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➤ Capítulo 11


Me acerqué un poco más de nuevo, lo suficiente como para alcanzar y besar su mejilla un par de veces y luego volver a besar sus labios con el ritmo que ella me marcaba.

Me miró a los ojos después de sonreír y tomó el cable que sale de mi pecho pegándolo a mi hombro y luego besarlo, entonces llevó sus manos hasta mis mejillas haciendo que me fijara en sus ojos grises, en sus preciosos ojos grises.

Sentí cómo encogía sus piernas y las llevaba a un lado encogiéndose hacia este haciendo que yo me quitara de encima suyo para luego acostarme junto a ella. Me estaba dando la espalda así que intenté rodearla con los brazos desde esta posición recargando mi cabeza sobre su hombro y poder sentir su piel con la mejilla.

Ya había pasado un tiempo desde que nos quitamos la ropa, resultó ser mucho menos vergonzoso o incómodo de lo que podía esperar, al parecer los dos estábamos igual de nerviosos, justo antes de empezar nos confesamos que era nuestra primera vez así que ninguno sabía mucho más que el otro.

A veces sentía cómo ella me cogía la cadera queriendo que me detuviera y así hacía, ella sola me iba diciendo qué hacer casi sin tener que hablar, era tan confuso pero tan claro a la vez...

Realmente ya lo habíamos planeado, no es como que de repente nos hubiéramos venido a su cuarto sólo para encerrarnos y hacerlo porque era el primer lugar que se nos ocurrió. Nos habían cubierto para que pasáramos la noche juntos y en el fondo los dos sabíamos que íbamos a acabar así.

Creo que me influyen demasiados factores para considerar el sexo como algo que tendría que ser romántico, no una salvajada para complacerse y luego seguir como si nada. Tal parece que Adelina piensa igual. Pasamos muchísimo tiempo besándonos y acurrucados antes de que yo me quitara la camisa y ella me dejara desabrochar su sujetador.

Y... Nunca lo había hecho, pero realmente se sintió bien, no únicamente por el placer que terminó en el orgasmo, realmente lo mejor de todo fue saber que lo estaba haciendo con ella. Cada vez que la miraba podía ver sus ojos brillantes, su nariz afilada y aquellos labios curvos y delgados que me sonreían y me pedían que los besara.

Ahora estando ambos acurrucados aún cubiertos en sudor puedo sentir su pecho inflarse con algo de velocidad todavía. Algo de lo que me di cuenta sin que ella tuviera que decir nada, fue de lo mucho que le encanta que le besen el cuello, cada vez que lo hacía me abrazaba con fuerza o me tomaba las manos antes de respirar con profundidad, incluso una vez me besó el hombro subiendo hasta el cuello sólo para que yo se lo hiciera a ella también.

Volví a hacerlo escuchando sus risitas algo agitadas mientras me buscaba la mano y una vez la alcancé, entrelazamos los dedos dejando ese agarre ahí por un buen tiempo. Al cabo de un rato ya había relajado mi respiración y Adelina también por lo que podía sentir, y debido a que fuimos perdiendo calor lentamente, me levanté en busca de una manta para cubrirnos.

Antes de todo habíamos puesto el colchón en el suelo para poder tener la computadora en la base de la cama y estar mejor acomodados, por eso mismo dejamos todas las mantas extra en la base también.

Tomé una manta lo suficientemente gruesa y amplia como para cubrirnos bien a los dos y evitar que nos afecte el contraste de temperatura.

— Au...

Justo cuando estaba extendiendo la manta encima de nosotros la escuché quejarse, al voltearme vi cómo se estaba acomodando hasta quedar bocarriba.

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —me acosté de nuevo para poderme acercar mientras la cubría hasta los hombros con la manta.

Ella asintió con la vista fija en el techo pero con el ceño fruncido y, a pesar de todo, con una mirada confundida.

La observaba fijamente casi conteniendo la respiración, me preocupa la espontaneidad de su reacción.

