Introducción
Mi abuela solía decir que cuando el pilar de una familia caía, el resto sucumbía junto con el, ya fuera económica o moral mente la caída era inevitable.
Cuando la tía Teresa enviudó, no noté ningún cambio evidente; guardó el luto como es habitual, pero después de un tiempo supe por casualidad que constantemente asistía a fiestas e incluso ella misma las daba cuando pasaba más de una semana sin ir a una.
Mis primas continuaron con su vida, se casaron y con frecuencia visitaban a mi tía, todo parecía seguir su curso con normalidad o al menos eso era lo que con una mirada de lejos se alcanzaba a apreciar.
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