4- De bromas pesadas
¡Aloha! ¿Cómo estáis hoy?
Yo por fin he terminado el nuevo capítulo y de antemano pido perdón si algún dedazo ha saltado por el escrito, lo cual es muy posible.
Aquí os pongo el nuevo chap, que recordemos, todo quedó cuando Draco acababa de invocar el bikini de Hermione ;)
IV- De bromas pesadas.
La hora de cenar llegaría dentro de veinte minutos y Severus Snape estaba experimentando el momento más incómodo de su vida.
Esos dos demonios pelirrojos habían aparecido esa tarde en su cabaña y se habían ocupado de dejarle una muestra de “afecto” de su parte:
Cuando el profesor entró, encontró nada más y nada menos que un conjunto hawaiano y sinceramente horrible encima de la cama.
Al principio se había horrorizado ante la siquiera remotamente posibilidad de ponerse ese atentado contra la moda mágica, pero finalmente, y espoleado por el horrible calor que experimentaba con su túnica, se lo había probado para al menos poder sobrevivir a la barbacoa infernal en la que se había convertido la isla hasta la cena.
¿Cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que no podía quitarse esos horribles pantalones rameados y la camisa a juego?
Lo había intentado todo: Todos los hechizos, transformaciones… incluso maldiciones.
Tal vez si Severus hubiera seguido la lógica de los gemelos se habría dado cuenta de que el hechizo al que habían sometido a la ropa era tan sumamente fácil y ridículo que podría haberse resuelto con un sencillo contrahechizo.
Pero Severus Snape no seguía la lógica de los gemelos, en absoluto.
Finalmente decidió sobrellevar con dignidad su nueva condición de isleño caribeño y salió de la cabaña con la cabeza bien alta mientras se dirigía a la playa.
***
Hermione ahogó un grito. ¿Qué había pasado? Bajó la mirada por su cuerpo y la subió de pronto, completamente tensa.
Efectivamente, como había sentido, la parte de arriba de su bañador había desaparecido extrañamente.
Tardó un par de segundos en darse cuenta del círculo de alumnos que se acababa de formar en la playa y la señalaban mientras se reían.
Luna a su lado también sonreía disimuladamente y Hermione la miró con reproche.
—¡Luna, mira!
Con una mano se cubrió los pechos desnudos y con la otra los señaló a fin de que su amiga entendiera qué estaban haciendo todos esos alumnos ahí, pero Luna no alteró su expresión.
―No estás mal… ¡Me alegro de que por fin decidas ser libre de ataduras y mostrarte tal y cómo eres!
Para sorpresa de Hermione, Luna comenzó a desabrocharse también el bikini, pero consiguió pararla a tiempo, antes de que el espectáculo a su costa fuera a más.
—No lo entiendes. ¡No he sido yo!
En la orilla, Draco sonreía socarronamente a todos los chicos que le decían cosas como “Tío eres el puto amo” o “Tío te mereces una estatua”.
Malfoy ya sabía que se merecía una estatua y se alegraba de que alguien lo comprendiera por fin, pero hizo oídos sordos a todos y se adelantó un poco hasta llegar al frente de toda la gente. Quedando a la vista de Hermione. Decidió humillarla aún más y levantó el bikini en su mano derecha.
―Me gusta tu bikini, Granger… Sin duda es sexy. ¿Crees que quedará bien colgado en la bandera junto a la mesa de la cena?
Draco esperaba una reacción muy “a lo Granger”: Escondiéndose en el agua y marchándose nadando hasta Londres… Pero de ninguna forma pensó que la remilgada de Hermione Granger, la listilla de Gryffindor, preferida de los profesores y con serios problemas de muelles en lugar de brazos para las clases, saldría del agua cubriéndose tristemente los senos con una mano y agitando la otra mientras reclamaba venganza, intentando alcanzarle para darle una buena tunda.
―Ojo por ojo y diente por diente, Granger —murmuró antes de ignorar de nuevo a la morena medio desnuda que avanzaba rápidamente hasta él y caminar hasta el centro de las cabañas, dónde ya había aparecido la mesa en la que se serviría la cena.
Normalmente se habría quedado ahí y habría disfrutado un poco más de la humillación a la rata de biblioteca pero todo el plan le había salido al revés de repente y había sido él el que había salido corriendo antes de que Granger llegara a su posición. Sentía un extraño dolor en la entrepierna y de pronto el calor era demasiado insoportable.
¿Acaso había sentido algo al ver a la sangre sucia avanzar hacia él sin su bikini?
