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13- FINAL.

Último capítulo, estoy realmente emocionada y quiero dedicarle este capítulo a esa personita que tanto me ha apoyado desde esa noche loca de verano en la que pensé que sería “muy muy guay” meter a los personajes de Harry Potter en una isla del pacífico y dejar que ellos solos se mataran. EmzF, ya sabes (y espero que lo sepas) que sin ti no hubiera terminado esta historia.

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XIII- Highway to hell.

Abrió los ojos ante la intensa luz de la sala.
Tardó unos segundos en percatarse de que estaba en la cama de su cabaña, en Bahikki, y otros tantos en acordarse de que ese era su último día allí, después tendrían que irse.

Blaise se estiró con gozo… hasta que notó algo raro en la boca… ¿Qué demonios…?

Se llevó la mano a los labios y sacó… ¿Una pluma?

“Me he comido a la lechuza de Nott”
Ese fue su primer pensamiento… hasta que al sentir su cara también mullida y cubierta de plumas la idea cambió a “Me he convertido en la lechuza de Nott”

Y ahí fue cuando se dio realmente cuenta de que todo su cuerpo estaba lleno de plumas y una extraña y asquerosa masa viscosa que hacía que cualquier cosa que tocara se adhiriera a cualquier parte de su piel, incluso… Echó un vistazo por dentro de sus calzoncillos y lo confirmó: sí, ahí también.
“Nott es un cabrón”

Se levantó de golpe, con ganas de romper algo o a alguien, pero descubrió a los dos culpables de su desgracia “plumífera” dormidos y con no mucha mejor pinta que él.

¿Qué diablos habían estado haciendo la noche anterior?
Recordaba haber bebido, sí, quizá demasiado…  Pero de ahí a desplumar lechuzas…
¡Eh! ¡Un momento! No habían matado a ninguna mascota, ¡las plumas eran de las almohadas!

Se felicitó a sí mismo por tal astuta observación y se arrodilló en el suelo, donde Theo roncaba pausadamente.

—¡Ey, Nott!

Recibió un manotazo en la cara y, maldiciendo por lo bajo, lanzó un hechizo no verbal con su varita.

—¡NOTT! —sus palabras retumbaron fuertemente en la sala, Theo dio un salto en el sofá y Draco también gritó al otro lado de la habitación.

—¿Qué ha pasado? —farfulló Nott, percatándose de la situación.

Pero entonces una voz femenina hizo enmudecer completamente a Zabini:

—¿Blaise? —dijo Pansy desde la cama del chico.

 ****

—Hoy es el último día que pasaremos aquí.

La voz de Luna sacó a Hermione de su suave ensoñación y volvió a agarrar el libro que tenía entre sus manos para seguir leyendo. Casi no había dormido nada en toda la noche y por eso había intentado leer, aunque parecía que empezaba a dormirse justo cuando comenzaba a amanecer…

—¿Estás bien? —Ginny se sentó sobre su cama mientras se ponía las sandalias.

—Sí, sí.

Ya era hora de levantarse. Granger dejó el libro en la mesa y se levantó de la cama para dirigirse a su armario.

—¿Has dormido poco, Hermione? —por su lado pasó Luna, llevando en la mano el vestido que usaría esa noche en el baile.

—No, no… es simplemente que… bueno, sí. Supongo que no he dormido demasiado.

Vio a Ginny sonreír suavemente y Luna la miró con atención. Obviamente esperaban que les contara todo lo que había pasado con Draco la noche anterior, pero, ¿cómo podría empezar? Lo mejor sería no dar demasiados detalles, no quería emocionar a sus amigas y realmente… tampoco quería ilusionarse ella misma.

¿Cómo era posible que él hubiera cambiado tanto en tan poco tiempo? O quizá simplemente nunca lo había conocido tanto como creía. ¿Podría ser eso?
Realmente no se imaginaba volviendo a Hogwarts junto a Malfoy ni pasando las horas libres caminando con él por los jardines.
Ni siquiera era capaz de imaginarse una sola mirada de complicidad.

¿Entonces era eso lo que le estaba comiendo la cabeza? ¿No podía permitirse la debilidad de estar con él?

No podía... No debía permitírselo.

