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006

Para la monótona vida a la que Beomgyu había tenido que acostumbrarse esos últimos años, esa semana resultó ser como una ventisca de aire fresco.

O, mejor dicho, como un huracán.

El regreso de su primer amor, la posibilidad de ascenso, una cita programada con uno de sus supuestos encuentros de una noche... Todo lo que esos eventos activaron en el transcurso de su semana de cumpleaños superaba por kilómetros a los sucesos de los meses anteriores combinados.

De lejos, lo peor era el regreso de Taehyun a su vida. Había respondido una sola pregunta de las que tenía cuando se alejaron, la de si estaba vivo o no, pero había planteado millones de preguntas abiertas nuevas, que no le dejaban conciliar el sueño por las noches. ¿Qué había hecho esos últimos 8 años? ¿Ahora se llevaba mejor con su familia? ¿Había pensado en él en absoluto? ¿Aún lo quería?

Como el masoquista fácil de seducir que era, pasó toda la madrugada del viernes llorando frente al baúl de recuerdos, al leer algunas de las cartas, palpar los regalos que conservaba y recordar su pasión perdida por el arte.

Tardó varios minutos en superar su intento de pintura expresionista de Taehyun, el primer retrato que había hecho de su musa, varios años atrás. Aún recordaba las escenas vívidamente, como aquella cuando tomó inspiración de Munch y aprovechó la semana previa a los exámenes de medio semestre en un esfuerzo por capturar la angustia cruda.

Mientras el menor estudiaba diligentemente en sus recesos, Beomgyu pasaba esas horas dedicándose a su retrato, a la captura de un aplicado estudiante bajo estrés por culpa del exigente sistema meritocrático y jerarquizado de las escuelas.

A diferencia del objetivo expresionista que tenía en mente, sin embargo, obtuvo una imagen mucho más cercana al impresionismo de Monet, de trazos suaves y difuminados, con una expresión serena en el protagonista. Era, después de todo, su impresión subjetiva de quién era Taehyun, un embellecido retrato suyo, sin imperfección alguna.

—No puedo ser como Munch —se lamentó ante el resultado, logrando que Taehyun apartara la mirada de sus libros por primera vez en el día.

—¿Por qué? —Se acercó a la esquina del aula desde la que pintaba, curioso por ver su obra, la cual Beomgyu defendió al cerrar su sketchbook—. Déjame ver.

—¡No! —Apretó el cuadernillo contra su pecho como si fuera un escudo, sintiendo que el calor subía a sus mejillas sólo de imaginarse la reacción que tendría ante lo que había creado.

Aunque carecía de fuerza por las amanecidas constantes de estudio, Taehyun estuvo dispuesto a pelear para darle un vistazo a la obra. Directamente, atacó con lo que adivinó como una debilidad para Beomgyu: cosquillas.

—¡No, basta! —El mayor trató de defenderse en un inicio, cerrando los ojos, incapaz de controlar cómo se retorcía y carcajeaba por culpa de las manos contrarias—. ¡Ya, ya, por favor!

Pensaba rendirse rápido, porque era realmente sensible y creía ser capaz de manejar mejor una crítica que una tortura física, pero, sin querer, la situación tomó otro rumbo.

No se había dado cuenta, pero, de algún modo, Taehyun lo había terminado por acorralar entre el piso y la pared, asomándose encima suyo y sujetándolo de las muñecas. Sólo cuando abrió los ojos y se encontró a pocos centímetros de distancia del rostro de su amigo, se le aceleró el corazón y se le cortó la respiración, por la inesperada intimidad.

—Tyun, uhm, estás... —Bajó la mirada hacia los labios contrarios por un instante, haciendo lo posible por controlar el impulso que le pedía probarlos.

Por suerte, no tuvo la necesidad de reprimir ese deseo, porque Taehyun lo compartía. No dudó al momento de cerrar los ojos y presionar sus labios sobre los de Beomgyu, logrando despertar esas tan famosas mariposas en su estómago. Esas mariposas recorrieron todo su cuerpo, dejándole cosquillas por doquier, llenándolo de dicha.

No fue un beso largo ni profundo, pero, al ser el primero de ambos, siempre se sentiría especial.

Apenas cesó el contacto, Beomgyu tuvo que tocar a Taehyun para confirmar que no estaba soñando. Acarició su rostro suavemente, con una temblorosa e incrédula mano, que ahora deseaba jalarlo de nuevo para repetir la experiencia.

