➤ Capítulo 12
—¿Algo más que necesitemos? —Hikaru miró el interior del carrito y luego a mí.
—A ver... —tomé la lista y le eché una ojeada viendo cómo ya teníamos todo— No, ya estamos bien, ¿quieres algo más? Yo te invito —bromeé como si realmente le estuviera invitando a algo completamente exclusivo y caro.
—¿Me vas a invitar? Entonces debo elegir bien, demonios —rio con los brazos en jarra y echó un vistazo al pasillo—. La verdad es que no lo sé... ¿te parecen unas galletas para comerlas al rato?
Me acerqué a la estantería que señalaba y asentí.
—Sí, como quieras. Además esas galletas también me gustan —reí un poco mientras él las colocaba en el carrito.
—Entonces ya estamos listos, podemos ir a pagar —tomó el carro y empezamos a caminar hacia la caja.
Hoy vinimos a comprar cosas para la despensa y aprovechamos para dar un paseo por el supermercado. La verdad es que con la competencia a tan sólo unos días hemos estado muy ajetreados, estamos de aquí para allá, entrenamos hasta muy tarde, los de hockey tienen partidos constantemente... Y apenas hemos podido salir juntos a relajarnos o pasar el día.
Compartimos habitación así que nos vemos cada día y podemos hablar y desahogarnos, pero no hemos podido salir simplemente a tomar un respiro y divertirnos. A decir verdad, todo esto ya me está agobiando demasiado, pero debemos dar el último esfuerzo antes de que empiecen las vacaciones.
—Damien, en esta tienda venden los zapatos que te dije el otro día, ¿quieres pasar a verlos? —me preguntó deteniéndose y señalando el interior de la tienda con la cabeza mientras llevaba una de las bolsas donde llevábamos lo que habíamos comprado.
—Ah sí, vamos —asentí de inmediato y me giré para entrar pero me detuve antes de cruzar la puerta—. ¿Crees que podamos entrar con esto? —señalé las bolsas de tela que llevamos colgadas al hombro.
—Umm... Bueno, por probar no perdemos nada, lo peor que nos puede pasar es que nos saquen de la tienda —se encogió de hombros y entró convenciéndome de ir tras él.
Al parecer no hubo problema, nadie nos dijo nada, nos acercamos al aparador correspondiente y él me enseñó los zapatos de los que me había hablado hace un tiempo.
Me compré un pantalón hace unas semanas pero no encontraba unos zapatos que le quedaran realmente bien, por eso él cada vez que pasaba por una zapatería echaba un vistazo a ver si había algo que nos sirviera. Me habló de esta tienda la semana pasada, pero por todo aquello de los entrenamientos no habíamos podido venir.
—Disculpe señorita, no puede entrar a la tienda con bolsas así —escuchamos cómo una dependienta se dirigía a una chica que estaba mirando unos zapatos y en la mano llevaba una de las bolsas del mismo supermercado del que venimos.
Nos miramos el uno al otro y aunque no lo pude ver, supe que tenía la misma cara que él.
—Ya nos torcieron —murmuró él mientras nos dábamos la vuelta y caminábamos rápida pero discretamente hacia la salida.
Mientras caminábamos se me escapó una carcajada por lo que dijo de forma tan espontánea, pero salimos sin que pasara nada más. Aún así nos alejamos bastante de la tienda y yo sentí un escalofrío en la nuca mientras nos íbamos.
—Ahora van a pensar que nos robamos algo —dije justo cuando nos íbamos a detener.
—No digas eso, Damien, no digas eso —me dio unos golpecitos en el brazo antes de fingir asustarse más y apretar el paso de nuevo sacándome unas risas.
Corrí detrás suyo hasta que poco a poco nos tranquilizamos.
—Oye, ¿por qué corremos?
Él se detuvo en seco y yo lo seguí mirándolo fijamente esperando su respuesta.
—Pues la verdad no lo sé, no hicimos nada, sólo quise correr —su respuesta me hizo empezar a reír de inmediato y luego él también empezó a reír.