—Es… Draco y yo vamos a ir al baile juntos.

Un gritito general y femenino se apoderó de sus amigas y ninguna de ellas reparó en su rostro sombrío.

—Pero como amigos —intentó añadir.

—Claro que sí, señora Malfoy —bromeó Parvati.

¿Se…? ¿Se…? ¿Malf…?

Ahora además de confundida estaba en estado de shock. No podía imaginarse hacer una broma de ese tipo y cuando Patil vio su rostro desencajado, supo que había metido la pata.

—Lo digo porque sales con Malfoy y… es como, un juego de pal… —intentó retractarse.

—Lo he entendido, Parvati —dijo firmemente Hermione—. Y que quede claro que Dra… que Malfoy y yo ni salimos ni vamos a hacerlo, ¿vale?

—Bueno, realmente han ocurrido muchas cosas entre vosotros, no puedes ignorarlas —intentó razonar Ginny.

Hermione sintió que algo nuevo aparecía en esa conversación: Humillación. Sí, se sentía humillada cada vez que ellas daban por hecho algo que jamás ocurriría, algo de lo que Draco se reiría.
Por pura inercia compuso una sonrisa irónica.

—¿Por qué no? Sólo ha sido un rollo de vacaciones, todas habéis tenido uno alguna vez. ¿Yo no puedo?

Su voz sonó ruda y quiso retirar el tono cínico al instante, pero lo recalcó aún más al oír la siguiente frase de boca de Padma.

—En fin… tú eres Hermione Granger, no eres…

—¿No soy? ¿No soy qué? —se levantó de la cama y se alejó todo lo que pudo de las chicas.- Hermione es aburrida, Hermione no hace nada indebido y por supuestísimo Hermione no se enrolla con Draco Malfoy. ¿Verdad?

—No hemos dicho eso.

—¡Claro que sí! ¿Y sabéis qué es lo peor? ¡Qué yo no pensaría eso de ninguna de vosotras!

La joven se dirigió a la puerta y la abrió bruscamente, Luna intentó detenerla pero ella se zafó de sus manos y masculló un “quiero estar sola” atropellado.

Cuando el portazo resonó, todas sintieron como si Hermione las hubiera abofeteado.

 ***

—Hola —murmuró la chica suavemente.

Él se giró y miró su rostro lloroso. No pudo evitar sentir que su corazón se paraba durante un segundo debido a la preocupación.

—¿Qué pasa?

—¿Puedo sentarme contigo?

Harry asintió efusivamente y apartó la toalla de la tumbona de su lado, dejando sitio para que Hermione se colocara.

Ron apareció un momento después y se acercó a ellos corriendo, sonriendo de oreja a oreja… bueno, hasta que vio los ojos hinchados de Hermione y sólo una palabra pudo salir de su boca.

—¡Malfoy…!

La chica soltó una carcajada amarga.

—Suena extraño, pero no ha sido él.

 Ron se sentó en los pies de la tumbona de Hermione y la chica se sintió bastante más segura ahí, junto a sus dos mejores amigos-casi hermanos.

—¿Quieres hablar de ello?

—No mucho…

—¿Quieres que nos quedemos aquí quietos los tres juntos?

Hermione sonrió levemente.

—Sí.

—¿Y si…? —comenzó Ron—, no es por ser egoísta pero ya tenía pensado pedírtelo, Hermione.

—Como me pidas ir al baile contigo, Ronald Weasley, te juro que no dejaré ni un segundo de tu existencia sin atormentar. –Respondió ella con un humor extraño, como si gracias a ellos fuera olvidando lo que quiera que hubiera pasado minutos antes en la cabaña de las chicas.

—No, no…

—Tampoco me lo pidas a mí, que ya tengo pareja —participó Harry entre risas.

Weasley enrojeció.

—Dejadme en paz, bastante difícil es decirlo en voz alta —miró a sus amigos unos segundos—. He olvidado muchos de los pasos de baile y, bueno, esta noche estaría bien no pisar demasiado a Lena.

Hermione lo miró un momento, parecía emocionada. Realmente no había pensado que a Ron le gustara tanto esa chica, pero ahora que lo veía preocuparse por el baile, sabía que sí era importante, y eso la llenaba de una extraña calidez, algo parecido al orgullo.