Pasé mi brazo por su abdomen a modo de un abrazo sutil y apenas aplicando fuerza, pero ella se agarró a él y luego a mi hombro para girar y encogerse hacia mí.

No pude evitar preocuparme más al ver cómo no me soltaba el hombro y lo apretaba con algo de fuerza, por ello mismo puse mi mano derecha en la parte alta de su espalda para sujetarla y evitar que se enfriara demasiado.

— ¿Te duele la espalda? —volví a hablar cuando, aún después de un rato ella seguía igual.

Asintió apretando un poco más mi hombro y entonces yo quise mirar un poco por encima de su brazo pero al ser imposible, le pedí el debido permiso.

— ¿Me dejas que te revise?

Volvió a asentir y entonces me separé lentamente de ella sosteniendo sus brazos para dejarlos sobre mi almohada manteniendo aquella posición como si estuviera abrazando algo.

Me coloqué la ropa interior al igual que la camiseta holgada que traje para dormir y entonces me fui al baño para lavarme las manos.

— Heath... —la escuché llamarme débilmente desde el cuarto justo cuando me estaba secando las manos.

— Aquí estoy, ¿qué pasó? —al volver teniendo la luz el baño encendida así como la puerta abierta pude ver con mayor claridad cómo había alzado un poco la cabeza intentando mirarme.

No contestó, me puse en cuclillas a su lado y siguió sin decir nada, al parecer sólo quería que estuviera con ella.

— Voy a revisarte rápido, ¿sí? —le acaricié la mejilla con la parte externa del dedo y me levanté acercándome al baño— Voy a encender la luz, cierra los ojitos para que no te moleste.

Cuando vi que los había cerrado, pulsé el interruptor y me acerqué de nuevo. Repasé toda su columna sin poder ver nada anormal. No tenía nada enrojecido, ningún moretón o algo fuera de lo común. Incluso me fui al peor de los casos y fui tocando vértebra por vértebra la zona que le dolía por si se llegaba a sentir algún bulto fuera de lo normal. Se podía sentir algo inflamada la zona, pero apenas era perceptible.

Apagué la luz de nuevo y me acerqué sentándome en el colchón.

— No tienes nada raro, sólo un poco hinchado —suspiré con lástima por verla así de apagada, lucía increíblemente frágil y asustada así, repasé un poco su pelo cortito e intenté no estresar de más el ambiente—. ¿Quieres ir al hospital para que te revisen bien o te den algo?

Ella negó con la cabeza y simplemente se quedó quieta abrazando mi almohada con los ojos apagados y caídos.

— Okay... Si sigues muy mal o mañana no ha mejorado, iremos, ¿sí? —esta vez asintió y me jaló un poco la camiseta haciendo que pusiera mi mano izquierda cerca de la suya y ella pudiera agarrarme el dedo—. ¿Quieres que te ponga hielo o algo así?

Cuando asintió me dirigí al pequeño refrigerador que tenía en el cuarto -como todos-, pero al abrirlo sólo pude ver un recipiente con sobras , no había nada ni en el congelador que pudiera servirnos.

— No tienes nada que te pueda poner, voy a comprar algo frío en el supermercado y ahora regreso, ¿sí? No tardo nada.

— No, quédate —me tomó la mano queriendo impedir que me moviera aunque su fuerza fuera mínima.

La verdad es que no pude hacer nada, me imagino cómo debe estar para llegar a ese punto de que ni siquiera quiere que me separe de ella. Simplemente me quedé acariciándole la cabeza un rato más en lo que pensaba en qué podíamos hacer. Me estuve cuestionando darle algún analgésico por la ausencia del hielo y de otro método para calmarla.

— Espera, ya tengo una idea.

Fui al baño y cerré la puerta que da al cuarto de Adelina después de ponerme también el pantalón de la pijama esperando verme más decente y llamé a la otra puerta del baño, la que da al cuarto de Liselotte.

Me recargué en la pared con los brazos cruzados y la vista fija en la pared intentando pensar con claridad. Le tomó un tiempo abrir la puerta, y definitivamente se sorprendió al verme.

