013
El sábado, Beomgyu debía vestirse con su mejor traje y presentarse a la última reunión oficial del acuerdo Bae-Kang, para celebrar el cierre de las negociaciones con la inversionista norteamericana.
A diferencia de las reuniones estrictamente de negocios que habían mantenido en las semanas anteriores, esta vez la reunión era por diversión. Los estadounidenses habían rentado la sala de eventos de un hotel de lujo para celebrar el acuerdo con todos los involucrados, incluyendo a trabajadores regulares de los Grupos, así que Beomgyu lo consideraba una fiesta.
Por eso, decidió invitar a Kai y a Soobin, su saliente y su mejor amigo, quienes, naturalmente, aceptaron la propuesta. Joohyun le avisó que no estaría presente, porque no era precisamente fanática de las reuniones sociales de ese tipo, así que tenía una mayor responsabilidad de representar a la empresa correctamente.
No consideraba a Kai como más que un saliente. Sí, había disfrutado de su compañía en la salida a las galerías, pero no le era tan sencillo abrir su corazón. Después de todo, se había negado a hacerlo durante ocho años, negando la oportunidad de amar nuevamente. Tenía mucho miedo de que le puedan hacer daño, de alejar inadvertidamente a su amado, de caer una vez más por el abismo al sentir demasiado y entregar más de la cuenta.
Aquel temor no se había erradicado, pero, por lo menos, podía abrir un espacio para pasarla bien junto a alguien más allá de las sábanas, como si fuesen amigos y amantes, nada serio.
Kai entendía. La laxa moral occidental ya estaba inscrita en él, así que hacerse amigos que también se comían los labios debía ser perfectamente comprensible para él, nada confuso, ¿cierto?
Mientras se arreglaba frente al espejo, escuchando música rock a todo volumen, Beomgyu pudo sentirse inmerso en una película por unos minutos. Al sonreírle a su reflejo, podía ver que tenía la pinta de protagonista guapo pero humilde, el evento lujoso en el que se divertiría, las amistades incondicionales, y... ¿el interés romántico?
Su sonrisa desapareció cuando cayó en cuenta de que aquella no era cualquier fiesta. Era la fiesta en la que se enfrentaba a su última oportunidad para cerrar el ciclo de su relación con Taehyun.
No estaba preparado para el último adiós.
—La vecina acaba de tocar para quejarse de la bulla. —Soobin lo sobresaltó, al entrar a su habitación para ir a buscar su celular y pausar la música por su cuenta.
—¿La vecina eres tú? —Beomgyu rió ante la afirmación de Soobin, quien asintió, colocando las manos en sus caderas como reproche.
—Usa audífonos y ya —sugirió, a punto de salir por la puerta.
—Hey, uhm, antes de que te termines de alistar... —Beomgyu alzó la voz, logrando que su compañero de piso voltee—. ¿Te puedo pedir un favor?
—¿Además de llevarte al evento y no tomar para conducir de regreso también?
—Sí, porque eres el mejor. —Le guiñó un ojo a Soobin, quien rodó los ojos—. Es un poco raro, pero... no me busques si desaparezco durante el evento.
Soobin ladeó la cabeza y entrecerró los ojos, extrañado por el pedido. Por supuesto, Beomgyu quería tomarse un momento para conversar con Taehyun en privado, pero no podía decirle eso a su mejor amigo, porque estaba seguro de que le gritaría por haber invitado también a Kai si es que esa conversación había estado en sus planes todo ese tiempo.
Por suerte, tenía la excusa perfecta para explicarse.
—Es que la directora Bae no irá, y tengo que representar a la empresa porque soy de los pocos a los que los ejecutivos conocen, así que no podré estar con ustedes todo el tiempo.
—Ah, entiendo. —Por suerte, Soobin le creyó—. Sí, descuida, solo te enviaré un mensaje si es que pasa algo importante.
Después del breve intercambio, lo dejó por su cuenta para que pueda terminar de alistarse. Solo le faltaban unos detalles, así que buscó sus mejores gemelos para deslizar por los ojales de su camisa y se roció de pies a cabeza con perfume de durazno, porque sabía que era el favorito de Taehyun, al menos en el pasado.
Maldita sea.
