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5- Mojando

V- Mojando.

Hermione levantó el culo vergonzosamente y finalmente se puso en pie. Al instante, Draco entró por la puerta con la botella de mojito en la mano y cara de apreciación.

Hermione decidió disimular.

—¿Has engañado a otra jovencita para que te regale bebida? –Bufó mientras ignoraba a los cuatro chicos que la miraban con la boca abierta.

—Granger se apunta a la fiesta, chicos. Os miraba muy interesada. –Draco ignoró deliberadamente a la chica y se quedó en la puerta.

Los Slytherin al principio le lanzaron miradas estupefactas, pero pronto recordaron que Hermione era une fiestera de esas que se quitan el bikini en la playa, así que la aceptaron sin reparos.

—¿Fiesta? ¿A esto le llamáis fiesta? –La joven frunció la nariz al apreciar el olor del tabaco en el ambiente y lanzó una mirada nada benévola a las dos moles que más de una vez la habían aplastado y empujado.

―Lo es si yo estoy en ella. –Draco cerró la puerta y se acercó a Hermione, que en ese momento pareció darse cuenta de que estaba encerrada en la cabaña de unos chicos con los que se había llevado mal desde siempre y se tensó involuntariamente.

La mano blanca de Draco le tendió la botella.

―No, gracias. –Malfoy la miró con desconfianza y Hermione se dio cuenta de su error. –quiero decir que yo no bebo, no me sienta bien.

―Vamos, que eres un coñazo. –La voz de Crabbe sonaba distorsionada por el alcohol y Goyle se apresuró a reírle la gracia.

Los ojos grises de Draco rondaron los suyos, el reto estaba escrito completamente en ellos y Hermione de pronto quiso aceptarlo. No sabía por qué pero no quería parecer una mojigata delante Malfoy.

―Quiero decir que el mojito no me sienta bien. –Aclaró.

Draco esbozó su sonrisa torcida y le arrebató a Zabini la cerveza muggle de la mano para tendérsela de nuevo.

Hermione le sostuvo la mirada. No estaba segura de lo que iba a hacer pero sí lo estaba de que no quería hacer el ridículo. Draco ya le había insinuado que era una sosa y no le iba a dar la satisfacción de confirmar la noticia.

Así que Hermione Jean Granger, de diecisiete años de edad, cogió la botella y bebió un largo trago de esa bazofia dorada. Sintió el sabor amargo en su paladar, pero no se permitió hacer una mueca de asco. Odiaba la cerveza muggle, no era por ejemplo como el champán que le hacía cosquillas en la nariz o el vino que la hacía sentirse mayor. La cerveza era algo que sólo podría haber bebido en la cabaña de Draco Malfoy.

―¿Qué llevas ahí? –Blaise se levantó de un salto de su asiento y agarró la botella de mojito de Draco con parsimonia. -¡Mojando! ¡Hoy es mi noche de suerte! –La última frase la dijo no sin acompañarla de una larga mirada a la joven Gryffindor que se había apuntado a su “fiesta”.

Hermione se adelantó sin darse cuenta y compuso una mueca cuando el moreno destapó la botella, pero se quedó parada al notar la mirada de Draco atravesándola. Finalmente, Blaise no pudo beber de la botella ya que Draco se la arrancó justo antes de conseguir rozarla con sus labios.

―Deberías respetar las pertenencias de los demás. –El rubio volvió a tapar la botella de vidrio y miró intensamente a su amigo.

Al instante, la muchacha supo que su frase tenía un significado oculto que ella no alcanzaba a comprender, pero inmediatamente, Blaise bufó y volvió a sentarse en su sillón de piel dispuesto a comenzar a hablar otra vez.

Theo se levantó de la cama y miró con burla a su amigo el rubio.

―¿Dónde tienes los modales, Malfoy? ¿No vas a invitar a sentarse a la señorita Gryffindor?

Draco le miró irónicamente.

―Le he dado cerveza, creo que ya es suficiente.

Hermione dejó la botella en la mesa junto a Goyle y este no tardó en cogerla y beber ávidamente las últimas gotas.

―No os preocupéis tanto. –Comenzó con sarcasmo. –Ya me voy.

