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008

El sábado por la mañana, Beomgyu despertó gracias a la timbrada de su celular, que le indicaba una llamada entrante. No tenía sus lentes a la mano, así que no logró distinguir el nombre del contacto antes de contestar.

—¿Hola? —saludó, en una voz floja—. ¿Sí?

Beomgyu, hola, soy Kai. —La voz del otro lado de la línea sonaba mucho más entusiasta—. Lo siento si te desperté, es que quería confirmar si es que nos veríamos hoy a las 10.

—Mhm. —Bostezó, tomándose un momento para estirarse—. Allí nos vemos, no te preocupes.

¡Genial! Te espero, cuidate.

Al escuchar que colgó, dejó el celular a un lado para poder rodar sobre la cama unos segundos más, acostumbrando su cuerpo al peso de tener que estar despierto. Tras unos segundos, se fijó en la hora, entrecerrando los ojos para poder ver bien.

9:20. ¡Muy tarde!

Tuvo que alistarse en un apuro, incluyendo la ducha más rápida y multifacética de su vida. Ni siquiera le dio tiempo de pensar mucho en su atuendo y terminó por vestirse con, literalmente, lo primero que encontró en el armario.

En un apuro, subió al asiento copiloto del auto de Soobin, quien lo acompañaba para que esa cita no se sintiera exclusiva. Era la forma amable que Beomgyu tenía para hacerle saber a Kai que le agradaría su amistad, nada más.

—Tengo que atender a un paciente a las 11, así que-

—¿Qué? —cortó al conductor—. No creo que el desayuno dure menos de una hora.

—Mhm, y no creo que el chico del bar quiera que sea sólo un desayuno. —Soobin le guiñó un ojo, antes de volver a enfocarse en la pista—. Aunque, luces terrible, quizás sí lo quiera dejar allí.

Beomgyu soltó un agotado gruñido de queja al apoyar la cabeza contra la ventana del auto, una pésima idea de la que se arrepintió de inmediato. No le había puesto mucho empeño a su apariencia ese día, sí, pero estaba seguro de que Soobin no se refería sólo a su improvisado atuendo.

Gracias al retorno de su ex novio, había tenido una noche pesada, por segundo día consecutivo. Cuando no dormía bien, andaba de mal humor, y le era difícil esconderlo.

—Es que anoche volví a ver a Taehyun —murmuró como explicación, ya que no habían tenido la oportunidad de hablar después del cóctel de negocios. Notó cómo el semblante de su compañero de piso cambió a mayor seriedad, pero eso no lo detuvo—. Me dijo que quería hablar conmigo y lo primero que me dijo fue que ya sabía que le había mentido sobre mi puesto en la empresa.

—Oh por dios...

—En ese momento no me di cuenta, porque me distrajo con sus... con sus cosas, pero después de un rato me di cuenta de que tiene el poder para destruir la mentira muy fácil. Podría arruinarme a mí, pero también podría llevarse a la directora Bae...

—Por eso no mezclamos los negocios y el romance —recalcó Soobin, con un suspiro.

—La directora me dijo que podemos decir que, técnicamente, como se supone que somos pareja, sus acciones son mías, así que no es una mentira si se entiende dentro de la mentira —continuó Beomgyu, tomando una pausa al haberse confundido a sí mismo—. No sé, la cosa es que hasta ahora no se cierra el trato entre las empresas y tengo que ir a todas esas reuniones.

Soobin hizo que el auto dé una vuelta y se detenga en un espacio disponible, indicando que habían llegado a su destino.

—Creo que si Taehyun quisiera arruinarte ya lo hubiese hecho, así que no te preocupes por eso. —aseguró, preparándose para salir—. Quizás puedan darse un tiempo para hablar como adultos maduros la próxima reunión, para darle un cierre a todo.

Le dio un empujoncito a Beomgyu para que no se quede estancado en su cabeza, antes de apagar el motor por completo. Ambos bajaron del vehículo y caminaron fuera del estacionamiento, hacia el conocido café en el que se llevaría a cabo la cita.

—Ahora sólo disfruta de tu cita, mereces cosas lindas. —Lo tomó de la mano, sonriendo—. Por algo le diste tu número a este chico, ¿no?

