9- Érase una excursión. Parte 2.
IX- Érase una excursión: Parte 2
—¡Para, Malfoy! ¿No puedes dejar de levantar toda la tierra del suelo?
Ya estaba hasta las narices. Llevaban unas dos horas de caminata ininterrumpida y Draco se había vuelto a poner delante de Hermione.
Al parecer, unos minutos antes había decidido que sería divertido arrastrar los pies para que toda la arena saliera despedida hacia la chica, la cual sentía que su dolorida cabeza estallaría de un momento a otro.
El calor era insoportable y hacía rato que se había quitado la camiseta, quedándose sólo con el bikini.
Si Hermione supiera que esa era la razón por la que Draco estaba tan nervioso que no podía parar…
—No quiero —murmuró el rubio con voz ronca.
Una nueva patada a la arena y Hermione se sintió desfallecer. Nunca había tenido tantas ganas de poder gritar: “¡Profesor Snape! Draco Malfoy me está molestando.” Pero en ese momento el profesor se encontraba al principio de la gran fila de jóvenes, y lo más cercano que tenía era un Ojoloco Moody al que no le gustaba demasiado Draco.
—¿Podrías dejar de ser tan insoportablemente infantil?
Draco se detuvo y la miró sarcásticamente.
—O si no… ¿Qué? ¿Me vas a pegar como la otra noche?
Hermione tragó saliva. Ya le extrañaba a ella que ni siquiera lo hubiera mencionado antes. Se lo estaba guardando para el momento preciso.
El rubio contempló, complacido, cómo el rubor subía por el rostro de la joven hasta convertirse en indignación.
—Lo hice por una razón. ¿No la recuerdas? –Hermione intentó conservar su orgullo mirándolo altivamente, pero sus mejillas sonrosadas expresaban todo lo contrario.
—No, la verdad es que no —Draco estaba disfrutando de hacerla sufrir—. me besaste y luego me pegaste… como si no hubiera significado nada para ti.
Un par de chicos se giraron al escuchar a Draco lamentarse por el abuso de Hermione y le dirigieron una mirada de desacuerdo a la chica.
—¿Qué…?
Draco sonrió torcidamente y siguió haciendo aspavientos mientras hablaba cada vez más alto.
—Me prometiste tantas cosas… Y al final…
—¡Cállate! —le gritó Hermione, completamente roja y consciente de que todos la miraban mientras se reían.
—Ahora quieres que me calle… pero me usaste, conseguiste lo que querías y…
Ya no pudo hablar más, pues al instante, Hermione se abalanzó sobre él y le tapó la boca con su propia mano.
Durante los segundos siguientes ninguno de los dos supo cómo reaccionar, y fue entonces cuando ambos repararon en lo cerca que estaban, en el calor que hacía y en la poca ropa que llevaban.
Hermione apartó la mano de los labios del chico, que la miraba intensamente, e intentó alejar también su cuerpo, pero de pronto comprobó que él la tenía sujeta con su fuerte brazo por la cintura.
Sólo un segundo más. Sólo necesitaba un segundo más y rozar una vez más la piel de su abdomen para soltarla… pero cada vez que se proponía alejarse de ella, un nuevo matiz le obligaba a apretarla más hacia él. Su olor, su cabello acariciándole el cuello, su bikini rozándose con su camiseta…
Se aclaró la garganta, pero aun así su voz sonó ronca.
—Deja de jugar —advirtió.
Y a Hermione se le olvidó todo lo que había ocurrido. Se le olvidó que él había sido el que había empezado a molestarla y que después había gritado de qué maneras tan impúdicas ella lo había forzado. Simplemente podía pensar en que estaba ahí y que su respiración era tan pesada como la suya.
Finalmente el pálido brazo de él hizo amago de soltarla, pero en realidad, mientras lo hacía, rozó la espalda de la chica y un estremecimiento se apoderó de Hermione.
También Draco lo sintió, por lo que se quedó sin saber qué hacer. Concentrado en controlar la próxima prueba de su excitación que ya era visible en sus pantalones.
La miró a la cara y algo en sus labios lo llamó… como la noche en la que habían jugado a la botella.
Podía besarla en ese mismo instante, por supuesto que podía. Y ella no iba a quejarse, sino que también le respondería y disfrutaría tanto como él de besarse, acariciarse y… quién sabe qué más.
