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2- Primer día de locura.

Aloha! ¿Cómo os va?
Yo me alegro mucho de poder decir que ya vengo con el segundo capítulo de mi fic y que espero que os guste.

II- Primer día de locura.

—Luna –llamó Ginny suavemente otra vez.

Tras unos segundos sin obtener contestación lo intentó un poco más alto.

—¡Luna! –su amiga volvió a hacer oídos sordos y Ginny se levantó, se colocó tras ella y gritó a pleno pulmón—. ¡¡¡LUNA!!!

Lunática Lovegood se giró un poco distraída y miró a su amiga con expresión de felicidad.

—Me encanta esta habitación Ginny, hay un montón de insectos muggles rondando por las esquinas.

—¿In-insectos? –un poco mareada, la pelirroja se alejó del rincón en el que se encontraba su amiga rubia y contuvo una arcada al ver a una araña saliendo de la madera.

Hermione, que hasta entonces había estado distraída giró la cabeza hacia sus amigas y detuvo por un segundo su afanosa obsesión por terminar de ordenar antes de que los profesores llegaran. Seguía igual de emocionada que al principio e incluso le parecía aún más divertida la isla al haber tenido esa discusión estúpida con ese estúpido de Malfoy.

—Mira que arañita más mona –Luna sonrió a Hermione mientras señalaba una gran araña situada entre el suelo y la pared. La morena abrió los ojos como platos y acabó fingiendo una sonrisa acompañada por un “monísima, sí…”

Niguna de las dos había reparado en que Ginny estaba paralizada y mirando a la araña con el pánico en los ojos. Si ellas hubieran sido de su familia hubieran sabido que desde siempre, el pánico a las arañas había sido su rasgo común con Ron, pero ninguna de sus dos amigas reaccionó, ni siquiera la miraron y mucho menos la figura apretujada entre las mantas en la cama de al lado.

Parvati parecía haber planeado pasarse todas las vacaciones encerrada y envuelta en mantas, como si no estuvieran a más de treinta grados.

—Los insectos de esta isla son realmente curiosos –murmuró la rubia mientras acercaba un papel a la araña que no se atrevía a acercarse mucho a la joven, quizás se imaginaba un destino horrible si se aproximaba a esa humana de grandes ojos azules—. Mira Ginny.

—No… —murmuró Ginny aún paralizada y de pronto palideciendo al ver que su amiga había cogido a la araña con el papel.

Luna se levantó y se acercó un poco a Ginny, esto bastó para que un grito frío y agudo saliera de su garganta a la vez que caía en el colchón desmayada.

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—¿Habéis oído eso? –Theo levantó la cabeza—. Acabo de oír a una chica gritar…

—¿Mi nombre? –Zabini se levantó de la cama y con una gran sonrisa se acercó a sus amigos luciendo sus nuevos pantalones piratas de flores.

Theo consiguió reprimirse un poco y simplemente miró a otra parte, divertido. Pero Draco Malfoy no intentó contener una sonora carcajada.

—Theo, te dije que intentaras que al soltar el traslador no se diera en la cabeza. Luego pasa lo que pasa.

Theo se mordió el labio para evitar hablar pero al observar de nuevo el ridículo estampado con flores de los pantalones de su amigo, acabó carcajeándose.

Zabini hizo oídos sordos a las críticas y no perdió su sonrisa, si acaso la intensificó.

—No os preocupéis chicos, he traído más bermudas. Os las puedo dejar.

Una nueva tanda de carcajadas.

—Ber… ¿Bermudas? –se mofó Theo apartándose el cabello castaño que caía sobre su cara con cada nueva risotada.

—¿Dónde está Rita Skeeter cuando se la necesita? –preguntó el rubio secándose las lágrimas que se le escapaban al observar a su emocionado amigo–. Nott, me debes dinero de aquella vez que apostamos que no lograría superar su propia estupidez.

Blaise compuso una mueca aristocrática.

—Burlaos, aun vestido de payaso podría superaros en todo.

—¡Pero no tenías que demostrarlo, joder! –murmuró Draco y Theo se lanzó bocarriba en un sofá de madera que había en el centro de la estancia.

