Nimet/Bendición
20 de marzo de 1655
—¿Qué? —preguntó Kösem, desconcertada.
—Como escuchaste, Anastasia.
—¿Cómo sucedió? —le preguntó a su prima Mihrimah.
—No tengo idea pero, sucedió.
—Sólo espero y no se quiera ir del palacio.
—No lo hará, ella ama al Sultan.
—Fatmagül ya es una mujer libre, aún si ama a mi hijo, puede marcharse.
—Lo importante es que Kasim la dejó en libertad y ella está muy feliz.
—Pero ¿Por qué la dejó libre?
—Te digo que no sé.
—Mejor hay que cambiar de tema.
—¿De qué quieres hablar?
—De mi hija Gevherhan y mi nieta Muazzez.
—¿Qué pasa con ellas?
—Tengo pensado en que Gevherhan se case con Kemankeş y Muazzez con Ahmed, el gran visir.
—Fuertes alianzas.
—Lo sé —le sonrió.
—Pero ¿No crees que Muazzez esté triste por su matrimonio?
—Su matrimonio no se consumará, sin embargo, tengo que explicarle y entenderá.
—Ahmed está muy viejo, se llevan por casi 20 años, claro que tienes que hablar bien con ella.
Kösem, suspiró.
—Allah mediante me comprenderá.
Yendo al palacio Kapidüik se encontraban dos parejas peleadas, sin embargo, sólo una estaba destinada a ser feliz. La primera pareja era Mehmed y Defne.
—¡Qué no, Mehmed! —le gritó, Defne. —No puedo querer a Osman.
—¡Es mi hijo! Si en verdad me amas, tendrás que aceptarlo.
—¡Qué no! Ese niño nos arruinó la vida.
—No lo hizo, él me trajo luz al igual que nuestros hijos.
—No lo compares con nuestros hijos. Osman no es nada.
—¡Compórtate, Defne! Ten respeto por Osman. Aunque te duela es mi hijo.
Defne rió.
—Ya lo dijiste, Osman es tu hijo, no mío. Por eso nunca podré quererlo o respetarlo.
—Defne, desde ahora cuida tus palabras que no tendré piedad. Respeta a mi hijo.
—Nunca.
—Tú lo buscaste, Defne. Me divorciaré de ti.
—¿Qué?
Sin nada más que decir, Mehmed se retiró, dejando con preocupación a su şehaseki.
Ahora, en el otro lado del mismo palacio se encontraba la segunda pareja.
Gevherhan detuvo su caminata ya que Selim no la dejaba pasar.
—Ahmed —le habló Gevherhan Şehna a su hijo. —¿Le podrías decir al şehzade Selim que no recibiré las rosas?
El şehmmin rió.
—Estoy frente a ti, Gevherhan —le recordó Selim, desesperado.
—¿Cómo te fue hoy? —le preguntó Gevherhan a Ahmed, mirándolo.
Ahmed volvió a reír.
—¡Gevherhan! —se quejó, Selim.
—¡Por Allah! Hay mucho ruido.
—Gevherhan...
—Ve con tus hermanas, Ahmed —le ordenó Gevherhan.
El joven hizo reverencia y se retiró mientras la Şehna pasaba de largo al príncipe.
—Tenemos que hablar, ya han pasado diez años desde que no me diriges la palabra más que para reprocharme.
Gevherhan hizo caso omiso y siguió su camino. Selim suspiró.
—Te costará mucho —aseguró Mihrimah, apareciendo.
—¡Tía! ¿Qué te trae por acá? —le sonrió.
—Vine a hablar con Huricihan Şehtan, me enteré que quería como esposo a mi hijo.
—¿A Ömer?
La Hammin asintió.
—Pero no me cambies el tema, estábamos hablando de tu esposa y tú.
—No hay de que hablar, ella no quiere saber nada de mi.
—Insístele, en algún momento tendrá que ceder.
—¿Algún consejo?
—Sé romántico. Eso nunca falla.
—¿Qué crees que le pueda gustar?
—Es tu esposa, deberías saber.
—Tal vez si le canto algo...
—Es buena opción.
—Gracias, tía.
Mihrimah le sonrió.
Regresando a Topkapi...
Fatmagül caminaba tranquilamente por el patio cuatro cuando sintió como alguien la rodeaba con sus manos por la cintura. Alexandra sonrió para posteriormente darse vuelta y encontrarse con Kasim.