Chasqueó la lengua, irritado por él mismo. No había contado con que ella hiciera eso y con que dejaría ver tanto de sí misma… Pero ¡Joder! ¡A la vez tan poco!
Estaba tan concentrado en volver a dejar de sentir esa excitación repentina que no advirtió la presencia de Severus Snape irrumpiendo desde su cabaña.
Por suerte Snape podía matar cualquier erección con sólo una mirada, así que Draco no tardó mucho en relajarse… pero aun así no podía olvidar el cuerpo de ella… ¡Joder! ¡Era un pringado si le ponía la comelibros!
―¿Qué lleva ahí, Malfoy? —la voz de Snape lo sacó de su ensoñación y sintió un escalofrío al mirarle de nuevo. Vale, llevaba una ropa ridícula, pero eso parecía haber acentuado su cara de avinagrado y en ese momento, aunque le hubiera encantado, el rubio no hizo ningún comentario a la ropa de Snape porque sabía que le acababa de pillar con las manos en la masa… o en el bikini para ser más exactos.
―Es un… -Snape acentuó su mirada, pidiendo explicaciones concisas —es un bikini. ¿Sabe, Snape? Lo usan las chicas para cubrirse las te…
―Sé lo que es, estúpido. La cuestión es… ¿Por qué tiene usted uno en la mano si es un chico?
Draco sonrió torcidamente, la típica mirada que dirigía a las chicas antes de… Bueno, ya sabéis qué sonrisa os digo.
―Vamos Snape… ¿No se hace una idea…? —lo dejó caer acentuando aún más su expresión de casanova.
Snape suspiró y se acercó más a Draco hasta que cogió el bikini con la punta de los dedos y se lo arrancó al chico.
―Despídase de su fiesta privada con el bikini de esa joven, Malfoy.
¡No! ¡No! ¡Mierda! ¡Necesitaba la prueba! Con un rápido movimiento, agarró de nuevo la tela y se limitó a decir la “verdad”.
—Es Granger. ¡Granger está haciendo striptease en la playa!
La expresión de Snape cambió de blanco cetrino a verde y enseguida soltó la prenda femenina para salir corriendo hasta el grupito de chicos agrupados en la costa.
***
—Por favor, Harry. Por favor. No me dejes sola.
—Claro, Hermione. No te preocupes —el chico moreno le pasó una mano por los desordenados cabellos a su amiga y después se sentó en la silla en la que siempre lo hacía para cenar.
Hubo una especie de silencio incómodo con la muchacha que estaba junto a Hermione y finalmente, ella acabó haciendo lo propio.
—Tampoco tú me dejes, Parvati.
Por fin Patil había accedido a salir de la habitación y tenía los ojos rojos e hinchados, pero al menos ya no lloraba ni gritaba… casi.
Patil asintió tristemente con la cabeza. Al menos sacar a Parvati de la cabaña había distraído durante unos minutos a Hermione, pero de pronto todo el peso de las miradas se le caía de nuevo encima.
Se sentía más avergonzada que nunca en su existencia y llevaba una especie de chaqueta, a pesar del calor, como si estuviera intentando pasar desapercibida por el incidente anterior. Le hubiera gustado encerrarse en su habitación y no salir hasta la mañana siguiente, pero de alguna forma tenía que demostrarle a Snape que esa situación no había sido buscada por ella. Que ella no estaba “desnudándose para esta panda de degenerados adolescentes” (según las palbras de Snape) y que todo había sido una broma de Malfoy… Ese maldito Malfoy… Sólo de pensar en ese canalla ya le ardía la sangre.
—Lo que no entiendo —comentó Harry—, es por qué justamente a ti. Ya sabemos que Malfoy no respeta a nadie, pero con la cantidad de chicas en el agua y tuvo que ir justamente a por ti.
—Ya sabes cómo es —musitó ella llanamente. No quería admitir que la guerra parecía haberse establecido entre ellos. Y al igual que él había respondido a su ataque, ella haría lo mismo. No iba a quedar así, tan fácilmente… Una idea de lo próximo que haría ya se estaba estableciendo en su mente cuando de pronto su propia conciencia la aguijoneó.
¿Qué estás haciendo, Hermione? ¿Por qué te estás comportando como una niña de diez años? ¿Por qué le estás siguiendo el juego al hurón?