—Ay, ahora sí van a pensar que nos robamos algo, salimos corriendo así porque sí, nos van a llamar la atención o algo —le di un golpe en el brazo acomodando mejor mi bolsa en el hombro y miré inconscientemente a mi alrededor como buscando a alguien que nos hubiera visto.
—Tranquilo, no nos van a meter a la cárcel, no robamos nada, no hicimos nada malo... Vámonos a la casa para huir de la ley en caso de que sí nos vayan a encarcelar —me tomó del brazo y siguió hasta la salida del centro comercial.
A veces las bromas-no-bromas de Hikaru me dejan algo intranquilo, quizás es que soy torpe o realmente nunca deja claro si habla en chiste o no. Es decir, no creo que esté hablando realmente en serio, pero a veces cuesta ubicar cuándo está bromeando o cuando habla muy en serio, claro, no todas las veces.
La academia no estaba precisamente lejos, quizás a unos diez minutos caminando, por eso seguimos nuestro camino hablando cada vez menos de mis nervios por nuestra huida desesperada del supermercado sin motivo alguno.
—Por cierto, ¿ya estás mejor del ojo? —preguntó adelantándose un poco para verme mejor la cara, como si a simple vista pudiera verse la mejoría.
—Ah sí, tranquilo, suele pasar —reí llevando mi mano al pómulo derecho esquivando la montura de los lentes para no mancharlos.
Desde pequeño he tenido un problema en el ojo derecho, es lo que se conoce como ojo perezoso. Es común que mi vista se canse más rápido y termine con dolor de cabeza, por eso procuro usar los lentes todo el tiempo posible y evito sobreesforzar mi vista. Es por eso que no uso tanto el celular ni miro la tele por mucho tiempo, al principio puede sonar como todo un fastidio o algo tedioso, pero realmente ya estoy acostumbrado y esta forma de vida me ha hecho ver el mundo bastante distinto.
Recurro mucho a los audiolibros para no dejar de "leer" aunque mi vista no me lo permita, y la verdad es igual de vicioso que una lectura normal, puedo pasarme horas y horas comiendo libro tras libro. La música se volvió igual una forma de amenizar mucho las cosas y momentos cuando peor siento los ojos, el simple hecho de quedarme acostado en la cama escuchando música clásica hace que me calme y pueda dormir para amanecer con la vista descansada, o a veces simplemente me quedo pensando e imaginando cosas, repasando bailes...
Pero la mayor ventaja que siento es el haber conseguido una mayor percepción del espacio y mi propio cuerpo. A veces me quedo en mi cuarto con los audífonos y repaso bailes con los ojos cerrados, y después de todos los golpes y tropezones que me he dado, al fin aprendí a controlar mis movimientos sin depender de la vista.
Y la principal mejoría que noté fue que una vez empecé a practicar así, pude hacer algunos movimientos, principalmente espirales y posiciones en un solo pie sin tener la vista fija en el pie que mantengo arriba o en la barra para no chocar, finalmente podía mirar al público o hacer la expresión correcta para el programa.
Ayer cuando regresé de clases venía con un dolor de cabeza que no parecía querer irse así como el dolor alrededor de mi ojo por el estrés del entrenamiento y las clases. La verdad es que llegué de mal humor a la habitación, comí lo primero que encontré y me fui a dormir rechazando la invitación de Hao de ir abajo, incluso le dije a Hikaru que no me sentía como para bajar a cenar o salir por ahí. Me acurruqué en las mantas con los audífonos y en poco tiempo me quedé dormido al fin.
El entrenamiento de hoy fue mucho más llevadero, estaba de mejor humor y, de hecho sentí que hoy tuve un muy buen día, clavé todos mis saltos en los entrenamientos y en general me sentí muy aliviado. Puede que sólo con haber dormido ahora pueda rendir mejor, definitivamente necesitaba un descanso de tanta presión.
—¿Y ahora qué quieres que hagamos? —preguntó acomodando su cabeza en mi hombro aún sin cambiar el paso.
—Pues... Cenar, ¿no? —di una palmadita en la bolsa de tela que llevaba colgada al hombro dejando una risa de por medio.
