Capítulo 19
No sabía que Alan era del equipo que estaba arrasando: Phoenix. Hasta ahora eran los mejores del torneo y eso que apenas llevábamos dos encuentros, pero en el primero tuvieron una victoria aplastante, dándoles una gran reputación. Pero para mi sorpresa, Alan y su equipo perdieron el segundo encuentro. Era obvio para cualquiera que Alan no estaba en condiciones de jugar, sin embargo fue mejor eso a que faltara y corrieran con el riesgo de ser descalificados.
Eliminaron algunos equipos durante el segundo encuentro, pero como el equipo de Alan acumuló muchos puntos durante el primero, se salvó de la eliminación. Y aunque les fue mal, fue un alivio para todos que apareciera. Incluso para mí. Pero ya no sabía si había sido bueno que viniera, o debí aprovechar la oportunidad y hacer que lo descalificaran. A él no le habría faltado esa victoria de todos modos, mientras que para mí significaría todo. Pero en vez de eso hice que viniera.
Cuando acabó todo, se fue sin mirar a nadie.
—Hola Alan, ¿no dijiste que te esperara? ¿Qué fue lo que pasó?
No, eso no sonó bien.
—Alan, siento mucho lo que pasó con tu madre y... ¿Que cómo me enteré? Es cierto, se supone que no sé nada. ¿O se supone que ya lo sepa?
Me detengo frente al espejo. Me he pasado una hora entera preguntándome cómo debería ir a hablar con él. Incluso hice un pastel para animarlo, pero luego me sentí estúpida. ¿Hacerle un pastel? ¿Acaso soy idiota? Eso solo va a abrir la herida. Pero no ha salido de su apartamento en una semana.
¿Estará muerto?
—¿Al menos puedes abrirme la puerta? —pregunto, hablándole a mi reflejo—. Estoy enloqueciendo.
Solo déjalo solo, me repito de nuevo. Pero es que no puedo evitarlo, incluso Daniel y Juan David vinieron a visitarlo y no les abrió la puerta. ¿Y el funeral? ¿Cuándo fue al funeral? ¿No me di cuenta de cuando fue? Es posible. Pero ni siquiera sé por qué me preocupo tanto, se supone que iba a alejarme de él. Tal vez es por lo poco que pude conocerlo. O porque no me gusta la idea de que se sienta mal. Bueno, es normal, cuando Lore o alguno de mis amigos está triste, yo me siento triste también.
¿Es posible que considere a Alan como mi amigo?
O a lo mejor no debería ir. Sí, mejor me sentaré a ver televisión, pero cuando mi trasero toca el sofá me pongo de pie de nuevo. No, no puedo. Al menos debería decirle algo. ¿Tal vez me afecta porque estaba indirectamente involucrada en el chisme? ¿Pero qué le voy a decir? ¿Mi mas sentido pésame?
Sí, eso suena bien.
Con impulso logro salir del apartamento y acercarme a la puerta de al lado. Pego mi oreja a la superficie de madera y me concentro en escuchar algo, como si mis oídos fueran mis ojos. No se oye nada.
Decido tocar.
—¿Alan? ¿Estás ahí?
Pongo mis manos sobre la puerta, pero para mi sorpresa cede un poco. Estaba ajustada, no cerrada. No entiendo nada. ¿Pero qué debería hacer? ¿Entrar? ¿Por qué siempre que entro a su apartamento es para entrar a escondidas? Pero ya no puedo irme. Ya llegué muy lejos, no voy a echarme para atrás. Claro, si llegar hasta su puerta se le puede considerar llegar lejos.
Por fin la abro. La sala está oscura, las cortinas están abajo. Esto comienza a volverse escalofriante. Con cada paso que doy dentro me siento mas insegura. ¿Donde puede estar?
Mi pie choca con algo.
¡No puede ser! ¡Está desmayado!
Me llevo las manos a la boca, paralizada. Está ahí tirado en el suelo, boca arriba y con los ojos cerrados. ¿Pero por qué está así? ¿Qué debería hacer? Es muy grande para que yo pueda cargarlo.
Me agacho y le pongo una mano en la frente. No parece tener fiebre o algo por el estilo. Pero al sentir mi tacto sus ojos se abren lentamente. Me echo para atrás, ¿qué rayos estoy haciendo? No debería tomarme tantas confianzas. ¿Por qué no me quedé en mi apartamento?
Pero se ve muy triste. Tengo que decirle algo.
—Ya me enteré—murmuro, apenada—. Lo siento mucho, Alan.
Sus ojos se llenan de lágrimas. Me duele verlo tan triste, no sé que debería hacer. Creo que le va a tomar un tiempo asimilarlo. ¿Pero por qué está tirado en el suelo con las cortinas abajo? Tal vez debería tratar de distraerlo con algo, no es bueno que le pregunte sobre el tema.
—Ven, vamos a mi apartamento—lo jalo del brazo—. Veamos una película.
Agacha la mirada con tristeza.
—Vamos—lo jalo del brazo. Tarda un poco, pero se sienta. Suspiro—. Puedes escogerla.
—No tienes que sentir lástima por mí—murmura, agachando la mirada.
—Si me da lástima, pero eso no es malo. Me preocupas—¿qué acabo de decir?—. Necesitas salir de este ambiente tan lúgubre. Vamos, haré palomitas.
—Gracias —trata de sonreír—. Pero no tienes que preocuparte por mí. Voy a estar bien. Es solo la etapa de duelo, pasará.
—Claro—bufo, buscando un pañuelo en mi bolsillo. Se lo tiro a la cara—. Pero entre mas rápido, mejor será. Si no quieres hablar de ello está bien, pero al menos déjame ayudarte a distraerte, ¿si?
—No va a funcionar—murmura, limpiándose las lágrimas con el pañuelo.
—Sí va a funcionar. Es mejor que quedarte aquí solo.
Se ve tan triste y vulnerable que me rompe el corazón. Lo jalo de nuevo y se pone de pie. Puede que en el fondo no quiera estar solo.
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