Astuto, en vez de ceder, Taehyun aprovechó el momento de vulnerabilidad para robarle el sketchbook y alejarse unos pasos.

—Ah, no salió como quería, no está bien hecho, no lo veas... —insistió Beomgyu, débilmente, pero sin esforzarse en recuperar su cuadernillo. Seguía atónito por lo que acababa de pasar y apenas había logrado apoyarse de la pared, sentado. Aún sentía que el tiempo no avanzaba, que estaba dentro de una alucinación.

—¿En serio me ves así? —Taehyun se acercó de nuevo, con el cuadernillo abierto en la página de la pintura nueva—. Parece una imagen impresionista, es preciosa.

Aún más avergonzado de lo que esperaba, Beomgyu asintió como respuesta. Creyó que le diría que su pintura no cumplía con los criterios para ser expresionista, que no era bueno con las referencias y que no lo dibuje sin su permiso de nuevo, pero, en cambio, tornó la conversación hacia algo más personal.

—¿Te parezco así de lindo?

A punto de atorarse por lo directo que fue Taehyun, se cubrió las mejillas, intuyendo lo sonrojado que estaba. No esperaba un interrogatorio sobre sus sentimientos por él ese día, porque no había terminado de aclararlos para sí mismo, pero definitivamente quería más que sólo una amistad.

Nuevamente, fue el menor quien calmó su ansiedad, apartando sus manos de su rostro para poder atraerlo al suyo, robándole un segundo beso. Esta vez, permitió que sus labios se relajaran y cedieran a lo que la lengua contraria quería, dejando que todo su cuerpo se llene de un cosquilloso y adictivo placer.

Apenas podía respirar para cuando se separaron y tuvo el hermoso rostro del menor en frente, suave y nítido, dejando una impresión que no cambiaría de allí en adelante.

Si no fuese por el tintineo de la campana, indicador del final del receso, le hubiese pedido más.

—Sé que estamos ocupados estos días —dijo Taehyun, tomando distancia con cierta torpeza por el apuro con el que tenía que guardar sus cosas—, pero, uhm, creo que debemos hablar sobre esto.

De acuerdo con la propuesta, Beomgyu asintió lentamente, aún sin moverse de aquella esquina, lo que le pareció algo divertido a Taehyun.

—¿Estás bien? —rió, optando por ayudarlo al encargarse de guardar también sus materiales.

—Sí, ¿por qué no lo estaría? —Beomgyu buscó recuperarse rápidamente, al darse un par de golpecitos en el rostro y ponerse de pie. Para ese punto, Taehyun ya había guardado su sketchbook y sus acuarelas en su lugar, por lo que le agradeció.

—¿Podemos hablar al final del día? —volvió a preguntar—, tenemos que crear una señal para no levantar sospechas...

—Hmm, puedo ir a tu salón y decirte... ¿Munch?

—¡Ah! —Ante eso, a Taehyun se le encendió el foco—. Munchkins. Invítame a comer munchkins.*

A Beomgyu le tomó un par de segundos entender, pero cuando lo captó, sonrió, aceptando la propuesta. Claro, estaría ansioso durante el resto del día hasta que por fin llegue a hablar con Taehyun de nuevo, pero no sería una ansiedad negativa, al contrario.

Se vieron obligados a salir de allí en dirección a sus clases, tras haber marcado el primer momento de romance en su relación.

A veces le parecía irónico y divertido cómo terminó transformándose en un hedonista libertino cuando solía ser tan tímido para toda iniciativa, pero, al ver ese retrato, sólo le parecía triste.

La pintura expresionista busca mostrar la crudeza de la emoción humana, mientras que la impresionista pretende reflejar un momento natural bajo el lente de lo que el artista pueda vislumbrar.

En su intento por expresar sus propias emociones en respuesta a las de Taehyun, Beomgyu terminó capturando un momento inicial, en el que, incluso con colores sombríos alrededor, lo veía como un ángel de luz, llegado a su vida para quedarse, aunque sea en su mente.

Por eso no debía abrir el baúl de recuerdos. Procuró escribir una segunda advertencia, por si le volvía el impulso de idiotez.

Precisamente, había tenido la mala suerte de amanecerse con el baúl el día de la segunda reunión con los Kang y los gringos, así que, llegada la noche, apenas lograba mantener los ojos abiertos.

Durmió durante el trayecto desde la oficina hasta el salón de eventos, y, según Joohyun, tuvo que ser sacudido por un minuto hasta despertarse, cuando reaccionó por fin. Al menos tenía una excusa por si es que se equivocaba en algo, ya que seguro se podía asumir que había estado trabajando muy duro.