—Perfecto —entonces se agarró a mi brazo riendo de una forma que me causó demasiada ternura—. Ya tengo hambre.
Correspondí acariciando su cabeza con la mía sin contener la sonrisa que me había causado su acción anterior.
En poco tiempo llegamos la pista, tuvimos que entrar por allí ya que la reja que lleva a la explanada e interior de la Academia estaba cerrada, suele estarlo en las horas de pista abierta. Nosotros pasamos por el lado hasta subir a las pistas y llegar hasta las pasarelas de cristal.
Pero el paisaje estaba teñido de naranja, daba la sensación de calentar frente al clima helado que parece empeorar con cada hora que pasa. Evidentemente nos detuvimos para mirarlo, antes de darnos cuenta ya estábamos detenidos en mitad de la pasarela mirando cómo el sol se ocultaba lentamente tras los edificios dejando paso a la noche que se apoderaba del cielo muy poco a poco.
No pude evitar el recargar mi cabeza en su hombro esta vez. El silencio era lo único que se podía escuchar en todo el pasillo, podía distinguir con facilidad sus respiraciones y entre nuestros abrigos y el sol conseguí una sensación de tranquilidad y calor estando al fin protegidos del frío del exterior pero sin dejar de ver el paisaje naranja del atardecer.
Él pasó su brazo por detrás de mis hombros juntándose aún más antes de besarme en el cabello haciendo que cerrara los ojos unos segundos sólo para disfrutarlo más. Una vez los abrí seguía con esa sensación cálida y su cabello contra el mío.
—Te quiero mucho.
Miré mi celular y nada más comprobar la hora casi me atraganté con el licuado.
—Loca, ¿qué te pasa? —preguntó Elliot cuando reaccioné así levantándome de golpe y recogiendo mi mochila.
—Ten cuidado —Liam me tomó del brazo levantándose al mismo tiempo que yo aunque sólo fuera por inercia debido a mi movimiento.
—Ya se me hizo tarde, voy a echarme una carrera de aquí a la estación —respondí mientras me ponía el abrigo y me llevaba la mochila a la espalda. Pero me volteé a Liam poniéndole una mano en el brazo que me tomaba a modo de agradecimiento—. Gracias —me giré de inmediato a la mesa y me acabé el licuado de un trago para luego sacar veinte rublos y dárselos a Acker—. Págame el licuado, por favor.
Acker ya me conoce demasiado, no es la primera vez que me ha tocado salir corriendo de una cita con amigos porque se me hace tarde para otro pendiente, por eso mismo estaba tan tranquilo y sólo asintió recogiendo el dinero.
—¿Segura que no quieres que te acompañemos? —preguntó levantándose para abrazarnos como despedida.
—No, no es necesario, está aquí mismo, pero gracias —correspondí al abrazo para luego darle uno también a Liam—. Ustedes no coman pan delante de los pobres, y tú ya sabes, te acabamos de soltar una cátedra sobre relaciones, no tienes excusa —señalé primero a Elliot y Acker para luego hacerlo con Liam antes de salir de la cafetería con paso rápido—. Nos vemos.
Nada más llegar a la calle tuve que caminar el resto de la calle, pero justo cuando iba a girar en la esquina alguien me llamó.
—¡Adelina!
Me volteé deteniéndome en seco y girando para mirar a quien me llamaba, entonces vi que era aquel chico nuevo, estaba separándose de la pared buscándome para confirmar si era yo.
—Ah, Yuri, hola —lo saludé cuando se acercó a mí para saludarme.
—Por un momento no sabía si eras tú, capaz y me equivoqué y ahora me toca pasar una vergüenza —explicó dejando una tenue risa en el fondo.
—No, no, ya ves que sí soy yo —reí acomodándome el pelo un poco por encima. La verdad es que sí quería hablar con él pero en serio estoy apurada, voy a perder el autobús así que no me queda de otra que tener que despedirme ya.
—¿Vas a algún lado?
—Sí, sí, es que voy al hospital, ya se me está haciendo tarde.
—Ah lo siento, no te entretengo más.