Sabía que no debía hacerlo… ¿Entonces por qué lo hacía? Ella siempre cumplía las normas, jamás había desobedecido a un profesor a no ser que se tratara de una situación de vida o muerte. Era Malfoy. Malfoy siempre sacaba su peor lado, había logrado arrastrar a la superficie a la rebelde que había en ella y a la que ni siquiera ella misma conocía hasta ahora.
¿Por qué simplemente no se resistía?
Suspiró pausadamente, relajándose y decidió que no volvería a contestar a la broma. No haría nada más. Draco no tendría ninguna ocasión para molestarla a partir de entonces.
—¡Harry, Hermione! ¿Dónde habéis estado hoy? No os he visto en todo el día, bueno… casi…
Ron acababa de sentarse y su gran sonrisa de pronto se había disimulado un poco al mirar a Hermione, pero luego de pronto, la imagen de Lena había acudido de nuevo a su mente.
—¿Pasa algo, Ron? —preguntó Harry interesado—. Pareces…
—¿Has conocido a alguien, hermanito? Por la cara que traes se ve que sí… —Ginny se dio cuenta de que había interrumpido a Harry y se limitó a bajar la cabeza avergonzada mientras Potter hacía lo mismo.
Hermione puso los ojos en blanco ante las estúpidas reacciones de sus amigos, pero Ron siguió con la misma cara.
—He conocido a una chica… Aun no la conozco muy bien pero es… es tan simpática, tan guapa, tan dulce…
—Ron… —advirtió Hermione.
—Es muy tranquila y graciosa y…
—Ron —repitió.
—Es… ¡completamente diferente a Lavender!
—¡Ron! —Hermione lo miró con censura y un llanto se escuchó junto a ella casi al instante.
—¡LAVENDEEEEEER! —Parvati Patil respiró con dificultad para contener las lágrimas, pero finalmente se levantó de la mesa y se dirigió de nuevo a su refugio entre las mantas de su cabaña.
¡Merlín! Había que hacer algo ya mismo con ella, las cosas no podían seguir así…
Hermione se levantó y salió tras su compañera, pero mientras caminaba chocó con alguien.
—Justo pensaba en ti, Granger —la voz arrastrada de Draco hizo que un escalofrío la recorriera completamente y de pronto Hermione desistió de la idea de ir a buscar a Parvati. Ahora había algo más importante entre manos.
—¿Pensando en mí? Entonces no puedo pedirte que me devuelvas mi bikini aún. ¿No? —le miró sarcástica, con los nervios a flor de piel y sintiendo la mirada de todos a su alrededor.
—No lo necesitas. No sirve para nada si no hay nada que cubrir.
El chico la miró fijamente, intentando restarle importancia al asunto de esa tarde y la reacción que había producido en él, pero Hermione ya estaba cansada.
—Ya sé la respuesta a esta pregunta, pero en serio Malfoy. ¿Eres siempre así de idiota?
—¿Idiota? ¿Piensas que soy idiota? —una sonrisa maliciosa se asentó en sus labios—. Supongo que llamas idiotas a todas las personas que al menos sabemos divertirnos.
Hermione frunció los labios. ¿Insinuaba que ella no era fiestera como la que más?
Bueno vale, quizás no siempre… Pero un año en nochebuena, bebió tanto champán que… ¡Eso daba igual! Hermione seguía siendo muy divertida.
—Llamo idiotas a todos los que no tienen cerebro, como tú.
—Pues no sé para qué te sirve a ti el tuyo. ¿En serio pensabas que no sabría que tú habías empezado con la sombrilla?
Los ojos de todos se clavaron en ella, buscando una respuesta a lo que Draco acababa de decir, ya que la mayoría no se estaba enterando de nada.
—¿Qué sombrilla, Malfoy? –Ron entró en escena, interesado.
—¡Comadreja! No sabía que habías venido. Claro, supongo que estáis teniendo vacaciones familiares a costa de Hogwarts.
Ron no se dejó amedrantar por las palabras de Draco y lo miró fijamente, esperando una respuesta.
—Resulta que tu amiga, la santita Granger, no es tan santita como parece… Ahora se dedica a cometer actos vandálicos por las playas. Robando.
Hermione sintió que su tono de piel aumentaba un cincuenta por ciento y bajó la cabeza, avergonzada.
—¿Y para qué te va a robar a ti? –Harry también quiso ser amigo valiente, así que se introdujo entre la gente hasta quedar junto a sus amigos.
—¡Hombre Potter! Pues bueno, esa pregunta es demasiado obvia. Pero igualmente, dejaré que responda Hermione.
