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Tres: La princesa fae

El pais de las hadas era más próspera que el resto de las demás ciudades, Evander sufrió cada golpe por no querer doblegarse ante Kasen. Allí aún la magia existía, un poco débil, pero sobreviviente allí.
Algunos habitantes de la ciudad habían vendido su honor por riqueza, no les importó sus increíbles dones, ni la gloria de sus antepasados.  Muy distinto a ellos, otros luchaban día a día por mantener su legado y honor; la familia Hayes era una de ellas, de linaje real con años de antigüedad habían resistido cada golpe devastador, a pesar de su inmortalidad luchaban cada minuto por mantener lo poco que quedaba de Evander y sus tradiciones.
Con eso había crecido Arian Hayes: con valentía y honor. A pesar de apenas llegar a la adultez, la inmortalidad podía notarse en ella, mostrándola distinta a las demás, un poco más joven, quizá.

Desde que su primer sangrado había llegado, su padre y príncipe de Evander supervisó a Arian para entrenarla en sus futuras labores de princesa, algo que a ella realmente le complacía. No soñaba tanto con el poder que iba a tener en su mano, más bien pensaba en como iba a usar su autoridad para ayudar.

Cada mañana despertaba antes del alba para llevar a cabo su entrenamiento, repasaba su agenda del día para luego unirse a su primo por los compromisos que le acaecían. Esa mañana, como todas, debía ser el despertador de su mayor, un ser inmortal que para su gusto estaba demasiado malacostumbrado con ello.

—Hoseok despierta, Hoseok— había momentos como estos en el que Arian se arrepentía de nombrarlo su mano derecha, tuvo una mejor opción pero ella le había dado la oportunidad a él, ahora debía ejercer suma paciencia ¿O no?— ¡Hoseok despierta ya!

El macho hada apenas se removió en su catre, con la tolerancia al límite Arian recorrió el pasillo hasta el comedor, aunque era de la realeza, su padre exigía que ella debía pasar tiempo con aquellas hadas mestizas y puras para conocer de primera mano cada necesidad. Aquellas hadas habían llegado por refugio años atrás o fueron encontradas tal como ella en su niñez, en agradecimiento por el alimento, abrigo y hogar trabajaban en el castillo, Arian compartía el desayuno con ellos todos los días. Su primo llegó media hora después listo para enfrentar el día pesado que esperaba, los primeros quince minutos fueron silenciosos, hasta que su prima repasó lo que debían hacer ese día.

—Debemos ir a Ermis, visitar al gobernador y ver qué ha hecho durante este tiempo— explicó sin dejar de degustar ese trozo de pan con chicharrón que le daría las calorías necesarias para el viaje largo que iban a recorrer— padre está algo insistente con eso, creo que hay problemas.

Últimamente, las quejas no frenaban respecto al gobernador que regía por el momento, el príncipe había expresado la orden que Arian resolviera el asunto de la manera más satisfactoria para todos.

—Me encargaré de que Isabel prepare nuestras provisiones— Hoseok lanzó una mirada sugerente que Arian respondió con cara de pocos amigos— prometo no demorarme.

—Quince minutos, además… Jimin llegó anoche de su viaje, no querrás un mal primero encuentro con él, así que compórtate.

Hoseok rechistó por lo bajo trayendo a su memoria quien fue su maestro y su primo de parte paterna, el macho inmortal era alguien arrogante, típico de alguien que había vivido tres siglos y tenía mucho más por delante. En los recuerdos de Hoseok era alguien que le hizo sangrar la nariz más de una vez en cada entrenamiento, así como varios huesos rotos.

—Gracias por alegrar mi día, querida prima— dijo sarcástico bebiendo su último sorbo de leche— me pregunto ¿Por qué debemos sopor…?

—También es un placer volver a verte Hoseok— el guerrero estaba detrás de el cruzado de brazos, Hoseok ni siquiera tuvo el valor de mirarle a la cara o enfrentarlo— el sentimiento es mutuo, no te preocupes, pero estoy dispuesto a tolerarte.

—Es un placer Jimin, tan gentil como siempre — el segundo al mando de Arian se puso de pie con el ínfimo valor de confrontar a su mayor.

—Ya basta los dos, dejen sus estupideces— Arian dejó tomó su bandeja de desayuno y miró a ambos con reproche— apresúrense no tengo todo el día.

Dejó a ambos machos para prepararse, fue primero a las perreras donde su lobo negro: Fantasma, la esperaba con notable ansiedad. Le dio una leve caricia para luego indicarle que la siguiera a las cabellerizas, su yegua estaba lista junto a los potros de Jimin y Hoseok.
Atravesaron el espeso bosque alrededor de las diez de la mañana, hacía algo de frío a pesar del clima primaveral que siempre regía en Evander, el cielo azul permanecía inmóvil. Siguiendo su instinto miró a ambos lados agudizando su oído a ruidos externos, a cualquier peligro que pudiera suceder.

—Vigila el perímetro kilómetros más adelante Hoseok— le ordenó.

Haciendo uso de su habilidad de cambiaformas Hoseok abandonó su cuerpo de hada dejando ver a un águila real que surcaba los cielos con rapidez, minutos después descendió otra vez tomando su forma habitual.

—Todo despejado, Arian— avisó.

