene de sus primeras clases de patinaje.
Tendré que esperar a que se despierte para poder preguntarle esto sobre los aviones. Pero de nuevo tuve que pararme a pensar... Es mi novio, ahora los dos somos pareja. Sigue siendo algo difícil de asimilar, es decir, claro que me hace feliz y estoy emocionado de que lo seamos, pero sinceramente sigue pareciéndome algo demasiado bueno para ser cierto.
Estiré mi brazo consiguiendo acariciar muy suavemente su pelo esperando que no se despertara, y con unos segundos así conseguí calmarme de nuevo. En el fondo me da un poco de miedo que me hayan diagnosticado problemas en el corazón, no quiero centrarme en eso por más que debería, vivo solo en Moscú, no he acabado la carrera y si vuelvo a Eslovaquia sería una humillación voluntaria, me siento tan solo en este aspecto que no puedo dejarme vencer por la tristeza o preocupación que esto puede conllevar porque no tendré a nadie en quien apoyarme para no deprimirme, y no es una opción arrastrar a Liam en todo esto.
Aunque se supone que somos novios para las buenas y las malas, no me gustaría que lo primero que hagamos como pareja sea buscar la forma para que yo siga adelante aún con mi problema, sería un exceso de confianza en toda regla.
Podré arreglármelas solo, o eso espero, supongo que bastará con pagarme los medicamentos y si tuvieran que operarme ya sacaré el dinero de lo que me da la ARDI y no creo que me vea en muchos problemas.
Lo que me llega a intimidar es el realmente verme solo así, por alguna razón el tener puesta esta bata me hace sentir débil, puede que sea también por las ventosas en el pecho, el tubo en la nariz o las agujas en la mano, siento que no puedo levantarme y reaccionar como debería si algo pasara, hacen que me sienta indefenso e incluso inseguro. Llevo toda la vida con la aorta deformada y nunca me había sentido así, ni siquiera sabía que no estaba bien, nunca tuve ningún problema hasta ahora, ese es mi consuelo: si llevo diecinueve años sin haber tenido complicaciones llevando una vida más intensa de lo normal, estaré bien sólo con llevar algunos tratamientos.
Creo que estaba a punto de quedarme dormido de nuevo, o tal vez lo hice pero mi sueño es tan ligero que bastó con escuchar la puerta abrirse para que me despertara, y fue escuchar esa voz lo que me hizo abrir los ojos y alzar la cabeza de golpe.
Y ahí estaba mi padre junto a la enfermera dándole las gracias antes de entrar a la habitación y mirarme fijamente.
Incluso Liam se despertó de golpe, nada más ver que yo estaba alerta, él llevó la mirada a la entrada y una vez reconoció a mi padre, se levantó de golpe, cogió la manta antes de que esta cayera al suelo e incluso se pasó la mano por el pelo tratando de acomodarlo un poco.
Pero la habitación se quedó en silencio por segundos, ni Liam ni yo abrimos la boca, al menos yo no sabía ni qué decir. El entrenador ya me había dicho que mi padre vendría, pero gracias a la conversación de anoche lo olvidé completamente, por eso me vino tan de sorpresa a la vez que no.
—Xavier —fue lo único que escuché antes de sentir cómo mi padre se acercaba a la cama hasta abrazarme.
Realmente no recordaba lo que se sentía, había olvidado su olor, la fuerza y calor que sentía cuando él me abrazaba, por muy poco había olvidado también su voz en un tono preocupado, y fue reconocer ese sentimiento en su voz lo que hizo que yo dejara de ponerme a la defensiva.
Aún recuerdo el día en que estalló el detonante para que yo me quisiera separar de mi familia. Mi hermana tuvo aquel accidente regresando de un partido de hockey, el camión que se descarriló y chocó con el autobús estacionado, lo hizo justo cuando ella estaba colocando sus patines en la maleta, por eso estos se cayeron encima suyo y el momento fue tan preciso que la cuchilla le cortó una vena importante cerca del cuello. La llevaron al hospital y allí la atendieron, estuvo muy crítica por días, yo recuerdo tener alrededor de seis años y e ir varias veces al hospital para ver a mi hermana quien estaba en coma. Me decían que estaba dormida con unas medicinas para que no le doliera el corte, y yo asocié aquella verdad a medias con el libro que más nos gustaba leer juntos, según yo ella sólo esperaba a que llegara su príncipe a despertarla.