Con un profundo rubor, Hermione esquivó a Theo y se dirigió a la puerta, pero Draco llegó hasta ella antes de que pudiera abrirla.

―¿Has estado todo ese tiempo espiando para ahora irte así? Eres más sosa de lo que aparentas, Hermione.

Sabía lo que estaba haciendo. La estaba embaucando, quería comprobar hasta dónde podía llegar y la perfecta Hermione iba a ignorarle e irse por dónde había aparecido sin mirar atrás. Pero fue la Hermione enfadada la que frunció los labios frente a Draco y decidió demostrarle a ese rubio de bote quién era Hermione Jean Granger.

Era inteligente y obediente, sí, pero ante todo era una leona de Gryffindor. Era valiente y no permitiría que nadie pusiera en duda su valía.

Con toda la decisión posible, Hermione se acercó de nuevo a los chicos y le arrancó a Zabini de la mano la nueva cerveza que acababa de coger.

―¿Habéis visto a Hermione? –Ron se asomó a la ventana de las chicas y se encontró a tres flamantes adolescentes perfectamente vestidas para acudir a la fiesta de esa noche.

Incluso Parvati estaba preciosa. –Quería preguntarle algo sobre Lena y no la encuentro por ninguna parte.

Ginny alzó la mirada hacia su hermano mientras se ponía los pendientes.

―¿Qué ocurre con Lena? ¿Estás pensando en pedirle matrimonio y necesitas el consejo de Hermione para saber si es demasiado pronto?

Ron se rió sarcásticamente.

―Pues no, lista. Sólo quería preguntarle si cree que estaría bien invitarla a la fiesta de esta noche.

―Pero es muggle. ¿No? –Se escandalizó Parvati. -¿Y si a vuestros hermanos se les ocurre hacer magia? ¿Y qué pensará Snape?

El pelirrojo bajó la mirada, desanimado.

―Me había olvidado de Snape… Menuda mierda.

―Aun así puedes estar con ella, no creo que Severus vigile a todo el mundo. Sólo tendrás que esconderla un poco entre la gente. Puede que funcione.

La voz de Luna le sonó aún más soñadora que de costumbre. Si hiciera eso sería prácticamente un suicidio. Pero tal vez valiera la pena.

―Bueno, lo pensaré… Aun así… ¿Dónde está Hermione?

Le respondió la voz alegre de Lovegood, pero enseguida se vio interrumpida:

―Ha ido a darle un regalo a…

Una risita hizo que los cuatro miraran a la puerta y que Luna se interrumpiera. Hermione acababa de entrar y a juzgar por su aspecto, no estaba sobria precisamente.

―Merlín, Hermione… ¡Estás borracha! –Anunció esta vez Lovegood al tiempo que dejaba de buscar las deportivas con las que pensaba combinar su vestido rojo.

Hermione los enfocó con la mirada algo nerviosa. No estaba borracha, pero tampoco estaba bien. Ese maldito Malfoy acababa de obligarla a beberse un millón de cervezas más o menos, y ahora le daba vueltas la cabeza.

Ron saltó la ventana y entró a la sala para ayudar a las chicas a tumbar a Hermione.

―¿Qué has bebido? –Cuestionó mientras acariciaba el rostro caliente de la joven.

―Cerveza… muggle… -Hermione suspiró mientras obedecía y se tumbaba, intentando recuperarse completamente. –Malfoy me ha empezado a dar botellas y no he podido negarme, hubiera sido mi ruina. ¿Lo entendéis?

Todos hicieron oídos sordos a las tonterías que murmuraba su amiga.

Mientras buscaba su varita, Parvati resopló.

―¿Desde cuándo Hermione bebería algo que le ofrezca Malfoy? Podría ser cualquier cosa…

La castaña dio un bote tumbada en la cama e intentó levantarse para encarar a Patil, pero todos la sujetaron.

―Dejadme, dejadme. Estoy bien. –Se zafó de las sujeciones y miró a su amiga. –Parvati… Nunca hay que renegar de una invitación de un chico guapo.

Ron se alarmó.

―¿Malfoy es un chico guapo?

―Feo no es, eso seguro. –Respondió Ginny a la vez que se levantaba para coger su varita de la mesa en vista de que Parvati no encontraba la suya.

Ron puso a Hermione en pie y la acercó a la ventana.