Con más tranquilidad terminaron de recorrer los kilómetros faltantes, encontrándose con Ermis envuelta en jardines enormes, niños jugando en sus calles y vendedores ofreciendo sus productos a cualquier cliente interesado, así cómo también las jóvenes que atraían a toda clase de hombre a La Casa de las Flores.

Si lo ponías en una balanza, todo estaba en equilibrio.

La casa del gobernador se encontraba vacía, la servidumbre murmuraba nerviosa ante la visita de la princesa tratando de ocultar a su amo. Arian esperó pacientemente media hora que el señor apareciera, Jimin vigilaba la puerta mientras Hoseok todo el exterior del hogar.
Cansada de esperar caminó por las calles hasta que el aroma del hombre la llevó al burdel, seguida por sus primos cruzó la calle adentrándose en el lugar, una ataviada Madam Marion la recibió con reverencias y palabras de respetos exageradas.

—El gobernador…— la Madam balbuceó dejando que desear, lo que empeoró conforme pudo escucharse un grito de súplica desde la parte alta— princesa, el gobernador está algo ocupado.

Arian no la escuchó cuando escuchó de nuevo el grito, está vez desgarrador. Subió ágilmente las escaleras abriendo puertas por puerta, su cuerpo se estremeció al oír otro sollozó y con desesperación pateó la última puerta que faltaba. Su rabia le nubló el juicio cuando vio a la pequeña adolescente siendo apresada por el cuerpo del hombre mayor, ambos desnudos con la diferencia que la joven tenía marcas violáceas de clara violencia en su cuerpo y sus ojos llorosos daban entender el claro acto horrendo en la que estaba siendo obligada a participar.

A zancadas llegó hasta al gobernador para sacarlo de un empujón, se quitó el abrigo que llevaba para cubrir a la niña. El hombre saliendo de su trance se abalanzó sobre Arian errando su cometido, la princesa vociferó la orden de que la niña fuera protegida.

—¿Quién te crees perra? ¿No sabes quién soy?— tambaleando el gobernador volvió a pararse buscando hacer algún daño— te voy a…

La furia de Arian acrecentó, la rabia había tomado lugar en su cuerpo y con toda su fuerza hizo que el gobernador saliera despedido por la ventana, el dolor en el cuerpo le reclamó el brinco que dio, pero, no se inmutó; Jimin Y Hoseok ya estaban al lado de ella sujetando al gobernador a quién se le esfumó todo valor al ver a los guerreros hadas.

—¿Acaso sabes a quién llamaste perra?— el ruido seco del puño de Jimin en el rostro del hombre pudo escucharse en los oídos de todo los que se agolpaban a ver lo que sucedía— ¡Es la princesa a quien les ha faltado el respeto!

Hoseok sacó uno de sus cuchillos al ver a Arian dando pasos firmes hasta ellos, alerta hacia su orden. Con una calma que trataba de disfrazar su furia acumulada se arrodilló delante del gobernador, mirándolo por eternos minutos.

—Es una vergüenza que una basura como tú sea quien lleve a este pueblo, a partir de hoy quedas despedido de tu cargo— anunció Arian con fuerte voz, el temor en el hombre acrecentó cuando la princesa tomó el cuchillo entre sus manos y comenzó a desabrocharle el pantalón— no te mataré, pero te daré una lección que no olvidarás.

El cuchillo se deslizó sobre los testículos del gobernador quien gritó de dolor hasta que su garganta se dañó, la sangre manchó las manos de Arian, aun así ella no frenó en lo que estaba haciendo. No sentía que fuera suficiente castigo, que dio una orden más a cualquiera de sus primos que la quisiera acatar.

—Córtenle las manos— corta y concisa, volvió de nuevo al burdel donde Madam tenía listo un fuenton con agua y toallas limpias— Marion— la señora se acercó con miedo hacía ella y esperó a que Arian continuara— ¿Qué te he dicho de las niñas aquí?

—Princesa, yo, lo lamento, por favor, perdóneme— rogó poniéndose de rodillas, desesperada sin saber que iba a suceder— haré lo que sea, por favor, perdóneme.

—¡¿Crees que lo que le hicieron a esa niña se borra con una simple disculpa?!— la mujer palideció ante la voz fuerte de la princesa— solo se te pide una cosa Marion, solo una, te tendré vigilada— amenazó— unas más, y te cuelgo yo misma ¿Entendiste? ¿Entendiste?

—Si mi señora— Madam Marion mantuvo su cabeza baja hasta que Arian abandonó el burdel.

Jimin fue quien se encargó de que la niña tuviera la mejor de las atenciones una vez llegaron al palacio, Arian, por otro lado, dio el informe conciso a su padre, defendiendo sus actos, ganando su aprobación.


El día realmente había durado demasiado, sentada en el techo de su cuarto Arian miraba el firmamento buscando tranquilidad, las estrellas brillaban con todo esplendor.
Las estrellas le traían recuerdo a la joven, recuerdos dulces de la niñez que a la vez le daban tristeza, sus ojos divagaron en el cielo, parpadeó varias veces sin creer lo que veía. Esos puntos brillosos comenzaron a agruparse dando forma una figura de una mujer de sonrisa radiante.

—Tus padres estarían orgullosos en quien te has convertido, pequeña— la figura tomó cuerpo re velando a la diosa de las estrellas, Coyllur misma estaba allí.




Coyllur: diosa inca asociada con el amor y la belleza y la fertilidad. Se la honraba por la fertilidad y la continuidad de la vida.

Nesblack ⚔️

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