Recuerdo mi ansiedad por recordar que en ese entonces no tenía novio y que entonces nadie la podría despertar con un beso, por eso yo siempre le daba besos en las manos a escondidas de mis padres esperando porque se despertara y no me regañaran por quitarme el cubreboca necesario para entrar en su habitación. Con los meses se recuperó y todo parecía volver a la normalidad, pero cuando crecí un poco más y quise empezar a entrenar yo también, mis padres se opusieron rotundamente, al principio no lo entendía, me tomó años darme cuenta de que tenían aquel miedo ilógico porque me sucediera algo.
Pero ni siquiera Lina hizo algo, ella dejó el hockey por las secuelas del accidente y empezó a practicar patinaje artístico más como un hobby que como algo profesional, pero nunca hizo ni el mínimo esfuerzo porque a mí me dejaran entrenar. Por eso empecé a entrenar a escondidas.
Pero no todo podía ir tan bien, ya estaba acostumbrado a mentir sobre lo que hacía en las tardes e irme a entrenar a la pista de hielo. Al principio me molestaban mucho, decían que no era más que un niño consentido y que me aprovechaba de la fama de mi hermana para que el entrenador me metiera en los partidos como titular. Con el tiempo fui dejando claro que no iba a permitir que se metieran conmigo y se fueran tan contentos, pero todo se desató el día en que mi padre fue a la pista antes de un partido y me quiso sacar de allí a como diera lugar.
Me opuse tan firmemente que empezamos a llamar la atención y todo se zanjó cuando me calló de una bofetada y en mitad del silencio que inundó el vestíbulo, me ordenó que cogiera mis cosas y me subiera al coche. A la semana siguiente me fui de Bratislava, sólo era un mocoso de dieciséis cuando me fui a Nitra aprovechándome de una beca que conseguí por mis buenas calificaciones en los dos idiomas principales que enseñaban en mi instituto además del eslovaco: ruso e inglés. Estuve dos años en el internado en Nitra, podría decirse que ahí fue donde me torcí así como donde reaccioné y supe que tenía que hacer algo con mi vida si no quería acabar como mis "amigos".
No es como que me juntara con los alumnos más ejemplares del internado, pero incluso yo supe cuándo debía poner un límite. Al principio se me hacía fácil hacer todo aquello que teníamos prohibido, no me asustaba beber aunque fuéramos menores porque en casa alguna vez probé con mis padres el vino o alcohol que bebían, tampoco me pensé dos veces aceptar el primer cigarro. Pero en una fiesta todo eso se nos fue de las manos, mientras que casi todos los chicos con los que me juntaba se estaban peleando con otros, yo me quedé con Havel, el único chico de Bratislava además de mí. Estaba mal por el alcohol así que lo acompañé al baño tratando de alejarme de la pelea, realmente ya me estaba sintiendo mareado también así que me harían pedazos en la pelea. Pero puedo jurar que sentí cómo el efecto del alcohol se fue de golpe cuando vi que Havel caía al suelo.
Empezó a convulsionar y llamé a una ambulancia, incluso me fui con él al hospital esperando por ver qué le había sucedido. Estuvo casi dos semanas en coma etílico. Al día siguiente ni siquiera sentí la cruda, en serio estaba asustado, Havel tampoco era un mal chico, sólo se estaba dejando llevar por los otros al igual que yo, no éramos los más jóvenes, pero quizá los más inocentes sí, y ahora sólo por seguir la corriente estaba en coma, y tampoco era nuevo para mí, yo ya lo había vivido por mi hermana. Escribieron por el grupo que nos reuniéramos todos en la habitación de Dominik, prácticamente el líder del grupo, que no faltáramos. Me sentí aliviado al saber que hablaríamos de lo de Havel, que podría desahogarme y que veríamos qué hacer, pero nada más entrar al cuarto cualquiera se asfixiaría por el olor a hierba, resultó que esos idiotas se habían peleado por la droga la noche anterior y la reunión urgente era para fumar su botín, aunque yo saqué el tema nada más entrar, a nadie le importaba que Havel se podía morir si no despertaba pronto.