Todos miraron a la chica que en ese momento intentaba fundirse con el suelo. ¿Cómo podía Draco ser tan cruel? Y lo peor… ¿Cómo podía ella haber pensado en dejar correr la venganza? Se merecía la broma más pesada del mundo.
De pronto alzó la vista a los fríos ojos grises de Draco y compuso una sonrisa.
—No me eches la culpa a mí si, tras tomar el sol, pareces un pez payaso —pese a que él lo intentó, Hermione no desvió la mirada ni un segundo.
—Entonces tú tampoco me culpes de que, de repente, te den arrebatos nudistas.
Hermione suspiró, exasperada y la gente de alrededor tuvo una extraña sensación. La sensación que se tiene cuando escuchas una conversación privada que no te concierne.
Hermione se había separado de sus amigos y ahora se encontraba frente a Malfoy, casi pegada a él y Harry y Ron miraban al suelo, incómodos.
La Gryffindor alzó la barbilla, desafiante, y se quedó observándole. Ahora le tocaba a ella mover pieza.
—Ya nos veremos, Malfoy —escupió antes de darse la vuelta. Todo su cuerpo temblaba y todo el mundo la miraba retirarse.
—Estoy seguro —pensó Draco al darse la vuelta también.
***
Había amanecido de nuevo en Bahikki y la figura alta de Ron se recortaba dando vueltas en la ventana.
¿Qué demonios estaría tramando Hermione con Malfoy? ¿Y por qué no les había dicho nada a Harry y a él?
Él había visto claramente cómo robaba la sombrilla del rubio y también la había escuchado negarlo.
Llevaban tres días ahí y hasta Hermione estaba un poco loca. ¿Qué sería lo siguiente?
Todos habían quedado traumados al ver el día anterior a Snape vestido de paisano y los gemelos habían incluido esa broma a su libro de “Lo mejor de los Weasley: Fred y George”
El mundo estaba al revés en esa isla.
—¡Rooon..!
Una voz hizo a Ron pegar un pequeño grito y saltar hacia atrás, cayendo de lleno encima de Seamus, que le dio un manotazo y se retorció.
Inmediatamente el pelirrojo se acercó a la ventana para saludar a Lena. No sabía qué decirle, pero realmente ella no lo entendería así que no importaba demasiado.
—¿Amigos? –Lena señaló al interior de la habitación, para comprobar si esos eran los amigos de Ron que habían hecho crecer su bigote.
Ron asintió e instintivamente palpó la zona en la que el día anterior había tenido el mostacho que finalmente Luna había arreglado tras muchos ruegos.
—¿Amigos ca…cap… ulios?
Ron ahogó una carcajada, era la primera palabrota de Lena en su idioma y no había sonado demasido ofensiva en sus labios. Tenía aspecto de niña buena, pero no fueron de niña buena sus siguientes palabras:
—Tú, yo… Broma amigos capulios. Mojar.
Una sonrisa comenzó a formarse en Ron mientras ayudaba a su nueva amiga a saltar por la ventana para que entrara a la cabaña. Cada vez le gustaba más esa chica.
***
Aún no habían desayunado, era pronto todavía, pero Luna Lovegood ya estaba en la playa observando a las estrellas de mar y esa era una posibilidad que Theo no iba a dejar pasar.
Se acercó a ella pausadamente, no quería asustarla pero tampoco darle oportunidad a irse en cuánto lo viera.
Luna llevaba todo el pelo suelto y le llegaba por debajo de la cintura. Tenía los pies metidos en el agua y la rodeaba un extraño halo de luz.
—Hola Theodore Nott —saludó sin haberle mirado.
Theo se sobresaltó y se colocó junto a ella.
—¿Qué tal, Luna?
—¿Vienes a intentar ligar conmigo?
El rostro de Nott se contrajo. Ni siquiera le había preguntado cómo estaba. No supo qué decir durante los siguientes segundos, así que Luna decidió sacarle ella misma del apuro.
—Lo digo por la apuesta que tienes con Zabinni.
Se disponía a desmentirlo, pero los ojos de la chica eran tan brillantes que sólo pudo pensar en una cosa.
—Zabinni es idiota.
Luna sonrió.
—No dice mucho de ti que tú te comportes como él.
—¡Yo no me comporto como él! Yo llevo pantalones normales —protestó señalando sus vaqueros.
—Sí, bueno —Luna se alejó un poco del agua y comenzó a caminar por la orilla—. A mí me gustan las flores.
Theo se apresuró a seguirla.