—¿Me ayudas?

La chica mantuvo su mirada unos instantes antes de sonreír de nuevo.

—Claro, Ron. A ver, poneos de pie.

—¿Para qué?

—¿Quieres saber bailar? Pues hacedlo.

Ambos chicos se levantaron y Hermione lo hizo también con ellos: cogió la mano de Ron y la posó lentamente en la cintura de Harry.

—¿Qué haces? —gruñó justo antes de apartarse.

Ella soltó otra carcajada y Harry la secundó por lo bajo.

De nuevo tomó su mano y volvió a colocarla en Harry, después unió sus manos y se colocó tras el joven moreno.

—Venga: un, dos tres. Un dos tres.

Los dos chicos se movieron torpemente y Hermione pudo reírse con ellos durante unos minutos, hasta que finalmente se dio por vencida: con ese método, Ron no aprendería a bailar ni con un vestidito de salsa.

Separó a los dos jóvenes y se colocó frente a Ron, con su mano en su hombro y la otra en la suya. Tras ella, instó a Harry para que también la agarrara y de pronto los tres parecían un extraño sándwich de vals.

Probaron mil y un pasos y  dieron vueltas y giros y piruetas y…

Y disfrutaron, rieron.

Rieron tanto que les dolió la tripa; llevaban tantos días sin ser “el trío dorado” que casi se habían olvidado de lo bien que se sentían juntos, de que nada podía ir perfectamente sin que ellos tres tuvieran algo entre manos o un lío en el que meterse.

Pero después, tendidos en la arena y habiendo olvidado cualquier pena que los abatiera, volvían a ser ellos, Harry, Hermione y Ron: Mejores amigos-más que hermanos.

 ***

Draco Malfoy se quedó parado en la puerta de la cabaña de Hermione. No sabía por qué, pero no se atrevía a llamar…
La noche anterior todo había parecido tan fácil que ni siquiera se había parado a pensar ni en las consecuencias ni en lo que significaría todo eso.

¡Iba a ir al baile con Hermione Granger, joder! ¡Hermione Granger!

Esa persona de la que no había descubierto su sexo hasta apenas unos días… Y la verdad es que quería estar con ella más de lo que había querido nunca estar con una chica.
¿Y debía arrepentirse por eso?
Algo le decía que sí, que no estaba bien, que no era natural.

Recordó las bromitas que le habían hecho los chicos hacía unos minutos. Todas ellas eran puramente sexuales y le hubieran hecho gracia si eso fuera lo que de verdad quería de Hermione.
Ese pensamiento lo turbó aún más. Al principio se dio cuenta de que quería llevársela a la cama, eso era obvio. Pero todo había cambiado tanto desde la primera vez que la besó como  Merlín manda…

Esa aprendiz de bruja se había colado en todo su ser, estaba completamente atontado desde que había empezado a conocerla.

De pronto la puerta se abrió mientras Draco seguía con sus cavilaciones y una pequeña Luna Lovegood vestida de blanco lo miró durante unos segundos.

—Hermione, es para ti.

Hubo algo en el tono de la rubia que le hizo pensar que no todo andaba bien entre las amigas, pero enseguida se le fue de la cabeza en cuanto Hermione apareció.

Llevaba un vestido negro sencillo pero Draco se sorprendió a sí mismo sin poder apartar los ojos de ella.

—Hola.

Hermione se sonrojó ante el escrutinio.

—Hola.

Ambos se miraron durante unos segundos y aunque no deberían hacerlo, las chicas se agolparon en la ventana para observarlos también.
Habían arreglado las cosas por la discusión de esa tarde, pero el ambiente seguía tenso entre ellas.
Hermione vio a unos metros a Harry, Ron y Lena acercándose para buscar a Lena y no le cupo ninguna duda de que era la hora de afrontarlo todo. La fiesta de despedida comenzaría en breve (si no había comenzado ya) y ella no se escondería más. Se había pasado toda la tarde refunfuñando sobre si la relación de Draco y ella podía funcionar, hasta que finalmente había decidido que lo mejor sería que decidiera el destino.