Se acercó a los labios de la chica y observó que ella tragaba saliva, pero aun así no se apartaba.
¿Qué iba a hacer? ¿Lo iba a dejar acercarse más?
Hermione intentó respirar hondo para así aclararse, pero sólo consiguió aspirar el aroma del cuerpo masculino de Draco… y esto definitivamente la hizo perder la razón.
Al cuerno todo, quería que la besara.
Sus labios se acercaron y se detuvieron un segundo, a tan sólo un suspiro del ansiado beso…
—¡Malfoy y Granger! El enemigo podría estar espiándolos aquí mismo y dudo que esa cercanía pudiera protegerles de algo más que de un resfriado.
Ojoloco hizo su aparición en la escena, haciendo que ambos jóvenes se separaran de un salto. Hermione estaba arrebolada y Draco sentía un profundo fastidio latiendo en sus sienes.
Lo curioso es que no sabía si lo que le provocaba ese malestar era haber estado a punto de besarla o no haberlo hecho.
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—Te amo.
—Yo más.
—Yo más.
—No, tonto. Yo más.
El rostro de Ron se tornaba rojizo con cada nueva babosada de su hermana y su mejor amigo… Si volvía a oír alguna tontería cómo esa…
—Yo te quiero más, gatita.
Parvati hizo amago de vomitar y finalmente Ron terminó de sulfurarse.
—¡Se acabó! –exclamó–. Tú no tienes edad para amar a nadie. –Le gritó a Ginny. —Y tú… ¿Cómo diablos has llamado a mi hermana?
Harry abrió la boca para contestar a su enfadado amigo, pero de un empujón, uno de los gemelos pelirrojos lo apartó del camino con aire emocionado.
—Piénsalo George —dijo el pelirrojo—. Todo el mundo quedará maravillado.
—¿De veras? —George miró al suelo, aburrido—. ¿Tan seguro estás de que la broma será buenísima, Fred?
—Absolutamente.
Los gemelos comenzaron a andar a la cabeza del grupo, junto a Snape y Tonks.
—Chicos, juntaos a la pared… —decía Tonks mientras vigilaba que todos los alumnos estuvieran bien. -¡Simon! ¡Estoy diciendo que os acerquéis a la pared, el camino es estrecho!
Simon, un joven rubio de Slytherin soltó una risita maliciosa y cesó de empujar a una alumna de Hufflepuff.
—¿Qué te hace pensar que nuestro culo es tan interesante, Fred? —prosiguió George, que comenzó a hablar un poco más bajo para evitar que algún profesor oyera el plan de su hermano.
—Júntense a la pared —repetía con voz monótona Snape—. Júntese Johnson, júntese O’Brian, júntese Patil... Potter…. Usted haga lo que le dé la gana.
Tonks dirigió a su compañero una mirada indignada y estuvo a punto de perder el equilibrio por eso.
—¿Nuestro culo? —Fred Weasley retomó la conversación—. Dirás mi culo.
George se paró durante un segundo y miró significativamente a su hermano.
—Fred… somos gemelos.
—¿Y?
—Tenemos el mismo culo —sentenció.
Fred soltó una especie de carcajada y después siguió caminando.
—Claro que sí George… Bueno, de todas formas todo el mundo va a alucinar cuando el globo Weasleyano vuele por encima de nuestras cabezas y se pierda en el volcán.
George puso los ojos en blanco y se dispuso a seguirle el rollo a su hermano. Poco le duraría porque él ya tramaba una venganza por el asunto de Luna…
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—¡Luna! –Zabini salió corriendo en cuanto divisó una cabellera rubia. A su lado, Theo no supo qué hacer y sin pensarlo dos veces siguió a su amigo.
—Ehm… Hola Zabini… Hola Nott. Ehm… ¿Cómo va? —a chica parecía un poco más distraída que de costumbre, lo cual era extraño.
—¿Qué haces aquí sola? –Preguntó animosamente Blaise, intentando captar la atención de la chica.
Luna miró hacia el horizonte unos segundos y de pronto volvió a recuperar el eje de la conversación. Miró al Slytherin y reparó en lo que le estaba diciendo.
—Pues… no estaba sola… estoy con mis amigos…
—Ah, claro… —se mofó Blaise—. Amigos.
