CAPÍTULO 46
037 Leo- Bella Julieta
CORREGIDO.
Los cinco hombres me llevan a rastras hasta el centro de la ciudad. Voy algo aturdida y me duele todas las partes de mi cuerpo, ni siquiera me resisto ya. Ahora mismo eso no serviría para nada, son demasiados para enfrentarlos y menos en el estado en el que me encuentro. Pero se que va a merecer la pena, los he jodido bien, aunque yo también he caído en el proceso.
Antes de entrar al castillo me ponen una venda, no veo nada mientras me hacen recorrer pasillos, no se cuantas veces giramos, pero si me soltaran ahora mismo no tendría ni idea de donde esta la salida. No estoy centrada en saber por donde podría escapar, se que no me van a soltar y seguramente estén cambiando la ruta para hacerme más difícil la salida, o no, no se como de tontos pueden llegar a ser.
Escucho como abren una puerta pesada, supongo que entramos en otra habitación y siguen arrastrándome. Huele a metal, comida podrida y sudor. Escucho gritos, suplicas, sollozos, pasos a mi alrededor, cadenas y golpes sobre lo que parece ser hierro. Este sitio da escalofríos y ni siquiera lo he visto aún.
Me quitan la venda y para mi sorpresa no tengo que adaptar la vista, el sitio no tiene mucha luz y no es molesta ante mis ojos.. Miro a mi alrededor, celdas. Hay dos o tres personas en cada una de ellas. Hombres sobre todo, aunque también distingo a alguna mujer. Esta todo demasiado oscuro para distinguir quienes pueden ser. Y no se si están o no controlados, aunque supongo que no lo estarán ya que están encarcelados.
Abren una de las celdas. Veo a un hombre corpulento y moreno en una esquina que no mira hacia aquí y parece ignorarlos. El treintañero de antes me sujeta el brazo y me estira hasta quedar cara a cara. Hace demasiada fuerza en el apretón, y seguramente deje marca, otra a la colección.
-Portate bien, bonita. Y para que te quede claro, si intentas escapar, te matamos. Si matas a algún guardia, te matamos. Si haces algo que no me parezca bien, te matamos. Luego te llevaremos ante el representante del rey, segundo al mando. -parece que no puedo ni respirar, o me matarán, y en está situación casi suelto una carcajada cuando lo pienso, aunque logro reprimirla.
Me suelta y me quita las esposas que han dejado una gran marca roja alrededor de mis muñecas. Pone un brazalete de color de hierro que escuece más que las esposas, además es pesado y molesto. Me empuja dentro de la celda y caigo de espaldas, ahogo en mi garganta un grito de dolor cuando impacto contra el suelo. Me echa una última mirada de desprecio y cierra con llave. Luego él y los otros cinco se van. Les lanzo una mirada furiosa que ellos no logran ver.
Me siento en el suelo me miro las muñecas, están rojas las dos, y un poco más arriba tengo el brazalete que hace presión y duele demasiado. Intento quitármelo pero es imposible. El corte que me hizo la flecha en el hombro ha dejado de sangrar pero hay sangre seca alrededor de la herida. Toco mi labio, sangre, pero esta seca, el labio tardara unos días en cicatrizar, y siento que en mi ojo ya se esta formando un moratón.
Escucho ruido en el fondo de la celda, que ignoro y escucho pasos venir hacia mi.
Un hombre, no mayor que yo y que se me hace muy conocido, se pone enfrente mía. Tiene el pelo oscuro y le llega a los hombros y los ojos verdes, algo extraños, pero son claros. Lo escruto con la mirada, se que lo he visto antes.
Es el boxeador que iba perdiendo pero acabo ganando, con el que conecte la mirada y descubrí que no estaba controlado.. Me fijo en las heridas que le vi, pero no hay rastro de ninguna de ellas.
-¿Estás bien? -pregunta en tono bajo y con la voz ronca, mirándome fijamente.
-He estado mejor...- digo con una pequeña sonrisa, me duele el labio.
-Soy Jax. -se presenta mientras extiende el brazo.
-Delia. -le cojo el brazo y el me ayuda a levantarme.