— Heath... Buenas noches —me miró de arriba a abajo por la sorpresa, y una vez le respondí rio cruzándose de brazos con una mirada pícara—. ¿Qué tal? ¿Ya acabaron?

— Ah... Sí, bueno... —en ese momento no me vi venir en absoluto la pregunta ni que sacaran el tema, a decir verdad, incluso había olvidado que literalmente hace poco menos de una hora había hecho el amor con Adelina— Quiero pedirte un favor, es urgente.

— Ah, sí... Dime —cambió su sonrisa al ver que yo lucía algo desesperado.

— Sé que es algo raro y... es pasarme de confianzas pero, ¿podrías ir al supermercado de la esquina y comprar algo congelado?

— ¿Congelado? 

— Sí. Adelina se siente mal, lleva un rato con dolor en la espalda y no tenemos hielo para ponerle pero tampoco quiere que me aleje de ella.

— Pero ella tiene cáncer en los huesos, ¿no sería mejor llevarla al hospital? —su voz sonaba seria a la vez que preocupada aunque hasta donde yo sé, no es que ellas tengan una relación muy estrecha.

— Sí, pero no quiere. Y si no es algo muy grave, no va a ayudar en nada estarla llevando ahora, está muy incómoda y va a acabar siendo peor. Pero ya le dije que si en la mañana sigue igual, iremos, pero de todas formas le avisaremos a su doctor mañana, sí hay que tener cuidado con esto...

Ella asintió y permaneció unos segundos pensativa antes de despejarse sacudiendo un poco su cabeza.

— Bueno, voy a comprar el hielo —asintió mirándome a los ojos.

— Gracias, en serio.

— No es nada. ¿Sólo eso o necesitan algo más? Puedo pasar a la farmacia o a lo que necesiten.

— Sólo eso, gracias —después de pensar en qué otras cosas pudiéramos necesitar sin encontrar ninguna otra, negué.

Cerré la puerta del baño y al poco tiempo escuché cómo ella salía de su habitación. Le expliqué a Adelina lo que había pasado y me volví a acostar a su lado tomando el lugar de mi almohada dejando que me abrazara y acariciando sus mejillas así como sus manos.

Es difícil pensar en Adelina como alguien con un aura tan apagada como tiene ahora, pero es comprensible teniendo en cuenta cómo debe sentirse. Le pedí que me explicara lo más detallado posible el dolor que sentía para ver si puedo ir dándome una idea. Según ella, es como si presionaran aquella vértebra con fuerza y sin detenerse, como si el hueso estuviera comprimiéndose.

Al verla parecía que las risitas y sonrisas que soltaba hace horas e incluso mientras lo hacíamos estuvieran demasiado lejos. Fue muy rápido cómo decayó, pero al menos no ha ido empeorando con mucha más facilidad.

— ¿No tienes frío? —pregunté acomodando mejor la manta sobre ella.

Negó con la cabeza sujetando mi mano y manteniendo sus ojos cerrados. Yo le acaricié la mano y seguí acariciándole con suavidad la parte superior de la espalda.

Pareció quedarse dormida por unos instantes, dejó de apretarme la mano y respiraba tranquila, pero al cabo de muy pocos minutos, volvió a abrir sus ojos.

— Heath...

— Aquí estoy —tomé su mano ya más débil y le di un beso volviendo a acariciarle un poco la oreja así como el pelo y su mejilla.

— ¿Por qué crees que haya sido?

Suspiré y me quedé mirando la luz tenue que entraba a la habitación por las rendijas de la cortina.

— Tal vez por los entrenamientos, puede que ya hayas llegado a tu límite... Y un hueso roto siempre queda resentido, entre el frío y todo es más fácil que te moleste y alguna fisurita se inflame o algo así —ya sabía por dónde iba su pregunta así que no sería yo quien alimentara aquella preocupación obvia—. Tranquila, no creo que sea por lo que piensas. Puede que incluso haya sido una fisura pequeñita y ahora con el cambio de temperatura te empezó a doler. Pero aún así, mañana le avisaremos a tu doctor y ya te harán pruebas o lo que sea que necesites, ¿sí?

