3-Por Favor
-Floristería, no. Pastel, luego floristería y vajilla. Si nos queda tiempo iremos al viñedo.- dije revisando mi lista.
Luego sentí el detener de los pasos de mi amiga y llevé mi vista al frente. Él estaba ahí.
-Vamos por otro lado- negué, yo no hice nada malo, ¿porque huir?
-Solo ignóralo.- continuamos caminado, mi corazón iba desbocado, porque a pesar de que finja dureza ante los demás lo cierto es que estoy muriéndome por dentro.
Primero enterarme de que en efecto tendrá un hijo a solo tres meses de haber roto y ahora debo caminar por su lado como si no estuviera desecha.
Claro que las miradas están sobre nosotros, todo el mundo sabía que la hija menor del jefe vivía con uno de sus Idols, incluso mencionaban una boda que ellos mismos se inventaron, ahora con esta repartiendo invitaciones por doquier para una boda con el es lógico que el chisme les carcome.
-Sara, hablemos por favor- levanté la mirada. Se había detenido a nuestro lado, me miraba fijo mientras mordisqueaba su labio. Negué. -Por Favor- llevó su vista a los lados. -Alex, danos un minuto por favor- solté la mano de mi amiga por que lo conozco.
Se que si continúo negándome insistirá hasta hacer una escena. Me alejé de la entrada y quedamos tras una de las columnas, solo quien se encontraba parado donde ahora estaba Alex podía vernos, más no escucharnos.
-Felicidades por tu hijo- dije tratando de que así si su intención era excusarse se marchara. También porque sentía que si no lo vería como él lo estaba haciendo conmigo moriría.
-Te enteraste- afirmó
-¿Me querías de madrastra?¿o porque andar detrás de mí a una semana de anunciar tu boda?- un extenso nudo se aglomeró en mi garganta, no podía siquiera respirar con normalidad.
-No lo sabía, no sabía esto- frotó su rostro. -Quería disculparme por todo, arreglarlo. Por eso te buscaba- negué
-No me interesan tus disculpas, concentra tu atención en tu esposa y en tu hijo.- traté de alejarme y me tomó del brazo haciendo que lo mirara nuevamente.
-Lo siento, yo no quería esto. Fue un maldito error
-¿Un error?, ¿erróneamente caíste desnudo sobre ella y le hiciste un hijo?. No me quieras ver la cara de idiota. Tanta desconfianza de tu parte y lo más probable es que hacías de aquello que me acusabas.- negó
-Nunca te engañé Sara, solo fue una vez. Una vez estuve con ella cuando volviste y esto pasó- lo vi secar una lagrima de su mejilla.
-Felicidades, supongo que tu familia y amigos han de estar felices- salió con resentimiento de mi boca y me alejé de él lo más rápido que pude.
Abrí la puerta y a paso rápido me subí al coche, escuchaba los pasos apresurados de mi amiga tras de mi.
-Las flores- dije apenas subió. -Ponte el cinturón - luego recordé que el pastel era primero.
-Sara- negué sabía que me pediría llorar o gritar para sacar mi enojo.
No estaba enojada, estaba triste, desilusionada.
Encendí el motor pero apenas lo escuché ronronear cuando una lágrima rebelde se escapó de mis ojos.
Detuve la marcha -Necesito fumar un rato. ¿Te importa esperarme unos minutos?
-Te acompaño- negué
-Solo será uno y nos vamos. Descuida.
Tomé el cigarrillo y encendedor y apenas cerré la puerta lo encendí me dirigí al apartado y le di calada tras calada hasta que no quedó nada de él.
Viendo al humo huir de mi como si me odiara, así quiero que los problemas que me persiguen se alejen.
Cuando regresé al coche lo encendí en silencio y no fue hasta que me estacioné nuevamente que hablamos.
-Vamos a casarte- fingir, en eso se había convertido mi vida.
Sabía que el hecho de los chicos estar metidos en casa de Kevin haciéndonos compañía es para con eso tratar de ayudarme.
Que mi hermano haya decidido o prácticamente obligarme a mudarme con él o las constantes llamadas de mi hermana.
Todos están preocupados por la bomba en potencia que soy, pero a pesar de sus esfuerzos eso no me hace sentir mejor.
No verlo lo haría.
¡¿Pero como olvidas a tu ex cuando es uno de los hombres más famosos en todo el mundo?!
¿Como si ves su cara en todos lados?
Probamos los pasteles, al final esta prefirió chocolate con revestimiento de fresas en ron para agradar a su futuro esposo. Aunque he de reconocer que sabía bastante bien.
A las flores debíamos volver porque según dijeron no les habían llegado las que nos mostrarían, firmamos el apartado del salón.
Y entre cada cosa no nos dio tiempo a seleccionar el vino.
Así que al día siguente teníamos las flores, y el vino nueva vez.
Cuando me vi sola, mi amiga cedió ante el hecho de que debía dormir. Me senté en el balcón y volví a apreciar el arte del humo danzando con lentitud en el aire.
Libre
Ligero
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