Llama a los refuerzos
No sé si mis padres estarían dormidos cuando llegamos pero no había nadie en la sala, tampoco me detuve frente a su recámara para averiguar si estaban despiertos, lo mejor era que no se enteraran de mi hora de llegada; me sorprendió lo rápido que el tiempo pasa cuando disfrutas de algo, pero se sintió bien llegar a casa por primera vez, después de media noche…
Eran cerca de las diez de la mañana cuando bajé al comedor y encontré a mi hermana desayunando con mi tía.
—¡Buenos días, bella durmiente! —exclamó mi tía en cuanto me vió entrar—. Hay chilaquiles con jugo de naranja para desayunar, ¿o prefieres un café?
—No, los chilaquiles y el jugo están bien —contesté.
—¡Buenos días dormilona! —habló mi padre.
—¿Qué tal estuvo la fiesta? —preguntó mi madre.
—No era una fiesta —intervino Karla—. Kevin no sabía cómo invitar a Meghan a una cita.
—¿Cómo que una cita? —soltó mi padre al instante, con una mirada furtiva.
—No papá, Karla mal interpreta las cosas. Lo ha estado haciendo desde anoche. Kevin está aprendiendo a hablar español y aunque parece dominarlo, existen algunos términos que él no logra entender bien todavía —comencé a explicar—. El padre de Kevin estuvo presente y su hermana también; no fue una fiesta. En realidad fue una comida especial que el señor James organizó con motivo de su mudanza.
—Teresa, ¿es esto cierto? —inquirió mi padre.
—Ella no estuvo con nosotras —interrumpió Karla—, se quedó afuera con el tío Carlos.
La mirada desorbitada de mis padres activó mis alarmas, todo por la metiche de mi hermana.
—A ver —intervine molesta—, ¿por qué estás dudando de mí? ¿Acaso piensas que estoy diciendo mentiras? Yo no tengo el hábito de acordar algo contigo para después cambiarlo.
—El acuerdo fue que tu tía estuviera todo el tiempo con ustedes. De otra forma no les hubiera permitido ir.
—¡Papá no exageres! Estuve a cien metros de la casa. Kevin dijo que no creyó apropiado decirme que me invitaba a cenar por miedo a que sonara a una cita. Además, tú también eras burlado cuando la hacías de chaperón con mi tía —le espeté a modo de burla.
—Creo que la niña tiene razón, Miguelito —señaló mi tía—. Estás exagerando con esta pequeña salida. Tu tenías catorce años cuando saliste a tu primera cita, y Lupe teniendo trece años, salió contigo siendo dos años menor que tú. Agradece que tú hija salió a los quince y ni siquiera pienso que cuente cómo cita.
—¿En las citas se dan besos? —preguntó de pronto mi hermana y mis ojos se clavaron automáticamente en ella.
—Sí Karla, en las citas se dan besos —le espeté y ella pareció comprender mi mirada.
—Entonces no cuenta como cita —agregó mirando a mis padres—. Solo comimos carnita asada y tomamos sodita de sabor y vimos las muñecas que Judy colecciona.
—Ya pa… quita esa cara de Shrek —solté sin más, buscando cambiar el momento tenso por uno cómico—, mejor vamos a planear algo para más tarde.
—Sí, organicen algo —concedió mi tía—. Carlos no vendrá hoy y yo tengo que checar unos asuntos en el banco, pasar por el alquiler de las oficinas en palacio y… bueno, otras cosas —anunció sin mucho afán.
—De acuerdo —habló mi padre relajando un poco más el rostro—, tú y yo tenemos que platicar más tarde sobre cómo obtuviste esa información, pero mientras dime, ¿qué tienes en mente?
La temperatura a las diez de la mañana, pasó de los treinta grados centígrados, pero la sensación térmica era superior a los treinta y seis.
El día era tan caluroso que no tuve problemas en idear el plan perfecto para el resto del día.