Asintió y se quedó recargada en mí hasta que Liselotte llamó a la puerta haciendo que volviera a dejar a Adelina acostada con cuidado y fuera a abrirle.

— Aquí tienes —me entregó una bolsa de plástico con lo que había comprado—. Compré maíz congelado, una botellita de agua y... le compré un sándwich, sé que le gustan y en especial los de pollo así que le traje este por si más tarde le entra hambre.

— Gracias, Liselotte —lo recibí incluso haciendo una pequeña reverencia con la cabeza por agradecimiento—. Ahora te pago, gracias.

— No, no es necesario. Llámenme si quieren algo más.

Entró a su habitación desde el pasillo y yo volví con Adelina.

— Lotte ya trajo el hielo, bueno, es maíz congelado pero sirve igual. Estoy te va a aliviar —me volví a acostar a su lado pasando la mano por encima de su cintura para colocarle la bolsa en la espalda—. También te trajo agua y algo de comer, ¿tienes hambre?

Ella negó justo después de estremecerse en un escalofrío cuando la bolsa tocó su espalda.

De nuevo nos quedamos en esa posición un buen rato, parecía ayudarle un poco, de nuevo conseguí que se durmiera por unos veinte minutos más o menos. La verdad es que sentí alivio al ver cómo se había quedado dormida, conseguí que se abrazara a la almohada y así no corriera el riesgo de despertarla si me movía y podía cuidarla mejor desde fuera.

Cuando se despertó parecía haber disminuido el dolor gracias al hielo.

Un rato después Liselotte llamó a la puerta del baño habiendo cruzado desde su habitación.

— ¿Qué tal va?

— Mejor, estuvo durmiendo como media hora, se despertó hace poco pero parece algo mejor.

— Me alegro... Bueno, yo no podía dormir así que llevo un ratito aquí dándole vueltas a todo. Pensé que podría ayudarle meterse en la bañera, tal vez después del agua caliente pueda dormir mejor y ya se despierte hasta mañana.

— Oh, pues suena bien... Voy a preguntarle.

Caminé unos pasos hacia atrás y me senté en la cama llamando la atención de Adelina pasando los dedos suavemente por su pelo alrededor de su oreja.

— Adelina —pero Lotte se adelantó a mí—, ¿quieres meterte un rato en la bañera? El agua caliente es buena para esto, y así puede que te sientas más relajada y duermas hasta la mañana.

Ella asintió después de unos segundos y ella le pasó una mano por la frente.

— Okay, voy a ir preparando la bañera mientras. Te dejo aquí tranquilita con tu novio —sonrió por un momento y se levantó yendo hacia el baño dejando la puerta cerrada detrás suyo.

Adelina me pidió que me acostara a su lado una vez más y eso hice. Me gustaba sentir su cabello entre mis dedos así como su respiración lenta y algo más  tranquila.

De repente sentí sus piernas cercanas a las mías, y después de un rato Lotte nos avisó de que ya estaba listo todo.

— Vamos —me recargué en mi brazo levantándome un poco, pero entonces repasé sus piernas con la mano desde el muslo hasta la espinilla sintiendo cómo temblaban con un poco de fuerza—. Adelina, te tiemblan las piernas...

Ella asintió y se tomó de mi camiseta.

— Me duelen un poco... Tal vez por el frío o no lo sé.

Intenté tragar mi suspiro preocupado para no alterarla más así que simplemente la ayudé a levantarse.

— Mañana vamos a que te revisen, ¿sí? —me miró fijamente, justo como yo no podía, y me asintió con normalidad. Hasta entonces no había reparado de que realmente ella seguía desnuda— Llévate esto, así no te vayas a enfriar, ¿sí?