―¡Está como una cuba, joder! –Se quejó el pelirrojo mientras Hermione se tambaleaba e intentaba negarlo.

―Es que no tiene aguante, mi padre y yo siempre bebemos zumo de sni…

―Ya me imaginaba yo que debíais de beber algo. –Cortó Ron a Luna con un tono nada amable que Luna decidió obviar.

―¿Preparada Hermione…? -Comenzó Ginny mientras apuntaba con su varita a la cabeza de la chica. –Uno, dos, tres… ¡Aquaeructo!

Y un potente chorro de agua impactó en la cara de Hermione, que por enésima vez en ese minuto maldijo a Malfoy y deseó que se tomara la botella que le había regalado gota a gota.

―¡Vamos a llegar tarde a la fiesta! –Blaise llevaba en la puerta cerca de diez minutos dando botes mientras sus amigos aún se preparaban… bueno, más bien mientras aún seguían espatarrados en los sofás y camas haciendo caso omiso de él.

Draco estaba a su lado, dispuesto a salir en un segundo, pero no sin antes hacer lo que llevaba cerca de dos horas rumiando.

Jodida Granger. ¿Se piensa que el diablo es tonto? –Pensaba…

Mientras se ponía una camisa gris y limpia, decidió hacer lo que Blaise interpretó como el único gesto de amabilidad de toda su vida dirigido a él:

―Blaise, ve tomando algo mientras terminamos.

El moreno lo miró extrañado y finalmente acabó agarrando una botella de Whisky de fuego  y un pequeño vaso, pero su amigo le quitó la idea de la cabeza y le ofreció un vaso más grande.

―¡Eres un hombre, Zabini, y estamos en Hawaii! ¡Bébete el puñetero mojando!

Una sonrisa de complicidad se asentó en el anguloso rostro del inocente Blaise y agarró la botella que un par de horas antes había traído una fan de Draco mientras su pensamiento le agradecía a su amigo el gesto.

―Así me gusta, tío. Que se sepa quiénes somos los de Slytherin. –Le instó Draco mientras su típica sonrisa leonina reaparecía. –Bebe, bebe.

―¡Potter! ¡Joder, hola Potter! -Harry se giró y un chico moreno y de Slytherin cayó sobre él, abrazándolo, lentamente se separó de él y lo miró fijamente. –Quiero decirte que te apoyo y que me da lo mismo que a veces des mucho mal rollo al hablar con los camaleones. Para mí sigues siendo un gran tío.

¿Camaleones?

―¿Cuándo he hablado yo con los camaleones? –Se preguntó mentalmente Harry mientras calibraba la opción de que Blaise se estuviera refiriendo al pársel.

―¿Qué dices, Zabini? –La voz de Ron sonaba extrañada, pero aun así había un deje de disgusto y cautela. Nunca le había caído bien Zabini, principalmente por la razón de ser un Slytherin, pero Zabini borracho no parecía tan ofensivo como el normal…

―Tú… Weasley… -Blaise se dijo interiormente que ese día no le diría nada malo a nadie, así que se mordió la lengua y lo miró durante unos segundos. –Me gusta tu pelo. Se  parece a… -de pronto el chico olvidó lo que estaba diciendo y se giró al ver a los gemelos Weasley acercándose. -¡¡¡Colegas!!!

―¿Y este? –Fred se libró del brazo apresador de Zabini que finalmente se ciñó en George, que no pudo más que mirarlo con extrañeza y después echarse a reír.

―¡Mira Fred! Ver borrachos felices en los campamentos adolescentes es lo que de verdad me motiva a seguir cada día en pie.

Los dos gemelos se rieron y Blaise los observó reírse.

―¡Yo también quiero tener un gemelo! Ha sido mi sueño desde que entré en Hogwarts.

Ron aprovechó la pequeña separación del Slytherin para arrancarlo del pecho de su hermano.

―Lo raro es que en vez de ver a dos gemelos no esté viendo a cuatro…

Pero ni Harry ni sus hermanos lo escucharon, puesto que a unos metros se acercaban las chicas de Gryffindor.

―Sonreíd, chicas. Sonreíd… -Ginny llevaba la voz cantante en ese momento.

