003
Llegado el martes, Beomgyu se sentía preparado para enfrentar ese cóctel.
Tenía puesto el elegante frac que compró el domingo, había ensayado heterosexualidad actuada frente al espejo y había aprendido el "guión" que le envió Joohyun, que resultó ser más como un conjunto de notas sobre el Grupo Bae y los básicos de negocios. Estaba convencido de que todo saldría bien y obtendría la promoción a supervisor.
Lo malo era que no podría pasar su cumpleaños tranquilo, pero no le parecía una pérdida tan grave. Ya había podido disfrutar el fin de semana, y tenía pensado salir de nuevo el siguiente sábado, así que por un martes perdido no sufriría.
Además, su compañero de piso procuró que el día no pase sin un bonito detalle de su parte.
Apenas salió de su habitación, listo para partir al trabajo, se topó con Soobin cargando un pequeño pastel de chocolate, su favorito, decorado con grageas de colores y mucho ganache.
—¡Feliz cumpleaños! —saludó, entusiasta—. Sé que no tienes mucho tiempo ahorita, pero ya te había preparado esto.
—Gracias, Soobin. —Le sonrió, tomando el pastel sobre sus propias manos para dejarlo a un lado y poder abrazar a su roomie, firmemente—. Seguro sabe mucho mejor que el caviar del cóctel.
—Ah, claro que no...
—Sólo hay una forma de comprobarlo.
Pese a que el calor humano le resultaba muy cómodo y necesario, Beomgyu se obligó a separarse de su amigo para dirigirse a la mesa en la que había colocado el postre. Probó el ganache con un dedo, de frente, exagerando su expresión de agrado al poner los ojos saltones y asentir furiosamente.
—No jodas, está buenísimo.
A Soobin le bastó el cumplido para entregarle una cucharita para que coma más ordenadamente. Ambos sabían que el pastel sería compartido exclusivamente entre los dos, así que, ¿por qué molestarse en partirlo en trozos?
—Si Joohyun no me hubiese dado la oportunidad de ascenso, probablemente le hubiese dicho que no para pasar la noche contigo.
—¿Qué te hace creer que yo quiero pasar la noche contigo? —bufó el mayor, haciendo que ruede los ojos.
—Tú te lo pierdes —bromeó, antes de tomar una porción más del pastel—, pero hablando de pasar la noche, un chico del bar del fin de semana me escribió —contó, ganándose la atención de Soobin—. Estuvimos hablando estos días, y vamos a desayunar juntos el sábado. Tiene plata, así que... ¿le digo que te invite también?
—Hm, no me debería aprovechar así...
—Por favor —insistió, esta vez más serio—, quiero que vayas para que juzgues su carácter y me digas si debería bloquearlo o si podemos ser amigos.
—No porque soy psicólogo significa que... —Estuvo por argumentar algo, pero Beomgyu lo silenció al darle un trozo de pastel para que coma.
—Perfecto, le preguntaré si puedes ir también. Estoy seguro que no tendrá problemas con eso, al contrario.
Tras desayunar casi un cuarto del pastel, se dio cuenta de que estaba tarde, así que se despidió de Soobin en un apuro, agradeciéndole una vez más por el presente. Esperaba que el trato que tenía con su jefa le permitiera un perdón por tardanza.
»──── « ❀ » ────«
El trabajo de Beomgyu no era muy complicado, pero sí aburrido y pesado. A pesar de sus lejanos sueños de convertirse en un pintor reconocido, ahora era un simple trabajador de oficina más, sentado frente a su computador durante demasiadas horas al día.
Como el tiempo pasaba sumamente lento cuando se encontraba en una actividad detestable, casi todo el día pensaba en el momento en el que se acabaría el martirio, cuando dejaría de responder llamadas fastidiosas y completar tareas administrativas mundanas. Por lo general, su mente se dispersaba, enfocándose en algún tema más interesante.
Algunos días, particularmente cuando se encontraba en un mal momento, el protagonista de sus divagaciones era Taehyun. Si estaba sensible, eran los recuerdos de momentos dulces los que ocupaban su mente. Si había pasado mucho tiempo sin follar, sólo las imágenes mentales del cuerpo de su primer novio le daban escalofríos. Si quería hacerse daño, como ocurría con más regularidad de lo que debería, entonces los por qué cobraban protagonismo.
¿Por qué dejaste de responder? ¿Por qué no volviste? ¿Por qué me mentiste?
Se supone que, con los años, había superado a su primer amor. Eso es lo que se decía a sí mismo para no pagar los costos de terapia, inclusive el precio reducido que Soobin le ofrecía por tener contacto con colegas psicólogos que lo podrían ayudar.
Sí, puede que se vea obligado a encender un cigarrillo cada vez que Taehyun volvía a cruzar su mente, pero eso no significaba que no estuviera bien. De todos modos, era sólo esporádicamente que pensaba en él, porque tampoco era tan sencillo olvidar a su primer y único novio, con el que pasó los dos mejores años de su vida.
—¿Listo? —La voz de Joohyun detrás suyo lo sobresaltó—. Salimos en 15 minutos, te espero en mi auto.
—Sí, por supuesto. —Beomgyu volteó para ofrecerle una sonrisa de confort a su jefa, quien sólo siguió con su camino, como si nada. Claro, no podía pasar mucho tiempo sólo en su cubículo o resultaría sospechoso para el resto de empleados.
Se fijó en la hora, 20:23, apagó la computadora y arregló sus cosas, para así dirigirse al baño rápidamente, pasar por el balcón para fumar por un par de minutos y finalmente llegar al destino indicado por Joohyun. No sería difícil encontrar su deportivo rosa entre todos los grises del estacionamiento de las oficinas.