Ahí fue cuando me quise ir desesperadamente de ahí. Cerré la puerta y corrí hacia la calle haciéndome hiperventilar a propósito como si eso me "purificara" de alguna forma los pulmones, tampoco los volví a ver, me fui a la casa de un compañero de hockey y estuve allí hasta que me transfirieron de vuelta a Bratislava. Cabe resaltar que desde aquella fiesta sólo volví a tocar el alcohol en el brindis de año nuevo del año pasado, realmente me marcó tanto que no quise volver a beber ni siquiera de una forma moderada, evidentemente me alejé aún más de las drogas de lo que ya estaba antes. Para mi buena suerte, llegué justo antes de empezar la universidad así que estuve viviendo allí y entrenando en el equipo hasta que en octubre la ARDI me invitó, acepté sin ninguna duda y me vine a Moscú sin siquiera avisar a mis padres.
Estuve años sin tener una relación más allá de lo legal con ellos hasta ahora.
—Con permiso —Liam habló muy bajito antes de salir de la habitación. Sé que dijimos que él estaría conmigo, pero cuando ambos escuchamos aquel suspiro tan preocupado de mi padre, supimos que lo mejor era que nos quedáramos a solas.
Me costó hacerlo, pero correspondí rodeándolo también con los brazos y con tan sólo unos segundos más, recargué mi cabeza en su hombro.
Nos quedamos un buen rato así, de hecho tuve que ser yo quien hiciera el movimiento de separarnos al fin. Él sólo puso una mano en la cama antes de llevar la otra a mi mejilla, y no fue hasta entonces que super exactamente lo que le pasaba por la cabeza, vi una lágrima solitaria deslizarse por su mejilla y pasé de sentir aquella rebeldía hacia mis padres, incluso me pude olvidar del odio que se ha generado con los problemas uno tras otro. Tenía enfrente a mi padre llorando llorando por mí, no puedo decir que sigo sin importarle.
—Lo siento mucho.
Realmente estaba sintiendo lástima por mi padre ahora mismo. No, tampoco era lástima... Quizá empatía podría ser una mejor palabra para definirla. Se estaba culpando a sí mismo de lo que me está pasando, y por mal que hayan ido las cosas entre nosotros, no puedo culparlo por esto.
—No te disculpes —negué con la cabeza sintiendo cómo mi voz empezó a temblar, la cantidad de pensamientos que me golpeaban la cabeza estaban a punto de hacer que me rompiera delante suyo—. No es culpa tuya, ¿oíste? Así que deja de culparte por esto.
Cuando me dijeron que mi diagnóstico era una coartación en la aorta no me vino tan de sorpresa, mi padre también lo tiene. Mi hermana nunca mostró problemas en el corazón incluso después de su accidente, pero no me extrañó demasiado que a mí sí me tocara la herencia.
—Y tampoco es culpa del hockey si es eso lo que me vas a decir —conseguí decir endureciendo un poco mi voz a pesar de que sintiera que estaba a punto de llorar—, nací así y nada pudo evitarlo, no vamos a buscar culpables porque no los hay. Voy a serte sincero. Cuando supe que vendrías no evité sentir que realmente sigo importándote, quiero pensar que es eso, que viniste hasta aquí para verme, no para culpar a algo tan impredecible como la genética o para decirme que eso me lo busqué yo por desobedecerte. Nunca he pensado que eres un mal padre, quiero que lo sepas, otra cosa es que las cosas entre nosotros no hayan ido tan bien como deberían.
—No vine a eso —negó con la cabeza y entonces me apretó la mano—, tú lo dijiste: vine para verte, eres mi hijo. Me llamaron para decirme que te habían traído al hospital porque te pusiste mal en un partido e inmediatamente vine para ver qué sucedía, para estar contigo. Y antes de que el entrenador me llamara yo ya lo había visto...
Osea que él estaba viendo el partido...