—¿Vamos? —dijo Draco al ver también que los tres chicos se acercaban.

—Un segundo.

Para su sorpresa, Hermione lo agarró del brazo y lo arrastró hasta donde se encontraban sus amigos.

—¡Hola, chicos!

Ron y Draco esbozaron sendas expresiones de estupefacción al verse tan cerca.

Y Malfoy se sorprendió al ver que la novia de la comadreja incluso era guapa. ¿Cómo lo había conseguido?
Supo que debía sentirse mal por pensar algo así, pero no lo hizo. Al fin y al cabo, él seguía siendo Draco Malfoy aunque ahora llevara a Granger colgada del brazo.
Y realmente, no iba a soltarla en toda la noche.

 ***

La música se alzaba suavemente por encima de las voces y todos los chicos parecían estar disfrutando.
Tonks ponía la música con un aparato muggle que Lena había ayudado a instalar, y en ese momento se encontraba bailando torpemente, pero disfrutando como la que más.

De pronto Fred Weasley se acercó a ella y le pidió que bajara la música. Se acercó al micrófono mágico y esbozando una sonrisa burlona prosiguió a llevar a cabo la última broma de Bahikki.

—Chicos y chicas. Ya sabéis que mi hermano y yo decidimos llevar a cabo una serie de trucos para haceros más llevadera la aburrida estancia aquí —el público aulló con fervor y Fred volvió a sonreír—. Bueno, algunos salieron perfectamente y… bueno, quizá otros no salieron tan bien. Desde aquí, Jenna. Siento lo de tu ceguera, pero seguro que para el año que viene empiezas a distinguir colores… Y bueno, queríamos haceros participes de la última broma, que es sólo para las chicas.

Todas gritaron de emoción, realmente poco les importaba si era peligroso o no puesto que Bahikki había sido para todos lo mejor del curso.

—Chicas, veamos quién… ¡Es la que tiene arañas venenosas en el pelo!

Los gritos emocionados se tornaron en gritos histéricos y todas empezaron a sollozar mientras se sacudían el pelo.

Tonks corrió torpemente y agarró fuertemente el micrófono, arrebatándoselo a Fred y extrañamente sin poder esconder una sonrisa. ¡El muy bribón tenía gracia!

—¿Se puede saber quién me ha dejado al gemelo malvado? —preguntó ella intentando volver a restaurar la calma en la sala y poco a poco pudo conseguirlo—. ¿Dónde está el otro?

 ***

George notó que todas las miradas se dirigían a él, pero no le prestó mayor importancia al acercarse a quien de verdad quería ver: Luna Lovegood.

La miró durante uno segundos y una estúpida sonrisa se formó en su rostro. Por Morgana, se había enamorado de ella, ¿verdad?

—¿Bailas? —le preguntó tímidamente, preparado para una negativa.

Para su sorpresa, en los labios de Luna se dibujó una sonrisa automática, pero sincera y ambos se acercaron lentamente.

George se sentía un poco avergonzado. Realmente él bailaba fatal, pero pudo ver en los ojos de Luna que a ella no le importaba y eso ya era suficiente.

Luna comenzó a cantar la canción que sonaba a pleno pulmón y George rió, sin reparar en que la letra no coincidía en absoluto con lo que ella estaba diciendo. Se movieron juntos, chocaron con los demás bailarines y sobretodo disfrutaron.

Aunque quien no estaba disfrutando en ese momento era Theodore Nott.

Bajó la mirada, desilusionado. No, no había conseguido nada. Quizá incluso se había enamorado un poco de Luna como castigo por esa estúpida apuesta. Pero sólo un poquito, él no se enamoraría jamás de alguien tan… radiante. Por supuesto que no.

La música sonó a su alrededor y Theo ahogó un pequeño suspiro. Para él no había final feliz, no siempre se podía contentar a todo el mundo…

Aunque ese pensamiento duró poco en su cerebro puesto que de pronto una figura lo agarró de la camisa.

—¿Qué hace, Nott?

Theo gritó sin darse cuenta al percatarse de que la figura oscura era la del profesor Snape.

—Na-Nada profesor. Sólo miraba.

El enfado del profesor pareció aumentar.