Se acercaba junto a sus tres amigas a dónde estaban Harry, Ron, Fred, George y… ¿Blaise Zabini?

Parvati caminaba un poco cabizbaja, pensando todavía en Lavender y Padma, Luna sonreía etéreamente mientras observaba a los chicos mirarlas atentamente y Hermione intentaba caminar recta. Aún le dolía un poco la cabeza.

―Sonre… -La pelirroja produjo un pequeño gemido de dolor. –¡Ah! ¡Luna, que me ensucias los zapatos!

―Perdona… estaba distraída. –Se disculpó la rubia por pisar los pies de Ginny enfundados en unos altos tacones.

Las cuatro llevaban bonitos vestidos veraniegos e incluso Luna se había puesto unos pendientes brillantes y tan largos que al moverse se balanceaban hasta la altura de su barbilla.

Harry se acercó a las chicas sin poder arrancar la vista de Ginny y esto la puso aún más nerviosa.

La pelirroja luchaba porque todo fuera perfecto, porque no saliera nada mal y ellas aparecieran como princesas de cuento ante los príncipes.

De pronto taconeó un poco y Luna volvió a pisarla, pero esta vez empujándola y haciendo que ambas cayeran al suelo estrepitosamente, estropeando la imagen de Ginny y convirtiéndola en un mal presagio y un probable chichón en la cabeza.

Harry se acercó rápidamente e intentó levantar a Ginny, pero cuando estuvo frente a las chicas caídas no supo qué hacer y acabó parándose ante ellas sin decir nada y sin moverse, por miedo a parecer demasiado interesado.

A su lado, Hermione lo miró actuar tan estúpidamente y puso los ojos en blanco.

¿Dónde estaría el borrachuzo de Draco? ¿Por qué no había aparecido ya? A lo mejor, de tan borracho… ¡Se había caído por un barranco!

Hermione sonrió ante la agradable imagen, pero no le duró demasiado porque en cuanto se giró, allí estaba él: Igual de sobrio y asquerosamente atractivo  que siempre.

La castaña echó de menos estar más borracha para poder ir y darle una paliza con la excusa de su embriaguez. ¿Qué había pasado con el mojito? ¿Por qué no se lo había bebido?

Decidió acercarse a investigar cuando de repente un grito llegó hasta ella y al instante en el que se giró se dio cuenta de por qué no se había tomado el mojito.

Zabini se había encargado de darle buen uso, pues ahora estaba dando saltitos y gritando borracho a la vez que se sacudía el agua del cuerpo. ¿Pero por qué estaba mojado?

No tardó en llegarle la respuesta, exactamente en mitad de la cara, dónde George estampó un gran globo de agua.

La guerra de globos  era una completa locura, la gente creaba globos tan grandes como barrigas de Crabbe y los lanzaba asesinamente hacia todo el mundo.

Gritos risas y llantos se escuchaban en medio de esa batalla campal en la que Draco buscaba a Hermione Granger para lanzarle su especial “maxi globo”.

Apenas la percibió, lo posó encima de su cabeza e hizo que cayera lentamente sobre ella, empapándola completamente.

Hermione se giró, histérica, y atacó a Malfoy sin pensarlo; simplemente le apuntó con la varita y creó un chorro potente y continuo.

Alrededor de ellos, todo el mundo se divertía mojándose e incluso Parvati parecía haber olvidado que sus amigas no estaban allí y que su vestido era ese tan caro que le había costado tanto comprar.

Ginny le tiró varios globos a Harry y este al principio se mostró tímido, pero finalmente respondió con tanta ansiedad y desparpajo que los globos atacaban a Ginny por todas partes.

La pelirroja gritó y Harry se acercó a ella, temiendo haberle hecho daño, pero en cuanto estuvo a un par de metros de ella, Ginny respondió bañándolo de nuevo.

Entretanto, Luna y George se habían confabulado para darle caza a Fred y éste huía también de Zabini que corría tras él mientras le explicaba por qué quería un gemelo.

Hermione apuntó directamente a Draco y una explosión de agua atacó al Slytherin, que maldijo por lo bajo mientras intentaba volver a respirar con normalidad.