—Voy a ligar con todas las chicas de la isla. La sangre no importa, ligaré hasta con las que no son humanas–. Blaise miró al techo ilusionado, seguramente imaginándose escenas románticas en las que aparecía con sus pantalones nuevos y las chicas se derretían por él.

Unos golpes en la puerta hicieron que se giraran y por un segundo dejaran de hacer bromas sobre la imaginación de su amigo. Blaise procedió a abrir.
En la puerta, Dean Thomas observó unos segundos al Slytherin y después pareció recordar por qué estaba allí.

—Tenéis que salir, vamos a recibir a los profesores —anunció.

Los tres jóvenes se levantaron y terminaron de tirar por el suelo sus pertenencias antes de percatarse de que Dean seguía en la puerta.

Malfoy lo miró con recelo y se dispuso a soltar un comentario mordaz, pero antes de que pudiera hacerlo, Thomas se dirigió a Zabini.

—Bonitas bermudas —comentó antes de cerrar la puerta.

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Harry y Ron estaban a punto de salir de su habitación en ese momento.

—Ron… ¿Quiénes crees que serán los profesores que vengan?

Ron terminó de ajustarse la camiseta manga corta y agarró el pomo.

—Pues ni lo sé ni me importa, pero con la hora que es ya deben de haber llegado.

Harry asintió y abrió la puerta. A unos metros, justo en el centro de las cabañas situadas en círculo, cinco personas habían llegado con un traslador. Un acceso de risa atacó a Potter y se apartó para que también Ron viera el panorama de los monitores de Bahikki.

En sólo un segundo Ron se puso verde y estampó la palma de su mano en su propia cara.

—Dime que es broma  —suplicó.

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—¡Hola! —las chicas acababan de llegar a dónde se encontraban Harry y Ron y Hermione casi saltaba de excitación.

Harry saludó ruborizándose visiblemente al observar el vestido corto de Ginny y Ron simplemente tenía la boca abierta por el shock anterior.

—¿Qué ocurre? —le preguntó la pelirroja a su hermano.

No hizo falta que señalara a la escena del crimen, pues un grito conjunto se oyó por todo el campamento (y parte de la isla).

—¡Han llegado los príncipes! —decía un pelirrojo.

—Los reyes —matizaba su hermano.

Por su lado pasaron Crabbe y Goyle, que acababan de llegar junto a ellos al haber perdido el primer traslador.

Ginny soltó un gritito y corrió a saludar a sus dos hermanos gemelos, Fred y George.

Luna Lovegood miró a Ron con empatía.

—No te preocupes Ron, te entiendo.

Ron seguía con la cabeza gacha.

—Eso no es lo peor —y con un dedo señaló al plato gordo, que parecía deslizarse entre los alumnos.

Severus Snape odiaba la arena, el calor, el sol y a los adolescentes en plena potencia de hormonas. (Especialmente a Harry Potter) Así que si algo podía odiar más que a todo eso, era todo eso junto. Al igual que en ese momento.

—Espero que se comporten como alumnos de sus nobles… y no tan nobles casas —murmuró arrastrando las palabras.

A su lado, George se apoyó en su hombro con aire casual.

—Alegra esa cara, Sev. ¡Estamos en el Caribe!

Con una mueca de desprecio, se zafó del pelirrojo y agrió un poco más aún su cara.

—Le convendría saber, Weasley que esto no es el Caribe.

Hermione, que se había acercado un poco junto a sus amigos, estuvo de acuerdo con Snape.

—Estamos en una isla del Pacífico, el Caribe está en…

Ron perdió la paciencia y miró al cielo mientras extendía los brazos arriba.

—¿Por qué no, ya de paso, viene Percy?

Harry sonrió, se le pasaría en seguida. Era una buena noticia que los gemelos estuvieran encargados de cuidar de la seguridad de todos, porque era sabido que ellos no sabían cuidar ni de la suya propia y, Snape… Bueno, no todo podía ser perfecto. ¿No?

