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Uno: La asesina

Sus pasos resonaban en los pasillos del castillo, la bolsa en su mano pesaba, y no hablemos del olor nauseabundo que salía de allí; los guardias le dieron espacio al sentir el olor de la bolsa o de ella (ya no sabía quién olía peor) y las puertas fueron abiertas dejando ver al rey en su trono y a algunos allegados.

Uso esa máscara de frialdad que aprendió a manipularla muy bien ante el rey, camino en medio de las personas presentes sin fijarse en quienes eran, a unos metros del trono, frenó e hizo una reverencia.

—Su orden fue acatada, mi señor— no levantó la cabeza para enfrentarlo, no tenía el valor para hacerlo desde que Seokjin la trajo como su campeona en busca de un asesino para el rey— Kelh, está muerto.

—Supongo que tienes la prueba allí, asesina— el rey la miró con esos ojos negros tan fríos, hizo un ademán con su mano— levántate y muéstrame que has cumplido tu deber.

Irguió su cuerpo obediente al monarca quien se divertía con la situación, Hazel escondió su miedo en lo más profundo y miró esos ojos negros tan llenos de malicia, por un instante, esos ojos fueron verdes brillantes; se preguntó si solo ella había notado el cambio, o hubo alguien más. Del interior de la bolsa extrajo la cabeza maloliente dejando ver a todos la prueba de su tarea cumplida, extendió también el anillo de sellar del hombre a quién había matado para que Kasen, el rey, se sintiera satisfecho.

A la par del rey unos ojos curiosos y pasados presenciaban cada detalle de lo que sucedía en la sala del trono, el príncipe heredero Seokjin aún no se acostumbraba a ver a Hazel de esa forma, había facetas de ella que era privilegiado de conocer que no contrastaban con lo de ser una asesina, pero está Hazel ante el trono, no era su favorita.

Aun así, Seokjin seguía amando con todo su corazón a Hazel, haría cualquier cosa por ella.

—Has salvado tu cabeza una vez más, asesina. Llévate esa porquería lejos de aquí— su mano se agitó desdeñosamente, tomó un poco de su vino y continuó— tu pago ya está en sus aposentos, espera nuevas órdenes.

Hazel reverenció una vez más antes de salir de esa sala tan tenebrosa, sus pulmones por fin soltaron todo el oxígeno acumulado, salió del enorme castillo a las afueras de la ciudad con la bolsa en mano hasta donde el río Acoris fluía con ímpetu; la cabeza flotó en las aguas perdiéndose de a momentos, la asesina se quedó allí hasta que solo vio un pequeño punto dónde el río se perdía.


La noche caía cuando Hazel caminaba de regreso a sus aposentos, necesitaba descansar después de días en vela, en parte era bueno estar en Aytigin, por otra era mala, existía gente que ella no quería ver, lamentablemente en ese momento su deseo no le fue concedido. Seokjin la esperaba de brazos cruzados en la puerta, el corazón se le encogió y tembló un poco al estar frente a él.

—Realmente es refrescante ver qué estás viva y sana, por sobre todo— odiaba esa sonrisa, lo odiaba a él, su maldita actitud de: “aquí no pasó nada”, por sobre todo— ¿Cenamos algo Hazel?

—Hace días que no duermo como corresponde, además fui muy clara con el hecho de estas visitas esporádicas— respondió tanjante, pasó por el lado de él entrando a su cuarto, sabía que Seokjin no se rendiría tan fácil, por lo que no dijo nada cuándo él la siguió— ¿Puedes dejarme que me dé una ducha?

—No es algo que no te haya visto hacer, hazlo tranquilo— El príncipe reposó en una de las sillas mullidas, dando clara muestra que no se iría tan rápido.

—Harás lo que quieras de todos modos— murmuró Hazel yendo hacia el baño.

Frida, su dama de compañía le ayudó con el baño, fue rápida y concisa, Hazel maldecía a Seokjin por quitarle tranquilidad a algo que ella disfrutaba, necesitaba librarse de esta noche de él, y de su otro amigo. Por suerte aún no lo había visto, Frida la ayudó a secar su piel, la vistió con un camisón de suave seda acompañada por una abrigada bata.
Ocultando su molestia se acercó al fuego, ignoró a la visita y luego al toque de la puerta, no hacía falta recurrir a la adivinación para saber que era su otro amigo no grato que llegaba.

—Perdón por no verte antes, estaba muy ocupado con algunos rebeldes— se excusó a modo de saludo Namjoon, el capitán de la guardia real— es bueno verte bien.