No sé si mis padres perciben lo mismo que yo pero la enorme soledad que mi tía siente cuando Carlos no está, es abrumadora; dijo que saldría a hacer unas cosas pero luego de casi dos horas, su auto seguía estacionado en el jardín.
Jugar en la playa era divertido, pero la idea de que mi tía estuviera sola en la casa no me hacía tan felíz.
Justo entonces el Minicooper rojo de mis primas se estacionó cerca de las escaleras y de la cajuela, Allison sacó una red y un balón de voleibol.
Abigaíl, por otro lado bajó del asiento trasero una canasta grande de plástico y entre ellas y mi padre colocaron la red para jugar.
—¿Han pensado en visitar a su madre? —preguntó mi padre de pronto.
—¿Meghis no te contó? —inquirió Allison mirando sorprendida a Abigail.
—Sí, bueno… olvidé comentarte papá. Tengo un plan para ayudar a mi tía a reconciliarse con mis primas.
Lancé el balón del otro lado de la red, buscando a Abi, pero Allison se interpuso y lo envío de un golpe de regreso.
—Pensamos que la teoría de Meghis tiene coherencia y con un poquis de suerte su plan funciona —señaló.
Mi padre me pasó el balón y busqué un servicio largo y fuerte, justo detrás de mis primas, pero Abi lo rechazó y dejo el balón en el aire para que Allison lo rebotara duro contra la arena justo a mis pies.
—Mi tía necesita sentirse querida y apoyada —comencé a explicar ante la mirada atónita de mis padres, retrocedí unos cuantos pasos y mandé un servicio largo buscando una orilla de la cancha imaginaria.
—Eso es algo de lo que aún no hemos hablado Meg… —replicó Abi de inmediato mientras Allison luchaba por recibir el balón—. No estamos dispuestas a apoyar esa relación —declaró con firmeza mandando el balón de nuevo a mis pies.
Me inqué y con ambas manos entrelazadas mandé el pase para mi padre, quien a su vez interceptó el balón en el aire de un salto y lo lanzó justo a un costado de Abi.
—Ese es el punto —declaré poniéndome de pie—, necesitamos darle a mi tía esa confianza para que las acepte de nuevo, pero son ustedes las que deben poner un poco de su parte para que esto funcione.
Allison mandó un servicio largo que mi padre se esforzó en recibir y dejar para mí; busqué el momento preciso y salté para atrapar el balón.
—Meghan, como están las cosas entre tus primas y tu tía, yo veo demasiado difícil que ella acceda a convivir con ellas de nuevo —comentó papá.
—Es que, a ver… ¡Ni siquiera están abiertos a las posibilidades! Tal parece que no les importa arreglar las cosas, ¿en serio quieren seguir con esta absurda guerra contra mi tía, Abi?
—La Meghis tiene razón —señaló Allison—. Tenemos que poner un poquis de nuestra partesuqui, además… es su plan, nosotras ya lo hemos intentado.
—De acuerdo Meg, ¿qué tienes en mente?
—¡Conseguirle un novio a mi tía! —exclamé orgullosa.
—¡¿Otro…?! —gritaron todos al unísono.
—Sé lo que hago, creo…
—¿Cómo que crees? —espetó Abigail—. Primero nos dijiste que tú plan era alejar a Carlos de mi mamá y ahora resulta que le quieres conseguir un novio.
—Sí, sí, ya sé cómo suena eso. Pero no es la clase de novio que ustedes piensan…
—Es el señor James —intervino Karla de pronto.
—¿Y quién rayos es el señor James?
—El papá del novio de Meghan —respondió Karla.
—A ver, no dramaticen y Karla, ya deja de decir que Kevin es mi novio, los estás confundiendo a todos.
Primero voy a necesitar que muevan su coche unas calles atrás, si mi tía ve el auto, no querrá salir y lo que quiero es que salga y comience a convivir.