—Debí suponerlo —murmuró—. Tengo una idea. —Comenzó a decirle a Luna en alto—. ¿Por qué no me ayudas a ganar la apuesta? Así podremos reírnos un poco de Blaise cuando volvamos a Hogwarts.
Luna empalideció y miró tristemente a Theo.
—¿Reírnos de él? ¿Por qué? No está nada bien reírse de los demás, Nott. Podríamos hacerle daño.
Theo la miró, cohibido. Menudo carácter más sensiblero…
—Lo siento… No quería decir eso… —sus manos temblaban, algo nervioso.
Pero la carcajada de la rubia Ravenclaw lo sacó de su disculpa apresurada.
—¡Era broma! Venga, hagamos que Zabinni deslumbre a todo Hogwarts con trapitos sexys.
Theo se mostró sorprendido y de pronto sintió algo muy parecido a la admiración por Luna Lovegood. Era la primera vez que hablaban en su vida y ya lo hacían como si fueran amigos de toda la vida. Luna se agachó y cogió una concha brillante del suelo, la guardó en su bolsillo y siguió caminando.
El Slytherin tuvo una idea que podría funcionar, ya que la suerte parecía de su lado esa mañana.
—No sé si lo sabes, pero cuando en Slytherin cerramos un trato, lo hacemos con un beso.
La chica soltó una carcajada incrédula.
—¿Besas a Zabinni cada vez que cerráis una apuesta? —murmuró con su dulce voz provocando una especie de rubor en Theo, que nunca esperaba que Luna fuera tan directa.
—Por supuesto —sonrió torcidamente, como todos los Slytherin cuando querían algo. Se acercó un poco a la chica—. ¿Cerramos el trato?
Luna no respondió pero observó al joven de los ojos claros acercar lentamente sus labios a los de ella y un cosquilleo recorrió su estómago, de pronto sonrió, sabía que el beso no llegaría. Y efectivamente así fue porque un segundo después varios gritos simultáneos llegaron a sus oídos y al instante una retahíla de insultos llenó el aire.
Theo y Luna se acercaron a la cabaña de la que salían los gritos y vieron a Fred y George acercarse, preocupados, para después echarse a reír en la puerta.
—¿Qué pasa? —preguntó interesada Luna.
George abrió un poco más la puerta para que se enteraran de lo que ocurría y un reguero de agua salió de la habitación. En el interior, Seamus, Dean y Harry temblaban a la vez que intentaban vestirse para salir al exterior. Una chica muggle salió de la cabaña, seguida por Ron y ambos sonrieron a Fred y George, completamente satisfechos.
Los gemelos chocaron los cinco a los nuevos bromistas mientras seguían riéndose de los tres muchachos mojados.
—Nosotros… agua a los capullos —explicó la muggle mientras se reía a carcajadas.
Theo la miró sin entender, pero apreciando a la chica como sólo un macho en plena potencia de hormonas podía hacer.
—Les hemos bañado con agua helada de la manguera —aclaró Ron mientras un ofensivo grito de “idiota” salía de la cabaña, dirigido a él.
—¡Es nuestro hermano! —vociferó Fred para que todos los que estaban en la playa se enteraran.
—Y ella es Lena —presentó Ron ruborizándose por el repentino orgullo de sus hermanos gemelos. –No habla muy bien nuestro idioma, pero es muy buena con las bromas.
—Encantada de conocerte —Luna sonrió afablemente y Lena hizo lo mismo.
—¡Yo no! —gritó Finnigan justo antes de salir de la cabaña aún con el pelo chorreando.
Al observar el cuadro de los tres chicos tiritando por el agua congelada e intentando ponerse al sol cuanto antes, todos se rieron de nuevo y Harry sólo pudo agradecer que Ginny no estuviera allí para ver su espantoso ridículo, pero llegaría a sus oídos seguro.
Theo también sonrió. Al final Weasley no era tan tonto: se estaba cubriendo las espaldas con una muggle para que nadie pudiera lanzarle algún hechizo… o una maldición.
—Bueno chicos. Ha sido realmente divertido, pero tenemos que irnos —Fred se despidió de todos—. ¡Estamos construyendo una tirolina!
—¡Hasta luego Luna! —George miró a la nueva amiga de los gemelos y al instante los dos salieron corriendo.
Desde que el día anterior habían vivido la aventura del chicle, los gemelos ya planeaban incluir a la simpática rubia en algunos de sus otros planes y ella, lejos de negarse, estaba realmente encantada de haber dado con dos jóvenes tan simpáticos.