Le puse la manta encima de los hombros y seguimos hasta el baño donde se deshizo de esta y se metió lentamente en la bañera, incluso Lotte había puesto un par de toallas alrededor para recargar su cabeza y acolchar un poco la zona donde pondría su espalda.

— ¿Qué? ¿Se siente mejor? —le tomé la mano sentándome en el suelo para estar a su misma altura.

Ella asintió y recargó la cabeza en las toallas girando un poco hacia mí.

— Heath —me llamó después de un rato estando con los ojos cerrados.

— Aquí estoy —acomodé mejor su mano entre la mía y me acerqué un poco más igualmente saliendo del trance en que me quedé tan sólo disfrutando del armónico sonido de su respiración y los ligeros sonidos que hacía el agua a su mínimo movimiento.

Se oyó una risa ligera y justo entonces la vi abrir los ojos lentamente y mirarme aún con una sonrisa.

— Siempre que te llamo me respondes eso —me dijo contagiándome aquella risa que se notaba detrás de su voz.

— Es verdad —asentí mientras me recargaba en la bañera—. Bueno... ya he estado en tu misma posición varias ocasiones y sé que a veces sólo quieres tener a alguien a tu lado aunque no sirva de nada físicamente. Siempre ayuda no sentirse sólo, así que aunque esté fastidiando y poniéndote de mal humor, me voy a quedar aquí contigo —estiré mi brazo hasta llegar a su cabeza y empezara acariciar su pelo con suavidad.

— No molestas —negó sonriendo y dejando que le acariciara el cabello.

Pero cuando moví un poco mi mano, varios cabellos se desprendieron y cayeron en su hombro para luego resbalar hasta el agua.

— Lo siento —me disculpé levantándome hasta quedarme de rodillas y sacar los cabellos del agua.

— No pasa nada. Siempre se me ha caído mucho el cabello, así que imagínate con la quimio, me quedé calvita en pocas semanas —me siguió con la mirada mientras yo los tiraba y luego volvía a sentarme con ella.

— Ade... ¿te dolió mucho perderlo? —volví a tomarle la mano bajando el tono y volviendo a mirarla a los ojos.

— No, no mucho... La verdad es que cuando me lo raparon por completo se me salieron unas lágrimas pero fue por el momento más que nada. Me dejé crecer el pelo de la nuca desde que tenía diez años, quise dejármelo todo pero realmente no me acostumbraba del todo así que me corté el resto del pelo menos lo de la nuca para dejarme mi coletita. ¿Y a ti?

Yo negué después de escuchar todo lo que contó.

— No. Siempre tuve el pelo corto y era algo pequeño cuando me lo cortaron así que nunca le di mucha importancia —me encogí de hombros—, tampoco es como que me importe el físico, acabas llegando a ese punto en el que valoras que el cuerpo te funcione y no tanto cómo se vea.

— Exacto —asintió varias veces aún recargada en su brazo.

— Pero eso no aplica en ti —sonreí llevando mi mano a su mejilla—, tú eres preciosa así, sin pelo, delgada, rellenita, con ojeras, con maquillaje... 

Sólo rio poniéndose un poco roja y ocultando el rostro en su brazo.

— Gracias.

— Es la verdad —me levanté hasta alcanzar su frente y besarla allí.

Poco a poco se acomodó de nuevo y suspiró mirando el agua antes de mirarme a mí.