Aunque no estaba totalmente convencido, Beomgyu le indicó su aprobación con una breve sonrisa. Dio un suspiro y pasó al café, donde pudo notar a Kai en una de las primeras mesas, tamborileando los dedos ansiosamente sobre la mesa. Para asegurarse de que había llegado a tiempo y no lo había dejado esperando demasiado, se fijó en la hora antes de acercarse, aún sin soltar la mano de Soobin.

—Hey, hola —saludó, logrando que el menor voltee de inmediato.

—Oh, hola, Beomgyu, ¡viniste! —le respondió Kai, poniéndose de pie para inclinar la cabeza en un saludo semi-formal—. ¿Y él debe ser Soobin?

—Hola, sí, un gusto, Beomgyu me ha hablado muy bien de ti —dijo Soobin, ganándose una mirada de reojo por parte del aludido—. Más bien, seguro querías una cita, y yo...

—No, no, descuida, gracias por venir. —Kai le sonrió, esperando a que tomen asiento para hacer lo mismo—. No tengo muchos amigos aquí, así que quiero conocer a más personas.

Los compañeros de piso intercambiaron una rápida mirada de seguridad. Aunque no lo aparentaba, Beomgyu no se sentía totalmente confiado hablando con personas nuevas, y técnicamente Kai seguía siendo sólo un chico con el que se había acostado. Había pasado tantos años sin vivir el romance que sentía que ya había olvidado cómo comportarse en una cita.

—¿Cómo que no tienes muchos amigos aquí? —Soobin fue quien continuó con la conversación—. Estudiaste fuera, ¿no?

Mientras Kai le contaba a Soobin sus estudios en el extranjero, sobre lo que Beomgyu ya tenía una vaga idea, la camarera les llevó una canasta de pan para comenzar con el desayuno. De paso, tenían tiempo para revisar la carta y ordenar, algo complicado dada la variedad de opciones que presentaba el menú.

Tras ordenar, se dio cuenta de que "un café pasado y una tortilla con queso, por favor" era lo único que había dicho desde que saludó. Realmente necesitaba de la cafeína para despertarse y estar presente en la conversación, aunque lo que quería era descansar un buen rato.

—¿Seúl ha cambiado bastante estos últimos años, o sólo me parece? —preguntó Kai, apenas les dejaron las bebidas.

—Creo que te parece —respondió Soobin, con una ligera risa.

—No, yo creo que sí —intervino Beomgyu, después de un par de sorbos de su café—. Al menos por aquí, por el centro, han cerrado muchas tiendas y las han reemplazado por otras.

—Oh, ¿como cuáles? —Kai tenía su completa atención, y lucía fascinado por sus simples palabras.

—Cuando estaba en el colegio aún existía el callejón de las artesanías...

—Nunca había escuchado de eso.

—Me imagino, era un callejón un poco escondido. —Beomgyu sonrió al recordar el pasado, melancólico—. Le decían así porque acogía varias tienditas artesanales, desde los dulces de la abuelita Park hasta los cerámicos del señor Kim.

—Suena lindo, ¿qué le pasó?

—Desalojaron a los dueños para construir un bloque de edificios.

Revelar el crudo destino de lo que solía ser uno de sus lugares favoritos en la ciudad llevó a Beomgyu a dar un pequeño suspiro, antes de terminar la mitad de su café. Kai buscó sostener y acariciar una de sus manos, ofreciéndole un poco de confort, que fue bien recibido.

Una simple calle de tiendas no debería guardar un significado tan especial en su corazón, sobre todo no una que había dejado de existir. El problema era que el callejón de las artesanías no era sólo una calle cualquiera, sino también la ubicación de su primera cita con Taehyun.

Esa cita surgió espontáneamente, un día normal de clases en el que se escondían juntos en su salón secreto durante el receso. Ya había terminado la semana de exámenes y se aproximaban las vacaciones, así que el tema de su estatus de relación quedaba pendiente. Se habían besado un par de veces, y en ese momento Beomgyu estaba recostado sobre el regazo de Taehyun, pero no habían hecho nada oficial.