Frustrado consigo mismo por su elección inconsciente, desordenó su cajón en busca de un perfume más fuerte para cubrir el aroma del durazno. Se supone que su intención no era atraer a Taehyun, sino obtener respuestas claras que le permitirían seguir con su vida. Se había dicho a sí mismo que comenzaría con las clases de arte solo una vez que obtuviera un cierre a esa historia, porque no quería que su única fuente de inspiración fuese el mugroso pasado.
Y, sin embargo, al encontrar el perfume más intenso de su colección, lo descartó, escogiendo quedarse solo con el aroma de durazno.
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Después de un largo viaje en el auto de Soobin, llegaron al hotel en el que se llevaría a cabo el evento. Kai le había escrito a Beomgyu para hacerle saber que lo esperaría en la recepción, y, en efecto, les dio el alcance apenas entraron al lobby.
Desde que lo conoció en el bar, Beomgyu siempre creyó que Kai era lindo, pero verlo en traje le provocó un influjo de sentimientos completamente nuevos. Se veía muy, muy bien en frac, pues el saco remarcaba la extensión de sus hombros y el corte le sentaba perfecto. Podía acostumbrarse a verlo vestido con elegancia todos los días.
Lamentablemente, debían performar heterosexualidad para no desentonar con el ambiente, así que ni siquiera lo tomó de la mano al dirigirse hacia la sala de reuniones, y Kai tampoco intentó acercarse más de la cuenta.
Apenas llegaron, pudieron notar lo elegante y amplia que era la sala, cargada de un aroma leve a alcohol y la música clásica de la orquesta en vivo. Un par de empleados del hotel pasaron con bocadillos y copas de champán para ofrecerles, lo que los tres aceptaron sin dudarlo. Como conductor designado, Soobin pasó del alcohol, por supuesto.
Cargada de champán, snacks y networking, la fiesta no difirió mucho de lo esperado por Beomgyu durante la siguiente hora. Eso sí, no había tenido rastro alguno de Taehyun, por mucho que se mantuviera alerta a sus alrededores. Quizás había tomado la misma decisión que Joohyun al esquivar la fiesta.
—¿Te traigo una más? —Fue Kai quien le colocó los pies sobre la tierra de nuevo, al tomar su copa vacía con la zurda—. O dos, mejor.
—Ay, te amo. —Exageró Beomgyu como respuesta, junto a una risa, por supuesto que sin hablar en serio.
Lástima que Kai sí era un romántico, y aquella sencilla combinación de palabras le hizo poner los ojos de corazón, por más que el tono no haya sido el indicado para una declaración de amor. Así, se fue a buscar las bebidas, sin necesidad de una segunda confirmación.
Dichosamente ignorante de aquella infatuación, Beomgyu estuvo ponderando entre acercarse a un grupo de estadounidenses para ensayar su inglés o simplemente quedarse de pie en la esquina, tal como una cámara de seguridad en búsqueda de Taehyun. Incluso consideró acercarse al grupo de sus empleados para preguntar por su número, pero no estaba Yeonjun entre ellos, y era el único con el que al menos había intercambiado unas cuantas palabras...
En un instante, fue Soobin quien cambió el rumbo de sus divagaciones, cuando llegó a su alcance de imprevisto, alarmado.
—Me tengo que ir —avisó—. Lo siento, surgió un inconveniente con un paciente.
—¿Tan rápido? Pero-
—Diviértete, ¿sí? Me escribes si quieres que te recoja.
Sin darle la oportunidad de responder, Soobin se despidió con una breve sonrisa. En cuestión de segundos, Beomgyu lo perdió de vista entre la multitud, lo que lo dejó con una sensación de desasosiego. Algo andaba mal, y no parecía ser un problema profesional, porque se supone que jamás aceptaba sesiones de imprevisto, pero ya le preguntaría más adelante.
Poco después, Kai regresó con una copa de champán para cada uno, y Beomgyu le recompensó con un beso en la mejilla. Un poco de alcohol bastaba para que perdiera el temor al escrutinio social, y ver al menor con las orejitas sonrojadas valía la pena.
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El resto de la fiesta fue bastante estándar... pero con un exceso de caos, al estilo norteamericano. El ambiente informal había llevado a que gran parte de los asistentes decidieran mandar la decencia a la mierda, así que se podía ver a jefes bailando con sus secretarias, a ejecutivos rompiendo la dieta y a empleados contando sus chismes de oficina. Lo mejor de todo era que la mayoría estaban tan embriagados que nada de eso importaría al día siguiente.