Una vez que arribó, su jefa le abrió la puerta de copiloto para que ingrese y disfrute del suave ritmo de R & B que pasaba la radio. En el camino, repasaron el guión, los términos importantes del contrato con los estadounidenses y los manierismos conocidos por el círculo empresarial.
No tardaron en alcanzar el local, un lujoso salón en el centro de la ciudad financiera que, sinceramente, intimidaba al empleado.
Antes de bajar del vehículo, como sorpresa final, Joohyun colocó un cheque sobre las manos de Beomgyu; un generoso cheque que quintuplicaba su salario mensual.
—Feliz cumpleaños. —Le sonrió, disponiéndose a salir pronto.
Sin contener su emoción, Beomgyu se lanzó sobre ella en un fuerte abrazo antes de que pudiera bajar del auto, la mayor muestra de cariño que le había demostrado desde que comenzó su relación laboral.
—¡Gracias, gracias, gracias!
—Descuida. —Joohyun le dejó unas palmaditas en la espalda baja para que se aparte de una vez—. Es un adelanto de lo que podrías obtener de supervisor si haces un buen trabajo hoy.
"Y una excelente forma de tenerme enamorado de ti para la actuación", pensó Beomgyu, lo que sólo expresó al ser caballeroso y encargarse de abrirle la puerta a su pareja temporal.
»──── « ❀ » ────«
El transcurso del cóctel no se desvió mucho de lo esperado. Beomgyu sólo debía quedarse al lado de Joohyun entre una alta densidad de hombres de negocios discutiendo asuntos que no comprendía en su totalidad, ocasionalmente echándole una mirada hostil a algún desubicado que quisiera charlar con su jefa con intenciones ajenas al mundo empresarial, y generalmente disfrutando de algún snack junto al fino champán del que podía beber.
En esa oportunidad, el Grupo Bae, liderado por Joohyun desde la enfermedad terminal que afligió a su padre, discutiría una posible inversión conjunta con otro Grupo para una constructora norteamericana que deseaba ingresar al mercado local de bienes raíces.
Ya había sido testigo de un par de intercambios de tarjetas de presentación, lo que Joohyun le había indicado como éxito hasta el momento. Resultó fácil trabajar con los estadounidenses, ya que al parecer habían estudiado sobre la cultura organizacional local.
Sólo faltaba conversar con el otro grupo de inversionistas coreanos, quienes avisaron que se presentarían un poco tarde debido a una reunión interna de improviso.
—Clásico, se ponen de acuerdo a última hora y usan la excusa de la reunión. —Joohyun no les creía—. Los del Grupo Kang no han cambiado desde la abdicación del mando.
Si no estuviera en su tercera copa de champaña, quizás Beomgyu se hubiese percatado del detalle del apellido familiar.
—Kang Jongsuk dejó los negocios en Corea a manos de su hijo menor desde el mes pasado —continuó, con un suspiro—. No sabemos exactamente por qué, pero bueno, parece que llegar tarde a los cócteles de socialización forzada es una tradición que persiste.
Mientras Joohyun le contaba ciertos detalles adicionales, Beomgyu se distrajo con la decisión de bocaditos de la mesa. El caviar, como anticipó, no estuvo muy bueno, al menos no tanto como el pastel que le había preparado Soobin. No fue hasta que recibió unos golpecitos por parte de su jefa que volvió a ponerle su atención.
—Ya llegaron. —Se ubicó en una posición más "de pareja", cerrando la distancia entre ambos.
—Posición de saludo protocolar en camino —murmuró, logrando que los labios de su jefa tiemblen por el deseo de quebrarse en una sonrisa.
En cuanto Beomgyu volteó y fijó su atención en el grupo de hombres entrantes, toda pizca de compostura se perdió de su rostro. Su pecho se tensó, su sonrisa se desvaneció y su diestra apretó con demasiada firmeza la zurda de Joohyun.
Reconocería ese rostro en cualquier sitio. Ese mismo rostro que permanecía igual de atractivo pese al transcurso de los años.
Caminando en su dirección, rodeado de una cúpula de hombres elegantes, allí estaba, el responsable de haber desmenuzado su corazón ocho años atrás.
Kang Taehyun.
Joohyun lo miró de reojo ante la presión en su zurda, devolviendo el apretón en el agarre de sus manos y ampliando su sonrisa.
—¿Kang? ¿Taehyun? —cuestionó, en voz baja—. A él lo conozco.
—Genial, porque todos lo conocemos aquí, Choi. —Joohyun murmuró entre dientes, ya que el pequeño grupo estaba cada vez más cerca— Ahora cállate, por favor.
Diligente, Beomgyu apretó los labios y guardó silencio. Lástima que lo rápido que palpitaba su corazón se encargaba de delatar los sentimientos de simultánea aversión y emoción por tener a su primer amor en frente suyo, por primera vez en ocho años.
—¡Taehyun!
Llevó una mano a su boca apenas el nombre escapó de sus labios, obligándose a callar. Pese al aviso de Joohyun, no se había podido contener.
Por suerte o desgracia, el aludido no pareció inmutarse, dirigiendole una mirada de pies a cabeza. Como si nada. Como si sus labios no se hubiesen besado antes, sus corazones no se hubiesen abierto el uno para el otro y sus cuerpos no se conocieran mutuamente.
—Disculpe, ¿hemos hablado antes?
sip, este es básicamente el primer capítulo de la versión anterior. era un re-ordenamiento que quería hacer, jej
perdón por no publicar antes, no sé por qué wattpad desde mi celular no actualizaba bien el texto, y necesitaba pegar el bannercito que tengo allí en el cel ;( subiré 1 cap más antes de que acabe el año para compensar <3
como siempre, gracias por leer!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro