3°| Fallo de oscuridad
V A ✝ Z E L
—No lo desterraron.
Alzo la vista en la demium frente a mi.
—¿A quién?
—A Zeth, mi hermano— Zaeya cierra sus alas y suspira— Hablé con el Rey Azbel y con la Reina Annebett, no lo van a exiliar del Inframundo pero si le han encomendado un labor. Le ayudará a Acatriel.
Medio sonrío.
—Acatriel no lo va a tolerar —aseguro, él es un demium mayor, de los primeros en el Inframundo con poca tolerancia a demium rebeldes.
—Si y Zeth no es un excelente ejemplo para otros demium menores.
—Zeth puede ayudar a otros demium, Zae —me encojo de hombros— Tengo el presentimiento de que solo quiere causar tú atención.
—Siempre la tiene —sus pupilas se dilatan.
—A base de regaños —le digo sin dejar de verla fijamente. No me intimida su mirada.
Zaeya se cruza de brazos.
—No existe un grimiorio de como ser la mejor hermana.
—No estoy diciendo que seas la peor.
Curva una media sonrisa, sus colmillos se asoman, son puntiagudos más no tanto como los del vampirismo.
—A Zeth le ayudará su castigo de distracción —emite y asiento— ¿Qué hay de ti? ¿Cúal fue tú castigo?
—Ninguno. Con todo lo sucedido ya es demasiado.
—No puedo creer que le hayas confesado al Rey que subiste sin permiso.
—Soy malo para mentir y no me gusta.
—Eso asegura que hay otra clase de maldad en ti.
Río con ella.
Me pongo de pie y la observo fijamente.
—Necesito ayudar a este Mundo, Zae.
Demuestro seriedad.
—¿Piensas subir otra vez? —Zaeya baja sus brazos.
—No, o al menos no visitar Reinos donde no soy bien recibido.
—¿Ni el Reino Sangrier?
—No me van a prohibir la entrada porque mi padre Valkian es su Rey pero a todos los seres les temo —retrocedo— Incluso aquí soy un peligro.
—No digas eso Vatzel.
—Zae, incluso a ti podría dañarte. Estoy absorbiendo la esencia de todos los seres y no puedo evitarlo— retrocedo otro paso— No quiero pero te debes alejar de mi.
—Vatzel, no me pidas eso —ella avanza un paso, está por avanzar otro cuando se detiene en cuanto extiendo mis alas—No me harás daño.
—Soy un demium, podría robarte tú alma.
—Y encantada te la daría —carraspea— Olvidas que te puedo robar la tuya —ríe nerviosa— soy igual que tú.
—Soy superior, Zae —desvío la vista— No quiero afectar ni a este Reino.
—Los demium somos los seres más fuertes de todos.
—Exacto —giro a verla— y yo no he despertado mi esencia demoníaca por completo por ende la afectación a todos. Si mi padre Azbel tiene razón, es mi por debilidad.
—¿Qué piensas hacer?
—Debo ser invocado por un mundano.
—Ya haz intentado de todo Vatzel.
Frustrado paso mis manos por mi cabello.
—Lo sé. Ni en la Luna de Sangre convenzo a mortales de invocarme.
—Y yo no puedo ayudarte en influir en su decisión.
—No, no quiero que te destierren —hago una corta pausa— Debo activar todo mi poder y evitar la profesia Zaeya.
—¿Y si tú poder lo empeora?
Niego.
—Mi poder es la salvación —me cruzo de brazos— No tendré la ayuda de mis creadores, los tres lo evitan a toda costa —ladeo la cabeza— Zae ¿otro ser poderoso que exista en este Mundo?
—Vampiros.
Niego.
—Descartados —pienso en Emely incluso en recurrir a la ayuda de Abraham, no dudo que me ayudarían más no quiero que tengan problemas con el Rey vampiro si se entera— ¿Alguien más?
—Necesitas un ser poderoso y la primera es tú madre. Es la Reina de Oscuridad.