—Mi hermosa Sultana.
—Mi Sultan —dijo mirándolo a los ojos. —Amaneció más apuesto.
—No lo creo porque si hablamos de bellezas, la tuya se lleva el segundo lugar.
—¿Segundo? Y ¿Quién es el primero? —le preguntó rodeando con sus brazos el cuello del Sultan.
—Mi madre —respondió.
Fatmagül le sonrió para después darle un beso en los labios que tuvo que parar por falta de oxígeno.
—¿Supiste lo de Mah Hatun? —le preguntó, temeroso.
Fatmagül quitó todo contacto entre ellos y dio dos pasos atrás.
—Sí —respondió un poco triste.
—Perdón, sé que no debí tocarla.
—Eres el Sultan, puedes tener a las mujeres que quieras, no tienes porque disculparte.
—Claro que tengo que disculparme. Eres la madre de mis cuatro şehzade's y cuatro sultanas.
La mujer sonrió. Kasim había tomado a los hijos de Hümaşah y Meleksima como hijos de ella.
—Me haces muy feliz, Kasim. Nunca creí que obtendría tu amor.
—Y yo nunca creí tener a una mujer tan buena a mi lado —dijo tomándola de la mano para luego besarla.
—Te amo.
—Y yo también te amo, amor.
Dos enamorados se juntaban y una futura amenaza surgía.
—Eugenia Hatun —la llamó Lele kalfa.
—¿Sí, Lele kalfa? —preguntó temerosa la niña de 13 años.
—Kösem Sultan puso la mirada en ti, tienes mucha suerte.
—¿Kösem? ¿La emperatriz?
Lele asintió.
—¿Por qué dices que puso la mirada en mi?
—Quiere que estes con el şehzade Mehmed.
—Tiene más de treinta años y yo trece.
—Calmada, niña. No irás con él ahora. Primero tienes que convertirte en mujer.
—¡Nunca estaré con ese feo hombre!
—¡Silencio, Eugenia! Cierra el pico y vivirás.
La niña guardó silencio. Su destino ya estaba sellado.
Ser una princesa era algo que toda mujer quería pero, no todo siempre era felicidad. A veces tenías que huir de tu familia.
—Gevherhan —le sonrió, Cihan.
—Cihan —le devolvió la sonrisa para después besarlo. —¿Qué haces aquí? Si mi abuela te ve; sería nuestro fin.
—¡Que nos vea! No pienso esconder más lo nuestro.
—Eres hijo de su prima y yo soy su nieta, lo que hacemos está mal y mi abuela nos separará.
—Nunca —aseguró. —Lucharé por lo nuestro.
—Allah mediante estaremos juntos.
—Amén.
—¿Y Süleyman? No he podido ir a ver al pequeño.
—Te extraña, ya quiere verte.
—Pronto iré a verlo. La razón por la cual no voy es Dilaşub.
—Ya hablé con el Sultan y me permitió el divorcio.
La şehtan sonrió. Todo apuntaba que tendrían una vida juntos.
—Allah es grande.
—Ya llegará nuestro momento, amor.
A pesar de todo lo bueno o malo, el destino a veces daba fuertes giros como el que estaba por suceder.
—Ayşe.
—Şehzade —saludó la Hatun, haciendo reverencia.
—¿Dónde está Osman?
—Fue a dormir.
—¿Tan temprano?
—Se sintió agotado después de jugar casi todo el día con el şehmmin Iskender.
—¿El hijo de Gevherhan?
La hatun asintió.
—Dime, Ayşe, ¿cuál era antes tu nombre?
—María.
—¿Ma...?
—Ría.
—¿Mara?
—María —repitió.
—¿Ma...ría? María.
—Sí.
—¿De dónde eres?
—España.
—¡Oh!. ¿Cómo llegaste al palacio?
—Mi padre nunca quiso a mi madre o a mi, cuando ella murió él quería librarse de mí por lo que hizo un gran viaje para venderme a Topkapi.
—¡Qué hombre tan cruel! ¿Cómo le pudo hacer eso a su sangre?
—Eso es lo de menos, şehzade. Lo único que me importa es que usted no le haga lo mismo a Osman.
—Lo quiero, nunca le haría eso.
—Osman: bebé bastardo —lo encaró, recordando el significado del nombre.