El profesor, que ya comenzaba a sudar con su túnica negra y el sol de Hawaii, se dispuso a comenzar con las órdenes.

—Espero que todos hayan terminado ya de desempaquetar. La cena será aquí a las nueve, ni una hora más ni una hora menos, por lo que el que no esté presente… Tendrá que esperar para llenar su estómago al día siguiente —sonrió maliciosamente—. Está prohibido cenar con bañadores y demás puesto y en la playa están terminantemente prohibidos los… los…

Fred miró al profesor y terminó la frase por él.

—Desnudos parciales o totales –se puso una mano junto a la boca, cómo para decir un secreto a los alumnos sin que Snape se enterara–. Pero por la tarde que es cuando estaremos nosotros, eso es obligatorio.

Las chicas se sonrojaron al recibir el guiño de ojos de los gemelos y Blaise y Theo sonrieron estúpidamente.

Draco los observó y levantó la barbilla.

—No os esforcéis tanto… La probabilidad de que alguno de los dos ligue es directamente proporcional a la distancia a la que yo me encuentre de las chicas.

—¿Lo dices por que si te ven se asustarán, Malfoy?

A su espalda, Hermione junto a sus dos amigas… la Weasley y la loca, parecían buscar guerra.

—Granger, Granger… ya pensaba que no te volvería a ver en todo el día… y no sabes cómo me gustaba la idea. Y ellas… Cómo así… ¿Ahora tienes amigas?

Hermione se preparaba para cerrarle la boca al Slytherin cuando un cuerpo grande y pesado la empujó, haciéndola caer en la arena… a casi cuatro metros de distancia.

¡Malditos Crabbe y Goyle!

—¡Draco! ¡Hemos encontrado collares hawaiianos! —exclamaron a coro.

Draco sonrió afablemente y miró a los dos chicos, como si ya hubiera olvidado que estaba hablando con Hermione y acabara de pasar al siguiente tema.

—¡No me digáis! Qué bien… ¿Ahora por qué no me hacéis un favor y…? —su expresión cambió y por un segundo todos tuvieron la sensación de que golpearía a alguien—.¡Se lo contáis a alguien a quién le importe!

Los jóvenes se quedaron en silencio un segundo.

—Qué carácter –la vocecilla infantil de Luna rompió el silencio mientras ayudaba a Hermione a levantarse–. A mí me gustan los collares de flores, me parecen muy… simpáticos.

Crabbe y Goyle parecieron un poco más animados y Draco aprovechó para desaparecer de escena mientras se preguntaba a sí mismo si todo eso no sería una broma y las situaciones surrealistas algo arreglado de antemano.

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—¿Dónde está Hermione? –Harry llevaba varios minutos buscándola desde que la habían perdido de vista apenas un par de horas antes.

—No sé, pero tampoco ha podido ir muy lejos, no falta mucho para la cena.

La verdad era que Harry no buscaba a Hermione, sino a Ginny. ¿Pero cómo podía decírselo a su hermano?
Se mordió la lengua como hacía normalmente cada vez que sentía ganas de hablar sobre sus ojos o su cabello, lo cual resultaba realmente cursi.

—Sí, ya aparecerá… ¿Qué podemos hacer ahora hasta la cena?

Ron se quedó pensando un  momento.

—Podemos nadar, pescar, explorar la isla, gastarle una broma a Snape, observar el panorama femenino…

—¿Nos vamos a la cabaña? —sugirió Potter al escuchar esos planes que la verdad, no le apetecían en absoluto.

Ron asintió con la cabeza efusivamente y se dispusieron a volver, pero justo cuando habían llegado a su puerta los dos gemelos aparecieron por detrás de los jóvenes y Fred tiró de los calzoncillos de Ron, haciendo que éste saltara sobresaltado.

—Hola Ronnie, hola Harry —dijeron a la vez.

Harry se alegraba sinceramente de verles, a él los hermanos de su amigo le caían realmente bien y le habían ayudado en muchas ocasiones en las que él lo necesitaba.

Ron los miró un poco molesto, pero bajó la cabeza para que no se notara demasiado.

