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Tehlike/Peligro

5 de enero de 1645

Un nuevo año llegaba al igual que una nueva guerra se avecinaba. Kasim y sus hermanos se alistaban para la guerra contra Mahmud mientras que el segundo hijo de Kösem creaba grandes planes para atacar sin importarle a quién dañase.

—Sultanas —dijo Fatmagül haciéndole reverencia a Fatma y Turhan, hijas de Hümaşah.

—¡Fatmagül! —la saludaron, sonriendo.

—Sultanas, ¿les puedo hacer una pregunta?

Las niñas asintieron, Fatmagül se hincó hasta quedar a la altura de Turhan.

—¿Ustedes me quieren? —preguntó con temor.

—¡Sí! —gritó la pequeña Turhan.

—Claro —respondió Fatma con algo de pena.

—¿Más que a Mihrünissa? —volvió a preguntar con temor.

Turhan asintió con una sonrisa.

—Más que a ella —respondió Fatma.

—Eres mi segunda mamá —le dijo Turhan, sonriendo.

Fatmagül les sonrió queriendo contener sus lágrimas, se sentía tan sola en ese palacio que un poco de cariño la hacía sentir bien. Quería mucho a las niñas y a Burak y no quería perderlos.

—Las quiero mucho —dijo abrazándolas.

Las niñas correspondieron a su abrazo entre risas.

—Nosotras a ti, Alexandra —le dijo Fatma.

Las niñas y la mujer deshicieron su abrazo.

—Espero y siempre me quieran —confesó la mujer.

—Nosotras esperamos que siempre estés a nuestro lado —confesó Fatma.

Al fin encontraba amor en una persona.
Su vida poco a poco cobraba sentido.








—Şehzade —dijo Nur haciéndole reverencia a Murad.

—Mi luz —le sonrió el príncipe a su futura esposa. —¿Cómo amaneciste hoy?

Nur sonrió.

—Excelente —respondió con felicidad.

—Sé que te impacienta saber cuándo nos casáremos pero, tienes que esperar un poco más.

—Podríamos hacerlo cuando el Sultan gane la guerra —sugirió Nur.

—También tenía planeado eso.

—Entonces que así sea.

Murad asintió, feliz.

—¿Ya te contó Fatmagül de su condición?

—Fui la primera en enterarse —respondió con una sonrisa. —Luego siguió Mehmed.

—¿Fui el último?

—Temo que sí.

Ambos sonrieron.

—Tarde o temprano se notará, no sé porque lo oculta.

—¿En verdad no sabes o estás mintiendo?

—En verdad no sé —respondió con sinceridad. —¿Tú sabes?

—El Sultan trata de menos a Fatmagül ¿Qué sentido tendría decirle?

Murad asintió, dándole la razón.

—Lo bueno de Fatmagül es que se quiere. Desde que Kasim le gritó frente a las criadas por haber empujado por accidente a Esmahan, ella ha dejado de ser detallista con él.

—¿Detallista?

—Sí, antes le regalaba cosas pero, ya no.

—¿Cuándo empujó a Esmahan?

—Me parece que fue hace una luna llena.

—Ya comprendo.

—¿Y Ayşe? —preguntó cambiando de tema.

—Con mis hijos. La mandaré al viejo palacio en cuanto nos casemos.

—¿Con sus hijos?

—No, tú te harás cargo de ellos.

Nur sonrió forzadamente. No sabía si podía hacer eso, ella no era Fatmagül. No se sentía tan capaz.








—¿En qué piensas, Ana? —le preguntó su prima Mihrimah.

—En el futuro —dijo mirándola. —Recuerdo que el viajero de nombre Murad me comentó que la guerra contra Hungría era necesaria para la historia. Ahora todo cobra sentido.

—Que el futuro no te afecte.

—¿Cómo me dices eso? Süleyman y mis nietos murieron por mi culpa. Si yo no le hubiera insistido a Ahmed de cambiar la ley...

—Todos tus hijos estarían muertos —la interrumpió. —Ibrahim gobernaría y tú morirías cruelmente. Cambiaste la historia para bien. Süleyman no está pero tus demás hijos sí. Ahmed no sólo te confió al imperio si no a sus hijos. Haz hecho todo lo posible para que el imperio no se vaya a la borda, quiérete un poco ¿Sí?

Anastasia asintió con tristeza. No sólo extrañaba a sus hijos o nietos, también extrañaba a su amado Ahmed. Quería verlo una última vez, sólo anhelaba eso.










—¡Ah! —gritó Fatmagül brincando de felicidad.

—¡Se te va a salir el bebé! —bromeó el príncipe.

—¿En verdad? —le preguntó a Mehmed sin creerle.

—Digo la verdad. Escuché a Defne hablar con su dama sobre hacerme sufrir y luego decirme que me perdonó así que entré y la besé.

—¿Se resistió?

—Sí pero luego me siguió besando hasta que empezamos a hablar sobre nuestros problemas y todo se arregló.

—Me alegra mucho —le confesó, sonriendo. —Cuando dos personas son felicites hay un tercero sufriendo.

—¿Quién?

—¡Yo! Ahora le debo unas galletas al şehzade Murad.

—Te dije que no apostaras.

—En el momento fue divertido.

Mehmed rió.

—¿Cómo va mi primo? ¿No te provoca náuseas?

—No muchas.

—¿Qué crees que sea, un varón?

—Algo me dice que tendré una Sultana.

—¿Por qué?

—Siento que ya le di lo necesario al imperio y una Sultana haría que ya no fuera a los aposentos del Sultan.

—¿Aún quieres a Kasim?

—No lo sé, el amor se acaba con dificultad.

—Se termina cuando te cansas de luchar por la causa.











—Sultan —dijo Fatmagül haciendo reverencia.

—Fatmagül —dijo Kasim con seriedad. —Quiero que hoy te quedes en mis aposentos.

La mujer se tensó, ya no lo quería cerca y él le hacía eso.

Le encantaba hacerla sufrir. Pensó.

—Tengo que cuidar al şehzade Burak y Cihangir y también a Gülşah Sultan.

—Las criadas pueden hacerse cargo.

—No sería lo mismo.

Kasim se acercó más a ella y le tocó su mejilla haciendo que el corazón de la joven empezara a palpitar a un ritmo muy rápido.

—¿Por qué no me dijiste qué estás esperando un hijo mío? —le preguntó.

La Sultana intentó retroceder pero, el Sultan la tomó de la cintura acercándola más a él.

—Responde.

—Me enteré una semana después del festejo de Mihrünissa Hatun, usted estaba muy feliz y no le quería quitar esa felicidad.

—Siempre amaré a mis hijos, Alexandra.

Fatmagül lo miró sorprendida, él nunca la había llamado así. Ni siquiera recordaba habérselo dicho.

—Amo a nuestro hijo del mismo modo que amo a los demás.

La mujer asintió sin creerle.

—A la próxima no hagas eso.

—¿Próxima? —preguntó en burla, sin embargo, ella creyó haberlo pensado y no decirlo.

—Sí, próxima —repitió.

—Daré a luz a una Sultana, no habrá próxima.

—De eso me encargo yo.



















10 de enero de 1645

Kasim junto a sus hermanos partían a la guerra. Una guerra en la que podrían nunca más regresar.

—Murad —llamó el Sultan a su hermano mayor.

—¿Sí, Sultan?

—Lo he pensado mucho y quiero pedirte algo.

—Lo que desee.

—Quiero que te quedes en el palacio.

—¿A caso le soy inútil, Sultan?

—No es eso —respondió con rapidez. —Tú eres en la única persona en la que en verdad puedo confiar. Quiero que te quedes en el palacio para cuidar a nuestra familia. Sé que Mahmud intentará atentar contra el palacio y tú lo puedes defender solo. Por esa razón te necesito aquí.

Murad asintió.

—Los cuidaré más que a nada.

Kasim le sonrió.

—Cuida de Fatmagül, Mihrünissa y Esmahan. Ellas están esperando un hijo mío.

—¿Cómo sabe lo de Fatmagül?

—Ella me lo contó —respondió. —Entonces ¿Sí podré confiar en ti?

—Para toda la vida, hermano.









—¿¡Por qué lo hiciste!? —le gritó con enojo Cihan a Hafsa.

—No creí que sería malo.

—¡Firmaste mi sentencia de muerte!

—¿Qué? —preguntó la Sultana, confundida.

—Hice un trato con una Sultana. Yo la ayudaría con sus planes a cambio de que nadie supiera algo muy malo que hice.

—No te entiendo.

—Hace mucho tiempo maté por poder a un jenízaro junto a su hijo. De alguna forma esa Sultana se enteró de lo que hice y me amenazó con contarle a todos sobre mi pecado pero, si la ayudaba no diría nada. Lo malo de todo eso es que el jenízaro era muy cercano a mi tía Kösem Sultan.

—¿Por qué no le dijiste a la Valide Sultan qué te amenazaron? Ella te perdonaría.

—No le temo a ella si no a su hija.

—¿Qué hija?

—Fatma Sultan. Al jenízaro que maté era amante de la Sultana y el niño era fruto de su pecado.

—¿Fue Damat Agha Mustafa Pasha?

Cihan asintió.

—¿Quién es esa Sultana?

—La más peor de todas.








En lo que Cihan no se equivocó fue en su muerte pero, no contó con llevarse vidas inocentes de por medio. Ya era casi de noche mientras esa Sultana seguía viajando para ir a Topkapı y hacer de las suyas.

Estaba por llegar la que en verdad es la reyna en ese juego de ajedrez, aquella que protege al rey.











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BÚSQUEDAS DE MAHPEYKER KÖSEM SULTAN.
Fue consorte del sultán Ahmed I y madre de la mayoría de los hijos del Sultan. Fue regente de todos sus hijos y nieto. Posteriormente fue Valide de sus hijos Kasim I y Mahmud I y de sus nietos Kerim I y Mehmed IV.
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¡Hola!

¿Quién creen que sea esa Sultana?

A decir verdad ellas son más sospechosas.

Pero las que tendrían más motivos son ellas.

Aún así puede tratarse de alguna Sultana de sangre.

¡Inicien sus apuestas!

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