— ¿Sabes? Lo que menos me dolió del pelo fue que al menos me lo quitaron por culpa de un enemigo de verdad, lo perdí por el cáncer. Pero cuando era pequeña, tendría como diez años, me pegaron piojos en la escuela, ya sabes, suele pasar en las primarias y eso. Y no había pasado más de un año desde que mi mamá volvió de Hungría y empezó a vivir con nosotros. El caso es que ella aún no estaba acostumbrada a vivir con niños, Kurt y mi mamá se peleaban cada día aunque él tuviera sólo doce años y... Bueno, yo no hacía caso de no rascarme y mi abuela me lo estaba repitiendo a cada día. Un día yo salí de la ducha, mi mamá me cogió del pelo y me sentó para cortarme el pelo así de la nada. Ni siquiera me lo cortaba bien, tengo el recuerdo de estar llorando y los mechones cayendo, Kurt entró y le empezó a gritar a mi mamá, me sacó del baño... Mi mamá no tenía idea de lo que era tener hijos, así que lo mejor que se le ocurrió para callar a Kurt fue darle una bofetada —suspiró con la vista clavada en la orilla de la bañera tensando un poco la boca—, así que ya te imaginas que nada de eso acabó bien. Yo me sentí mal porque mi propia madre me cortó el cabello sin decirme nada, eso provocó que mi familia tuviera problemas y sentía que había sido culpa mía.

— Sí, eras pequeña, te superaba la situación y... algo así no es fácil de llevar, me imagino.

Ella asintió y me sonrió.

— Lo bueno es que con el tiempo se solucionó lo de mi familia, mis abuelos lo hablaron mucho con mi madre, mi abuela luego me arregló el corte de pelo horrible que me hizo mi mamá y luego me ponía moñitos, diademas y me hacía trencitas... Más o menos un año después mi mamá se estabilizó del todo y nos empezamos a llevar bien, no tanto como me llevo con mi abuela, pero al menos mejoramos bastante, la cosa fue mucho más difícil con mi hermano. Kurt no la perdonó hasta los diecisiete años... Pero ahora todo está bastante bien con nosotros, mi familia ya está bien y... —entonces rio un poco antes de darme dos golpecitos en el brazo suavemente— y yo tengo hambre, ¿aún tienes el sándwich que trajo Lotte?

No evité reírme también, por ello la tomé de la mano para darle un beso en ella.

— Claro, voy por él.


Cuando me desperté lo primero que pensé fue... ¿Qué maldita hora es?

La habitación era iluminada por la luz de la ventana, el sol ya había salido, eso por supuesto, pero es que ayer nos habremos quedado dormidos alrededor de las cuatro y media de la mañana, seguro que es tardísimo.

Miré a mi derecha y allí seguía Heath, él aún estaba durmiendo pero... pensar en que cumplió su promesa de quedarse a mi lado me hizo sonreír.

Mi teléfono debería estar en el lado izquierdo, me apoyé en el hombro y giré con ayuda de mis piernas, pero aún así sentí cómo el dolor de ayer seguía ahí, era muchísimo menos intenso, pero en el fondo me sigue asustando.

Volví a acostarme bocarriba bufando un poco por la molestia, pero intenté dejarla de lado.

— Oh por Dios...

Ya casi iban a dar las dos de la tarde y yo no había hecho más que dormir. Bueno, teniendo en cuenta la noche que fue tampoco es tan raro.

Salí de la bañera cuando el agua caliente dejó de funcionar para neutralizar el dolor, Heath se leyó completamente todo el prospecto, dosis y contraindicaciones del medicamento mil veces antes de dejarme tomar una pastilla. Tenía miedo de que pudiera ser contraproducente en caso de que... eso realmente fuera lo que nos aterraba, nunca lo dijo pero los dos teníamos eso en mente.

La verdad es que la pastilla ayudó, eso nos hizo relajarnos un poco, no era un medicamento tan fuerte, tomarme una de esas cuando el tumor me dejaba tirada en la cama casi sin querer respirar no serviría de nada, pero sólo tuve que descansar un poco con el hielo y pronto mejoró.

Pero horas antes realmente me sentí desesperada y avergonzada... Mientras lo hacíamos podía sentir un poco la molestia, pero realmente el placer y la sensación de estar con él pudieron opacarla. Cuando comenzó la última ronda de besos fue cuando de nuevo lo volví a sentir, me intenté aguantar pero terminó por darse cuenta.