—Por eso no puedo decir que no eres buen padre —traté de tomar aire con tal de tranquilizarme, pero al hacerlo tan fuertemente tosí un poco sintiendo un cosquilleo en la nariz por la intensidad con la que me llegó el oxígeno por medio del cable—. Y ya me da igual lo que haya pasado, no quiero ponerme a arreglar las cosas ahora, no estamos como para ponernos a recapitular todo lo que nos ha pasado desde hace años. Podemos concluir sin entrar en detalles que tuvimos problemas y ninguno hizo su mayor esfuerzo por entender al otro. Así que ahora que estás aquí no quiero ponernos a hablar sobre todo eso, no quiero meter el dedo en la llaga y recordar todo lo malo que hicimos, sólo quiero que estés aquí.
Su expresión era seria pero comprensiva, parecía estar de acuerdo con lo que dije, que los dos hicimos cosas mal en el pasado. Incluso sentí dos palmaditas sobre mi mano la cual él no parecía estar dispuesto a soltar.
—Y sinceramente, quiero que cierres la boca y escuches todo lo que tengo que contarte, quiero hablarte sobre mis amigos, sobre los partidos, los entrenamientos, las competencias, mi novio... Y sólo quiero que te calles y me escuches. Tampoco te preocupes ahora por mí, no estoy para escuchar todo lo que puede o no pasarme, no ahora... si me van a tener que abrir el corazón pues quiero que cuando me despierte tú estés ahí para decirme que todo fue bien, quiero que aunque sea por un motivo como este, hagas del padre que siempre tuve pero nunca quise entender. Me equivoqué y lo sé, ya te dije que los dos tuvimos malas acciones, pero... debes estar ahí para ayudarme después de que me equivoque, porque eres mi padre... y porque tengo diecinueve años, no sé nada de la vida.
—Xavier, estoy aquí... y estoy orgulloso de ti —sinceramente no me esperé eso último, es decir, él lleva años diciendo que no le gusta el rumbo por el que estoy yendo—. Tienes razón, no vamos a estar hablando de lo que ya pasó, ahora hay cosas más importantes, y todo lo que tengas que decir yo lo escucharé, y tampoco dudes que voy a estar aquí contigo. Ya nos equivocamos demasiado, creo que es momento para dejar de hacerlo. Y sí, Xavier, soy tu padre, debo estar para ti cuando te caigas y te equivoques, por eso eres mi hijo y mi deber es ayudarte cuando esto pase. Aunque no estoy muy de acuerdo con eso último, has tenido que madurar muy rápido por mi culpa, y realmente has sabido seguir tu camino sin que nadie, ni tu propia familia te detenga, has aprendido por tu cuenta y que ahora me hayas dicho todo esto sólo hace que me sienta orgulloso de ti. Voy a estar a tu lado y tenlo por seguro, pero has sabido seguir adelante aún sin tu padre o tu familia y sé que pase lo que pase vas a estar bien porque no necesitas que nadie te cuide... Pero aunque no lo necesites, yo lo haré.
*** *** ***
¡Hola a todos!
Finalmente llegó el capítulo que estábamos esperando :') Después de este pequeño hiatus en el fic por problemas de exámenes, flojera y falta de inspiración, al fin llegó. Una disculpa por actualizar tarde, pero es que hoy tuve un día muy... ejem, productivo... Me la pasé jugando videojuegos y viendo series, ¡pero argumento en mi favor que es mi merecido después de la friega de kendo! XD
Están pasando muchas cosas... muchas cosas: Finalmente se nos declararon estos dos chamaquitos, sabemos que Xavier tiene una vena deforme ;-;, se conoció el pasado de nuestro bebé Liam aunque ya se comentarán más cosas más adelante, conocemos ahora el pasado de malote del Xavier y cómo supo redirigir su vida, se reconcilió con su padre... ¡Muchas cosas!
¡Y de nuevo tenemos más cosas coquetas de Hao y Aurelia! Amo esta pareja, debo confesarlo... A ver, ¿ustedes cuáles creen que son las patitas de Aurelia y cuáles las de Hao según la foto? Pregunta fácil y boba para divertirnos un rato, responderé con argumentos en el siguiente capítulo OwO
¡Y agárrense porque en el siguiente también se vienen muchas cosas importantes!
Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado y una disculpita por el retraso.
Atsushi~
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