Beomgyu, por su parte, había disfrutado del volumen preciso de alcohol para encontrarse desinhibido, pero no desmayado. Lo bueno de sus constantes salidas al antro era que le habían dado mejor resistencia y control sobre sus copas. Sabía que el champán pasaba por su sistema casi como agua, gracias a su dulzura y ligereza, pero siempre se detenía apenas sentía que llegaba a golpear su cabeza.
Kai, en cambio, parecía haber olvidado sus días de fiesta en el college, porque llegó un punto en el que prácticamente estaba encima de Beomgyu. Lo tenía entre sus brazos, murmurando dulces invitaciones a la cama, con las manos traviesas y ansiosas por tocarlo. Resultaba tan indecente que Beomgyu lo tuvo que llevar hacia el baño, lejos de las miradas de los demás.
—Ya debemos irnos. —Buscó calmarlo, en su relativa estabilidad—. Pediré un taxi.
—Mmm, no, no creo que aguante tanto... —se quejó Kai, deslizando las manos sobre sus hombros—. Te quiero ahora mismo.
Trató de inclinarse hacia abajo por un beso, dejando que Beomgyu pudiera inhalar el rosado aroma del champán de sus labios.
—Hyuka, aquí n-
A pesar de sus precauciones, Beomgyu sintió el peso de los labios de Kai encima suyo, empujándolo contra la mesa del lavadero. Cerró los ojos al sentir un escalofrío por cómo deslizaba esos labios húmedos y alcoholizados por su cuello, a punto de dejar que haga con su cuerpo como le plazca... hasta que le golpeó la decencia.
—Tienes que esperar —murmuró, sujetando sus brazos para que se detuviera—. Lo hacemos hasta el cansancio cuando estemos en la cama, ¿sí?
—Pero tu departamento está muy lejos —dijo Kai, con un tierno quejido—. Además, tú también estás-
Repentinamente, pareció despertar, porque abrió los ojos y se cubrió la boca con una mano. Felizmente estaban en el baño, porque corrió hacia uno de los cubículos y se agachó allí, inmediatamente comenzando a arrojar todo el alcohol que había consumido esas últimas horas.
Beomgyu conocía esa escena demasiado bien para lo que le gustaría, así que se acercó a su lado para acariciar su espalda y asegurarle que todo pasaría pronto.
—¿Te traigo agua, bebé? —murmuró, ante lo que Kai asintió débilmente—. Bien, espérame un ratito.
Con la intención de encontrar a un camarero amable, regresó a la sala de la fiesta en un apuro. Corrió de un lado a otro, pasando entre más ebrios y desquiciados, como la señora que estaba bailando sobre la mesa de bocaditos o el señor llorando sobre el hombro de la estatua en el centro de la sala.
Todo era tan caótico que incluso la sencilla tarea de encontrar un vaso de agua sin una gota de alcohol parecía imposible, así que dio media vuelta tras sus intentos fallidos, con la intención de dirigirse hacia la bodega más cercana.
Lástima que inadvertidamente se chocó con otra persona que cargaba una copa de vino tinto, la cual derramó sobre su camisa.
—Pero qué mierda...
—Oh, lo siento, Beomgyu.
Cuando reconoció la voz de Taehyun, se quedó congelado. Estaba convencido de que, cuando se encontró con su mirada, lo hizo con una sola intención: dispararle a su corazón.
Sospechaba de que tenía intenciones malévolas subyacentes, porque él sabía perfectamente bien cuál era el efecto que podía tener. Sabía que sus ojitos brillaban con dulzura hasta en la más profunda oscuridad, y que, por más que haya pasado casi una década desde la última vez que lo convenció de algo sólo con una mirada, seguía teniendo el mismo poder.
El alcohol había calmado la ansiedad que había sentido al inicio de la fiesta, para ayudarlo a olvidar la imperiosa necesidad que tenía por verlo. Se supone que esa sería la noche en la que, de una vez por todas, cerraría el ciclo de su extensa relación vacía con él. No quería una repetición del pasado, con un final anticlimático. Esta vez, quería tener el control de la narrativa, y solo podía lograrlo si es que tenía una conversación madura con Taehyun.
Pero Kai lo necesitaba...