Sentí vergüenza por cómo me tomó la situación, me agarraba de su hombro y lo abrazaba aunque en ese momento yo estuviera desnuda, pero la verdad no pareció importarle. Es muy obvio que lo le haya dado importancia, literalmente estábamos tocándonos completamente desnudos unos minutos antes, además, en su carrera ha visto todo tipo de cuerpos con y sin ropa, debe estudiarlos de todo a todo. Pero sobre todo eso se veía demasiado preocupado.

De hecho le confesé eso, que me sentí avergonzada, se lo conté mientras lo estaba: pasó alrededor de una hora al lado de la bañera en la que yo estaba desnuda por completo. Pero él dijo que no me preocupara, me dio todos sus motivos y realmente me hizo sentir mucho mejor.

Ayer fue mi primera vez, es algo que me cuesta asimilar, claro que el incidente de mis huesos rebeldes influye en que eso haya pasado a segundo plano, pero es que... En serio que me cuesta creerlo. Me cuesta siquiera creer que pueda estar tan cómoda en una relación, es de lejos la mejor que he tenido.

Finalmente volví la mirada a él, seguía dormido, pero no me costó encontrar el empaque de otras pastillas al lado de su almohada, no eran las mías definitivamente.

Las dejé de nuevo sobre la cama y lo miré suspirando.

— ¿Así que tú también? —llevé mi mano hasta su cabeza y le acaricié un poco el pelo.

Me quedé un buen rato así y luego le tomé la mano pasando más tiempo así. A veces apretaba un poco los ojos o se quejaba en sueños, por eso ni se me pasó por la cabeza despertarlo.

Justo entonces di un saltito por el susto cuando alguien tocó la puerta, pero no era la puerta principal... ¿Lotte?

— Ah, maldita sea —me quejé una vez conseguí sentarme, tuve que tomarme dos segundos para respirar antes de levantarme del todo y abrir la puerta del baño—. Hola, Lotte... Hija, casi me quiebras con el susto.

Ella rio un poco y se recargó en la puerta.

— Perdón. Es que llevo llamando un par de veces pero al parecer seguían durmiendo, yo acabo de llegar de dar una vuelta y vine a probar suerte —entonces rio para luego darme un golpecito en el brazo—. Qué noche tuvieron, ¿eh? Casi no pude dormir.

— P-pe...

— Se les oía en todo el edificio, no me sorprendería que les llamen la atención.

— ¿De verdad se nos oía? —por un momento sentí que iba a explotar, me empecé a poner tan nerviosa que...

— No, no, es broma —negó riéndose sin alzar mucho la voz pero haciendo que recuperara la respiración—. No se oía nada, te lo prometo. Pero la verdad es que me preocupé un poco, al menos parece que estás mejor.

— Sí, ya estoy bien, gracias —me acomodé el pelo detrás de la oreja riendo un poco mientras bajaba la mirada hasta mi pantalón—. Bueno, ahora el que está mal es él. Supongo que habernos desvelado así le habrá afectado un poco, por ahora voy a dejar que duerma hasta... que quiera y luego ya veremos si hay que hacer algo o simplemente es lo normal.

— Ya sabes, si necesitan algo me puedes decir, estoy aquí al lado. ¿Vas a ir a que te revisen? 

— Sí, Heath le llamó al médico y dice que hoy vaya al hospital a las cinco para que mire qué es lo que está pasando, pero parece que no fue nada, tal vez mucho ejercicio y muchas caídas tontas, sólo eso.

Ella asintió mostrando una expresión mucho más cálida de lo usual y se despidió volviendo a su habitación.

Yo me puse a recoger un poco el cuarto y volví a acostarme a su lado, de hecho no tardó en despertarse al fin, le dije que estaba bien, que si necesitaba dormir más no había problema, pero insistió en que estaba bien.

— Bueno pues... tengo que estar en el hospital a las cinco, son las dos y poco y me estoy muriendo de hambre... ¿Quieres ir a comer algo? —propuse con una sonrisa y no tardó en aceptar. 

Nos cambiamos y en poco tiempo ya estábamos saliendo del edificio. Pedimos un Uber aunque lo más cómodo para ir a donde queremos sea coger el metro que nos deja a una calle del restaurante, ninguno de los estaba en las mejores condiciones pero no podíamos simplemente encerrarnos y asfixiarnos en mi habitación.

