23 de octubre de 1658
Los golpes de la vida son muy crueles. Sufres demasiado pero, siempre debes aprender a levantarte. No por ti, si no por aquellos que quieres proteger de esos golpes.
"Su futura regencia". Eso le dijo el viajero de nombre Murad cuando conoció a Kösem. También esas eran las palabras que resonaban en la cabeza de dicha Sultana mientras veía el cuerpo sin vida de su hijo Kasim.
Los hermanos del Sultan, la Haseki, los hijos del Sultan, sirvientes, jenízaros, entre otros, se encontraban llorando por la muerte del gobernante. Antes de que muriera al que ya se le conocía como Sultan de corazones, él hizo una nueva ley donde el Sultan en poder nombraría a un regente en dado caso de que sus hijos fuesen menores. Kasim eligió a su mamá. La única persona a la que le podía confiar la vida de sus hijos.
En esos tres años habían sucedido muchas cosas, entre ellas el asesinato de Mihrünissa en manos de Kösem, la muerte de Mah en manos de Fatmagül, los dos embarazos de Fidan, el amor entre Afife Hatun y el Şehmmin Orhan, los dos embarazos de Fatmagül y Muazzez, el ascenso de Musa y los dos embarazos de Gevherhan Şehtan.
—Madre —le habló Murad, temeroso.
Su madre alzó la mano en señal de que guardara silencio. Kösem sentía como el nudo en su garganta podía asfixiarla, sin embargo, el tiempo ya la había hecho de piedra. La experiencia la hacía llorar en silencio.
—Manda a llamar al consejo del Diván —ordenó.
El príncipe la miró desconcertado pero no hizo objeción alguna por lo que hizo reverencia y después se fue.
—Fatmagül.
La Haseki regresó a ver a la emperatriz.
—No temas, protegeré a mis nietos.
—La seguiré por siempre, Sultana.
—No necesito tu lealtad, Fatmagül. Necesito tu fuerza para proteger a mis nietos.
—Daría mi vida por ellos.
—Eso espero.
Una Valide Sultan era aquella mujer con más poder en el imperio después del Sultan pero, Kösem no sólo era Valide Sultan, también era emperatriz.
Kösem Sultan se encontraba en el Diván, detrás de una pequeña reja, preparándose para hablar.
—El Sultan Kasim ha fallecido —repitió al igual que los habitantes del imperio. —Antes de morir le dijo al gran visir sobre una nueva ley —dijo dándole una señal a Ahmed para que pasara el escrito que Kasim había señado. El visir obedeció. —La nueva ley consiste en que el Sultan debe dejar a cargo a un regente en dado caso de que sus hijos sean menores... el Sultan Kasim me nombró como la regente de sus hijos y si yo llego a morir; alguien a quien yo decida debe tomar el poder. Mi decisión es que si yo llegase a morir,mi hija Ayşe Sultan o Hürrem Sultan tome el puesto.
Todos los presentes asintieron.
—Las próximas pruebas se harán en cuanto mi nieto menor, Murad, cumpla dieciséis años. ¿Alguna objeción?
Todos guardaron silencio.
—Mi regencia debe darse a conocer oficialmente hoy por la tarde. No permitiré que vean indefenso al imperio.
—Será como usted lo ordene —aseguró Ahmed.
—Bien, se anunciará en el segundo patio.
Las hermanas del fallecido Sultan se encontraban todas reunidas, perfectas para una reunión, cosa que Kösem no desabrocharía.
—Madre —le llamó Ayse.
—¿Sí?
—No tienes porque hacerte la fuerte.
—No lo soy, Ayşe. Soy tan frágil como una flor, cariño.
—No haz llorado.
—No, pero mi luto será eterno.
—¿Por qué?
Kösem suspiró.
—Me gustaría empezar a vestir con ropa negra, sin embargo, eso me haría ver como que amé más a Kasim que a tus otros hermanos así que mejor usaré negro la mayoría de las veces mas no siempre. Así podré guardar a gusto mi luto.
Ayşe asintió.
—Llama a tus hermanas. Necesitamos hablar.
Ayşe asintió, hizo reverencia y salió.