—Oscuridad —sonrió ante la idea en mente— Zae, eso. Provengo de la oscuridad.
—Si, como todos los seres de este Mundo.
—¿Y quien la controla y conoce más a fondo? —su mirada se vuelve seria— Las Sombras —humedezco mis labios— Iré a su a Reino.
—Por el Infierno, no lo hagas. El Rey Shaw es el peor líder de todos. Olvidas sus ataques.
—No, pero tal vez puede ayudarme.
—¡¿En qué Vatzel?!
—En activar mi oscuridad y por ende mi ser demoníaco.
—O te la arrebata y mueres en el intento —sus ojos se tiñen completamente negros ante su molestia— Si tú madre se entera, te va a desterrar y de esa forma ya no podrás regresar al Inframundo.
—No pienso ser desterrado.
—Vatzel...
—Debo intentarlo —la interrumpo y me impulso con mis alas. Escucho que me nombra varias veces hasta salir del Inframundo.
...
Su Reino se diferencia por una intensa oscuridad que lo abarca.
Inhalo y exhalo varias veces, cierro mis alas sin ocultarlas y me adentro.
La primera y última vez que estuve aquí en el Reino Shanees fue cuando era un crio. Hace muchos años.
A diferencia de otros Reinos, no parece muy debilitado más por mi Madre, sé que de igual forma los afectó. Ninguna Sombra puede cruzar por portales y a medida que avanzo más en su reino, más veo sombras pero son menos a como la última vez cuando atacaron el Inframundo, eran demasiadas.
Cada Sombra se sitúa a mi alrededor y sigo atento, por inercia con mi mano toco el dije de estrella infernal dado el caso de utilizarla. Sería invocar a la Reina de Oscuridad en el peor lugar.
—Rey Vatzel —su voz suena siniestra, proviene de algún punto.
Entonces me detengo y sus Sombras desaparecen y reaparecen en un solo punto. Frente a mi dándole forma a su Rey con falsa apariencia.
—Rey Shaw
—Bienvenido a mi Reino, hijo de la oscuridad —una Sombra expulsa y en segundos se la devora.
Desvío la vista.
—Necesito su ayuda. Despierta con tú poder mi oscuridad.
—¿Qué piensa ofrecerme a cambio de eso?
Giro a verlo.
—¿Qué quiere?
—El Inframundo. A todos los demonios incluyendo al Rey.
Tenso la mandíbula.
—No, eso nunca —le doy una mala mirada— No debí venir— me doy la vuelta.
—No me necesita, Luzziel nunca recurrió a mi, ni a mis Sombras.
—No soy como Luzziel —le respondo sin verlo.
—Hay mayor oscuridad en ti.
—Demasiada para destruir este Mundo.
—Demasiada para ser el líder de todo.
Niego y termino por salir de su Reino.
(...)
—Piensa Vatzel —me repito a mi mismo a medida que avanzo.
Preferí no volar y no alertar a otros seres de mi presencia. Más es demasiado tarde cuando presiento su poder como sus alas al aterrizar.
—Reina Draga —emito y me doy vuelta.
Ella posee su armadura.
—Aquí no es bienvenido.
—No estoy en tú Reino —señalo— No es un Reino de dragones que controles. El Cidius no le pertenece a nadie. Tanto como yo otro ser puede estar aquí. No estoy en territorio de otro ser, no estoy incumpliendo su regla y petición.
Mis palabras causan su molestia.
Cidius, un menor terreno de este Mundo donde ningún ser habita. Hace años fue nombrado de esa forma en cuanto aquí mismo, la ser de la muerte dejó de existir. Betzalel para muchos, Annedelia como creadora de mi madre. Es un punto intermedio entre el primer Reino y la entrada al Inframundo, muy cerca se encuentra el portal. Muchos lo consideran el Punto para reunirse con otros seres sin problema con sus respectivos Reinos.
—Pero sigues existiendo.
—Y nadie me va a destruir —mis colmillos sobresalen como mi esencia demoníaca fluir y mezclarse con mi lado vampirico.
—Tús ojos alertan la destrucción —mueve sus alas— Eres un fallo.
—Lo soy como soy tú líder.
Ríe burlona.
—Mi líder es la Reina de Oscuridad, no tú. Y ella es a quien elijo por encima de ti.
Guardo silencio.
—Memorice el Cidius, que será la última vez que vaya a estar aquí —agrega y se eleva con sus alas— la última vez si será desterrado.
Se marcha volando hasta perderla de vista.
>Control, Vatzel<
Mi repito y desvanezco mi esencia.
Cierro mis alas y sigo avanzado rumbo al Inframundo.
—Hijo
Me detengo al verla frente a mi. A unos pasos del portal.
—Madre
—¿A dónde fuiste?
—Aquí estuve, en el Cidius.
Me observa fijamente.
—Cruza.
Asiento y en silencio avanzo hasta cruzar el portal. Casi al mismo tiempo aterrizamos en suelo infernal.
—Vatzel
Oculto mis alas, ella las mantiene semicerradas.
—Dímelo —acorta la distancia al estar frente a mi.
—¿Lo sabes? —asiente. Por algo es la Reina de este Mundo— si, estuve en el Reino de Sombras.
—¿Por qué? Es un riesgo para ti.
—Porque quiero ayudarte a salvar este Mundo, a todos los seres. No quiero ser considerado el destructor, el que los mate.
—Tú no interferirse en el ciclo de Lux —Madre baja la vista y revisa mi dije de estrella infernal.
—Activé la profesia.
—No hijo. Esa profesia es falsa.
Suelta mi collar y pierde el equilibrio. Rápido la sostengo.
—¡Madre! ¿Qué tiene?
—No es nada —se apoya de mis hombros.
La reviso con preocupación.
Lentamente con mi mano aparto su mechón blanco y veo su mejilla al notar una marca en forma de media luna que se marca en su piel y desaparece.
Conozco su origen.
La marca de la primer profesia.
Al vencer al Rey Donovan y salvar este Mundo, desapareció de su rostro.
—¿Qué te está pasando? Éstas débil.
—Estaré bien hijo —me abraza.
—Soy yo ¿cierto? —la aparto de mi— La estoy debilitando de igual forma.
—Estoy anclada a cada ser, su debilidad me afecta y no poder cruzar al Mundo mundano.
—¿Qué? ¿Desde cúando?
Guarda silencio.
—Hace día quise visitar a Anni y no pude crear un portal. No puedo salir de este Mundo.
Es mucho peor de lo que creí.
Anni Weill, por mi madre sé que es una mundana. Vivió con ella sus primeros 18 años. Nunca la he conocido en persona más de crió ella creó un portal a su Mundo y la vi con otra mundana, aparentaba la edad de mi Madre, su hija.
De cierta forma, dos mundanas son mi familia.
—Lo siento.
—No me debes una disculpa Vatzel —me sonríe— Encontraré la manera de salvarlos a todos y conocer que nos está afectando incluyendo a ti.
Me vuelve a abrazar.
—Reina Annebett —interrumpe una demium.
Ambos nos alejamos y giramos a verla.
—Haya
—Mi Reina, tenemos visitas en la entrada Infernal.
Entrada prácticamente exclusiva para otros seres, solo demium, mi Madre, el Rey del Inframundo y yo usamos el portal para entrar o salir.
—¿Qué seres son?
—Ángeles, son dos.
Compartimos una mirada.
—Deben ser los hermanos de Azeroth —confieso— Aurora, me avisó hace un tiempo que quieren conocerme como a mi padre Azbel.
—Mientras no sea una trampa del Rey Caliel —mi Madre regresa a verla— Iré a recibirlos, alerta a todos.
—Si mi Reina de Oscuridad —tras una reverencia, la demium se marcha.
—Vatzel —voltea a verme— ¿le avisas al Rey?
—Si, pero conociéndolo ya debe intuir que están aquí —extiendo mis oscuras alas, me impulso y vuelo mientras lo busco por el Inframundo.