—¿Te ocurre algo, Ron? Creíamos que al menos mostrarías un poco más de gratitud. Nosotros ayudamos a que vinieras.

Al pelirrojo se le olvidó de pronto su disgusto y procedió a darles las gracias, entusiasmado. Los gemelos se mostraron complacidos y poco después también se fueron.

—Ya nos devolverás el favor —murmuró enigmáticamente George.

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Hermione Granger se disponía a tomar el sol mientras leía. La noche ya casi había caído y no faltaba más de una hora para la cena. Cuando divisó una tumbona libre se asentó en ella rápidamente.
Después de leer un par de líneas, un chapoteo le llamó la atención y divisó a un muchacho rubio nadando entre las olas.  

Se sorprendió de no haberse percatado antes y tal vez se demoró un segundo más de lo conveniente analizando sus movimientos, pero eso bastó para que una voz sorprendida la hiciera arder de vergüenza.

—¡¿Malfoy?!

—¿Malfoy qué? –preguntó casualmente mientras volvía a centrar su vista en su libro.

Su amiga Ginny acercó otra de las tumbonas y se sentó junto a Hermione, que ya supo que no lograría leer una palabra más y acabó por apartar el libro.

—A ver… —opinó Ginny–. Está muy bueno… pero es gilipollas.

Las mejillas de Granger ardieron un poco más al mirar al suelo.

Ambas volvieron a mirarle y observaron su cuerpo durante unos segundos más…. Hasta que él salió del agua e irremediablemente comenzó a acercarse a las chicas.

—Ahora pensará que le estaba mirando… —murmuró Hermione, nerviosa, a su amiga.

—Pensaría que le mirabas aunque no lo hicieras, ya sabes cómo es —le dijo Ginny entre dientes.

—Tampoco puedes negar que lo estabas haciendo —la voz fanfarrona de Draco llegó a sus oídos.

La mente de Hermione sólo pudo reproducir un gran “¡Mierdaaaa!”

—No te avergüences Granger –le dijo al ver cómo sus mejillas rayaban el carmesí—. Tendrías que estar ciega para no mirarme. Parece que por fin empiezas a apreciar lo bueno.

Las chicas comenzaron a analizar al joven y Ginny reparó en que como siempre, Draco la ignoraba completamente y se centraba exclusivamente en molestar a su amiga con cualquier tontería. Con una tonta disculpa que ninguno escuchó claramente, la pelirroja se fue, ya que sabía que mientras Draco estuviera ahí, su amiga también la ignoraría rotundamente y no era momento para ser sujetavelas en sus vacaciones.

—¿Lo bueno? —repitió Hermione con retintín—. Qué raro, yo no he visto a Viktor por aquí…

Eso le dolió a Draco en su orgullo masculino y de pronto no pudo apartar la vista de ella y su mohín de disgusto sonrojado, tal vez por el sol o tal vez por algo más. La verdad era que se esperaba que Hermione fuera a la playa con una camiseta mangacorta y una falda larga… para no enseñar más de lo debido, pero en ningún momento había esperado que ese pequeño bikini apretara tan bien su cuerpo, y cubriera tanto… pero a la vez tan poco.

Estaba buena. ¿Y qué? Pansy también estaba buena e incluso la Weasley estaba buena y no por eso eran más que algo “follable”.

Al ver que Draco no contestaba como hubiera hecho siempre, Hermione se levantó y por un segundo el rubio pensó que se iba, pero al observar cómo se quitaba el pequeño pantalón y dejaba el libro en la tumbona, supo que se iba a bañar.

—Si yo fuera tú, no me bañaría —le advirtió.

—¿Por qué? —le preguntó secamente, esperando cualquier contestación racista.

—Porque yo también voy a bañarme.

—¿Y? —no pronunció nada más pero sabía que le contestaría algo como “contaminarás el agua”—. Frunció el ceño, ese chico era muy previsible.

—Pues que te voy a ahogar —dijo llanamente mientras comenzaban a caminar hacia el agua.

Hermione contuvo una carcajada.

—¿Tú me vas a ahogar a mí? —le preguntó incrédula.