Se iba a enterar, por Merlín que la sangre sucia iba a conocer realmente a Draco Malfoy. Mordiéndose los labios en señal de concentración, Draco Malfoy movió la varita y una burbuja de agua comenzó a tomar forma. De pronto todos lo miraban. ¿Estaba seguro de lanzar algo así? Podría acabar con la persona que recibiera el globazo…

Finalmente, el heredero de los Malfoy pensó que era suficiente con que la burbuja fuera tan grande que alcanzara hasta su barbilla y con un gesto de muñeca lo lanzó hasta la figura de pelo negro que intentaba escaquearse.

―Ya te tengo, Granger. –Sonrió triunfal.

Apenas un segundo después, un grito cortó la pelea de globos de agua. El grito de Severus Snape al caer al suelo arrollado por la enorme burbuja de agua de Draco.

La caída de Snape pareció ocurrir a cámara lenta y todos los chicos le miraron sin atreverse ni a hablar ni a aunque fuera sonreír.

Al instante, Fred y George aparecieron junto al profesor y lo levantaron de la suave arena, pero él se deshizo de sus brazos en cuanto pudo y se arregló la camisa de flores.

¡Por la nariz del Señor Tenebroso! ¿Qué estaba haciendo él ahí? ¿Por qué tenía que haber sido elegido por votación si era el que más odiaba toda la maldita playa y a los malditos dem… alumnos?

Pero no, eso no quedaría así.

Cuando logró librarse de los pelirrojos se levantó y con la mano en la varita hizo algo que no había hecho nunca, ni siquiera lo hubiera pensado en caso de un incendio. Pero eso era mucho más grave.

Alzó la varita y ante la mirada atónita de todos, Severus Snape demostró una vez más que era un gran mago:

―Aquaeructo… ¡Máxima!

Todos se habían recogido en el gran cenador que había entre los árboles. Algunas niñas aún sentían el corazón acelerado al recordar cómo las olas del mar se habían juntado con el hechizo de Snape y toda el agua del mundo se les había venido encima.

―¡Venga, venga! –Fred y George procedieron a animar un poco el ambiente. –Snape se ha ido a descansar, aún podemos hacer algo divertido.

La mayoría de las chicas negaron con la cabeza y los chicos también se mostraron algo desanimados, pero a la derecha de la escena, un sonriente Blaise Zabini se mostraba entusiasmado por hacer algo, cualquier cosa que implicara moverse.

―¡Claro! ¡Yo quiero otro diluvio universal!

Parvati lo miró con recelo y se dirigió a Ron, instándole a que diera alguna idea.

El chico se quedó pensando unos segundos y finalmente negó con la cabeza. En ese momento le apetecía estar con Lena, pero no la había visto en todo el día.

―Podemos bailar la danza del sol. –Propuso Luna y la mayoría de los alumnos la ignoraron.

―Estaría bien hacer juegos de pirotecnia. –Observó Seamus Finnigan.

―Conozco un par de juegos propuestos en “Aritmancia para todos” –Todas las miradas se centraron en Hermione y ésta se ruborizó al oír las risas de sus compañeros.

―Yo sé algo que podemos hacer y que podría ser… interesante…. –El arrastrar de palabras de Draco Malfoy era ya familiar para todos, y Hermione especialmente no necesitó mirarle para saber lo que proponía. –Y es tan fácil como esto.

Hermione vio que de pronto los ojos de las chicas se iluminaban y los chicos sonreían cómplices. Cayendo en la tentación de mirar, Hermione sintió sus orejas caldearse al observar que Draco Malfoy tenía en la mano la misma botella de mojito que ella le había regalado esa tarde, pero ahora estaba vacía.

―Supongo que ya todos sabéis jugar a la botella. –Draco se levantó y se acercó al centro del cenador con el vidrio en la mano. –Sólo consiste en besar a la persona que señale la boca de la botella de mojando tras haberla girado. –Explicó.

Los chicos asintieron con efusividad y Fred y George miraron con aprobación a Draco Malfoy. Todos parecían de acuerdo en la idea.

Decidido, jugarían a la botella.

Qué divertido, jugar a la botella!!! ¿Quién pudiera jugar con ellos? Supongo que para saber cómo lo hacen estos chicos tendréis que esperar al siguiente capítulo, el cual espero que no tarde mucho en salir del horno ;)

Un abrazo para todos y que gire la botella!

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