—Tyun, ¿nos vamos a seguir viendo en vacaciones?

Por un momento, el menor se mantuvo en silencio, mientras acariciaba su cabello. Sólo tras unos segundos, rió, deslizando su mano hacia una de sus orejas para jugar con ella.

—Sí, ¿no? ¿Pensabas irte de viaje o algo así?

—No, no —murmuró Beomgyu, inclinando la cabeza a un lado para que pueda mimarlo con más facilidad—. Es que... ¿eso significa algo?

—Que nos vamos a seguir viendo en vacaciones —repitió Taehyun, lo que le hizo ganarse una mirada seria de Beomgyu.

—Ya sé, pero... Ya sabes, nosotros, uhm...

Como si el tema no fuese lo suficientemente denso, se levantó para quedar sentado en frente suyo, asegurándose de mantener el contacto visual. No mentía al decir que creía que los ojos eran la ventana al alma, y necesitaba ver sus propias emociones reflejadas en el alma de Taehyun.

Siguiendo su instinto, sonrió un poquito, anticipando que obtendría una respuesta positiva.

—¿Somos novios?

La pregunta tomó desprevenido al menor, quien ni siquiera pudo pestañear hasta que pareció recordar que debía respirar.

—¿Quieres que seamos novios? —devolvió la pregunta, ansioso—. Porque yo sí, pero no sé si piensas lo mismo, quizás es muy...

Sin dejarle completar su revoltijo de ideas, Beomgyu colocó las manos en sus mejillas para robarle un beso, desbordando de emoción. Su corazón corría a mil, entusiasmado por haber visto sus sentimientos reciprocados. Casi desde que conoció a Taehyun, había comenzado a imaginar escenarios en los que eran pareja, y ahora que no serían sólo fantasías suyas, estaba exástico.

—Por supuesto que sí —respondió de forma explícita también, incapaz de borrar su sonrisa.

Su primera cita se llevó a cabo el primer día de vacaciones, en la tarde soleada de un sábado. Antes de tener la certeza de que serían novios, Beomgyu había imaginado un escenario específico para esa primera cita, en el que escapaban a un enorme campo de flores para rodar por el pasto fresco, pintar sus impresiones del paisaje y sentarse a apreciar el atardecer.

A diferencia de ese escenario, sin embargo, su cita real tuvo una planificación mínima, lo que la hizo aún más especial. Taehyun quería comer dulces, y Beomgyu quería conocer su lugar dulce favorito de la ciudad, y fue así que llegaron a la tiendita de la abuela Park en el callejón de las artesanías.

Apenas entraron, Beomgyu se enteró de lo adorable que podía ser Taehyun alrededor de los dulces. De inmediato, dejó su lado para acercarse al mostrador más cercano y revisar los dulces del día, sus ojitos grandes y curiosos tomándose su tiempo con cada postre.

—Buenas tardes, abuelita —saludó a la dueña, que se encontraba detrás del mostrador.

—Hola, Tyunnie —saludó de vuelta, antes de fijarse en Beomgyu—. ¿Quién es tu amigo el principito?

—Ah, es Beomgyu —lo presentó, volteando un segundo para buscar su mano y jalarlo más cerca—. Sí, es tan bonito como un príncipe, ¿no?

La señora asintió y le ofreció una sonrisa antes de comenzar a contarle las novedades a su cliente habitual, mientras dejaban que Beomgyu absorba el cumplido. No creyó que Taehyun tendría la audacia de hacer ese tipo de comentarios en público, aunque, bueno, eran los únicos en la tienda.

—Prueben esto, por favor —pidió la abuela, tomándose un momento para partir un pequeño queque a la mitad y entregarle un trozo a cada uno.

Ambos le agradecieron, pero Beomgyu fue más cauteloso al probar el dulce. Con la primera mordida, se dio cuenta de que no tenía motivo para ser tímido, porque estaba delicioso.

—¿Qué les parece?

—¡Muy bueno! —aseguró, antes de terminarlo en la segunda mordida.

—Sí, sus recetas nunca decepcionan —añadió Taehyun, dándole un pulgar arriba—. ¿Cuánto está?