—Realmente lo siento —murmuró Taehyun, utilizando el supuesto accidente como excusa para tocar el pecho de Beomgyu por encima de su camisa manchada—. Te mojé todito.
Entre fastidiado y avergonzado por el uso de palabras, Beomgyu intentó dar un paso hacia atrás, pero Taehyun se anticipó al dar dos hacia adelante.
—Te compensaré con una nueva camisa. —Suspiró, en falso lamento—. Acompáñame.
Sin esperar una respuesta, sujetó la muñeca de Beomgyu y lo arrastró fuera de la fiesta, sin encontrar mayor resistencia de su parte. No tenía tanto alcohol en su sistema como para creer que seguir a Taehyun estaba bien, pero sí como para ser incapaz de negarse ante sus deseos dos veces seguidas.
De un momento a otro, llegaron a una habitación. Era lujosa en un sentido distinto a la del hotel en el que se quedó en su primera noche con Kai, con un estilo extranjero más vintage, como de la realeza europea. Colores opacos y ligeramente tétricos, detalles bañados en oro y cobre, cuadros en el estilo barroco de Rembrandt...
Mientras Beomgyu exploraba la habitación, maravillado, Taehyun cerró la puerta con fuerza detrás suyo. El sonido del golpe hizo que Beomgyu volteara al frente suyo, por fin.
—¿Qué estás haciendo? —Tuvo una respuesta bastante tardía, lo que hizo reír a Taehyun.
—Cerrando la puerta de este cuarto de hotel —respondió, con obviedad—. Quieres follarme, ¿cierto?
El hecho de que Beomgyu quedara sin palabras fue suficiente para que Taehyun obtuviera su respuesta, y sonrió con la confianza de un ganador. Sin rodeos, lo jaló de la corbata para juntarlo a su cuerpo, apoyando la espalda contra la pared, donde se dispuso a desabotonar su camisa manchada, lento y seguro.
—Aún te puedo leer como revista —le dijo, con una irritante risilla de superioridad—. Mírate, tan sensible, tan necesitado...
Con la misma intensidad del golpe que le dio a la puerta, lo jaló del cuello del saco hasta que sus labios colinden con rudeza, en un ansiado beso silenciador, cargado del torbellino emocional de ambas partes.
Maldita sea, se sentía jodidamente bien.
Ocho años. Ocho largos años había estado esperando el sabor de esos labios, ansiando simultáneamente amar y maltratar el cuerpo ajeno como la inocencia de su temprana adultez no le había permitido hacer.
Pero, no. Estaba mal. Después de esa noche, no volvería a ver a su ex, y lo único que ganaría de aquella lucha sería que su corazón, tan pronto como había sido reparado con vendas adhesivas, sería incinerado y convertido en carbón, incapaz de recuperarse.
Con el último rastro de resistencia que le quedaba, Beomgyu logró separarse de los labios contrarios, jadeante, haciendo su mejor esfuerzo por esconder su emoción.
—No. —Se apartó, bajando la mirada—. No quiero nada contigo, si la última vez me dijiste que solo querías manipularme.
Taehyun rió antes de tomar a Beomgyu de los hombros para intercambiar sus posiciones y estamparlo contra la pared, con ambas manos a los lados de su cabeza.
—Dije que quería comprobar que podía hacerlo, no que quería hacerlo —dijo, tan cínico que llevó a Beomgyu a cerrar los puños y soltar un bufido, decepcionado pero no sorprendido.
—Solo es un maldito juego de poder para ti.
—Oh, por favor, Beomgyu. —Colocando un dedo sobre su mentón, Taehyun lo obligó a encontrarse con su mirada—. Nuestra relación es bastante clara en ese tema. Sabes perfectamente bien quién tiene el control.
Lo estaba provocando. Era obvio que lo estaba provocando para que cayera en su trampa, y no pensaba ceder.
—¿Acaso no me viste con mi nuevo chico? —Sacó la artillería pesada, pero ni siquiera ese detalle logró sorprender a Taehyun—. De hecho, debería ir-
Nuevamente, el menor lo calló al cerrar la distancia entre sus labios, esta vez asegurándose de frotar su entrepierna al levantar una rodilla y ejercer presión, con lo que le sacó un leve suspiro.
—Podría ser nuestra última vez juntos... —le recordó, en un suave murmullo sobre sus labios—. Yo sí te extrañé, Gyu...