Theo lo miró con censura e intentó arreglarlo.
—Perdónale, se ha tomado un par de pastillas de más esta mañana. –Intentó disculparlo.
Luna los observó con curiosidad de nuevo y tras unos segundos volvió a centrarse.
—Ah, sí… Bueno, estos son mis amigos: candoplos azules —en sus labios se dibujó una sonrisa encantadora que los dos Slytherins no vieron, puesto que estaban buscando a los “amigos” de Luna.
Se hubieran dado cuenta de que esta vez era Luna la “vaciladora” si en ese momento algo no hubiera comenzado a surgir desde las primeras filas de alumnos de Hogwarts.
—¿Por qué hay ahí un…? —Lovegood se quedó con la boca abierta al divisar un enorme y pomposo…
—¡Qué Culo! ¿De dónde ha salido? —Blaise se olvidó de que estaba cortejando a la señorita Lovegood y salió disparado dando extraños saltitos hacia el objeto ano-rmal que se hinchaba y expandía ante ellos.
Fred sonrió, orgulloso de su obra. A unos metros Snape no sabía qué hacer ni decir y junto a ellos, los alumnos contemplaban anonadados esa especie de colchoneta que representaba el culo de, si las chicas no se equivocaban, Fred Weasley. ¡Uno de los bromistas más cotizados de Hogwarts!
—Ala… —dijo Parvati con una mueca de confusión.
—¡No mires! —Ron se abalanzó sobre Ginny y le tapó los ojos, evitando que viera el trasero de su hermano.
—Ay quita, Ronald. ¿Te crees que nunca he visto un…?
—¿QUÉ? —Harry y Ron la miraron durante unos segundos y Ginny sintió cómo se sonrojaba, pero por suerte alguien la interrumpió.
George vio su oportunidad en ese momento y con un movimiento disimulado de varita, decidió hacer que el culo gigante se abalanzara sobre Severus Snape. No era por manía al profesor, sino porque sabía que Fred acabaría pagando las consecuencias y nunca más intentaría truncarle una conversación con una chica que le gustase.
El gigante trasero flotó pesadamente durante unos segundos antes de caer encima del profesor a cargo de la excursión, que soltó un graaan gritó.
La montaña era demasiado alta y el peso del trasero era superior al que ese suelo rocoso podía soportar sin resquebrajarse. Unas grandes piedras cayeron hacia abajo.
—¡Severus! —Ojoloco adelantó a todos rápidamente y con un movimiento de varita apartó lentamente el culo, que siguió flotando hacia atrás hasta que…
Hermione lo vio acercarse y ni siquiera tuvo tiempo de abrir la boca para emitir un grito o algo. La gran masa la empujó hacia fuera del camino, fue casi peor que encontrarte por Hogwarts a Crabbe y a Goyle hambrientos.
—¡Hermione! —Ron pronunció el nombre unos segundos después de que su amiga hubiera caído fuera del camino y observó la escena posterior con los ojos desorbitados.
Hermione había agarrado la mano de Draco, así que cuando ella salió despedida… él también.
Un grito de horror se apostó en su garganta y cerró los ojos, dispuesta a darse el mayor golpe de su vida y quedarse ahí… pero curiosamente no cesó de sentir el brazo de Draco Malfoy rodeándola, y tampoco dejó de sentir la presión de sus labios sobre los suyos. Ya no estaban en el aire, ahora habían aterrizado pesadamente en alguna parte.
¿Dónde? Eso daba igual, porque con un ansia desconocida para ella, Hermione abordó la boca del rubio pensando que si iba a caerse desde la cima de una montaña, quería disfrutar ese momento todo lo que fuera posible.
***
—Están abajo. Han caído en una cueva.
Harry suspiró aliviado. Pensaba, al igual que casi todos, que habían perdido a los dos chicos. Y la sensación de vivir sin Hermione había sido horrible para todos… bueno, también la muerte de Draco era un poco… ¿apreciada?
—¡¿Estáis bien?! —gritó Ginny, deseando que su amiga contestase.
—Sí. Estamos en… no sé, parece una cueva —fue Draco quien respondió.
—No hay peligro —comentó Ojoloco—. Están lejos de Hitikki.
—¿Qué no hay peligro? —esta vez fue la voz histérica de Granger la que se oyó a lo lejos, amplificada por el eco—. ¿Cómo salimos de aquí?