...
Aterrizo a su lado cuando lo encuentro. Supervisa a Zeth que sigue las ordenes de Acatriel al ayudar a demium que no pueden crecer o controlar sus alas.
—Padre Azbel
—Vatzel
Pienso una manera de avisarle.
—Los dos somos un fallo de oscuridad. Un cruce de seres —giro a verlo.
Extiende sus diferentes alas.
—Los ángeles no son bienvenidos aquí.
—Quieren conocernos.
—No Vatzel, no somos iguales a ellos —se marcha volando.
Gruño y lo sigo.
—Padre Azbel —esta vez aterrizo al frente suyo y de esa forma lo detengo—Escuchalos.
—Que se vayan. Les avisas o lo haré yo.
—Enviarás a demium a que los expulsen del Inframundo y sabes perfectamente que detestan a los ángeles.
Mueve sus alas más no se escapa.
—¿Por qué hasta ahora? Milenios Vatzel.
—¿Por qué no se los preguntas?
Emite un bajo gruñido.
—Bel —mi Madre llega hasta nosotros con dos de esos seres con esencia angelical. Resaltan sus blancas alas entre las nuestras. Ambos tienen el cabello blanco, ella trenzado, él hasta sus hombros— Él es Vatzel, nuestro hijo —me señala.
Comparto una mirada con mi padre Azbel y paso por su lado. Él les sigue dando la espalda.
—Hola —carraspeo.
Ella avanza un paso, en ambos su mirada de sorpresa.
—Soy Amedea, hermana de Azeroth.
Me hace una reverencia al igual que su hermano.
—Y yo Azeth, su hermano mayor.
Comparten una mirada y sonríen.
—Miralo, es cierto —busco la mirada de mi madre.
—Sus alas
Al instante las cierro y las oculto de ellos.
A diferencia de las suyas, son más grandes, del mismo tamaño que las del Rey del Inframundo. La Reina de Oscuridad tiene las alas más grandes que todo ser.
Dejan de verme y fijan la vista en mi creador al notar sus únicas y diferentes alas.
—¿Azbel? —lo señalan.
Mi Madre asiente.
—¡Es él, hermano! —Amedea lo sostiene del hombro cuando se detiene a su lado— Rey Azbel, tienes esencia angelical.
—No soy un ángel —él se voltea y cierra sus alas, más las mantiene visibles.
—Somos tú familia por Azeroth.
—El mismo que permitieron que desterraran —observa a cada uno.
Bajan la mirada.
—Como su hermano mayor, al principio no acepté que Azeroth se hubiera involucrado con otro ser diferente a nosotros. Con Belial, la anterior Reina del Inframundo.
—Y más estuvimos en desacuerdo cuando te concebieron a ti. Dejamos que nuestro Rey Caliel le arrebatara sus alas y lo hiciera un caído.
—Pero estamos arrepentidos. Cuando lo mataron... nos afectó demasiado.
Su hermana asiente.
—No queremos cometer el mismo error contigo. Después de todo, eres su hijo.
—Caliel ¿los envío?
—No y es posible que si se entera que estamos aquí, nos expulse de Celesty.
—Queríamos conocerte como a su hijo Vatzel.
—Aquí no son bienvenidos. Si son caídos, el Inframundo no los recibirá.
—Bel, todos los caídos son recibidos aquí —le advierte mi Madre— El Rey Caliel no lo hará— les dice— Tienen mi palabra.
—¿Por qué hasta ahora? —les pregunto ante la duda de mi creador— ¿por qué vinieron? ¿Cúal es su insistencia de conocernos?
Se ven entre ellos.
—Buscan protección —les dice el Rey del Inframundo y se cruza de brazos.
—No, queremos alertarlos de los planes del Rey Caliel.
—Planes que no estamos de acuerdo —toma la palabra Azeth— El Rey Caliel se ha aliado con otros seres y sus líderes. Reina Merisy, Reina Draga y Rey Grale para crear un plan en contra de su hijo.