-Ven. Allí detrás tengo un cuenco pequeño con algo de agua. Puedo ayudar a limpiarte las heridas.
-Esta bien, gracias.
Nos sentamos uno en frente de otro en forma de indio. El cuenco tiene agua limpia, gracias a dios, y un paño. No son los mejores utensilios para limpiar las heridas, pero es mejor que no tener nada.
Se pasa la mano por el pelo y luego agarra el paño. Lo moja en el agua y lo lleva a mi rostro. Lo pasa por los cortes y se entretuvo en el labio, creo que esta bastante mal por la mirada que me echa mientras lo limpia. Su rostro estaba contraído por la concentración y yo miraba sus ojos verdes para no pensar el escozor del labio.
Jax vuelve a mojar el paño y a escurrirlo, yo me acaricio el pelo y lo sujeto detrás de mi oreja. Movió suavemente el pelo que tapaba mi hombro, acariciándolo a su paso. Pasa el paño por la herida y no pude evitar encogerme un poco por el escozor.
-Lo siento...-dice Jax.
-No te preocupes. -susurro.
Cuando termino vuelve a mojar el paño, a escurrirlo y lo dejo en el cuenco. Donde ya a penas hay agua y la que queda está manchada de mi sangre.
-Tendrías que descansar un poco, estas cansada y adolorida.
La verdad, no podía negarlo. Mi cuerpo parece que está cargado de plomo y mis parpados pesan demasiado como para mantenerlos abiertos. Me empiezo a tumbar en el suelo mientras él me mira.
-Ven. -dijo.
Lo mire extrañada, ahora mismo no estoy como para moverme e ir al lado suya para hacer no se el que. Cuando ve que no me voy a mover, bufa y viene él hacia mi. Se sienta a mi lado y apoya la espalda en la pared.
-Hazme caso, ven. Es incomodo apoyar la cabeza en el suelo mientras duermes, te lo digo por experiencia.
Le hice caso y me acerque. No lo conocía de nada, pero confiaba en él, más o menos. Me agarro y me puso entre sus piernas. No proteste, estaba demasiado cansada. Apoye mi cabeza en su hombro y rodee su cuerpo con mis brazos. Su aroma varonil me atrapo y a los segundos estaba dormida encima de él. Necesito descansar.
Me zarandearon el cuerpo hasta que abrí los ojos. Me costo reconocer donde estaba. Celda. Y con quien estaba. Jax. Seguía encima de él. Y quería seguir así, todavía no me encuentro demasiado bien, pero no tan mal como antes de dormir.
-¿Mmm? -fue lo único que dije, todavía somlonienta.
-Han traído la comida. Se enfría en poco tiempo.
-Esta bien. -respondí.
Me levante y cogí los dos cuencos. Le di uno a Jax y me volví a poner donde estaba antes. Encima de el y con la cabeza apoyada en su hombro. Allí se estaba más cómoda que en el suelo.
Empecé a comer lo que había en el cuenco. No estaba feo y mi barriga lo recibió como oro después de tantas horas sin comer. Imaginaba que la comida iba a ser peor, solo espero que no este envenenada o algo peor, tendría que arriesgarme o moriría de hambre en poco tiempo.
-¿Cuanto dormí?- pregunte mirando el perfil de Jax, mientras comía.
-Bastante. Yo también dormí algo. Has dormido unas... medio día más o menos.
-¿Sabes si han podido salir de la ciudad?
-Antes había unos cuantos guardias hablando sobre eso. No han podido, y han muerto cinco intentando pasar.
Yo abro mucho los ojos cuando le escucho decir eso, y sin poder evitarlo una sonrisa se forma en mi rostro.
-Joder, sabía que resistiría, pero no tanto.
Habrán podido huir, ya estarán lejos. Y espero que hayan podido curar a Niall. No puedo si quiera imaginar en mi cabeza la idea de que muera. No quiero perder la esperanza todavía, aun es pronto para pensar en eso.
Escuche pasos de varios hombres. Pense que seguirían su camino pero pararon en la puerta de la celda. Uno de ellos saco un paquete de varias llaves, elige una y la mete en la cerradura. Veo como abre la puerta.