—¿Lo dices de verdad o es por compromiso?— no pudo, Hazel no pudo retener su lengua, ambos chicos habían escocido la herida, ahora debían aguantar el ardor— les pedí por favor que me dieran mi espacio, no veo que lo están haciendo.

—Hazel…

—No Namjoon, aún me duele ¿Entienden? Me duele demasiado— confesó al borde del llanto, la rabia comenzaba a abarrotarse en su interior con los recuerdos— quiero que salgan de mi cuarto.

—Prometiste que eso no se interpondría en nosotros, te estás alejando cada vez más— replicó Namjoon con dolor, Hazel negó, el capitán de la guardia suspiró y se giró al príncipe— vamos Seokjin, no sirve de nada estar aquí.

—No puedo perdonarme lo que hice —dijo Seokjin a modo de despedida, el cargo de conciencia lo atormentaba día y noche por decisiones pasadas, más al ver ese rostro de furia y rencor, tomó la mano de Hazel entre las suyas y depositó un beso en ella— dulces sueños, pequeña.

Ambos jóvenes dejaron los aposentos con rapidez.

Si tan solo hubieran hablado la verdad con anticipación las cosas no estarían así en esos momentos, Seokjin se derrumbó en cuánto llegó a su recámara, necesitaba que todo volviera a ser como antes, necesitaba volver a ver a Hazel sonreír, la necesitaba a ella, por qué la amaba.

—Nos odia, Namjoon— murmuró al borde del horror, frotó sus ojos asfixiando las lágrimas— si tan solo hubiéramos hablado con la verdad, esto no hubiera pasado.

—No podemos quitar lo que hicimos, si fue así en el pasado, en el presente o futuro sería igual, debes dejar que sane— Namjoon acurrucó en sus brazos al príncipe, era mejor ocultando sus sentimientos— volveremos a ser tan unidos como antes, por ahora solo hay que dejar que el tiempo cure todo.

Seokjin asintió, el silencio que prosiguió después no hizo más que acrecentar su cargo de conciencia. Un año antes él estaba compartiendo sus noches con Hazel, fue el primero en caer en sus encantos luego de Namjoon, ¿Quién no podía caer ante una mujer implacable y a la vez dulce? Apenas tenía unos quince años cuando la trajo al palacio, Hazel confiaba ciegamente en él y en Namjoon, quién le había enseñado el arte de amar en la cama.

Pero todo se esfumó como la llama de una vela que es soplada, Namjoon y Seokjin habían escondido un romance desde mucho tiempo, eran demasiado cuidadosos, o tal vez no tanto. Un día Hazel los encontró a ambos en la cama, eso lo cambio todo, no hubo manera de mejorar su rostro sombrío desde aquella vez.

No le dolía que ellos fueran pareja, a Hazel le dolía el hecho de que ellos jamás tuvieran la confianza de decirles la verdad, eran sus mejores amigos, su familia, no les habló por largos meses hasta que ellos decidieron contarle todo; no obstante, ella se mantuvo al margen con ellos.

La luz de la luna que cruzaba su ventanal la despertó, cayó en cuenta que su ropa y por sobre todo sus manos estaban húmedas, se sentó sobre el mullido colchón cuando notó al fin la sangre, sus manos, su camisón y las personas a su lado, estaban cubiertas de rojo.

Despertó ante el sueño tan real, revisó que no tuviera sangre en ningún lado, su respiración volvió a bajar a una velocidad normal; estaba viva, sana. Se acercó al gran ventanal.
El recuerdo de esa fatídica noche la mantuvo en el pasado, sus padres fallecidos, en especial recordar a sus hermanas, jamás supo de ellas. Elevó una plegaria por ellas, dónde fuera que estén, esperaba que estuvieran tan bien como ella, sobreviviendo.

Aún quedaban unas horas para el alba, volvió a meterse en la cama para dormir un poco más. Está vez el sueño era bueno, estaba en el jardín jugando con sus hermanas ante la vista de sus padres, aromas a Jazmín, lavanda y rosas la acompañaron durante esas horas.

Una figura detrás del ventanal sonreía, había llegado el momento después de años esperando. Killa estaba orgullosa de la mujer en ese cuarto.

—Tanto tiempo, hija— el viento del norte le dio un beso suave en la mejilla a la muchacha mientras la diosa veló esa noche por sus horas de descanso.

Killa: Diosa de la luna en la mitología inca, se la consideraba la protectora de la tierra, se la asociaba con la agricultura, la fertilidad y el ciclo lunar.

Nesblack ⚔️

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