Haseki Sultan, la esposa legal de un Sultan. Ella tenía más posibilidades de convertirse en Valide. ¿Fatmagül podría lograrlo?
—¿Qué hará? —le preguntó Berna.
—Proteger a mis hijos —respondió sin dudar. —No me preocupan Burak o Ibrahim, me preocupan los ambiciosos que se quieran aprovechar de ellos.
—Usted estará a su lado, nada les pasará.
—Kösem es la guía de sus hijos y de sus nietos pero, yo seré la luz de ellos.
—El lema de Kösem con sus hijos es: amor, lealtad y poder ¿Cuál será el suyo, Sultana?
Fatmagül sonrió. Tenía uno bueno en mente.
Un escorpión es muy peligroso, tienes que cuidarte porque si te pica puede llegar a matarte.
—Las he mandado a llamar por la situación —le dijo Kösem a sus hijas.
—¿Qué tienes planeado, madre? —le preguntó Fatma.
—Proteger a mis nietos. Soy vieja, puede que un día muera, además, quien mató a su hermano puede que quiera hacerle algo a sus sobrinos.
—Creí que había muerto por causas naturales —dijo Hürrem.
—Su hermano murió a manos del imperio safávida. Uno de ellos lanzó una flecha con un poderoso veneno. Por suerte logramos atrapar al asesino.
—Entonces debemos hacer algo —dijo Atike.
—No podemos ir a la guerra, no hay un Sultan —les recordó.
—Debe haber algo —dijo Firuze.
—No la hay, Firuze. Sólo nos queda cuidar a los şehzade's.
—Creo que hablo por todas al decir que cuentas con nosotras —dijo Ayşe.
Todas asintieron.
—Incluso protegeremos a Ibrahim —dijo Hanzade.
Las Sultanas volvieron a asentir.
—Amor —dijo Kösem.
—Lealtad —habló Mahidevran.
—Y poder —dijeron en coro las demás Sultanas.
Las eras cambiaban y tal como una vez Kösem brilló, otra tomaría su brillo al igual como Ayşe peleó, alguien más pelearía la misma guerra. Todo por amor, lealtad y poder.
Las Sultanas Fatma y Turhan estaban frente a su abuela, esperando a que ella hablara.
—Mujeres, ustedes son las mayores por lo cual deben proteger a sus hermanos. Ya saben la verdadera razón de la muerte de su padre. Ahora tienen que sufrir para proteger a la familia. El lema con mis hijos es amor, lealtad y poder. Pocos saben el significado por lo que ahora les toca aprender, queridas.
—Protegeremos a nuestros hermanos, abuela. Incluso a Ibrahim —aseguró Turhan.
Kösem le sonrió, satisfecha.
—¿Cuál será su lema?
—Amor y sacrificio —respondió Fatma, refiriéndose al lema dado por Fatmagül.
No importa cuantos años tuvieses, la nostalgia siempre llegaba a ti.
Tenías que volar alto y aprender a controlarte para no caer. Eso le sucedió a Kösem, voló a tal punto que se convirtió en emperatriz y nunca olvidó sus orígenes.
—Mis amados nietos —dijo frente a ellos. —No tengan miedo, yo estaré con ustedes y mientras así sea, nada malo les pasará —aseguró. —No sólo seré su abuela, seré su guía cuando todo se vea perdido. Hoy, hoy cambiaremos la historia.
Los niños más grandes sonrieron.
—Andan, vayan —les ordenó señalando con la cabeza el balcón. Ellos empezaron a caminar mientras Kösem iba atrás de ellos.
Todos los Şehzades salieron y se formaron de izquierda a derecha de menor a mayor —los más pequeños siendo cargados por sus hermanos— para posteriormente ella quedar en medio de ellos. Cuando salió, todos los presentes les hicieron reverencia.
—¡Larga vida a Naib-i Saltanat Kösem Sultan! ¡Larga a los Şehzades! ¡Larga vida a Naib-i Saltanat Kösem Sultan! ¡Larga vida a los Şehzades! —gritaron los reunidos.
Kösem regresó su vista a su anillo de esmeralda, pensando en todo lo ocurrido a lo largo de sus años. Tendría que seguir siendo justa, pasase lo que pasase.