El chico no respondió hasta que no se hallaban justamente en la orilla.

—Lo vas a lamentar —advirtió.

Hermione se sentía herida. ¿Acaso pensaba que no podía defenderse? ¿Qué no podía contraatacar? Iba listo porque no tardó ni diez segundos en correr por el agua hasta llegar a dónde casi no hacía pie. Al instante, Draco apareció a su lado.

—Tú lo has querido, Granger —sentenció justo antes de agarrar la cabeza de la chica e introducirla en el agua.

Pasaron varios segundos en los que Hermione pensó que la iba a ahogar de verdad, pero de pronto su cabeza volvió a subir a la superficie y ella escupió todo el agua que había tragado. Estaba histérica.

—¿Qué te pasa, Malfoy? ¡Casi me matas estúpido!

Totalmente rabiosa, se abalanzó sobre Draco e intentó pagarle con la misma moneda, pero sólo consiguió caer encima de él, puesto que el chico había mostrado resistencia. Cuando ambos salieron del agua, Draco tosió.

—¿Qué coño era eso? ¿Se me ha caído Hogwarts encima?

Hermione enrojeció y le salpicó en la cara.

—Eres realmente idiota.

Draco sonrió torcidamente y también la salpicó, pero mucho más fuerte.

Después ninguno hizo ningún movimiento. Durante un minuto ni siquiera hablaron y Hermione observó las pequeñas gotitas que caían por el torso desnudo de Draco y se perdían en el bañador, llegando más allá de lo que cubría la tela… Tragó saliva y le miró a los ojos grises.

—Te has puesto nerviosa, Granger.

A Draco parecía divertirle todo eso así que con un mohín y antes de imaginarse nada más sobre Malfoy y su cuerpo, Hermione murmuró atropelladamente que tenía frío y procedió a salir del agua.

A Draco no se le había pasado por alto cómo la carne de los brazos de la chica se había puesto de gallina y cómo el bikini le había revelado todas las formas que necesitaba saber, así que antes de que se alejara mucho en el agua la detuvo.

—¿Qué pasa? –preguntó Hermione volviéndose hacia él.

Sin previo aviso, Draco Malfoy cayó sobre ella y de nuevo introdujo su cabeza en el agua.

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—Espero que os hayáis divertido en este caluroso y soberbiamente incómodo día –Snape tenía el rostro aburrido y grandes manchas de sudor recorrían su túnica negra—. Esperemos que mañana sea un día igual de… —Vaciló y acabó por no terminar la frase. Se sentó de nuevo en el centro de la gran mesa en la que todos esperaban la comida y esta vez los gemelos, sentados uno a cada lado de Severus, se levantaron para inaugurar la primera cena en Bahikki.

La mesa estaba situada en el círculo que quedaba entre todas las cabañas agrupadas ordenadamente y el suelo era simplemente arena. El cielo estaba despejado y era de un intenso azul oscuro repleto de estrellas.

—¡Que pasen los elfos! —Fred y George hicieron una especie de presentación entonando la frase y al instante cinco elfos domésticos de Hogwarts aparecieron frente a la mesa con distintos platos que fueron depositando junto a los alumnos.

Los chicos se maravillaron al observar que la comida era realmente temática respecto a las islas: Tenían frutas tropicales, pescado ligero, salsas y demás acompañantes e incluso en algunos puntos de la mesa aparecieron misteriosas botellas que contenían un líquido verde que algunos nacidos de muggles identificaron al instante.

Ron se bebió un trago y miró sonriendo a Hermione al instante.

—¡Merlín! ¡Me encanta este “mojando”!

Por primera vez, la castaña no le corrigió diciendo que se llamaba “mojito” sino que simplemente se rió.

—¿Dónde está Luna? —le preguntó Ginny a Harry intentando entablar una conversación.

Estaban sentados el uno junto al otro y ninguno de los dos se atrevía a hablar, pero tampoco se aventuraban a hacerlo con los demás.
El chico de los ojos verdes miró a Ginny y de pronto los dos bajaron la cabeza, avergonzados.