La poca fuerza de voluntad que le quedaba a Beomgyu desapareció en ese segundo. Se derritió ante sus palabras, cedió ante lo que sus instintos le rogaban y rodeó su pequeña cintura con las manos, de modo que pueda eliminar toda distancia existente entre ambos al juntar su cuerpo al propio.
Así de fácil, cayó en su trampa, de vuelta a su merced.
Bajó la diestra hasta parar en el culo de su entretenido ex novio, gozando de la satisfacción de darle un firme apretón. No se detuvo al escuchar un gemido de su parte, claro que no, además lo dirigió hacia el tocador al separarse de la pared, para sentarlo sobre el mueble y encumbrarse entre sus piernas, sosteniéndose de sus muslos.
—¿Cómo puedes decirme esto ahora? —espetó—. ¿Por qué ahora?
Taehyun tiró de su cabello para atraerlo nuevamente a sus labios, con un afán por quitarle todo el aliento. Incluso dejó una viciosa mordida en su labio inferior, sacándole un jadeo.
—Porque siempre hago lo que me dé la gana —respondió, simultáneamente encantando y enojando a Beomgyu—. Pero... puedo ser tuyo esta noche.
Beomgyu no resistió las ganas de despojar a Taehyun de sus carísimas prendas de ropa, sin tomar la precaución debida al abrir su camisa, jalando sus botones de golpe en el proceso. Se tomó un momento para deleitarse con el torso expuesto de su ex, el cual deseaba llenar de marcas que le hagan saber su pertenencia.
Empujó su saco y camisa hacia atrás, exponiendo sus hombros. Así, inclinó la cabeza para dirigirse hacia la tersa piel de sus músculos, comenzando a provocarlo con el roce de sus dientes.
—Solo mío, ¿hm? —tentó, antes de deslizar la lengua hacia su cuello, donde dejó un firme chupetón—. ¿Me dejarás ser el jefe aquí?
La actitud de superioridad no le duró mucho, ya que por poco se le acaba el aire al sentir cómo Taehyun apretó su corbata alrededor de su cuello como venganza, antes de tirar de ella para pedir la colisión de sus labios, de lo que no se agotaba.
Aún enojado, su creciente erección era evidente, y se la hizo notar al bajar el cierre de su pantalón y acercarse a su entrepierna, en un contacto más directo al haber perdido la barrera de la gruesa gabardina.
Cuando le aflojó la corbata, Beomgyu aprovechó para sostenerlo de las muñecas y dejarlas quietas a los lados de su cuerpo, para impedir que lo toque, en una posición en la que definitivamente no podía estar cómodo. Usó fuerza un tanto más excesiva de la que debería, llevando a Taehyun a soltar un agudo gimoteo de dolor.
—Maldita sea, ¿por qué eres tan...?
Con la expresión de vulnerabilidad que mostraba ahora, Taehyun se veía más precioso de lo que lo recordaba, con un tinte de rojo en sus orejas y mejillas, sus labios hinchados a partir de los agresivos besos y sus ojos a punto de derramar lágrimas de necesidad.
—Por qué eres tan lindo... —completó, rendido, soltando sus muñecas al verse incapaz de seguir haciéndole daño de esa manera—. Perdón por esto. No puedo odiarte, no puedo...
Trató de sostener su rostro entre sus manos y disculparse indirectamente por lo agresivo que había sido esos últimos minutos, pero Taehyun le dio un golpecito en la muñeca para que no lo hiciera. Curiosamente, parecía decepcionado, y se lo mostró con un suspiro.
—Patético. —Bajó del tocador solo para dirigirlo hacia la cama, empujándolo sobre ella—. ¿Después de todo lo que he hecho?
Francamente, Beomgyu no sabía cómo reaccionar. Trató de recomponerse, apoyándose de sus codos. Tan solo quería un momento para conversar con Taehyun, para ser sincero sobre el pasado, para admitir que le había hecho daño y que no, no podía mentir, no lo odiaba. Al contrario.
Taehyun, en cambio, solo tenía una intención en esa habitación, y no era hablar.
—Ódiame, lo merezco —insistió, gateando hasta quedar encima suyo sobre la cama—. No me tengas compasión.