—¡¿Qué?! —expresa mi madre.
—No lo quieren en este Mundo. No quieren que lo destruya y quieren que Vatzel sea desterrado.
—Eso jamás lo vamos a hacer.
—Quieren evitar la profesia. Entre los Reinos se rumora que no quieren la Rebelión de poder.
—¿Qué es eso? —pregunto.
—Los seres más fuertes se enfrentan y solo uno debe vencer —me responde mi padre Azbel— La más fuerte es Annebett y el otro eres tú.
La veo y niego.
—No me voy a enfrentar a ti, eres mi madre.
—Y tú eres mi hijo. No será nunca el enfrentamiento.
—Reina Annebett, con todo respeto la profesia es clara. Solo uno debe existir en este Mundo. Usted tendrá que...
—¡No! —oculta sus alas— No mataré a mi propio hijo.
—¿Qué más saben? —les pregunta mi padre Azbel.
—Es todo, constantemente el Rey Caliel se reúne con ellos. Por eso baja de Celesty.
—Si es todo, ya retirense de aquí. Son ángeles de su Reino.
—Es todo —le responde Azeth— y Azbel, espero que algún día nos puedas aceptar y nos perdones.
No recibe su respuesta.
—Permiso —se despiden y ambos seres angelicales se marchan.
—¡¿Cuándo me lo iban a decir?! —estallo viendo a cada uno.
—Desconocemos la profesia, Vatzel.
—Es nueva para nosotros. Mil cosas se rumora y no todas son certeras hijo.
—No te voy matar. No quiero matar a nadie más.
Mi Madre niega.
Gruño y paso mis manos por mi cabello, me estorba los mechones blancos en mi rostro.
—Es urgente que sea invocado.
—No puedes activar tú poder.
—De esa forma se puede salvar este Mundo. Si soy fuerte, todos los seres lo serán como tú y no tendré que absorber su poder hasta el tuyo —la veo fijamente— ¿O quieres un enfrentamiento conmigo?
Ella niega.
Giro la vista en mi padre Azbel.
—Tú eres el Rey de todos los demium, ayúdame.
—Nunca serás invocado Vatzel.
—Tú puedes influir en mundanos a través de los sueños. De esa forma te invocan y me podrán nombrar.
—Lo puede afectar a él mismo. Un demium del sueño solo es invocado al convencer y si es necesitado a si mismo.
—Hace mucho tiempo que no me nombran, Vatzel.
Maldigo.
—¿Por qué? ¿Por qué soy diferente a otros demium? ¡Estoy en el grimorio! ¿¡Por qué los mundanos no me invocan?! —trato de calmarme.
—Eres nuestro hijo.
—Si, el peor demium en todos los sentidos.
Pestañeo varias veces.
<Mil veces control Vatzel<
En uno de mis ojos el tono carmín cambia a oscuro por completo.
—Vatzel, nunca serás invocado.
—¡Ya lo sé madre! Pero esa es la solución.
Comparten una mirada cómplice.
—Vatzel, no puedes ser invocado porque no estas en el grimorio infernal del Mundo mundano.
La veo confundida.
—Lo estoy, Zaeya me lo aseguró. Ella vio mi nombre en la última página. Sus grimorios son iguales al nuestro.
Ella niega.
—La última página está en blanco. Para ellos, tú no apareces.
Retrocedo.
—Creímos conveniente que ningún mundano nunca te invocara. Si lo hacían tú ibas a comenzar a sustraer almas, te ibas a volver poderoso si activas todo tú poder. Un poder que es... destructivo.
Veo a cada uno.
—Es cierto, no creímos que este día llegaría pero en este Mundo, dos seres poderosos no pueden existir. Lo sentimos hijo.
No encuentro palabras, no fluye el sonido al entre abrir mis labios.
—Fue mi idea —agrega ella— Y convencí a Bel. Yo misma borré tu nombre de la lista en cada grimorio del Mundo mundano, para ellos eres un demium que no existe.
—Queríamos protegerte Vatzel.
Nos invade el silencio.