No tardé mucho en encontrar a mi tía, tampoco era difícil imaginar dónde estaría, crucé el jardín corriendo ante la mirada vigilante de Antonio, entré a la casa y subí hasta la recámara de mi tía, abrí la puerta y la encontré ahí, sentada con una botella en las manos y una espesa nube de humo de cigarro inundando la habitación.
Las marcas negras en sus mejillas me hicieron darme cuenta de lo mucho que me había tardado en venir a buscarla.
—¿Qué onda mija? ¿Pasó algo?
—Queremos que nos acompañes —le dije sentándome a su lado—. Hicimos ceviche y estamos en la playa comiendo, pero no es lo mismo si no estás con nosostros.
—Ya no tuve tiempo de salir hoy —observó secándose las lágrimas—, ¿segura que quieren que los acompañe?
—¡Desde luego que sí tía, eres nuestra familia!
—Ta’ bien mija, ahorita bajo.
—Te espero en el jardín.
Luego de unos minutos, mi tía bajó luciendo un poco más repuesta; se había desmaquilado por completo, la blusa verde olivo junto con el shorts y tenis blancos, le daban una apariencia más juvenil.
Caminamos hacia la playa y no pude evitar desviar mi mirada hacia la casa de Kevin; deseaba verlo al menos para saludarlo pero a pesar de que la camioneta estaba estacionad, parecía no haber nadie en casa.
Bajo la pequeña carpa blanca estaban mis padres con Karla organizando los alimentos para comenzar a preparar lo que sería nuestra comida. Por otro lado, Allison y Abigail continuaban jugando unos metros adelante y justo en eso, el andar de mi tía se detuvo en seco, miré a mi tía y la ví con el ceño fruncido observando a mis primas…
—¿Qué significa esto, Meghan? —gruñó mi tía con recelo.
—Tía, por favor…
—¿Por qué me hiciste venir sabiendo que estaban ellas aquí?
—Yo… solo quiero que volvamos a ser la familia de antes tía, ¿tiene eso algo de malo?
—¿Acaso no viste lo que pasó el otro día? ¿No te das cuenta que no quiero saber de ellas?
—Ellas no han venido para pelear tía —declaré con firmeza—, las invité por la misma razón que te invite a tí, ¿acaso es más importante el dinero que mis primas?
—¡Eso pregúntaselo a ellas, ellas son las que me demandaron en primer lugar!
—No tía, te lo pregunto a ti, porque ellas están aquí. Les pedí que vinieran y dejaran de lado sus problemas para convivir en familia y lo hicieron, la pregunta aquí es si tú estás dispuesta a eso también.
Mi tía permaneció callada por unos segundos, mirándome indecisa, desvió la mirada hacia mis primas.
—Me acercaré y te probaré que no tienen intención de nada.
Caminamos hasta la carpa donde estaban mis padres y mi tía permaneció parada con las manos en la cintura mientras mis primas se acercaban.
—Hola mom —dijo Allison en cuánto llegó y mi tía le sonrió muy a fuerzas.
—Me alegra que vinieras —comentó Abigail a secas.
—Sí, bueno… no sabía que tenía una sobrina tan persuasiva —señaló cruzándo los brazos—. Cómo sea, yo solo vine a decirles que mañana vendrá Carlos a comer. Si en verdad quieren dejar el pasado atrás, están invitadas.
El rostro de Abigail se mostró tenso, pero se esforzó por sonreír.
—Genial mom, traeré unas cosuquis para preparar y…
—No Allison, no es necesario —interrumpió mi tía—, ya tengo todo listo para la comida de mañana. Lo único que les pido es un poco de amabilidad hacia Carlos.
—¡Super cool! Yo creo que todos merecemos darnos una segunda oportunidad —señaló Allison.
El esfuerzo por parte de mi tía y Abigail era evidente, ambas se dirigieron muy poco la palabra, sin embargo, Allison parecía ser la más entusiasta en todo esto.
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