El amor era una de las cosas más bonitas de la vida, de eso no había duda, sin embargo, ¿qué tan lejos estabas dispuesto a llegar por ello?
Kösem descansaba en sus aposentos cuando de pronto unos golpes en la puerta se escucharon, la regente dio la orden de que pasaran. Entró Fatmagül quien le hizo reverencia cuando estaba frente a ella.
—Amor y sacrificio.
Kösem la miró confundida.
—Me enteré que fue el imperio safávida quien mató a Kasim.
Kosem asintió.
—¿Por qué no me avisó?
—¿Qué sentido tendría? No podemos hacer nada. No hay un Sultan.
—Pero sí una Sultana.
—¿Qué?
—Yo iré a la guerra contra ese imperio.
—¡Estas loca!
—No lo estoy. Yo vengaré a Kasim. Sólo necesito que Gevherhan Şehtan, Musa y sus şehzade's vayan conmigo.
—Fatmagül, basta. No permitiré eso.
—Debe hacerlo.
—¿¡Quién te crees para hablarme así!? —la regañó.
—Haseki Fatmagül Sultan —se atrevió a responder, un poco temerosa —Soy quien protegerá al futuro rey. No importa si ese rey no sea mi hijo, no permitiré que pisoteen al imperio.
—¡Basta!
—No, iré a la guerra.
Perder a un hijo era lo peor del mundo y más si podías salvarlo y no lo lograste, sin embargo, para un hermano era peor verlo morir frente a ti sabiendo que se sacrificó por ti. El Şehzade Murad sabía eso a la perfección pero, no le quedaba nada que hacer más que observar cómo caía una tormenta en el imperio. Lo único que él deseaba es que le cayese un rayo para así morir.
—¿¡Por qué no fui yo!? ¿¡Por qué!? —gritó mirando al cielo.
27 de octubre de 1658
Aunque uno trate de cambiar el rumbo de las cosas, no siempre es posible que suceda.
—¿¡Cómo demonios es que permitieron eso!? —le grité a los sirvientes que había dejado cuidando a Fatmagül. —¡Es la madre de la mayoría de los şehzade's! ¡Puede y sea la futura Valide! —los regañé. —¡Debería matarlos!
—Perdón, Sultana —se disculpó uno. —No podíamos hacer nada, de pronto entró el şehzade Murad con muchos hombres y se la llevaron no sin antes decir que partirían a la guerra.
—¿Y mis hijos?
—En sus aposentos, sólo el şehzade Murad fue con ellos.
—¿Cuántos estaban con ella?
—Unos cien.
—¡Carajo! —grité muy enojada. —¡Ve por todos mis hijos y nieto! —le ordené a la mano derecha de Fatmagül, Berna. Ella se quedó estática. —¡Ve o te decapito!
La joven hizo reverencia y salió, asustada.
—¡Largo! —le grité a los demás.
Ellos imitaron la acción de Berna.
Inhalaba y exhalaba tanto como podía pero era en vano. No podía controlarme con tanto enojo, juraría que moriría de un coraje. Fatmagül me había insistido tanto en ir a la guerra que llegó el punto donde amenazó con ir a como diera lugar por lo que la encerré en la jaula dorada, sin embargo, no contaba con que ya había hecho un plan. No podía dejar que ella fuera, si algo le pasaba iba a dejar huérfanos a sus hijos y podían ser blanco fácil de los enemigos. En ese momento ya no quedaba nada qué hacer. Sabía que podía hacer una búsqueda pero al encontrarlos ¿Qué haría? Personas importantes como Kemankeş estaban de lado de Fatmagül.
Unos golpes en la puerta se escucharon dándome a entender que ya habían llegado los varones.
—¡Adelante! —grité aún enojada.
Los hombres caminaron con miedo hacia mi, hicieron reverencia y posteriormente me miraron.
—Irán a la guerra.
—¿Qué? —preguntó Selim.
—Fatmagül y su hermano Murad han partido a la guerra con el imperio safávida. No permitiré que mueran a lo tonto. Desde ahora doy la orden para que los acompañen, incluso irá Gevherhan Şehtan, los jenízaros y todo aquel que quiera vengar al Sultan Kasim. Ya se puede saber que murió a manos de uno de ellos.