—¿Mirar? ¿Mirar? ¿Y por qué no baila?

—No estoy muy animado…

—¿No está animado en una fiesta? ¿Cuántas veces lo he encontrado excesivamente animado en mi clase sin razón alguna? –Snape arrastraba las palabras y parecía destilar maldad. Aunque sólo lo parecía. –Tenga claro que voy a castigarle por estar aquí como un pasmarote, así que intente arreglarlo con uno o dos bailecitos…

—Pero…

—¡A bailar, Nott! —dijo Severus apáticamente.

Theo notó un nudo en el estómago al darse cuenta de que tendría que ponerse a bailar como un gilipollas, pero de pronto se sorprendió al chocar con alguien. ¿Era George Weasley? Sí y estaba con Luna… ¡invitándolo a bailar!

Echó un último vistazo a Snape, que parecía contener un amago de sonrisa, y de pronto no todo fue tan horrible. Al instante comenzó a bailar ridículamente mientras se agarraba un pie y daba extraños botes.
George alzaba los brazos como si se lo llevara una ráfaga de viento y Luna gritaba algo sobre una autopista hacia el infierno, pero totalmente descontrolada.

Y Snape se llevó una mano a la cabeza al pensar en lo que acababa de hacer. Quizás se estaba volviendo blando…

De pronto algo chocó contra él. El culo más grande de Bahikki: Crabbe intentando imitar a algún tipo de mago rockero.

—Crabbe, no se ponga en ridículo de esa forma, por favor. Da usted miedo —sentenció Snape justo antes de darse la vuelta y encaminarse a la salida.

Definitivamente, no se estaba volviendo blando.

 ***

—¿Salimos? —preguntó Hermione, agobiada por la multitud y el ruido. Llevaban un rato intentando bailar, pero todo era bastante agobiante y la verdad era que nadie les quitaba el ojo de encima. Como si no supieran nada de su ya rumoreada relación.

Draco asintió silenciosamente y le agarró firmemente la mano para conducirla a la puerta. Por el camino recibió unas cuantas miradas, pero no la soltó ni un segundo. Por último esquivó a Blaise y a Pansy, que bailaban animadamente juntos, y los dos salieron por la puerta.

La noche tropical era perfecta, como lo habían sido todas las que llevaban ahí.
Lentamente se encaminaron hacia el agua de la playa y Hermione suspiró. ¿Quién le habría dicho a ella diez días antes que estaría en esa posición: en la fiesta de despedida del viaje, junto a Draco Malfoy en calidad de algo-más-que-amigo?

—No me creo que mañana acabe todo.

Draco se giró hacia ella. La luna le confería un aura aún más sensual que de costumbre, y ese vestido moldeaba atractivamente esas curvas de las que llevaba percatándose demasiado poco tiempo.

—¿Todo? Sólo la playa y la isla.

Ella miró al suelo.

—Suficiente.

Al instante Malfoy chasqueó los dientes, algo molesto. ¿Qué le pasaba? ¿Qué quería decir con “suficiente”? ¿Acaso iba a olvidar todo en cuanto salieran de la puñetera isla?

—¿A qué te refieres? —preguntó, quizás más duramente de lo que en realidad pretendía.

Hermione rehuyó su mirada.

—Ya sabes a qué me refiero, Draco. Hablo de esto, de todo esto. ¿No te preguntas qué va a pasar después?

—Volveremos a Hogwarts y…

—Sí —le interrumpió Hermione inmediatamente—. ¿Volveremos y ya? Todo… to-todo lo que ha pasado aquí, ¿lo vamos a olvidar?

Draco fijó su mirada en ella. Si Hermione creía que estaba confusa, era porque no veía a través de él. Draco no estaba seguro ni de si lo que estaba pasando ahí era real, y de pronto tuvo la imperiosa necesidad de tocarla, de sentir que estaba ahí con él.

Hermione sintió la mano del chico en la mejilla y cerró los ojos. ¿Eso quería decir que sí tendría que olvidarlo todo?

—¿Tú vas a olvidarlo? —preguntó él con voz grave.

—No —respondió ella en un susurro—. ¿Y tú?