Comenzaron a negociar la compra, para llevar una caja de los quequitos y otra de tteok* variado. Como no tenían planes fijos, por la cantidad de dulces que pensaba llevar, Beomgyu asumió que Taehyun lo llevaría a un parque donde comerían hasta que sus lenguas no pudieran soportar el azúcar, a menos que no pensara compartir con él.

Cuando estaba pagando, un joven unos cuantos años mayor entró a la tienda con un par de bolsas, y sonrió al verlos. Automáticamente, Taehyun lo saludó con una mano, evidenciando que conocía a todos los trabajadores de la tienda

—Hey, Taehyun, qué gusto verte por aquí —saludó, antes de voltear hacia Beomgyu—. Bienvenido también...

—Beomgyu —completó, esta vez por su cuenta.

—Bienvenido, Beomgyu, espero que vuelvas seguido —dijo, bastante amable—. Abuela, iré a repartir un pedido, ¿sí? Ya vuelvo.

—Sí, gracias, Jimin, anda con cuidado. —La señora le sonrió, ante lo que el joven se despidió y abandonó el establecimiento—. ¿Algo más, queridos? —preguntó, dirigida a sus clientes.

—Uhm... —Taehyun volteó hacia Beomgyu, para confirmar si quería algo más—. No, es todo, gracias.

—Bien, llévense esto de cortesía. —Dejó una bolsa de galletas dentro del empaque antes de entregárselo al menor—. ¡Muchas gracias por su visita!

Tras una cálida despedida, salieron de la dulcería. Beomgyu quería tomar una de las bolsas en sus manos para que su cita no cargue con todo, pero Taehyun insistió en llevar el empaque por su cuenta, aprovechando en cambio para entrelazar sus manos libres.

—La señora y su nieto son unos amores —comentó, ante el acuerdo del mayor—. Tienes que probar el ggul tteok, es el mejor.

—Todos los que he probado saben igual —respondió Beomgyu, indignando a Taehyun.

—Verás que este es especial.

Lo detuvo para tomar asiento por una banca disponible fuera de una heladería artesanal, donde se apresuró en abrir la caja de tteok para tomar uno de los pastelitos rosados. Le pidió a Beomgyu que abra la boca para depositar el dulce entre sus labios, sonriendo al notar cómo su expresión pasaba de neutra a encantada.

—Tienes razón, está buenísimo —le dijo, una vez que terminó el tteok.

—Ya sabes qué me puedes comprar cuando quieras consentirme.

Tras tomar un ggul tteok para sí mismo, Taehyun le dejó escoger un pastelito más, y Beomgyu tomó uno exactamente del mismo color y forma, porque no quería arriesgar su suerte y terminar con uno relleno de pasta de frijoles. Por suerte, no se equivocó, y con cada mordisco se enamoraba más de su sabor dulce y de su textura suave pero melosa.

—Ahora te toca escoger la siguiente tienda para visitar —invitó el menor, guardando la caja de dulces.

Como era su primera vez paseando por ese callejón, Beomgyu tenía un amplio catálogo de opciones, y quedaba fascinado cada vez que miraba a sus alrededores. Al lado de la hogareña tiendecita de la abuela Park, se encontraba una pequeña librería. Frente a ella, se erguía la galería de un artista local, y un poco más adelante podía distinguir un local de cerveza artesanal, al que prometió acudir una vez que cumpla la mayoría de edad.

Entre todas las tiendas, sin embargo, la que más captó su atención fue un local con el nombre de "Cerámicos Kim". En ese entonces, aún no lo sabía, pero estaba por conocer a una pareja sumamente importante en su vida.

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—¿Cierto, Beomgyu? —La voz de Soobin lo trajo de vuelta al presente, haciéndole pestañear un par de veces—. Te gustaría visitar las nuevas galerías de arte, ¿no?

—Oh, sí, claro —asintió rápidamente, aunque seguía algo desubicado. Ni siquiera se había dado cuenta de que había acabado con más de la mitad de su desayuno, que sus acompañantes ya habían terminado, y que tenían tres pastelitos de ggul tteok sobre la mesa.