-Delia, tienes que acompañarnos.
Mire a Jax que había dejado de comer.
-Espero volver a verte. -le dije.
-Joder, no digas eso. Vamos a volver a vernos.
Le sonreí y bese rápidamente su mejilla mientras me levantaba, sacudía mi ropa y me dirigía a la puerta.
Dos de los guardias me cogieron de los brazos y otro me puso unas esposas. No se me han curado las heridas de las otras así que ahora dolían hasta más. Pero no digo nada ni me quejo por el dolor.
Me rodearon mientras me guiaban. Esta vez no me taparon los ojos así que me fui fijando en las veces que girábamos y los pasillos que recogíamos. No era todo lujoso, como había esperado. Había algunos cuadros colgados en las paredes y todos con los marcos en dorado. Las paredes eran amarillentas, los techos, no muy altos, en blanco y el suelo en marrón muy claro. Había algunas mesas y en ella algunas decoraciones y floreros. Todas los jarrones contenían rosas rojas que resaltaban notablemente en la decoración.
Llegamos a una gran puerta marrón con relieves dibujados en ella. Uno de los hombres la abrió y la puerta se abrió haciendo mucho ruido. Me dieron un empujón y me obligaron a entrar. Había una gran mesa que cruzaba toda la sala y a lo lejos vi un espacio, decorado en distintos tonos de corinto, pero que no estaba ocupado por nadie.
En la mesa destacaba una silla, también estaba decorada de corinto, en esa silla había sentada una mujer. Tendría unos cuarenta años. El pelo negro y largo. Me miraba tan directamente que por un momento pensé que me podía verme desnuda debajo de la ropa que llevaba. Parecía ser la jefa ¿la reina? ¿era una mujer?
Mire el resto de la mesa. Entre las personas que había reconocí a Máximo, padre de Niall y a Victor, que no me miraba fijamente, a Stephen. Mi padrastro, mi padrastro estaba allí, y también Victor. Y ninguno tienen pinta de estar obligados allí, no entiendo que están haciendo. Joder. No me cuadraba nada, y seguro mi cara reflejo eso.
-Así que tu eres Delia. Que de problemas me has causado. -dijo la mujer del trono- tu padrastro me dijo que eras guapa, no se lo voy a contradecir, y tenías algunos...dones... dones especiales -le echo una mirada a Stephen- pero que causarías problemas, veo que no se equivocaba, has causado muchos. Cinco de mis hombres han muerto intentando salir.
No sabía que decir. Me había quedado muda. Y disculpas no le iba a pedir. No me arrepentía de nada. Ella ha hecho mucho más de lo que yo he hecho, ella a controlado a casi todo el mundo privándolos de su derecho a elegir y pensar por ellos mismo. Ha sido un verdadero demonio.
-Mi hijo -esta vez miro a Victor, y tuve que disimular una cara de espanto- me aviso, eres poderosa, me dijo, cada día lo es más, me aviso, y ni caso le hice, por dios eres una niña. Tonta de no creerlo. Pero ahora estas bajo mi techo, no me subestimes a mi. Ella tampoco debía de subestimarme ahora, no sabía hasta donde podía llegar, en realidad ni siquiera yo lo sabía.
Asentí. No sabía que tenía que decir ni hacer, tampoco me importaba mucho.
-Ahora te voy a decir lo que vas a hacer. Escucha bien. Vas a decirnos como atacar a los tuyos, vas a destruir las ramas que nos tienen encerrados aquí y no vas a protestar. O si no te mataremos.
Mi mente viaja a mis recuerdos. A todos mis amigos, a mi vida antes de juntarme con los licántropos y antes de que todo esto ocurriera y por último pienso en Niall, sonriendo, abrazándome, besándome... solo espero que este bien, porque yo no se si lo voy a estar, van a matarme ya que no pienso decir nada.
BAIA BAIA, ¿VICTOR? ¿STEPHEN? LOS DOS TRAIDORES...
¿CÓMO SALDRÁ DE ESTA DELIA?
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JULY
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