El tiempo habia pasado, eso que lo agobiaba habia desaparecido, o simplemente se habia ocultado. Los días se hacían más cortos, y las noches más largas y temibles.

Un joven estaba atrapado en un cuento, uno extraño. En el cuento no habia reyes ni princesas, ni caballeros ni plebeyos, solo el miedo y la decadencia. Sin rimas, el joven caminaba, sin saber donde iba. Una lluvia se instalaba por el suelo. Su caminata era de minutos, hasta que esos minutos se hicieron horas. Mientras que el seguía caminando, alguien le sonrió, era la luna. Un silencio lo seguía por las calles, el joven se freno húmedo delante de una casa.

La calle acababa siendo una sin salida, la casa seguía ahí. Las pocas luces que venían de la calle iluminaban sus pasos disparados a la puerta de esa casa. Un timbre vasto para que alguien abriera, aunque no vio a nadie cuando entro. Con educación cerro la puerta, de un segundo a otro el joven dejo de ver. La mañana se habia presentado, plagada de ansiedad y otros sentimientos. El joven seguía sin ver nada, era cosa de cosa de aceptar, un mal sueño, no habia de que preocuparse.