Había dicho que no… ¿Pero cómo podía estar seguro de que no cambiaría de idea? ¿Cómo demonios sabría que no se separaría de él en cuanto pisara Hogwarts y toda la realidad volviera a ellos como un mazazo?

Pero una parte de él le dijo lo que tendría que hacer e informó al desinformado Draco Malfoy que en eso consistía el amor: en no estar seguro de nada y en confiar en la otra persona. Porque finalmente parecía que eso que tendría con ella durante quién sabe cuánto tiempo, era amor.

—No —destacó firmemente.

Y se acercó para besar a Hermione Granger una vez más.

 ***

—¡NO! ¡Me niego!

—Parvati, hay que hacerlo. Agarra bien las bolsas y con la otra mano coge el traslador.

—¡No quiero tocar eso!

Tonks resopló. Tenía que controlar que los alumnos de Gryffindor y Slytherin llegaran sanos y salvos a Hogwarts, pero había algunas alumnas que se negaban a agarrar el traslador.

No, no era un bastoncillo usado o un cepillo de dientes viejo y sucio, sino una revista. Una de esas revistas muggles… pornográfica, para ser claros.

—¿No podéis buscar otra página un poco más agradable para poder tocarla? —pidió Ginny, intentando buscar una solución.

—Será mejor que no manoseemos el traslador —aclaró Harry—. Podría ser peligroso.

—Como si no hubieras manoseado esa revista mil veces, Potter —aguijoneó Malfoy por detrás de la gente.

—¡Draco! —le reprendió Hermione.

—No hables de porno con tu media naranja, parece sensible.

—¡Cállate, Blaise! —gritó Draco mientras empujaba a todos los chicos y chicas que se agolpaban alrededor del traslador.

—Bueno bueno, todavía queda tiempo, podemos… —comenzó Tonks.

—¡Tonks! ¡Son las doce! ¡El traslador!

La chica del pelo rosa lo pensó un segundo y después miró a su reloj de pulsera metálico.

—Tranquila Hermione, todavía quedan quince seg… ¡Oh, mierda! ¡Agarraos!

Se oyó un grito general y todos comenzaron a agitarse y a intentar tocar el traslador por donde fuera.

Ron se preguntó por qué nunca podían viajar con el traslador como personas normales, pero se agarró tan fuerte como pudo y dirigió una última mirada a la isla. Echaría tantísimo de menos a Lena… Al menos habían prometido escribirse la próxima semana y aún no sabía cómo, pero volvería a verla pronto. De eso estaba completamente seguro.

Cinco.

Hermione se agarró con más fuerza al traslador.

Cuatro.

Alzó la cabeza y encontró frente a ella esos tan conocidos ojos grises, mirándola.

Tres.

Ambos, Draco y ella, se miraron y sonrieron, preguntándose cómo había podido suceder todo eso.

Dos.

Hermione abrió la boca para decir algo, pero no pudo hablar puesto que no quedaba más tiempo y no estaba dispuesta a quedarse con la palabra en la boca.

Uno.

A duras penas, ambos lograron colgarse sus bolsas y maletas como pudieron y liberaron sus manos para entrelazarlas segundos antes de que el traslador despegara.

Y al instante siguiente, todos desaparecieron.

Fue como si nada hubiera pasado en Bahikki.

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Bueno chicas, pues esto ha sido casi todo. Como ya dije, dentro de unos días subiré un pequeño epílogo y allí ya me enrollaré de veras con agradecimientos y demás dramas.

Espero que sinceramente os haya gustado el final y que aunque haya parecido un capítulo bastante repentino, realmente no quería entretenerme en todas esas escenas que he dejado en blanco en este y otros fics y escritos. Supongo que lo dejo a vuestra imaginación ;)

El título del capítulo tiene su razón de ser, supongo que no tanto un sentido sobre ACDC como sobre todo el camino que vivieron los personajes desde el primer capítulo hasta este, hasta el casi-final de la historia. Ellos han elegido su camino y tanto Draco como Hermione han pasado por mil y una autopistas que al parecer se dirigían al infierno. Pero ahí les hemos visto, de la mano volviendo al mundo real y por supuesto sin ninguna gana de separarse!

Until the very end.

Lizze213/Tequila213

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