—Iremos a buscaros —prometió Tonks.
Hermione suspiró y miró desconfiadamente a Draco, que se encontraba en el otro lado de la cueva mirando hacia arriba. Tras ese beso desesperado antes de la hostia final o de lo que fuera a pasar, se habían separado y ni siquiera habían vuelto a mirarse.
—De momento debemos ir a buscar ayuda —oyeron que decía una voz desde arriba.
—¿Pero ayuda dónde? —masculló Hermione casi para sí misma—. ¿No tenemos ahí arriba a tres de los magos más poderosos del mundo?
—Volveremos dentro de poco —gritó Tonks desde arriba—. No más de tres horas.
¿¿Tres horas?? ¿Querían matarles? Los dos jóvenes se miraron unos segundos y de nuevo volvieron a centrarse en las personas que había arriba, en la montaña.
—¡No podemos esperar tres horas! —Hermione observó que tenía una raspadura en la rodilla y que sus codos tampoco habían salido bien parados del trago—. Necesitamos comer.
—Pues haz aparecer algo —sugirió Ron—. ¡Volveremos cuanto antes!
Granger frunció el ceño.
—¡No se puede hacer aparecer comida! Es una de las leyes de…
—¿No puedes dejar de hacerte la listilla ni cuando has estado a punto de morir? —Draco se había sentado en el suelo y ahora la miraba con los ojos entrecerrados, era la clásica pose de alguien que sabe que nadie le va a ayudar… o al menos no por ahora.
Hermione sintió hervir de cólera y ya había comenzado a insultarle cuando unas nuevas voces llegaron desde arriba.
—Bueno. Vosotros podéis ir a por ayuda, nosotros mientras seguimos viendo el volcán —había sugerido alguien.
La noticia le sentó a Hermione como una gran gran gran patada en el trasero, por lo que a la hora de responder a Draco ni siquiera se sintió con fuerzas. ¿Por qué tenía que pasarle todo a ella? ¿Por qué ahora se iban de fiesta dejándolos ahí sólos y posiblemente heridos?
—Sinceramente, Malfoy —comenzó a decir en voz tan baja que él casi tuvo que acercarse a ella para oírla—. ¿Qué te he hecho? ¿Por qué me has tratado así toda la vida?
Él la miró, posando permanentemente sus ojos de hielo en los suyos.
Algo le dijo a ella que respondería con una broma o quizás con otro insulto, pero de pronto Draco esbozó una sonrisa y respondió sinceramente.
—No lo sé.
Los segundos pasaron y él no decía nada para complementar esa respuesta tan pobre.
Ella abrió la boca para decir algo más, pero enseguida Draco la interrumpió.
—Supongo que es costumbre.
El rubor subió por las mejillas de la chica, que de pronto estaba indignada.
—¿Me estás diciendo que me has estado maltratando siete años por costumbre?
Él se levantó y se acercó a ella, pero desvió la vista para no perder la poca calma que sentía.
— Realmente… ¿pensabas que te diría que te odiaba porque en primero me tiraste del pelo o algo así?
Hermione achinó los ojos en una mueca de desdén.
—Qué gracioso… ¿Te has comido un payaso?
Malfoy compuso una expresión ofendida que hizo reír a Hermione.
—Claro, soy así de gracioso. Por eso soy lo más interesante que ha pasado por tu vida desde hace mucho tiempo, Granger.
La risa cesó y Draco sonrió con altanería.
—No, la verdad es que Ron es mucho más gracioso que tú.
La sonrisa también se desvaneció.
—Pero “Ronnie” no besa mejor que yo —sentenció el rubio.
Hermione se dispuso a contestarle rápidamente, pero sabiendo por dónde iban los tiros se calló y reflexionó su respuesta un par de segundos más. Finalmente tuvo que hablar ante la tensa mirada del rubio.
—Malfoy, me da igual lo que digas, no pienso besart…
Pero fue él el que la besó. ¿Por necesidad? ¿Por desafío?
Sólo sabía que mientras la besaba evitaba que fuera la repelente Hermione Granger y se convertía de pronto en una mujer nueva y ardiente con la que quería estar a todas horas.
Y algo parecido pensaba ella.
*******
Gracias por leer, os adoro :D
¡Mil besos!
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