—Nosotros también nos vamos —se disculpó Ron mientras ignoraba las miradas asesinas que le dirigían sus amigos y abandonaba la escena.
—Adiós, amigos —Lena esbozó su mejor y más inocente sonrisa y se fue siguiendo al pelirrojo, como si ella no hubiera tenido nada que ver.
***
—Esta noche hay una fiesta —dejó caer Ginny—. ¿Vamos a ir?
—¡Claro! —Hermione había recuperado su buen humor habitual y se encontraba en la habitación con sus amigas mientras preparaba la próxima pesadilla de Draco: Una botella de mojito con un hechizo muy interesante dentro que hacía que te comportaras como el peor de los borrachos tras beber una sola gota. -¿A qué hora es?
—Dentro de un par de horas.
—Yo paso —Parvati se levantó de la cama y se sentó junto a Luna, que en ese momento estaba trenzando el cabello pelirrojo de Ginny.
—Venga Parvati. Te lo vas a pasar muy bien. ¿No te apetece bailar un poco? —la gemela Gryffindor negó con la cabeza—. ¿Y beber mucho?
Hermione se rió mientras terminaba de formular los hechizos.
—Sobre todo beber, Draco… Sobre todo beber.
Sus tres amigas la miraron, curiosas y ella bajó la cabeza. No podían enterarse de lo que pretendía hacer. Pero si ella misma no aprendía a cerrar la boca no lograría nada.
—¿Ocurre algo? ¿Qué es eso? —Patil sintió encenderse su vena curiosa.
—Una botella. ¿No lo veis?
—¡Eeeey! ¡Yo quiero “mojando”! —exclamó Ginny mientras intentaba agarrar la botella, pero Hermione la retiró de su alcance y se levantó.
—Es un regalo —caminó hasta la puerta de la cabaña.
—¿Es para Draco? —preguntó inocentemente Luna y Parvati la miró, oliendo el cotilleo.
—Sí… —Hermione sonrió y miró a la botella—. Esta noche, en la fiesta lo veréis. Voy a dárselo.
Ginny ni siquiera se inmutó. Prácticamente podía imaginar el pique que se traían esos dos y prefería no meterse. Bastante tenía con no poder ni siquiera armar una frase coherente cuando Harry estaba cerca, pero Parvati sí que se interesó y sin pensar en Lavender y Padma de nuevo, se dijo a sí misma que quizás la fiesta no estuviera tan mal, después de todo.
***
El sol aún no se había puesto, pero el cielo ya era de un color rosáceo intenso que desembocaría en noche cerrada dentro de poco.
Hermione decidió darse un poco de prisa y se acercó a la cabaña de los chicos de Slytherin. Oía risas masculinas al otro lado de la puerta, por lo que estuvo segura de que Draco estaba ahí.
Le echó un último vistazo a su botella que lucía un bonito cartel rosa que rezaba:
"Para Draco. ♥ "
Le había costado la vida entera ser capaz de escribir eso refiriéndose a él, pero si se enteraba de que era ella la que enviaba la botella no se la tomaría.
Dejó el mojito junto a la puerta y se dio la vuelta para volver a su cabaña, pero algo en su interior la obligó a volver atrás de nuevo y echar un pequeño vistazo a la ventana.
—Sólo para comprobar que está aquí —se dijo.
Se movió con rapidez y vio que en la cabaña todos los chicos estaban bebiendo y Crabbe disfrutaba de un cigarrillo.
Así que eso era lo que hacían los chicos de Slytherin. ¿También pasarían las noches bebiendo los de Gryffindor?
Zabinni no dejaba de hablar en ningún momento, parecía una especie de juguete con cuerda y Theo estaba tirado en la cama fingiendo escuchar a Blaise.
Pero la pregunta era: ¿Dónde estaba Draco?
A lo mejor estaba en el otro lado de la sala, el que no se veía desde allí. Para comprobarlo, Hermione se apoyó en el alféizar de la ventana y se levantó unos centímetros del suelo mientras le buscaba con la mirada. Y por fin lo encontró. Pero no dentro, exactamente.
—¿Se puede saber qué estás haciendo, Granger? —preguntó la voz del rubio detrás de ella. Justo un instante después, Hermione perdió el equilibrio y cayó dentro de la cabaña de los chicos de Slytherin.
Un final curioso. ¿Qué va a ocurrir ahora en la cabaña de Slytherin? ¡Pues lo veremos en el próximo chap!
Nos vemos pronto y muchas gracias por adelantado a quienes me quieran demostrar lo que piensan del fic.
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