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Seis: El inicio del camino

Hace dos días que Yoongi no emitía palabras, las noticias de que sus soldados no regresarían nunca más, la devastación lo arrolló como un tsunami pensando en como les diría a todas las familias de las pérdidas de sus esposos, hijos, hermanos y nietos.
Salem y Woozi insistieron en acompañarlo a pesar de la negativa de él, se rindió en cuánto su amiga mencionó el hecho de que necesitaba mostrarle a Woozi lo que sería su deber en el futuro como mano del rey, y ella por si necesitaban una sanadora cerca por si alguien sufría algún oprobio ante la noticia.
Era interminable y devastador el ver el sufrimiento en las familias, algunos gritaban de dolor y otros solo querían golpear a Yoongi por no cumplir con su promesa de que los soldados regresarían.
La luna comenzaba a tomar su lugar en el cielo cuando regresaron al castillo, el viento helado había dejado rastros de sequedad en sus mejillas blancas. A pesar del día pesado y triste, los tres cenaron con la familia real como cada noche, incluso Misoo estaba con ellos, a pesar de su mirada sombría y vacía.

Cerca del comienzo de la primera hora Salem preparó un poco de té de torongil para los nervios de Yoongi, conocía bien a su amigo, él se guardaba las cosas y cuando estallaba no había reparos de los daños.

—Te traje algo para que bebas, ven— dejó el pocillo humeante en el escritorio de Yoongi, al no tener respuesta decidió insistir— ¿Cómo te sientes?

Los minutos pasaron antes de que Yoongi tomara el pocillo con la infusión y bebiera un poco, dio un suspiro hondo antes de hablar.

—Devastado— confesó— si tan solo hubiera una forma de acabar con este sufrimiento, tenemos todo para derrotar a Kasen, pero mi padre no lo quiere así.

—Tu padre es un hombre muy sabio, tiene todo lo necesario para derrotar a Kasen, pero, ese enfrentamiento causaría mucho más dolor y pérdidas que las de ahora.

—Discúlpame si discrepo de tu pensamiento, Salu— replicó Yoongi conteniendo su enojo al escuchar su tono alto, volvió a beber el poco té que le quedaba y prosiguió— con estos soldados, ya son diez mil los que no volvieron. Sus vidas valen más que alianzas pacíficas, si tendríamos pérdidas, pero sería de una sola vez y no alargaríamos más el sufrimiento de nuestra gente— el silencio de su amiga le decía que ella compartía un poco su pensamiento— ¿Quién va a devolver ahora sus hijos, hermanos y padres a todas esas personas?

—Sé que quieres remediar el dolor de todos, pero eso está afuera de tu alcance— Salem tocó su hombro con cariño, conocía a Yoongi y se sentía orgulloso de quien él había llegado ser y sabía que sería un buen rey en el futuro— solo queda orar a los dioses por guía y protección.

—Si a ti te escuchan, le dices que se apresuren.

Salem medio sonrió ante sus palabras, le murmuró un buenas noches cuando lo vio bostezar y tomó el camino de vuelta a la torre, necesitaba repasar algunas de las medicinas nuevas que Kimiro le había enseñado los días anteriores.

—¿No te da miedo andar sola a estas horas?— la princesa MiSoo apareció repentinamente, su voz era dulce con un tono que escondía algo de oscuridad que la sanadora en ese momento no lo notó.

—¿Necesita algo?— atinó a responder, recuperando la calma.

—Quería ver si estabas bien, últimamente los dioses te están protegiendo— Salem miró a MiSoo, el comentario que había hecho la puso en alerta— nadie podría hacerte daño.

—A ti tampoco, MiSoo— respondió intentando mantener la tranquilidad— ¿Qué necesita, princesa?  ¿Su bebé está bien?

—¿Mi bebé?— la princesa movió la cabeza como si quisiera ordenar su mente y para Salem no pasó desapercibido el cambio en sus ojos, no eran sus particulares grises sino negros, por un momento— él… él está bien, yo… ¿Qué hago aquí?

—La acompañaré su cuarto.