—También significa valiente.
Ayşe rió.
—Sé que le puso así por petición de Defne Şehna ¿De qué significado cree que se guió?
—Ayş...
—Sólo quiera a Osman y ya. Él no pidió nacer y mucho menos tiene la culpa.
—Lo quiero —repitió.
—Demuéstrelo.
¿Ya había mencionado que tenías que huir de tu familia? Sí, ya lo había hecho, pero, no siempre lo lograbas.
—Padre —saludó Gevherhan a Murad.
—Gevherhan —dijo con sequedad.
—Me dijeron que requerías de mi presencia.
—Así es.
—Me intrigas.
—¿Por qué golpeaste a tu hermana Dilaşub?
—¿Qué? Yo no la golpeé.
—¡No mientas!
—¿Cuándo te he mentido?
—Cuando mandaste a matar a la familia de Nur.
—¡Pero no murieron!
—¡Suficiente! Quiero que te disculpes con tu hermana.
—No lo haré.
—¡Gevherhan! No me retes.
—Haz lo que quieras pero no me disculparé por algo que no hice.
—Si no lo haces, te casaré inmediatamente.
—¡Te odio! —le gritó. —¡Ojalá y hubiera muerto junto a mi madre y hermano! —deseó con todas sus fuerzas.
Su padre se había encargado de hacerle la vida imposible. Ella quería comentarle a su abuela por todo lo que había pasado ya que sabía que la comprendería y no podía. Su orgullo no lo permitía.
—¡Gevherhan! —le gritó.
—¿¡Qué!? No tengo la culpa que quieras más a Nur y a sus hijos. Perdón por no ser su hija.
—¿De qué hablas?
—¡Amas más a los hijos de Nur que a mi!
—Eso es mentira.
Era verdad. Pensó, Gevherhan. Si fuera mentira, no la torturaría con esposos tan horribles.
—Demuestras lo contrario.
—¿A qué quieres llegar con todo esto?
—No importa. Nunca te he importado.
—Hija.
—No soy tu hija.
Murad la miró con dolor.
—Soy hija de Şehaseki Ayşe Şehna. No soy hija tuya y nunca lo seré, şehzade.
—No digas eso.
—Te odio —le repitió para después irse.
Murad sólo se quedó en sus aposentos mientras pensaba en las palabras hirientes de su hija. No la comprendía. Quería hacerlo y no podía.
Aún con todas las catástrofes, las mejores cosas tardan en llegar.
—Valide Sultan —saludó Fatmagül a su suegra.
—Fatmagül —le sonrió.
—Creí que no le agradaba estar tanto tiempo en el harem.
—El Sultan me pidió venir.
—¡Oh!
—¡Atención! —gritó un eunuco. —¡El Sultan Kasim Khan está aquí!
Todos los del harem hicieron reverencia mientras el Sultan entraba. Kasim llegó hasta donde estaba su madre. Hizo reverencia, besó su mano para después llevársela a la frente y finalmente se puso a lado de Alexandra a quien tomó de la mano.
—Madre.
—¿Sí, mi león?
Kasim elevó su mano junto a la Fatmagül hasta la altura del pecho para posteriormente sonreír.
—Quiero tu bendición.
—¿Para qué? —preguntó pero, ya sabía la respuesta.
—Quiero convertir a Fatmagül en Haseki.
Kösem, sonrió.
—Tienen mi bendición —dijo sin dudarlo.
Kasim le sonrió a su amada mientras ésta le sonrió a Kösem y luego miró a su futuro esposo, sin creerlo. Al fin podía ser plenamente feliz.
Por otro lado, la emperatriz se sentía tranquila. Fatmagül merecía ser feliz, además, la felicidad de su hijo también era la suya.
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BÚSQUEDAS DE MAHPEYKER KÖSEM SULTAN.
Fue consorte del sultán Ahmed I y madre de la mayoría de los hijos del Sultan. Se convirtió en regente de todos sus hijos y nieto. Posteriormente fue Valide de su hijo Kasim I quien le dio el título de emperatriz imperial. Años más tarde volvió a ser regente de su nieto Ibrahim I.
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¡Hola!
¡FATMAGÜL SERÁ HASEKI ALV!
¿Qué piensan de Gevherhan y su amorío?
¿Qué les gustó del capítulo?
¡Nos leemos!
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