—¿Estas segura? —me preguntó Ibrahim, asustado.
—Si no quieres ir, no vayas.
—Iré —susurró con temor. —Me dirán cobarde si no lo hago.
—Bien, para los demás es obligatorio asistir.
—No hay problema —dijo Mejmed. —¿Cuándo partiremos?
—Busquen a su hermano y nuera. Cuando los encuentren pónganse de acuerdo con ellos. En mi parecer estaría bien partir cuanto antes, así el invierno no los alcanzará.
—De acuerdo —asintió, Selim.
7 de noviembre de 1658
Hoy era el día de la guerra y mi mirada estaba completamente fija en el libro que me había entregado el viajero de nombre Murad. No sabía que sería de la guerra y quién me podía decir —Murad— ya estaba muerto. No quedaba de otra más que leer. No quería, sabía que sufriría pero no importaba. Estaba desesperada. Por suerte Mihrimah estaba ocupada en el harem y no podía detenerme.
Abrí el libro y sonreí al aún ver la imagen de la pintura que tenía con Ahmed. Pasé la página y observé el índice. Lo chequé con cuidado y decía que en la página 101 estaba "La guerra contra el imperio safávida". Pasé las hojas y llegué a donde quería.
Empecé a leer no sin antes dar un gran suspiro.
"El imperio otomano ha tenido varias guerras contra grandes imperios pero, la más recordada es contra el imperio safávida debido a que por primera y única vez una Sultana dirigió las trompas otomanas.
Todo inició con la muerte del entonces Sultan Kasim, muerto a manos de un safávida. Por esa razón su Haseki, Dilaşub —quien en un principio su nombre fue Fatmagül— partió a dicha guerra junto a varios aliados como Murad Paşa, Kemankeş Paşa y el şehzade Murad para vengar al Sultan. Bien se sabe que en un principio Kösem Sultan no estuvo de acuerdo, sin embargo, tuvo que aceptar entrar en guerra para no perder a sus aliados. La batalla comenzó el 7 de noviembre de 1658 y terminando el 26 de noviembre del mismo año, dando como vencedor al imperio otomano, esto después de haber perdido a muchos soldados y ganancias. Para suerte del imperio sólo fue una decaída de tres años, todo gracias al buen manejo del visir, la regente y los şehzade's, hermanos del Sultan".
Al terminar de leer volvió a suspirar. El imperio estaba a salvo. Sólo quedaba esperar al que tiempo llegase. Nada podía ir mal. Nada.
Yo soy Kösem, la estrella guía del imperio que estaba por llegar a su fin.
Hace años prometí proteger el imperio y eso haría hasta mi último aliento. Mi destino fue sellado desde el momento en que nací por mi, de eso no hay duda. Nací para gobernar un imperio que estaba destinado a la ruina y ahora todo había cambiado.
Mis últimos días estaban por llegar pero, no me puedo ir sin haber dejado en el trono a un buen Sultan.
Soy Kösem, el verdugo de los traidores y el ángel de los fieles.
De donde vengo una mujer aún sigue peleando por sus derechos, yo pelearé para que en el futuro más sangre de mujeres no sea derramada.
Nací en Argentina, me crié en México y aún así aprendí a amar al imperio otomano. Sé que ese imperio ha hecho mucho daño arrebatando de sus familias a muchas personas pero, eso llegaría a su fin.
Soy Kösem, la estrella del imperio.
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BÚSQUEDAS DE MAHPEYKER KÖSEM SULTAN.
Fue consorte del sultán Ahmed I y madre de la mayoría de los hijos del Sultan. Se convirtió en regente de todos sus hijos y nieto. Posteriormente fue Valide de su hijo Kasim I quien le dio el título de emperatriz imperial. Años más tarde volvió a ser regente de sus nietos y luego Valide de Murad IV
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¡Hola!
Esta obra ya llegó a su fase final.
No narré sobre la muerte de Kasim o la guerra por ciertos motivos que luego sabrán.
Espero les haya agradado el capítulo.
¡Feliz navidad atrasado!
¡Nos leemos!
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