Niego varias veces.
—Querían debilirtarme más y más —les digo.
Ambos extienden sus alas, alertas.
Doy un paso adelante.
—Querían que nunca robara una alma. Que no fuera un demium por completo —doy otro paso— ¡Quieren matarme!
—¡No Vatzel! ¡Eres nuestro hijo!
Extiendo mis alas.
Mis dos ojos son completamente negros ante mi lado demoníaco despertar. Más siempre hay algo que lo detiene, lo debilita.
—Vatzel, controlate.
Ignoro al Rey.
Demium aparecen a nuestro alrededor, más y más atentos.
—¡VATZEL!
El dolor de cabeza me invade, mi poder se eleva y todo a mi alrededor estalla como una bomba de tiempo.
Ante el impacto caigo al suelo como varios demium.
—¡Bel! ¡El portal!
Escucho gritos agonizantes.
Cuando regreso a ser el mismo, veo alrededor y me pongo de pie. Mis creadores ya no se encuentran.
Todos los demium a mi alrededor me temen incluyendo Zaeya.
—¿Dónde están?
—Liberaste... las almas desterradas —apunta en una dirección. No deja de temblar— Vatzel ¿Qué hiciste?
Uso mis alas para escapar.
Ignoro el ardor en mi palma de mi mano.
Finalmente los encuentro a los dos a salvo. Cerca del portal infernal.
—Lo siento.
Ambos se voltean, con sus alas no me dejan ver.
—No quise dañar a nadie —paso saliva—¿Qué hice? —otra vez tengo el mal presentimiento de haber causado algo malo como en el pasado al ser un crio. En todas esas veces no me controlé, ni siquiera lo recuerdo— ¿Qué fue eso?
—Las almas de los desterrados. Ya no tengo control de ellas Vatzel, ni Annebett —luce molesto conmigo— Destruiste el portal infernal —se aparta y me permite verlo.
Donde solía estar, ya no se encuentra.
Ningún demium de aquí volverá a ser desterrado y eso es malo.
Quienes lo fueron ¿qué pasó con ellos? ¿Dónde están?
—Los Desterrados —hago una corta pausa— ¿Ya no existen ni en el Mundo mundano?
—No lo sabemos y no podemos averiguarlo —mi Madre se aparta— Creaste una grieta.
Veo el suelo. Hay una línea que no se cierra.
—¿Un... nuevo portal?
—Es peor que eso —lo observa— no sé que es pero esta absorbiendo la esencia demoníaca de todos.
—Buscaremos una manera de cerrarla Bett.
—Si Bel, usaré todo mi poder.
Caigo de rodillas al suelo y reviso mi mano. El ardor aumenta.
—¿Qué es esto? —tengo una marca de estrella infernal marcada en mi palma y no cicatriza.
Ambos se acercan a mi.
—Vatzel —se ven entre ellos.
De pronto, tanto la grieta como mi marca se desvanece.
—Se controló —emite el Rey del Inframundo viendo alrededor.
—Vatzel —me levanta y me abraza con fuerza— No eres destrucción.
No la contradigo.
—Iré a revisar a cada Demium.
—Si Bel.
Me aleja de ella.
Ladeo la cabeza.
—La Reina de Oscuridad —sonrio con malicia.
Ella retrocede alerta.
Ya debió darse cuenta.
Logré controlar a Vatzel, su hijo como se lo juré.
—No eres Vatzel ¿Qué demium eres? —oh, esa voz tan siniestra, fría, grave al hablar. Como la recuerdo.
—Me conoce.
—Dime tú nombre —avanza un paso.
Mi presencia se agota y antes de dejar de controlar al Rey de Oscuridad se lo recuerdo:
—Soy el Rey de los Desterrados.
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N/A:
¡OMG! Se pondrá mejor ¿listxs para invocar a Vatzel en el mundo mundano? Prepárense para conocer a Liliana Dalson en el próximo capítulo (inserte risa malvada) Nos leemos pronto seres oscuros ☪️✡️
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