A pesar del miedo, la sanadora acompañó a la princesa hasta sus aposentos, se notaba perdida, hundida en sus pensamientos. Salem se encargó de recostarla en su lecho, pidió que le preparan un té antes de despedirse de ella, la habitación se sentía extrañamente fría, un aura oscura y densa.
Después de dar las indicaciones a las damas de la princesa, decidió dejarla en sus manos, mientras cerraba la puerta pudo escuchar el tono tétrico con el que se expresó la princesa hacia ella.

—Cuídate las espaldas, pronto serás la siguiente.

El vello se le erizó tras esas palabras, giró solo un poco para ver a la princesa y pudo apreciar una sonrisa algo macabra. Tal vez, solo era una broma, tenía que ser eso.
Abandonó rápidamente los aposentos, algo le decía que no miré atrás, tenía que llegar lo más pronto posible a su cuarto, estaría segura.
Sintió pasos detrás de ella, movió sus pies los más rápidos que tuvo sin darse cuenta de que comenzaba el descenso de la escalera, su tobillo se torció al siguiente paso y rodó por los escalones, el corazón le latía desenfrenado. Cuando logró abrir los ojos la figura de la mujer de sus sueños estaba frente a ella, resplandecía en una luz blanca y brillosa, trato de escapar a pesar del dolor en su pie encontrando solo una pared a sus espaldas.

—Tranquila hija, no quiero hacerte daño— la voz suave de la mujer la mantuvo quieta, no emitió sonido y tampoco perdió vista de aquella mujer— debes escucharme.

—¿Quién eres?— logro formular, la mano puesta en ese medallón que Kimiro alguna vez le dio.

—Soy Cocha, soy quien te ha estado cuidando— la diosa acarició las mejillas de la sanadora tratando de transmitirle calma— escúchame, vuelve con la princesa, ella corre peligro.

—¿Pe…? ¿Peligro?

Cocha miró hacia atrás, sus ojos mostraban vacilación y temor, podía verse el nerviosismo en su cuerpo.

—No puedo explicarte ¡Corre! ¡Corre, no hay tiempo que perder!

Algo dentro de Salem le dijo que obedeciera, al ponerse de pie su tobillo le reclamó por el dolor, no le importó y corrió de vuelta a los aposentos de la princesa.
La puerta estaba con el seguro puesto desde el interior, Salem golpeó con fuerza tratando de abrirla, por ayuda para que los guardias e incluso toda la familia real pudiera escucharla. Volvió a chocar con todo el peso de su cuerpo en la puerta logrando abrirla, MiSoo estaba en la ventana, gotas de sudor adornaban su rostro, con cuidado se acercó a ella.

—MiSoo, baja de ahí— habló en voz baja, deteniéndose muy cerca de ella— ¿Qué sucede? Puedes contarme y te ayudaré.

—¡Tú no entiendes!— la desesperación brillaba en los ojos de la joven, el pánico se veía reflejado en cada gesto— es horrible, horrible, estar así. Yo no quiero lastimar a nadie, sin embargo, él me incita a qué lo haga.

—¿De quién hablas?— insistió, estaba a centímetros de ella, podía salvarla.

—¿No te das cuenta? Él está aquí— MiSoo señalaba su pecho, Salem intentaba entender que quería me obliga a lastimar y ver cosas que son horrendas, no puedo sacarlo de mí.

—Podemos encontrar una solución, solo baja de ahí, por favor.

MiSoo parecía estar en una encrucijada, Salem mantenía su mano extendida mientras miraba a la princesa luchar contra su mente.

—¡MiSoo! ¿Qué haces? ¡Baja de ahí!— Yoongi apareció en la puerta, sus ojos puestos en su hermana y en la peligrosa situación en la que estaban.

Los ojos de la princesa cambiaron a color negro, su semblante se tornó oscuro y su sonrisa reflejaba maldad.

—Pobre de ustedes— dijo, su voz no era más dulce, más bien de ultratumba— su final está muy cerca.

—¿De qué hablas, MiSoo?— Yoongi se acercó velozmente para tomarla de las muñecas y bajarla; sin embargo, la fuerza de su hermana se lo impidió— ¿MiSoo?

—Lo siento, Lince— el cambio en la voz de la princesa no pasó desapercibido, cuando volvió su vista hacía ella. Estaba asustada, y había algo más que no podía descifrar— que las diosas los proteja a todos.