Por suerte la chica que aparecía corriendo de la playa consiguió que murmurara un débil “Está ahí”.

Luna llevaba un frasco de cristal con un pequeño bichito dentro y un bolso que al parecer estaba lleno de ellos.

Severus se vio en la obligación de reprender a la joven.

—Espero que sepa que la cena comienza a las nueve, ni un minuto más ni…

—Un minuto menos… —le imitó Fred mientras palmeaba su espalda—. Tranquilo Sev, nosotros nos encargamos. –Los dos gemelos se quedaron pensando durante un segundo qué deberían decir como castigo a Lovegood.

—Luna, esta noche te has quedado sin patatas —dictaminó George y sonrió ampliamente, satisfecho con su castigo.

Snape se acercó un poco a Fred y le susurró algo al oído.

El pelirrojo asintió y miró al profesor con aprehensión. Después se lo comunicó a su hermano.

—Y sintiéndolo mucho… cinco puntos menos para Ravenclaw.

Luna bajó los ojos, un tanto asustada por la bienvenida pero cuando se dispuso a sentarse uno de los gemelos se encaminó hacia ella y la tomó de la mano, provocando que abriera mucho sus grandes ojos y se ruborizara.

—Pero tendrás la oportunidad –comenzó George mientras seguía agarrando suavemente su mano—. ¡De ayudarnos en uno de nuestros nueve retos de los nueve días que quedan en la isla!

Una nube de aplausos la apabulló, ni siquiera sabía nada de ningún reto. Terminó por dar dudosamente las gracias a los gemelos y se sentó junto a sus amigos mientras con rápidas palabras les explicaba que había encontrado una nueva forma de cazar hidropollos (los cuales se parecían sospechosamente a los pececitos plateados normales) sin dañarlos de ninguna forma ni traumarlos de por vida.

Al otro lado de la mesa, dos chicos estaban a punto de cerrar un trato.

—Yo lo haré en dos días —susurró Theo con altivez.

—Yo lo haré en diez minutos —le rebatió Zabini con una sonrisa prepotente.

Pansy los miró con curiosidad y entrecerró sus ojos verdes, deseando saber qué se traían esta vez sus amigos entre manos. ¿Qué estúpida apuesta habrían hecho esta vez? Mientras les preguntaba, rezaba en silencio por no tener que ser ella la que les dejara ropa, complentos y/o maquillara en esta ocasión.

—Estábamos apostando quién se liga a Lovegood antes.

—¿A la Lunática? —Pansy abrió la boca con sorpresa—. ¿Para qué?

Blaise se rió por lo bajo.

—Para que Nott aparezca el último día de clase con un sujetador tuyo encima de la túnica.

Pansy maldijo en silencio. ¿No podían dejar sus cosas en paz?

—¿Y por qué no unos calzoncillos de Draco? —propuso esperanzada.

Al sentirse nombrado, el rubio giró la cabeza, pero de lo que estuvieran hablando no le importaba demasiado así que desconectó de nuevo y volvió a mirar a Granger, que sonreía frente a él hablando con Ron.

Su mente rió maquiavélicamente. “Sonríe, sonríe… mientras puedas” Y es que en su cabeza ya comenzaban a formarse millones de ideas para convertir sus vacaciones a Bahikki en un agradable paseo por el desierto africano sin una sola gota de agua.

—Incluso yo puedo ligarme a Lovegood si me lo propongo —Pansy se rió de su propia broma, pero al parecer los chicos no lo interpretaron como tal cuando se miraron cómplices.

—Venga, si no… corres desnuda por los jardines de Hogwarts —le propuso Theo.

Y en ese momento incluso Crabbe puso los ojos en blanco al oír el comentario de su compañero, justo antes de agarrar un poco de pescado y metérselo en el bolsillo de la túnica para que nadie lo viera.

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¿Qué os ha parecido? ¿Bien? ¿Mal? Me ayudaríais muchísimo si me lo hicieseis saber con un comentario y ya de paso también me gustaría que me dijerais qué habéis pensado mientras lo leíais.

Nos vemos en la próxima actualización que, espero, sea pronto!

Un beso.

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