—No tengo cita ni nada, voy a ver a Heath, pero es que el autobús ya no pasa hasta dentro de una hora y no quiero volver tan tarde —le expliqué por encima, pero al ver que su cara cambió no evité sentir algo de curiosidad.
—Ah, si es por eso... Mi papá va a venir a recogerme ahora, podemos pasar a llevarte si quieres.
—No, no quiero molestar, pero gracias.
—No, no, no tenemos prisa y tampoco está demasiado lejos de aquí si vamos en coche, no hay problema, en serio.
No evité sentirme algo avergonzada por tener que causar problemas, pero es que se veía tan convencido que no me pude negar.
—Muchas gracias, en serio.
—No es nada, tranquila. Ya no debería tardar en llegar.
Al día siguiente de cuando empecé a tener el dolor en las vértebras fuimos al hospital por sugerencia del médico. Me hicieron unas revisiones para comprobar que no había alguna fractura o lesión, al parecer sólo fue una inflamación, pero por si acaso me adelantaron la revisión rutinaria para mediados de diciembre, todo para prevenir que el cáncer vuelva y no lo sepamos.
Fue un alivio realmente el saber que no había sido nada serio. Me dijeron que siguiera tomando los desinflamatorios si me volviera a doler así, igual me prohibieron entrenar por tres días y luego retomarlo con calma. En situaciones normales seguramente ya no podría participar en la presentación de la ARDI debido a la presión de último momento antes de la competencia, tener que afinar los últimos detalles, entrenarse para la temporada... de hecho estos días que quedan serían los de mayor presión. Pero como no es que el mundo espere algo espectacular por mi parte, no hay necesidad de esa presión así que podré seguir a mi ritmo, la expectativa es que salga a hacer el ridículo a la pista, no voy a hacer rutinas complejas y tengo poco entrenamiento, de hecho, la importancia que voy a tener en la competencia es la participación.
El entrenador Zhao ya me dijo que seguramente saldré al principio o al final, será como cuando invitan a gente importante a cantar el himno nacional o dar un discurso antes de un partido de hockey, será una presentación de regalo. De hecho ni siquiera entraré en la competencia, aunque si lo hiciera quedaría en último lugar por mi nula experiencia y baja calidad de programa, así que da lo mismo. Según Zhao tal vez sólo me mencionen, saldré a hacer lo único que puedo y luego me darán algún reconocimiento o así por apoyar a los programas de integración para gente con discapacidades o enfermedades.
Aunque realmente siento que no lo merezco del todo, si fuera en hockey no sería tan malo, pero es que hay gente con otras discapacidades que se han entrenado muy duro en otras disciplinas y compiten como si nada, rompen récords... Y luego llego yo sólo para que me aplaudan por hacer un salto de tres mal hecho.
Acepto el reconocimiento por patinar y no haberme querido separado del hielo, pero definitivamente no siento que me lo merezca como patinadora artística, mi nivel no llega ni al mínimo.
Los dos estábamos tranquilos por saber que no había sido nada grave, le avisé esa misma tarde a mi familia ya diciendo que todo iba bien y sólo había sido el hueso resentido. Pero en la noche tuvo convulsiones, no es algo muy raro en él, se tomó la medicina para eso pero según Duske la vomitó al poco tiempo, fueron al hospital y allí tuvo de nuevo. Me enteré al día siguiente y, evidentemente, fui allá a verlo pero aún estaba dormido y yo debía volver para clases así que no pude verlo más, hasta hoy.
Finalmente un coche se detuvo delante, Yuri dijo que era su padre y me guio hasta el asiento trasero donde ambos nos colocamos.
—Papá, ella es Adelina, una amiga de la academia —nos presentó mientras él tenía que arrancar el coche al estar el semáforo en verde—. Adelina, él es mi papá, Vladimir Rodina.
—Mucho gusto, Adelina Kovacs —me presenté sin poderle estrechar la mano por estar en pleno movimiento. Él se presentó de vuelta.
El coche era uno bastante bueno, no es que fuera de lujo pero no es uno cualquiera, se trataba de un Audi cuyo modelo no sabría especificar pero se ve relativamente nuevo. Aunque no me sorprende mucho teniendo en cuenta que Yuri no es precisamente alguien de clase media.