—¡Perfecto! —El mayor le sonrió en complicidad—. Entonces es otra cita.

—Lo coordinamos después por chat —dijo Kai, para alivio de Beomgyu.

—Sí, o pueden conversar ahorita —sugirió Soobin, antes de llevarse uno de los pastelitos a la boca y colocar un par de billetes sobre la mesa—. Yo ya tengo que irme, pero les dejo mi parte. ¡Nos vemos!

Al despedirse de Soobin, Kai no tuvo mayores inconvenientes, pero Beomgyu fijó su mirada en él, como intentando pedirle ayuda y respuestas sobre lo que había estado pasando. Sabía que tenía que trabajar, pero lo sentía casi como una traición que se vaya en ese momento, cuando estaba claro que no había estado conectado con la conversación que estaban llevando.

Tener a Kai en frente, sin embargo, le recordaba que estaba con un chico decente y lindo, que se había molestado en invitarlo a desayunar después de acostarse juntos. Merecía algo mejor que un chico que seguía pensando en su ex.

—Hey, uhm... —Llamó la atención del menor, tras carraspear suavemente—. Perdón por no hablar mucho, es que no dormí muy bien anoche. Igual, no quería cancelar nuestros planes a último minuto.

Se sentía mal por cómo había tratado a su cita, porque pese a que no estaba interesado en formar una relación con él, al menos merecía su atención. Se había estado escondiendo tras la protección que su amigo podía ofrecer, con la relativamente exitosa idea de que se llevarían bien.

—Entiendo, no te preocupes. —Kai le sonrió un momento, antes de bajar la mirada—. Quizás te sentirás mejor cuando visitemos las galerías.

Beomgyu asintió automáticamente, aunque no había propuesto esa segunda cita. Los museos de arte despertaban su sensibilidad, no sólo la estética, sino también la emocional, y no estaba seguro de que una visita en ese momento sea lo más adecuado. Debía dejar las cosas claras para que Kai no confundiera sus intenciones.

—Quizás otro día... —murmuró, pensando en una alternativa que no termine en incomodidad—. ¿Quieres venir a mi departamento?

La propuesta tomó desprevenido a Kai, y su reacción le sacó una sonrisa a Beomgyu. Aunque suene triste, se sentía más cómodo cuando sólo entablaba relaciones instrumentales, de intercambio de bienes. En este caso, el valor estaba en el afecto, aunque fuese un afecto vacío, carente de una conexión profunda.

—Claro, sí —aceptó el menor, asintiendo—. ¿Terminarás tu comida?

Como no había estado completamente conectado con el presente mientras comía, Beomgyu aún sentía un vacío en el estómago, así que se dispuso a terminar con el desayuno, mientras escuchaba las historias de su cita. Incluso aceptó el ggul tteok, que apenas mordió supo que no se comparaba con el de la abuela Park.

Kai insistió en pagar todo por haber sido el que hizo la invitación, cosa que no le molestaba, por supuesto. Así, salieron a tomar un taxi en dirección al humilde vecindario donde se ubicaba el departamento del mayor.

Tomando la excusa de que quería descansar, Beomgyu cerró los ojos y simuló dormir durante el recorrido, cuando lo que realmente quería era retornar al pasado.

*Tteok es un pastelito de arroz coreano, como el mochi japonés. Tiene diferentes variedades, y una de ellas es el ggul tteok, que tiene sabor a miel.

Para los que leían la versión anterior, saben que soy muy débil por el beomkai😿😿😿 spoiler no tan spoiler: creo que en esta versión hay menos toxicidad, hehe

Cuando escribía el flashback me puse triste porque me di cuenta de que nunca he besado a una novia en público. Sólo en casa, en la universidad y... en baños. Que feo tener presente de que, porque estás con alguien de tu mismo sexo, no puedes tener demostraciones públicas de afecto. Personalmente, me da un poco de asquito ver parejas (hetero, obvio) comiéndose en la calle, pero me parece tierno si se dan 1 besito o si andan abrazadxs. Bueee mucho texto la cosa es que we support gay rights in this household

Gracias por leer 💕💖💓

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