La princesa se soltó del agarre de Yoongi y saltó de la ventana directo al vacío.

A pesar de todo intento de salvarla a ella y a su bebé, ambos habían muerto.


El rey ordenó luto a todos los súbditos, en toda la ciudad las banderas negras podían apreciarse y la familia real no salía del palacio de lo sucedido.
Yoongi no podía quedarse de brazos cruzados, algo no estaba bien. No podía entender como una mujer llena de vida desbordante de felicidad por la llegada de su hijo, llegara a la decisión de quitarse la vida.
El dolor que sentía lo tenía inquieto, en esos días no había visto a Salem, la última persona en ver con vida a MiSoo. Sin poder manejar su mente y conciencia, decidió ir a encarar a la sanadora, ella debía saber algo.

—¿Yoongi? ¿Todo está bien?— le cuestionó Salem al ver su rostro serio.

Prácticamente, la empujó dentro de la habitación, Yoongi se movía de un lado a otro, tenía que decirlo de una vez.

—Fuiste la última en ver a MiSoo con vida, estabas ahí. ¿Por qué? ¿Qué hacías en su cuarto?

—Si te lo dijera no me creerías.

—Puedes intentarle— replicó sin dejar de mirarla.

—Después de verte esa noche, MiSoo me encontró en uno de los pasillos, dijo cosas extrañas y cuando le pregunté si algo estaba bien con el bebé, fue como traerla a la realidad— explicó la sanadora minuciosamente— la llevé hasta sus aposentos, ordené que se le diera un té y cuando me marché la misma diosa Cocha, me alertó de lo que sucedía.

—¿La diosa Cocha? ¿Segura que no fue una sirviente?— le preguntó no creyendo demasiado en lo que decía.

Comenzaba a creer que Salem de verdad estaba loca. No era posible que una divinidad se apareciera a su amiga.

—Yo se lo dije— una luz iridiscente cubrió la habitación, el reflejo de la diosa tomó forma segundas después, Yoongi no daba crédito a lo que estaba presenciando— has crecido, Yoongi.

Tanto Salem como Yoongi dieron un paso hacia atrás, inclinaron su rostro como muestra de respeto, Cocha sonrió y con el tiempo contado, le dijo lo que tanto tenía guardado.

—La muerte de MiSoo esconde algo más allá de que los ojos comunes pueden ver— recitó la diosa— llegó la hora, deben tomar su camino.

—¿De qué hablas?— se atrevió a cuestionar Yoongi.

—Yo solo puedo indicarles el principio de su camino, pero no el viaje completo, encontrarán respuestas si prestan atención y más aún cuando se encuentren con los que compartirán el recorrido.

El sonido de bombos se escuchó a lo lejos, Cocha repitió las mismas palabras antes de desaparecer de forma repentina.

—¿Ahora ya me crees?— Salem por fin se movió de su lugar, enfrentó a Yoongi con una mirada preocupante al ver que no respondía— ¿Yoongi?

—Viste lo mismo que yo ¿Cierto?— cuestionó el príncipe perplejo, vio a su amiga asentir en silencio y suspiró— entonces lo de MiSoo es parte de algo, nosotros también, pero, ¿De qué?

Yoongi salió de la habitación seguido por Salem, la habitación de su hermana estaba custodiada por dos guardias, les ordenó que los dejarán pasar. Lo primero que sintió fue el perfume de vainilla suave, luego el recuerdo lo golpeó fuerte cuando vio las vestimentas y joyas de la princesa.
Ahí fue donde se detuvo, se centró en los zarcillos de piedra negra, en su interior algo parecía moverse, los tuvo entre sus manos y entonces se estremeció: algo más allá de una simple oscuridad se escondía en su interior.
Los examinó una vez más dándose cuenta de que los zarcillos eran idénticos a lo que los soldados que había enviado a Aytigin poseían. Trató de unir ambos casos y se percató que tanto la actitud de su hermana como la de aquellos hombres eran parecidas, parecían estar inanimados, limitados a simplemente existir.

¿Era Kasen el culpable? ¿O había algo más?

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