—¿Eres húngara? —preguntó mirándome por el espejo.
La verdad es que me reí por la sorpresa, no me esperaba que lo preguntara así de la nada.
—Sí, sí, ¿cómo supo? —respondí aún riendo un poco.
—Por el apellido —él rio de vuelta—. Es que viví en Budapest una temporada y me tocó conocer a algunos Kovacs.
—¿En serio? Sí, bueno, no es un apellido raro —no contuve otra risa mientras me daba la libertad de hablar en húngaro esperando que él lo entendiera.
—Bueno, eso también es cierto —asintió.
—Ay Dios mío, qué cosas... —suspiré acomodándome mejor en el asiento y mirando por la ventana.
Le especificamos el hospital que era y en unos pocos minutos llegamos allí. Definitivamente es mucho más cómodo esto que tener que comerse todo el recorrido en autobús.
—Muchas gracias, otra vez —agradecí antes de cerrar la puerta una vez me había bajado.
—No, por favor, no es molestia.
Me despedí de Yuri y, finalmente entré al hospital anotándome en la hoja de visitantes después de haber saludado a la enfermera de la recepción, creo que es la misma del otro día, de hecho.
Después de tener un gran debate en mi interior sobre si subir por elevador o tomar las escaleras, preferí ahorrarme alguna llamada de atención de las enfermeras por usar el ascensor sin realmente necesitarlo. Digo, si estoy subiendo las escaleras y empiezo a sentir que se me va a romper la columna, evidentemente, no voy a seguir por allí... Aunque seguramente lo que haría sería pedir ayuda... Bueno, era una suposición.
Su habitación estaba en el tercer piso, tampoco me tomó mucho llegar hasta allá. Entonces me dirigí al final del pasillo de la derecha, justo en la esquina estaba su habitación.
La puerta estaba entreabierta, me acerqué con tranquilidad y pude ver cómo su mamá estaba allí con él.
Casi sin querer me detuve en la entrada escuchando lo que él estaba diciendo, la verdad es que no era mi intención estar escuchando a "escondidas", pero no pude evitarlo.
—Se administran anticoagulantes, betabloqueantes y... ¿qué? —su voz sonaba dispersa, estaba sentado en la cama un poco de lado mirando al libro que su madre tenía en las manos.
—Okay, míralo del otro lado. ¿Para qué es todo esto? —ella alzó la mirada hasta él viéndose el contraste de su entusiasmo con la evidente frustración de Heath.
—Para el... ¿infarto agudo al miocardio?
—Sí, todo esto es lo que se administra en un ataque cardíaco, hasta ahí lo tienes.
—Y eso... ¿esos son los medicamentos? —estiró el brazo como queriendo tocar el libro, pero entonces ella lo cerró dejándolo sobre la cama y acercándose más a él.
—Sí, son los medicamentos que se administran en un ataque cardíaco, eso es. Heath, no estás centrado, no lo intentes ahora, descansa, ¿sí? —le pasó una mano por el cabello dejando un beso en su frente— No vas a avanzar nada estudiando así.
Tomé aire lentamente y toqué la puerta suavemente con los nudillos captando la atención de la señora Moore.
—Buenas tardes, disculpen —saludé aún algo avergonzada por sentir que sobraba en esa situación.
—Adelina —nada más decir mi nombre, Heath se giró hasta la entrada y pude ver cómo en unos pocos segundos sus ojos brillaban cada vez más—, pasa, pasa.
Entré a la habitación estando un poco insegura de ello, realmente no quería estar ahí sólo para estorbar, pero al ver cómo los ojos de Heath se iluminaban no evité sentirme bienvenida.
Me acerqué a la mamá de Heath y ella me saludó con un abrazo bastante cariñoso.
—¿Cómo estás? ¿Viniste hasta aquí en autobús sola?
—Bien, todo está bien por ahora —reí un poco antes de negar—. No, resulta que me encontré a Yuri y su padre me trajo, no se preocupen.
—Ah bueno, pero a la próxima avísame y yo voy por ti, yo no tengo ningún problema en llevarte.