— Oye, ¿ya no te duelen las piernas? —preguntó tomándome de la cintura mientras esperábamos a que llegara el coche.

— Ah no, tranquilo, el agua ayudó con eso, creo que sólo estaban cansadas y había que darles un descansito de tanto hielo y patines —aseguré guardando mis manos en los bolsillos par protegerlas del frío mientras le sonreía.

— Me alegro, eso me preocupaba —asintió un par de veces antes de darme un beso en la mejilla y luego recargar la cabeza en mi hombro a modo de abrazo—. Te quiero mucho.

— Y yo —recargué la cabeza sobre la suya y al poco tiempo vimos cómo el Uber se estacionaba enfrente.

Se sentía peculiarmente agradable que me agarrara del brazo al caminar, digo, ayuda bastante con la molestia que no se ha ido, pero a la vez me hace sentirme protegida y la verdad esa sensación me gusta mucho más de lo que esperé.

No tardamos mucho en llegar, era el mismo restaurante al que vinimos la primera vez que salimos juntos, el que es tan especial para él y ahora lo es para mí.

— Adelante —me abrió la puerta dejándome pasar.

— Gracias, qué amable es usted —reí haciendo una reverencia con la cabeza y pasé siendo recibida por una camarera que nos ofreció la mesa que se encuentra justo debajo del candelabro, la misma que ocupamos la vez pasada.

Reí un poco emocionada cuando él me abrió la silla y luego la empujó de vuelta para sentarse al otro lado. Al poco tiempo la mesera regresó para entregarnos las cartas.

— ¿Ya saben lo que van a...?

Goulash —respondimos a la vez volviendo la mirada al otro para luego reír.

— Muy bien, dos raciones de goulash —ella lo anotó en su libreta también riendo un poco, acabo de reaccionar, ella nos iba a preguntar la bebida, por eso trajo las cartas ahora—. ¿Y de beber?

Cada uno pidió su bebida y ella se retiró, entonces simplemente nos quedamos mirando a los ojos unos segundos. Los dos tenemos cara de desvelados, y puede que no haya sido por la mejor causa... pero definitivamente no fue tan malo sabiendo que lo tenía conmigo.








*** *** ***

¡Hola a todos!

Siento que ha pasado mucho desde la última actualización ;~; Pero con las fiestas y todo eso ha habido menos producción, aún así no subí este capítulo el sábado pasado ya que justo publiqué el especial de Navidad el jueves así que así daba tiempo para que todos respiremos. El capítulo de HELL sí que fue por despiste y tiempo, pero estará listo para este miércoles e intentaré retomar el ritmo. 

Aún así estoy plantándome un mini break, tal vez de una o dos semanas, esto sería básicamente para tener contenido almacenado y poder ir subiendo más regularmente cuando acaben las vacaciones, pero no es nada seguro.

En fin, volviendo al capítulo de hoy... En teoría este es el último empalagosillo sólo centrado en esta pareja, se nos vienen las competencias y hay que ponernos listos. ¡Adelina y el Heath ya no son vírgenes, ay Dios bendito! Cuando Kurt se entere le cortará las pelotas al pobre Heath(?

En la Escala de Rox acaban de pasar dos tragedias: Adelina y Heath cogieron, y Adelina se nos puso malita... No sé qué es peor ;_; Al menos todo acabó felizmente con goulash. ¡Y Lotte se está abriendo con los compañeros! ¡AAAAAAAAAAAAHHH! Tal vez no pasaron muchas cosas pero ahí queda la constancia del frutifantástico y la noche de guardia voluntaria de Heath, que se joda y trabaje por la esposa XD

¡Y Hao está de ligue con Aurelia! ¿Esa se la vieron venir? 7u7r

Espero que les haya gustado. Muchas gracias por leer y nos vemos muy pronto ^^/

Atsushi~

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