Se inclinó para besarlo con la misma intensidad que unos minutos atrás, pero esta vez Beomgyu no lo recibió con el mismo entusiasmo. Trató de suavizar sus besos y recordarle que lo lento y tranquilo también podía ser increíblemente caliente, pero Taehyun se negó a bajar a su ritmo, lo que solo terminó en un incompatible desastre.
Frustrado, Taehyun buscó otra alternativa y comenzó a frotarse sobre su entrepierna, tratando de mantener despierto el deseo de Beomgyu.
—Jódeme —insistió, con un tono determinado, a pesar de la vacilación en su mirada—. Maldita sea, solo...
Ante la escasa respuesta, pareció rendirse, dejando que su cuerpo yaciera quieto sobre el pecho contrario.
—Destrúyeme tal como yo lo hice con tu corazón.
Aquella demanda le llegó de imprevisto a Beomgyu. Recordaba a Taehyun como un chico mucho más romántico en la cama, aunque no quisiera admitirlo, le gustaba tratarlo bonito y que lo tratara bonito de vuelta.
Y ahora... ¿Ahora era masoquista? ¿Lo había tratado de enojar a propósito, para que le hiciera doler?
En su mirada, podía reconocer que no era lo que realmente quería. Entendía que habían crecido desde la última vez que se acostaron juntos, pasando por nuevas parejas, nuevas experiencias y nuevos gustos, pero estaba bastante seguro de que conocía cómo hablaban los ojos de Taehyun, y en ese momento no le estaban pidiendo que lo destruya.
Sus preferencias no podían haber cambiado de forma tan radical de un momento a otro, a menos que hubiese algo de por medio.
—Olvídalo. —Antes de que Beomgyu pudiera articular una pregunta que no sonara invasiva, Taehyun se apartó—. No puedo leerte.
Se levantó de la cama y maldijo por lo bajo al echarle una mirada a su destrozada camisa. Sin mirar hacia atrás, se acercó al espejo para tratar de lucir presentable, acomodando sus vestimentas y su cabello, obligado a cubrirse el pecho al cerrar su saco por completo.
Entretanto, Beomgyu hizo lo mismo desde la cama, pero con la mirada oscilando entre Taehyun y un punto blanco de la pared. Sentía que tenía que decir algo, porque, por primera vez desde su reencuentro, veía a un Taehyun más humano, más vulnerable. No solo era su última oportunidad para pedirle una explicación, o, por lo menos, la garantía de que podrían hablar en un futuro cercano, sino que también parecía ser el momento perfecto para recordarle por qué se había enamorado de él tantos años atrás.
—Taehyun... —Llamó, sin sorprenderse cuando el aludido no hizo ningún esfuerzo por mirarlo—. Hay muchas cosas que no han cambiado... como que tienes ojos muy sinceros, que me reflejan que en el fondo tú-
—No estoy de humor para que me hables en verso —lo cortó, con un bufido.
—Okay, pero al menos quédate para hablar un momento —insistió Beomgyu, a pesar del quiebre en su corazón—. Se nota que no estás bien, y no quiero que sea como antes, cuando-
—¿Cuando ignoraba mis sentimientos por un afán autodestructivo? —completó Taehyun, mientras se dirigía hacia la puerta—. Felicidades. ¿Estás contento sabiendo que tú sí puedes leerme?
Su voz volvía a perder todo matiz de emoción, con ese tono seco y autoritario que utilizaba cada vez que intervenía en una reunión de trabajo. Aquella no era una pregunta a la expectativa de una respuesta, era solo un anuncio de que había terminado.
—Tú siempre fuiste el fuerte.
Sin conclusión alguna, aquella fue la despedida con la que abandonó la habitación, dejando a Beomgyu completamente solo, con más preguntas irresueltas que antes.
El incierto adiós comenzaba a hacerse una tradición.
Bueno este era el capítulo que me daba miedo publicar 😭😭 Siempre me da nervios llegar a cosas un poco subidas de tono en fics donde el smut no es el foco, y aún más si es... así. Seguro aún estamos como ???? con tyun, pero todo tendrá sentido cuando siga escribiendo (espero)
En otra nota, F en el chat por kai. SIN EMBARGO, ahora ya no es tan ingenuo como en los inicios de la versión previa, prometo que tiene más carácter y sufre menos <3
Anygays, gracias por leer y por seguir aquí!!!
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