—Encontré una solución lógica para lo que le dijiste a Taehyun —murmuró Joohyun, dentro del ascensor que los dirigía hacia la sala de reuniones del edificio—. Dijiste que eras accionista mayoritario, ¿no? —Beomgyu asintió—. Yo soy la accionista principal de la empresa, y como se supone que somos pareja, si seguimos la estupidez de "lo tuyo es mío y lo mío es tuyo", entonces, técnicamente no mentiste.

El menor no contuvo una risotada por el argumento forzado, pero no tenía nada mejor, así que lo aceptó. De todos modos, esperaba que nadie le pregunte al respecto, porque su involucramiento en la empresa no era lo importante en la discusión.

Cuando llegaron al piso 24, se dirigieron a la sala de reuniones, un espacio más pequeño que el del cóctel inicial. La dinámica sería similar, excepto que esta vez sólo asistirían los miembros más importantes de cada equipo. No le sorprendió que Taehyun no estuviera presente a la hora indicada, según lo que le había contado su jefa sobre su costumbre de llegar elegantemente tarde.

Al lado de Joohyun en las discusiones, Beomgyu pasó varios minutos distraído, con la mente casi vacía por culpa del cansancio. Lo único que quería era que terminara todo, para poder irse a dormir.

Sin embargo, apenas llegó Taehyun, de la mano de su novio, los ojos le dejaron de pesar.

—Oh, por fin —enfatizó Joohyun, sardónica, forzando una sonrisa al momento de saludar a la competencia—, gracias por dignarse a aparecer, gerente Kang.

—Sólo lo mejor para ustedes, directora Bae —replicó Taehyun, en el mismo tono—. ¿Ya le habló maravillas de nosotros a los inversores estadounidenses, supongo?

—Le aseguro que sí, maravillas.

El apretón de manos que intercambiaron derrochaba tensión, pues ambos buscaban imponer su dominancia con una sacudida firme y potente. Si no fuese porque estaba muy cansado como para siquiera fingir una sonrisa, quizás a Beomgyu le hubiese parecido un tanto cómico.

—Me encanta este collar, directora Bae. —El novio de Taehyun fue mucho más cálido con Joohyun, y el sentimiento era mutuo, porque ambos sonrieron de forma más genuina—. ¿Dónde lo consiguió?

—Perlas Mikimoto personalizadas —respondió ella, sin problema alguno, con lo que iniciaron una conversación sobre joyas.

Esa interacción había llevado a que Beomgyu y Taehyun queden frente a frente, junto a un par de empresarios mayores más. Se saludaron como protocolo de formalidad, por supuesto, pero después de ello, como era de esperarse, quedaron en un silencio incómodo.

—¿Podemos ir avanzando para saludar a los estadounidenses? —dijo uno de los señores, ante lo que su jefe asintió. Así, quedaron sólo los cuatro: los directores y sus supuestas parejas.

A diferencia de lo que esperaba Beomgyu, Taehyun parecía buscar el contacto visual, puesto a que no le quitaba la mirada de encima. Por su parte, prefería evitarlo, concentrándose en algún punto lejano de la pared.

Lástima que los ojos de Taehyun lo hechizaban con facilidad, cada maldita vez.

—En un rato... —Bajó la voz a un murmullo, dando un paso al frente para acortar la distancia entre ambos—. ¿Tienes que irte rápido?

Ante la pregunta, Beomgyu sintió su cuerpo tensarse de inmediato. Cuando eran pareja, estaba convencido de que podía leer al menor bastante bien, conocía el significado de sus miradas y gestos a la perfección. Ahora, sin embargo, no podía leerlo, no podía determinar qué era lo que quería. Era un caso donde no estaba seguro de la respuesta indicada, y sólo tenía un 50% de chance de estar en lo correcto.

Inseguro, apretó los labios y negó con la cabeza, lo que le sacó una sonrisa de lado a Taehyun.

—¿Vamos a comer munchkins?

*Munchkins: En este contexto, se refiere a los huequitos que sacan de los donuts. No sé si en todos lados existen, pero una cadena de donuts los vendía, como mini donuts. También puede referirse a los gatitos de patas cortas o a los pobladores de Munchkin Land del Mago de Oz. Y BUENO, es un juego de palabras medio bobo pq el pintor Munch + kin (parentesco), no sé, yo me entiendo TT

Gracias por leer, tkm 💕💗💓

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