—Muchas gracias.
No pasó mucho hasta que ella dijo que iría a buscar algo de comer y que nos dejaría para que habláramos tranquilos.
—¿Y cómo estás? —pregunté sentándome justo al lado de su cama recargando mi cabeza en esta consiguiendo tomar su mano y mirarlo desde abajo.
—Pues podría estar mejor, pero también peor así que no me quejo.
Me contagió su risilla y yo suspiré centrándome en su mano unos segundos.
—Vi que estabas estudiando, no deberías forzarte, ¿sabes?
—Intentaré tomarlo con calma, pero es que a veces simplemente no puedo, me agobia sentirme inútil, no puedo hacer nada, ni siquiera centrarme en lo que me están diciendo.
—Es frustrante, lo sé —asentí con la mirada baja y perdida en su mano—, pero eso no te hace ser inútil. Ser inútil es ni siquiera intentar hacer algo, pero tú lo intentas, te esfuerzas pero no puedes tampoco excederte. Y por lo de no centrarte... ¿Sabes? Había días en los que Kurt se ponía a hacer ejercicios de respiración conmigo porque me llegaba a doler tanto que respiraba menos y me acababa afectando peor, sé lo que se siente no poder ni hacer lo básico para existir, pero intenta no frustrarte por eso, es peor si lo haces.
Suspiró y se quedó unos segundos en silencio, yo tampoco hice mucho la verdad, tenía la cabeza recargada en la cama moviendo únicamente mi dedo para acariciar el suyo muy lentamente. Hasta ahora me doy cuenta de lo cansada que estoy, después del entrenamiento me fui con los chicos a comer y luego salí corriendo hacia aquí, no he podido darme cuenta de que no he parado en todo el día.
Pero salí de mis pensamientos cuando sentí su mano rozarme la frente, alcé la mirada y pude verlo sonreír a pesar de lo demacrada que se veía su expresión.
—¿Qué haría sin ti? —dijo repasando de nuevo mi frente jugueteando con algunos cabellitos.
—Probablemente llevar una vida tranquila y básica —respondí riendo un poco—. Irías a atacar mercados callejeros tú solo, comerías goulash de vez en nunca, llegarías temprano a todas partes, no te tomarías fotos en lugares raros, habrías llevado el coche de Duske a un taller... Sí, creo que tendrías una vida normal y tranquila.
Lo escuché reír un poco antes de que se acercara y me diera un beso en la cabeza quedándose casi encima mío para abrazarme.
—Pues me gusta cómo estoy ahora. Duske y Hikaru se hartarían de mí si me los llevara todas las noches a los mercados y eso de ir solo suena muy triste, me encanta la rutina de salir de la universidad y ver un mensaje que me cite en cinco minutos en un restaurante para comer goulash y siempre llegar tarde porque el restaurante está al menos a diez minutos de la facultad en autobús. ¿Qué más? No me asusta que me vean raro por tomarle fotos artísticas a mi novia vestida de gopnik en los cajeros del metro, y el día en que te ayudé a reparar el coche de Duske me divertí mucho —rio de nuevo antes de darme otro beso—. En serio que me encanta cómo está todo ahora.
Aunque nadie podía verme, yo sonreía como una tonta escuchando lo que decía. Es cierto que no soy la chica más convencional del mundo, que a veces hago cosas que avergüenzan a la gente y terminan por dejarme un poco al margen, pero también es cierto que me encanta hacer todo eso con Heath y me hace increíblemente feliz que no le dé vergüenza estar conmigo a pesar de todo eso.
*** *** ***
Hola a todos, este fue el capítulo de hoy, espero que les haya gustado.
El primer capítulo desde hace mucho tiempo, espero poder retomar la historia con normalidad, el siguiente capítulo ya está casi listo así que creo que vamos bien ^^'
Bueno, esta vez he actualizado algo pronto ya que el fin de semana estaré algo ocupadillo, pero aquí se los dejo porque prometí la actualización desde hace tiempo y aquí está <3
Gracias por leer y nos vemos muy pronto <3
Atsushi~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro