Soy un peón más en el juego de mi mente.

Ella me dice a que temerle y a qué agradecerle, ella guía mi mano al son de mi llanto y el estruendo ocasionado en torno a mis reclamos surge a través de las mareas... aquel que roba mi aliento con el cantar de las sirenas.

Me atormentan los gritos agudos de aquellas doncellas, pero tal vez solo sea porque me recuerdan a los míos.

Se están ahogando y piden ayuda, pero todos les tienen miedo... tanto miedo como el que yo le tengo a mis pensamientos, sin embargo eso es normal ¿No? El temer... tal vez solo deba hacerme una con las sirenas y estruendos, dejando así que el llanto fluya cual marea serena en sintonía perfecta.